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El Dios-hombre de la cristiandadLa Atalaya 1961 | 1 de enero
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El Dios-hombre de la cristiandad
EN LA cristiandad el puente entre Dios y el hombre se llama “Encarnación.” El sentido de la palabra “encarnación” es que Dios asumió la naturaleza del hombre en la persona de Jesucristo. De esa manera él llegó a ser un Dios-hombre.
Aunque la idea de un Dios-hombre no es ajena al paganismo, sin embargo el que el Logos o Verbo se hiciese carne pertenece solamente a la cristiandad, dicen estos religiosos. Sostienen que las religiones paganas enseñan una apoteosis o glorificación del hombre, que no enseñan una encarnación del Dios verdadero. Según el historiador eclesiástico de Inglaterra, Carlos Hardwick, si purgáramos las encarnaciones paganas de todos sus aditamentos lascivos y bacanales que las desfiguran y degradan, aun así definitivamente les falta mucho para estar a la par con la doctrina de la encarnación según se enseña en la cristiandad, a pesar de las notables semejanzas.
Pero con solo negar lo pagano de la doctrina no se establece que la enseñanza de la encarnación sea del cristianismo. En su libro The Creative Christ, E. Drown asocia con la mitología griega el concepto que tiene la cristiandad respecto a la encarnación. Dice: “Esta idea de la sustancia . . . provino de fuentes griegas y se introdujo en la teología cristiana. El resultado fue que la Encarnación se interpretaba demasiado a menudo en términos físicos en vez de morales.”
Luego hay objeciones de otra índole. Un profesor eminente, el Dr. Carlos A. Briggs, quien también fue sacerdote de la Iglesia Protestante Episcopal, enseñó que el nacer de una virgen fue solo un “asunto secundario relacionado con la Encarnación . . . [que éste] no puede ser tan esencial como se han figurado muchas personas.” Para Adolfo Harnack, teólogo y profesor alemán de teología, Jesús no era Dios en la carne, sino solamente otro rabino judío. Otón Pfleiderer, teólogo protestante alemán y profesor ordinarius de teología, se asombró de los “incontables paralelos entre las leyendas de héroes paganos y los santos cristianos,” incluyendo la de Jesucristo.
El que haya opiniones contradictorias acerca de esta doctrina no sorprende de manera alguna, puesto que la doctrina de encarnación no tiene base alguna en la Biblia, única autoridad confiable de la verdad. (Juan 17:17) Los antiguos judíos en su larga historia jamás declararon que alguno de sus jueces, reyes, generales, sacerdotes o profetas fuese un dios. Los hebreos y los cristianos judíos absolutamente aborrecían la profanación de la mitología pagana. Estos hechos hacen que sea imposible la noción caprichosa de que los judíos cristianos absorbieran de la mitología pagana la historia acerca de Jesús. Ni la Biblia ni los fieles cristianos del primer siglo sostuvieron el concepto pagano de que Jesús fuese un Dios-hombre. Por eso, cuando cristianos renegados trataron de diseminar como cristiano el concepto pagano de un Dios-hombre, hallaron difícil el camino. La doctrina misma no quedó cristalizada sino hasta unos trescientos años después del día de Jesús y no se definió sino hasta 451 d. de J.C. en el Concilio de Calcedonia. El famoso teólogo americano Enrique P. Van Dusen, cuya religión presbiteriana enseña que Jesús fue un Dios-hombre, en su libro World Christianity, en la página 75, clasifica la definición calcedonia de la naturaleza de Cristo como “disparate destilado.”
