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“¿Cómo se hace un converso?”La Atalaya 1953 | 15 de mayo
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a un hombre. Ustedes no. Ustedes se hallan ocupados en otras cosas. Ustedes piensan que van muy bien si dominan el catecismo y unas cuantas nociones elementales de la Historia bíblica.”
Cuán bien familiarizados están los sacerdotes con su Biblia, sin importar cuánto puedan saber acerca de teología, filosofía, historia eclesiástica, etc., puede deducirse de los errores que aparecieron en la sección “Clases de estudios bíblicos” de Nuestro visitante dominical del 25 de mayo de 1952. En este artículo se dijo: “Más tarde Abrahán tuvo otro hijo llamado Ismael.” Como si Ismael hubiera nacido después de Isaac, cuando todos deberían saber que Ismael fué el resultado de la impaciencia por una simiente de Abrahán por medio de Sara. También declaró: “Fué después de la liberación de Lot del fuego que destruyó a Sodoma y Gomorra que Dios prometió a Abrahán un hijo.” En el capítulo 15 del Génesis leemos por primera vez de la promesa de Dios referente a un hijo. El capítulo 18 da la amonestación tocante a Sodoma y Gomorra, mientras que es en el capítulo siguiente (19) que por primera vez se nos dice de la destrucción de Sodoma y Gomorra. La revista publicó las correcciones en su número del 6 de julio.
Si tales errores evidentes y notables pueden ser escritos por un sacerdote católico que escribe clases de estudios bíblicos, y su propio personal no los nota, entonces ¿qué podrá decirse acerca del sacerdote católico del término medio? Su capacidad de leer y escribir, en lo que se refiere a la Biblia, tiene que ser de la misma calidad que la del escritor del artículo.
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Píldoras para el sueño desde el púlpitoLa Atalaya 1953 | 15 de mayo
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Píldoras para el sueño desde el púlpito
¡Aquí hay una que merece anotarse! Citamos todo el informe que apareció en el Star Telegram de Fort Worth (Texas): “Sydney, Australia, 27 de agosto (CDN)—Si un sermón lo hace dormir a usted, puede que le sirva más que si lo escuchara. Esa es la opinión del Rdo. Gordon Powell. El ministro presbiteriano cree que, en un sentido, ‘mientras más duerma la gente en la iglesia mejor el sermón.’ El clérigo declaró recientemente desde el púlpito de la Iglesia de San Esteban en Sydney: ‘La gente hoy día está cansada porque la tensión en que están sus almas les priva de obtener el beneficio deseable del sueño ordinario. En la iglesia se les recuerda del amor y el cuidado de Dios y desarrollan un sentido interno de seguridad que tiene un potente efecto en cuanto a inducir sueño.’”
Aparentemente él considera sus sermones y su religión como meramente una droga para los que están en ansiedad mental. Los de mente sana, sin embargo, reconocen que sólo los haraganes duermen en tiempos de significación vital, y que los que quieren vida tienen que aguzar sus oídos y obtener datos sólidos de modo que no se agote su conocimiento y por fin se apague la luz de la verdad. Pero aparentemente este clérigo piensa que poco importa si uno escucha su sermón o no. Tales inducidores de sueño ofrecen una seguridad falsa, y ellos mismos rehusan despertar a lo tarde del tiempo. Tomen nota los que sufren de insomnio: Una de esas píldoras es mala, ¡una dosis excesiva es fatal!—Pro. 6:9-11; Mar. 13:32-37.
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