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Haciendo su decisiónLa Atalaya 1953 | 1 de agosto
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Dios y particularmente las que Jesús dió por palabra y ejemplo. Eso significa dedicarse uno a Dios como lo hizo Jesús en el Jordán cuando dijo: “¡Mira! Yo he venido (en el rollo del libro está escrito acerca de mí) para hacer tu voluntad, oh Dios.”—Heb. 10:7, NM.
Y habiéndose dedicado, una de las primeras cosas que usted tendrá que hacer es expresar públicamente esa dedicación bautizándose así como Jesús mandó a sus discípulos: “Vayan pues y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos.” (Mat. 28:19, NM) Pero ¿dice usted que fué bautizado cuando era un infante? Pero ¿verdaderamente fué bautizado usted? La palabra bautizar proviene de una palabra griega parecida que quiere decir sumergir o zambullir debajo del agua. Por eso tanto Juan el Bautista como los discípulos de Jesús completamente sumergían en agua a los que creían.—Juan 3:23.
El ser sumergidos en agua ilustra que hemos muerto en lo que toca a hacer nuestra propia voluntad y hemos sido vivificados en cuanto a hacer la voluntad de Dios. Habiéndonos dedicado a hacer la voluntad de Dios, es adecuadísimo que hagamos una declaración pública de ese hecho, delante de testigos. Los infantes no podrían hacer esto por sí mismos. También, por haber sido sumergidos, tendremos un recordatorio vivo de nuestra dedicación, y eso nos ayudará a vivir en conformidad con nuestros votos.
La voluntad de Dios para los cristianos consiste principalmente en hacer tres cosas distintas. Ante todo, significa estudiar la Palabra de Dios y las ayudas bíblicas que nos ayudan a entenderla para familiarizarnos más y más con Dios y sus propósitos para que podamos cooperar con ellos inteligentemente. (2 Cor. 6:1) Segundo, significa usar los labios para traer honra a Jehová Dios y consuelo a los hombres de buena voluntad, porque, dado que somos cristianos, tenemos que tener el mismo propósito en la vida que Cristo Jesús, y él dijo concerniente a su propio propósito: “Con este propósito he nacido y con este propósito he venido yo al mundo, para dar testimonio a la verdad.”—Juan 18:37; 2 Cor. 1:4; Heb. 13:15; 1 Ped. 2:9, NM.
Y tercero, tenemos que progresar en la senda de la justicia. Tenemos que ser consistentes; no sólo tenemos que amar a Jehová Dios, la verdad y la justicia, y a nuestro prójimo, sino que también tenemos que odiar lo que es inicuo y egoísta. Tenemos que mantenernos limpios del mundo inicuo y sus prácticas.—Isa. 52:11; Heb. 1:9; Sant. 1:27, NM.
Así vemos que Dios, lejos de tratar de convertir al mundo, da a sus criaturas la oportunidad de escoger y luego aceptar las consecuencias. Habiendo hecho la decisión correcta, tenemos que obrar de una manera consistente si queremos participar en la realización del propósito de Dios para la tierra y el hombre.
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Demasiados “Testigos”La Atalaya 1953 | 1 de agosto
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Demasiados “Testigos”
● Bajo ese título el Evangelio pentecostal de las Asambleas de las Iglesias de Dios dijo el 13 de julio de 1952: “Un misionero en África del Sur informa de los problemas graves con que se confrontan al combatir el trabajo de los ‘Testigos de Jehová.’ ‘Están avanzando por todos lados,’ dijo él, ‘con su evangelio de una segunda oportunidad, y un mensaje que no exige una vida separada. Cómo le llama la atención al africano no regenerado, y por algún motivo le cierra los oídos y el corazón contra recibir la verdad del evangelio.” Aparentemente no le importa al escritor del Evangelio el hecho de que los testigos no tienen ningún mensaje de una segunda oportunidad, que rechazan la corrupción del viejo mundo, y que llaman la atención de centenares de miles de personas alrededor del mundo que verdaderamente examinan la Biblia. El Evangelio pasó por alto estos hechos, tal como pasaron por alto hechos semejantes los judíos que llevaron a Pablo ante Félix y lo acusaron falsamente. Tal vez si el misionero que se queja enseñara la verdadera doctrina, los africanos le pondrían atención a él también.—Hech. 24:5, 6.
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