Durante los primeros dos siglos hubo considerable oposición a la doctrina de encarnación. Los ebionitas, una secta de judíos cristianos que comenzó en el primer siglo, sostenían que Jesús había nacido de manera natural, que él no era Dios encarnado. Arrio, un presbítero de Alejandría, quien vivió hacia comienzos del cuarto siglo, enseñó que Jesús no era ni coeterno ni coigual con Dios, que era la cabeza de toda la creación, pero que no era “de una misma sustancia con el Padre.” Los docetas, una secta de judíos cristianos que floreció durante el segundo siglo, creían que el cuerpo de Jesús era meramente aparente, una visión, una ilusión, no material. El gnosticismo constaba de una fusión de creencias “cristianas” independientes. Sostenía que el mal es inherente en lo material y que por ese motivo el cuerpo de Jesús no pudo haber sido material. Valentín, el líder más prominente del movimiento gnóstico, enseñó que el cuerpo etéreo de Jesús pasó a través de María pero no nació de ella. Otros decían que Jesús tenía dos voluntades, una humana, la otra divina, y así sucesivamente.
Fue de este baturrillo de opiniones antagónicas que la cristiandad recibió su doctrina de encarnación. Ya que algunos pensaban que Jesús era hombre y otros sostenían que él era Dios, el concilio de Nicea en 325 d. de J.C. encabezado por un emperador político pagano, a saber, Constantino, decidió a favor de un Dios-hombre para complacer a ambos lados. Esta doctrina, aunque carece de base bíblica, es la que creen generalmente los protestantes y católicos hasta este día. The Catholic Encyclopedia declara bruscamente: “Cristo es Dios.” Una publicación de la Iglesia Presbiteriana hace referencia a Jesús como “Dios y hombre.”
¿FUE JESÚS UN DIOS-HOMBRE?
Prescindiendo de lo que cualquier concilio u hombre haya dicho acerca de la naturaleza de Jesús, la única fuente de verdad religiosa es la Biblia. Esta Palabra revela que Jesús es el Hijo de Dios y como tal él no era ni es Dios. Jesús mismo dijo: “Soy Hijo de Dios.” A María el ángel Gabriel dijo: “Lo que nace será llamado santo, el Hijo de Dios.” Nada se dice acerca de algún hombre–Dios ni de un Dios-hombre. En ninguna parte de la Biblia se le llama a Jesús un “Dios-hombre” ni “Dios encarnado.” Tales suposiciones son estrictamente ilusiones humanas manchadas de paganismo.—Juan 10:36; Luc. 1:34, 35; 2:21.
En las Escrituras se hace referencia a Jesús como “el principio de la creación por Dios.” Él es la primera creación de Dios, llamada la Palabra o Verbo de Dios o el Logos. Después del pecado de Adán el Todopoderoso Dios se propuso enviar a este Hijo unigénito a la Tierra para redimir del pecado al hombre. Él había de llegar a ser el segundo hombre perfecto o segundo Adán. Esto exigiría de él que pusiera a un lado su vida celestial para nacer como hombre. Ninguna encarnación sino un nacimiento humano perfecto. Esto se logró por medio de espíritu santo o el poder de Dios, como manifiesta Lucas 1:26-38. Nació de la doncella María y se llamó Jesús, quien llegó a ser “el hombre.”—Apo. 3:14; Juan 1:29; 19:5; 1 Cor. 15:45.
¿Era de carne y sangre Jesús? Juan nos dice: “La Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros.” Acerca de Jesús Pablo dijo: “Siendo que los ‘niños jóvenes’ son participantes de sangre y carne, él también participó igualmente de las mismas cosas.” Si Jesús hubiese sido un Dios-hombre, él habría sido superior a los ángeles y a los hombres. Las Escrituras nos dicen que él fue hecho “un poco inferior a los ángeles.” Tampoco era coigual a su Padre, porque el mismo dijo: “El Padre es mayor que yo.”—Juan 1:14; Heb. 2:14, 9; Juan 14:28; Fili. 2:5-7.
Si Jesús fue una encarnación entonces no fue el segundo Adán; su vida, muerte y resurrección serían todas mentiras. La fe cristiana sería en vano. Estaríamos todavía en nuestros pecados sin esperanza. ¡Gracias a Dios que su Palabra permanece verídica! Cristo es verdadero. Fue el segundo Adán, un hombre perfecto que dio su alma como “rescate en cambio por muchos.” Los que enseñan que Jesús fue un Dios–hombre carecen de base bíblica para decirlo. Con razón, cuando se encaran con una discusión acerca de esta doctrina de encarnación, que The Encyclopedia Americana llama “la doctrina central del cristianismo,” los clérigos se escabullen para ponerse a cubierto detrás de la contestación endeble: “Es un misterio.”—Mat. 20:28.
