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Marcos y su EvangelioLa Atalaya 1953 | 1 de febrero
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las buenas nuevas del Reino y la llamada de los discípulos y la ejecución de milagros. Después de hacer que los puntos eminentes de la actividad de Jesús pasen velozmente ante nuestra vista, nos da los detalles del ministerio público final de Jesús, su arresto, juicio, ejecución, entierro y resurrección.
De todos los relatos de la vida de Jesús el de Marcos es el más gráfico y el más vívido, así como el más rico en detalles interesantes. Claramente aquel de quien Marcos recibió su información no sólo fué un testigo ocular sino también un observador muy inmediato. ¿Quién fué éste? Según Papias, cristiano de principios del segundo siglo, no fué otro que el apóstol Pedro.
El que Pedro fuera como lo fué un hombre de acción, intenso, impulsivo, ayudaría a explicar por qué el relato de la vida de Jesús en el cual él influyó da énfasis a los milagros y las obras de Jesús más bien que a sus enseñanzas. Empero, la razón principal para que Marcos usara el estilo que usó sin duda fué su deseo de captar el interés de los romanos. Esto se confirma también por su uso de expresiones latinas y sus explicaciones repetidas de términos arameos tales como “Boanerges” y “corbán”.—Mar. 3:17; 5:41; 7:11, 34; 12:42.
Los de la “alta crítica”, en sus esfuerzos por desacreditar el testimonio cuádruplo respecto a la vida de Jesús, han alegado que Marcos sólo compendió lo que Mateo y Lucas escribieron; algunos hasta alegando que sólo hubo un relato original y que los otros son variaciones de él. Pero, si Marcos sólo se propuso presentar una versión condensada del ministerio de Jesús, ¿por qué será que él añade tantos detalles que los otros no mencionaron? Por ejemplo, al hablar de la curación que Jesús efectuó en el hombre que tenía la mano seca, Marcos no sólo registra que Jesús miró en torno suyo a los fariseos que estaban ansiosos de ver lo que él haría, sino que lo hizo “con indignación, estando profundamente afligido por la insensibilidad de su corazón”. (Mar. 3:5, NM) Y al informar como Jesús limpió el templo literal en Jerusalén, sólo Marcos nos informa que Jesús “no consentía que nadie llevase vasija alguna por el Templo”. (Mar. 11:16) El estilo propio de Marcos (o de Pedro) también se pone en evidencia por una fraseología más vigorosa en las reprimendas que Jesús administró a sus propios discípulos. Compare Mateo 8:26 y 16:8 con Marcos 4:40 y 8:17.
El discípulo cristiano Marcos tuvo muchos privilegios de servicio. Aunque, como Pedro, manifestó debilidad en una ocasión, él se recobró para llegar a ser un siervo eficaz y confiable de Jehová Dios y ayudante de los apóstoles Pablo y Pedro. Su registro del ministerio de Jesús, junto con sus características especiales, proporciona testimonio adicional al hecho de que Jesucristo verdaderamente vivió y que él no era otro que el Hijo de Dios.
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El reino de Cristo no es parte del mundoLa Atalaya 1953 | 1 de febrero
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El reino de Cristo no es parte del mundo
● Mientras exista el presente porcentaje de ignorancia entre la gente en lo que toca a asuntos religiosos y bíblicos, sería bueno que el clero cumpliera con su responsabilidad en el campo que le atañe, en vez de desatenderlo para meterse en asuntos ajenos. Dios no tiene nada que ver con las riñas políticas de la tierra. Su reino está separado de las tales, y es sólo mediante su poder empleado para abolir el inicuo sistema de cosas que su bendición vendrá a la tierra, y no por medio de algún político de la actualidad. Cristo y sus apóstoles reconocieron la veracidad de esto, y por eso aunque estaban en el mundo no eran parte de él—una manera de proceder muy diferente a la del clero actual. (Juan 15:17-19; 17:16, 17; 18:36; Santiago 1:27) Dios habla por sí mismo por medio de su Palabra. Los que la contradicen deben ser rechazados.
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