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La moralidad de los que son y de los que no son miembros de iglesiasLa Atalaya 1958 | 15 de abril
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que no son miembros de iglesias no significa que sean superiores moralmente y más civilizados. Realmente son más reprensibles a los ojos de Dios porque, igual que los fariseos, no son lo que pretenden ser. El ser miembro de una iglesia no es lo que hace civilizada y de buena moralidad a una persona; más bien lo hace el aplicar los principios de la Palabra de Dios.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1958 | 15 de abril
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Preguntas de los lectores
● Si Jehová es supremo, ¿por qué ha permitido que la iniquidad continúe a través de los siglos?
Realmente es este punto en disputa de la soberanía lo que se encuentra en la base del asunto. La iniquidad comenzó cuando un hijo espiritual de Dios se rebeló contra la soberanía de Dios. Acerca de este rebelde espiritual la Biblia dice: “Perfecto eras en tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que la iniquidad fué hallada en ti.” (Eze. 28:15, Mod) Al rebelarse contra la soberanía universal de Dios, esta criatura espiritual hizo de sí misma un diablo, y se le vino a llamar Satanás el Diablo y “la serpiente original.”—Apo. 12:9.
Satanás indujo a Adán y Eva a rebelarse contra la soberanía universal de Dios. Satanás se jactó de que podía corromper a cualquier hombre y hacerlo oponerse a la soberanía universal de Dios, así como lo hizo con Adán y Eva. En el libro de Job, capítulos uno y dos, leemos de cómo Satanás se jactó ante Dios. Satanás desafió a Dios, en realidad, afirmando que Él no podía poner un hombre en la tierra que retuviera integridad a Dios bajo tentación. Jehová dejó que el Diablo pusiera a prueba a Job, y al retener Job su integridad expuso la falsedad del Diablo. Así ha sido a través de los siglos: Dios ha permitido la iniquidad para que el importantísimo punto en disputa de la soberanía universal fuera puesto a prueba; y unido a ese punto en cuestión principalísimo está el de la integridad del hombre.
Pero, ¿no pudo haber ejecutado Dios al rebelde Satanás y a sus súbditos terrestres, Adán y Eva, inmediatamente, suprimiendo mediante ello toda la iniquidad? Sí, pero si Dios lo hubiera hecho nosotros no estaríamos vivos hoy día; y, sobre todo, el punto en disputa no habría sido resuelto para plena satisfacción de toda la creación viviente. Habría sido disputable a través de la eternidad—implicando preguntas tales como: Si Dios hubiera permitido al Diablo un campo de acción extenso, ¿habría probado este inicuo el punto que sostenía? Y ¿había creado Dios al hombre de tal manera que era inevitable que se rebelara contra Dios si se le tentaba? Tales preguntas tenían que ser contestadas decisivamente.
Esto ha requerido tiempo, tiempo para darle a Satanás amplia oportunidad de acción y dejar que tratara de respaldar su pretensión, y tiempo “para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.” Por causa del punto en disputa Dios ha permitido la iniquidad, pero sólo hasta que el punto en disputa sea resuelto y la soberanía universal de Dios sea vindicada. La razón por la cual Dios ha permitido temporáneamente la iniquidad se expresa bien en las palabras que él dirigió al inicuo Faraón: “Por esta causa te he mantenido en existencia, a fin de mostrarte mi poder y para que mi nombre sea declarado en toda la tierra.”—Sal. 83:18; Exo. 9:16.
● ¿Por qué hay tan grande aumento de iniquidad hoy día?
No es casualidad el que la iniquidad haya aumentado a tan alto grado. Los dolores aumentados para la tierra comenzaron con la I Guerra Mundial. El año 1914, en realidad, señaló el principio de los “últimos días.” Los últimos días ¿de qué? Del dominio inicuo de Satanás sobre la tierra y la humanidad. “El mundo entero,” dice l Juan 5:19, “está yaciendo en el poder del inicuo.” Pero ¿a qué se debe que los “últimos días” del dominio inicuo de Satanás resulten en tan grande aumento de iniquidad en la tierra? La Biblia contesta.
“Estalló guerra en el cielo,” nos dice la Palabra de Dios. Esta, por supuesto, fué una guerra invisible a los ojos humanos. En este conflicto celestial Cristo Jesús como Rey entronizado de Jehová condujo los ejércitos del cielo contra Satanás y sus demonios. El Diablo fué derrotado de manera humillante en este conflicto, como lo revela la Biblia: “De modo que fué arrojado hacia abajo el gran dragón, la serpiente original, aquel que es llamado Diablo y Satanás, el cual está desviando a toda la tierra habitada; fué arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados junto con él.”—Apo. 12:7-9.
El degradar a Satanás y restringirlo a la proximidad
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