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Textos diarios para febreroLa Atalaya 1961 | 1 de enero
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Textos diarios para febrero
Salvaguardando la habilidad para pensar para el ministerio.—Pro. 3:21.
1 Ha de escogerse un buen nombre más bien que riquezas abundantes.—Pro. 22:1, margen. A 15/11/60 1-3
2 Salvaguarda la sabiduría práctica y la habilidad para pensar.—Pro. 3:21. A 15/7/60 3
3 Hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos.—Mat. 28:19. A 15/2/60 7, 8
4 El consejo en el corazón de un hombre es como aguas profundas, pero el hombre de discernimiento es el que lo sacará.—Pro. 20:5. A 1/10/60 19, 18a
5 Continúa recordándoles [a todos] que estén . . . listos para toda buena obra, que no hablen perjudicialmente de nadie, que no sean pendencieros, que sean razonables, desplegando toda apacibilidad para con todo hombre.—Tito 3:1, 2. A 1/7/60 4, 5a
6 Si algún hombre piensa que él mismo es un adorador formal y con todo no refrena su lengua, sino que sigue engañando su propio corazón, la forma de adoración de este hombre está por demás.—Sant. 1:26. A 1/8/60 3, 4
7 Un árbol bueno no puede dar mal fruto, ni puede un árbol podrido producir buen fruto. De cierto, entonces, por sus frutos reconocerán a esos hombres.—Mat. 7:18, 20. A 15/9/60 20
8 Lo que corresponde con esto ahora también los está salvando a ustedes, a saber, el bautismo, (no el que se quite la inmundicia de la carne, sino la petición hecha a Dios para una buena conciencia).—1 Ped. 3:21. A 1/10/60 2, 3
9 Vigilaré mis caminos para guardarme de pecar con mi lengua. Pondré un bozal como guardia para mi propia boca mientras haya alguien inicuo en frente de mí.—Sal. 39:1. A 15/10/60 10, 11
10 Da a la persona sabia y se hará aún más sabia. Imparte conocimiento a alguien justo y aumentará en saber.—Pro. 9:9. A 15/7/60 11
11 Cabalmente les abrió la mente para que pudieran entender el significado de las Escrituras.—Luc. 24:45. A 15/10/60 4a
12 Cuanto hagan en palabra . . . háganlo todo en el nombre del Señor Jesús.—Col. 3:17. A 15/2/60 25-27
13 Ya que hemos dejado la doctrina elemental acerca del Cristo, pasemos adelante a la madurez.—Heb. 6:1. A 15/6/60 19, 20
14 Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse con la nueva personalidad, la cual por medio de conocimiento acertado está siendo renovada de acuerdo con la imagen del que la creó.—Col. 3:9, 10. A 1/8/60 6a
15 De manera semejante mi Padre celestial tratará también con ustedes si no perdonan cada uno a su hermano de corazón.—Mat. 18:35. A 1/9/60 7
Explicación para el encuentro del comentario sobre estos textos: Los números a continuación de la fecha de la Atalaya se refieren a los párrafos en el primer artículo del estudio. Cuando hay una “a” después del número del párrafo, el comentario se hallará en el segundo artículo del estudio; cuando se muestra una “b,” se refiere al tercer artículo del estudio.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1961 | 1 de enero
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Preguntas de los lectores
● En la declaración de Apocalipsis 5:10, “reinarán como reyes sobre la Tierra,” ¿por qué usa la Traducción del Nuevo Mundo en inglés la palabra “sobre,” cuando otras traducciones en inglés, tales como la Versión Autorizada, la Americana Normal y las Douay y Diaglott, usan “en”?—J. D. J., EE. UU.
