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¿Qué se necesita para hacerlo feliz a usted?La Atalaya 1958 | 1 de noviembre
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circunstancias materiales en que se hallaba: “He aprendido, en cualesquier circunstancias que esté, a bastarme a mí mismo. Sé en verdad pasarlo con escasas provisiones, sé en verdad tener abundancia. En todo y en toda circunstancia he aprendido el secreto tanto de estar lleno como de tener hambre, tanto de tener abundancia como de estar en escasez.” El carecer de algo no lo amargó, el tener abundancia no lo arrojó al hoyo del materialismo. Él observó su propio consejo: “Que su manera de vivir sea exenta del amor al dinero, estando contentos con las cosas presentes.” Pablo estuvo contento, fuera que poco o mucho estuviese presente. Sus necesidades materiales eran sencillas, sus riquezas espirituales eran grandes.—Pro. 23:4; Fili. 4:11, 12; Heb.13:5.
24. ¿De qué cosas abundantes podemos derivar placer, y cuáles son las cosas más vitales que se necesitan para hacernos felices?
24 Para ser feliz, recuerde cómo Dios lo hizo a usted, de la tierra, para la tierra. Los placeres verdaderos se hallan en las cosas que Dios hizo: la bóveda negra desde la cual millares de estrellas titilan y brillan, el calor del sol, la frescura de las brisas, la fragancia de las flores, el canto de los pájaros, la gracia de los animales, las colinas onduladas y los riscos que descuellan, los ríos impetuosos y los perezosos arroyos, las praderas lozanas y los bosques tupidos, el brillo de la nieve en el sol y el ruido acompasado de la lluvia en el techo, el chirrido del grillo en el sótano, el canto de la rana en el estanque y el chapoteo de un pez que envía ondulaciones en círculos bajo la luz de la luna. Aun más placer se encuentra en la compañía de personas sociales, pues el hombre fué hecho una criatura social. Un pensamiento bondadoso, un toque compasivo, un ademán o expresión suave, una sonrisa afectuosa y un acto de amor, la risa de un niño cuando juega y el murmullo de un bebé en su cuna, la dignidad y la sabiduría de un anciano rico de experiencias de la vida—éstas son cosas que satisfacen. Lo que somos es lo que cuenta, no lo que aparentamos ser. Es el amor que tenemos, no la posición social. Es lo que podemos dar, no lo que podemos obtener. Es el tesoro en el cielo que tenemos, no el acumulamiento de oro en la tierra. Es el contentamiento con poco en vez de la ansiedad con mucho lo que importa. Es el obtener los pensamientos de Dios para hacernos sabios, el usar esta sabiduría para encauzar nuestro poder, el seguir sus principios para asegurar la justicia y el imitarlo en mostrar amor que supla las necesidades y satisfaga las hambres que él colocó en nosotros. Y todo esto es lo que se necesita para hacernos felices.
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Son inadecuados los remedios materialesLa Atalaya 1958 | 1 de noviembre
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Son inadecuados los remedios materiales
En The Humanities After the War (Las humanidades después de la guerra) W. Mac-Neile Dixon escribe: “Aunque se dediquen a ella durante días de fatiga y noches de desvelo, la búsqueda por remedios materiales para calmar o curar nuestras angustias espirituales no puede terminar más que en una sola cosa—fracaso. Tendrá que hacerse mucho más que alimentar a los hambrientos, alojar a los pobres, vestir a los necesitados, sin considerar cuán generosamente ideados sean estos empeños ni cuán devota sea su administración. Se acerca el día en que tendrá que aceptarse la gran verdad, y hasta la fecha no se ha proclamado otra mayor, de que ‘no de pan solamente vive el hombre.’ Cuando esto sea aceptado, y no antes, se colocará la piedra de cimiento de una civilización digna del nombre.”
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