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Mienten acerca de los muertosLa Atalaya 1961 | 1 de enero
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que estaba presente preguntó qué esperanza había para los muertos. “Amigos míos,” respondió un amigo del difunto, “no sé lo que creían ustedes ayer ni lo que creerán mañana, pero hoy esperamos en Dios.” Los que saben la verdad acerca de los muertos y del propósito de Dios de resucitarlos en su nuevo mundo de justicia no se desesperan. Descansan su esperanza, no en un alma inmortal que no existe, sino en el Dios verdadero y vivo, que ha levantado a su Hijo Jesús para que “sea juez de vivos y muertos.”—Hech. 10:42.
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¡Salve el Príncipe de Paz!La Atalaya 1961 | 1 de enero
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¡Salve el Príncipe de Paz!
INDIA no había experimentado semejante escena de tumulto desde la muerte de Gandhi. Más de un millón de aldeanos y gente de la ciudad atestó las calles de Nueva Delhi agitando las manos y clamando “¡Eisenhower zindabad!” (“¡Viva Eisenhower!”) “¡Eisenhower ki jai!” (“¡Salve Eisenhower!”) Más arriba del clamor y la bulla colgaban pendones de blanco y negro que proclamaban: “EISENHOWER—PRÍNCIPE DE PAZ.”
Del camino sobre el cual había pasado el automóvil oficial, un aldeano de cuarenta y cinco años de edad recogió un puñado de arena para llevarla a casa a su esposa enfermiza. “Aplicaré esto en la frente de mi esposa, y seguramente sanará,” explicó. Según la opinión de él Eisenhower y Nehru se cuentan “entre los hijos escogidos de Dios que han sido enviados especialmente a esta Tierra para servir según su voluntad.”
Una anciana y su familia hicieron el viaje creyendo que verían una reencarnación de Vichnú, protector en la trinidad hindú. “¿Cree usted que somos tontos que viajaríamos millas para ver a alguien que no fuese Vichnú Ka Avatar? ¿No nos mandó él trigo cuando lo necesitábamos y nos construyó represas?” La hija estuvo de acuerdo, agregando que el visitante tenía una “sonrisa radiante, divina.”
Por más lisonjera que le haya parecido la bienvenida a la comitiva presidencial, muchos cristianos en todas partes del mundo vieron en todo esto motivos para graves recelos. Algunos recordaron la ocasión en que el rey Herodes Agripa I comenzó a pronunciar un discurso público y fue interrumpido por aclamaciones blasfemas: “¡La voz de un dios, y no la de un hombre!” La historia sagrada informa: “Instantáneamente el ángel de Jehová lo hirió, porque no dio la gloria a Dios.” (Hech. 12:22, 23) La bienvenida en Nueva Delhi se extralimitó aún más, ya que adoptó por su propia cuenta una profecía sagrada acerca de Cristo, el Príncipe de Paz, y la aplicó a un gobernante humano. No está demás el examinar de nuevo esta profecía a la luz de la actual búsqueda de la paz por parte del hombre.
LIBERACIÓN PROMETIDA
El Levante seguía tambaleándose de conspiraciones y guerra cuando el espíritu de Jehová movió la pluma de Isaías. La creciente potencia mundial de Asiria estaba a punto de poner en acción una vez más su organización bélica. Escribió Isaías:
“Sin embargo, la oscuridad no será como cuando la tierra tuvo premura, como en el tiempo anterior cuando se
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