La Traducción del Nuevo Mundo vierte en Apocalipsis Rev. 5:10 la preposición griega epí en conexión con la Tierra como “sobre” lo mismo que vierte la preposición idéntica seguida del caso genitivo (posesivo) como “sobre” en Apocalipsis 9:11 y 11:6. “Tienen sobre ellas un rey.” “Tienen autoridad sobre las aguas.” Por lo tanto se ve que esta preposición seguida del caso genitivo no tiene en todo caso el significado de “en.” Esta preposición, epí, seguida del caso genitivo, puede referirse a lugar en respuesta a la pregunta, “¿Dónde?” y por lo tanto puede significar “encima, en, dentro de, cerca de,” pero también puede referirse a una posición como encima de o como denotando preeminencia. Por lo tanto leemos en Mateo 2:22 que Arquelao era rey “de” o “sobre” Judea, y en Efesios 4:6 que Dios es “sobre” todos. También, puede referirse a que uno esté sobre un negocio o una oficina, como en Hechos 6:3, donde leemos que los apóstoles buscaban siete hombres capacitados para “que los designemos sobre este asunto necesario.” Vea también Hechos 8:27; 12:20.
Por eso en Apocalipsis 5:10 se refiere a estar sobre la Tierra como gobernantes, no estando exactamente en la Tierra, porque el resto de Apocalipsis así como otros textos de las Escrituras Cristianas Griegas muestran que Jesucristo y sus coherederos del Reino gobernarán en el cielo, que es el trono de Dios, mientras que la Tierra simplemente es el estrado y por lo tanto no es el lugar donde debe gobernar el glorificado Cristo. Traductores consistentes que vierten las cosas contextualmente por lo tanto vierten esta expresión de Apocalipsis 5:10 como “sobre la Tierra.” Por lo tanto la Biblia Completa en Inglés Moderno por Ferrar Fenton vierte el versículo: “Y has hecho de ellos un Reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la Tierra.” Vea también Una Traducción Americana por Edgar Goodspeed y J. M. P. Smith.
El caso susodicho remacha la verdad de que la Biblia no se puede traducir apropiadamente sin conocimiento y entendimiento de los propósitos de Dios.
● ¿Por qué toman el número 144,000 de Apocalipsis 7 literalmente y no simbólicamente los testigos de Jehová como hacen con otros números del libro de Apocalipsis?—G. S., EE. UU.
No todos los números del libro de Apocalipsis han de entenderse simbólicamente. Los siete sellos y los siete tazones fueron literalmente siete, como se mostró por Luz, Tomos I y II (Apo. 5:1; 16:1) Los cuarenta y dos meses y los 1,260 días tuvieron cumplimientos literales, así como lo tendrán los mil años del reino de Cristo. (Apo. 11:2; 12:6; 20:2, 3, 6, 7) En cuanto al número 144,000, es razonable tomar este número literalmente porque se da en contraste con la “grande muchedumbre” que ningún hombre podía contar. (Apo. 7:9) Además, en Apocalipsis 14:1, 3, leemos que Jesucristo está de pie sobre el monte Sión junto con otros 144,000. Los 144,000 lógicamente serían tan literales como el 1, haciendo un total de 144,001 de pie sobre el monte. Además, ¿por qué dar un número tan grande y específico si no imparte información?
Aparentemente los que hallan difícil aceptar este número como literal son aquellos que creen que el cielo es el destino de todos los que consiguen la salvación. Sin embargo, cuando comprendemos que únicamente la simiente espiritual de Abrahán, es decir, Cristo y los que “pertenecen a Cristo,” recibirán la recompensa celestial, mientras que la vasta mayoría del género humano disfrutará de vida eterna en la Tierra como miembros de todas las naciones que se bendecirán en la simiente de Abrahán, entonces el número 144,000 no presenta ningún problema. (Gén. 22:17, 18; Gál. 3:16, 29) Además, ¿no declaró Jesús que el número de los que ganan la recompensa celestial sería pequeño? “No tema, manada pequeña, porque su Padre ha aprobado darles el reino.” Comparados con los miles de millones del género humano que con el tiempo llenarán la Tierra, los 144,000 son relativamente pocos.—Luc. 12:32.
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