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Creyentes casados llamados a paz y salvaciónLa Atalaya 1961 | 1 de junio
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esposas, así como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por causa de ella, para santificarla, limpiándola con el baño de agua por medio de la palabra, para presentarse a sí mismo la congregación en su esplendor, sin que tuviera una mancha o arruga o alguna de tales cosas, sino que fuera santa y sin tacha. De este modo los esposos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, porque nadie jamás ha odiado a su propia carne, sino que la alimenta y la cuida, como el Cristo también hace con la congregación, porque nosotros somos miembros de su cuerpo. ‘Por esta razón el hombre dejará a su padre y madre y se unirá a su esposa, y los dos serán una carne.’ Este sagrado secreto es grande. Ahora, yo estoy hablando tocante a Cristo y la congregación. No obstante, también, que cada uno de ustedes ame individualmente a su esposa así como se ama a sí mismo.”—Efe. 5:25-33.
SOPORTANDO UN YUGO DESIGUAL
30. ¿Cómo deben el esposo y la esposa pagar el débito conyugal, y qué dijo Pablo a modo de concesión a los creyentes casados tocante a esto?
30 Donde el esposo ama fiel y lealmente a su esposa de manera cristiana y su esposa, a su vez, despliega profundo respeto a su esposo, se producen paz, armonía y felicidad en el hogar. De una manera dignificada, honorable y sana, amorosamente se pagarán su obligación o débito conyugal, como siendo una sola carne. “Que el esposo pague a su esposa su obligación; pero que la esposa también haga igualmente con su esposo. La esposa no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino que su esposo la ejerce; de igual modo, también el esposo no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino que su esposa la ejerce. No se estén privando uno al otro de ello [el débito], salvo por consentimiento mutuo por un tiempo asignado, para que dediquen tiempo a la oración y puedan reunirse de nuevo, para que Satanás no siga tentándolos a causa de su falta de regulación propia. Sin embargo, digo esto a modo de concesión, no a modo de una orden.” (1 Cor. 7:3-6) Pablo dijo eso a modo de concesión a causa de que la fornicación prevalecía en aquel mundo pagano.
31. En vez de separarse, ¿qué deben esforzarse por hacer los cristianos casados, pero durante algún período en que convengan en vivir aparte cómo debe portarse cada individuo?
31 Los matrimonios dedicados y bautizados seriamente deben esforzarse por permanecer juntos, con un solo corazón, una sola mente y un solo objetivo. “A los casados doy instrucciones,” continúa Pablo, “sin embargo no yo sino el Señor, que la esposa no debe apartarse de su esposo; pero si de hecho se aparta, que permanezca soltera o si no que se reconcilie con su esposo; y el esposo no debe dejar a su esposa.” La esposa que se aparta, aunque more aparte, tiene que recordar esta ley divina: “La esposa está sujeta todo el tiempo que su esposo vive. Pero si su esposo se duerme en la muerte, ella está libre para casarse con quien ella quiera, con tal que esté en el Señor.” (1 Cor. 7:10, 11, 39) Sujeta por la ley de su esposo, no se sentirá libre para portarse con el sexo opuesto como una mujer soltera pudiera portarse o se porta, poniendo en peligro así su limpieza moral. Si su mejor juicio predomina, ella buscará razones y maneras para hacer las paces con su esposo viviente y volver a él. Ella tendrá cuidado de no portarse de tal manera relajada o inmoral durante su separación de él que ella llegara a serle repugnante a él y él no sintiera el deseo, si, anhelara, que ella volviera a él, sin ninguna base para reprocharla o sospechar de ella. La misma regla aplica, a su vez, al esposo que deja a su esposa sin divorcio legal.
32. ¿Qué cosa superior deben recordar los matrimonios cristianos separados que representan, y por consiguiente de qué derrotero deben abstenerse?
32 En este respecto, ambos cónyuges separados deben recordar que representan algo superior, más grandioso y más importante que su unión matrimonial. Esto es la congregación cristiana con la cual están asociados y en la cual están obligados a ser ministros activos de la Palabra de Dios. Por consiguiente deben retraerse horrorizados de cualquier derrotero que pudiera proveer base para que el lodo de oprobio y vilipendio fuese arrojado a la organización honorable de Dios.
33, 34. (a) Donde un matrimonio está en yugo desigual religioso, ¿es preciso que el creyente deje al incrédulo? ¿Qué tiene que recordar el creyente en cuanto al efecto de aceptar él la verdad y dedicarse?
33 Sin embargo, ¿qué hay de un matrimonio que se encuentra en yugo desigual religiosamente, donde uno es creyente dedicado, bautizado, un ministro ordenado de Jehová Dios, y el otro es incrédulo para con la sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová a causa de ser ateo o profesar alguna otra religión? Se podría esperar ordinariamente que tal desigualdad religiosa produjera discordia.
34 Al ir en pos de la paz, ¿es preciso que el creyente deje al incrédulo? No necesariamente. Tampoco el creyente está libre automáticamente para abandonar al incrédulo. Es preciso tener presente que cuando uno adopta la verdad y se hace creyente por medio de dedicarse a Dios y bautizarse, esto no invalida ni rompe el previo vínculo matrimonial. El que uno crea y adopte la verdad del Reino puede causar una división en el hogar, así como Jesucristo predijo en Mateo 10:34-36. Pero eso no significa desbaratar el matrimonio. Jesús no es destructor de matrimonios. La manera sabia y optimista de tratar un yugo desigual se la manifiesta Pablo al creyente:
35. ¿Qué manera sabia y optimista indica Pablo para tratar con el caso de un yugo desigual?
35 “A los otros [otras personas casadas] digo, sí, yo, no el Señor: Si algún hermano tiene una esposa incrédula, y sin embargo ella está de acuerdo en vivir con él, que él no la deje; y la mujer que tenga un esposo incrédulo, y no obstante él está de acuerdo en vivir con ella, que no deje a su esposo. Porque el esposo incrédulo es santificado en relación con su esposa, y la esposa incrédula es santificada en relación con el hermano; de otra manera, sus hijos en verdad serían inmundos, pero ahora son santos. Pero si el incrédulo procede a apartarse, que se aparte; el hermano o la hermana no está en servidumbre bajo tales circunstancias, sino que Dios los ha llamado a ustedes a paz. Porque, esposa, ¿cómo sabes que no salvarás a tu esposo? O, esposo, ¿cómo sabes que no salvarás a tu esposa?”—1 Cor. 7:12-16.
36. A causa del efecto de la verdad en el cónyuge casado, ¿qué debiera preferir hacer el incrédulo?
36 Salvo en lo que toca a su religión o creencia, un adorador de Dios, dedicado y bautizado, no debe darle a su esposa incrédula ninguna ocasión para que ella quiera apartarse de él. A causa del efecto de la creencia de su esposo que causa mejoras en él, ella debe ver tanta más razón para convenir en morar con él como convino en hacerlo antes de que él llegara a ser ministro ordenado de Dios. Debe ser cierto lo paralelo en el caso de una esposa creyente y su esposo incrédulo.
37. ¿Cómo mostró Eunice, la madre de Timoteo, respeto a su esposo pagano, y no obstante cómo cumplió su obligación religiosa para con su hijo?
37 Considere el caso de la esposa judía Eunice y su esposo pagano griego. Tuvieron un hijo llamado Timoteo. En el transcurso del tiempo, alrededor de 44 d. de J.C., el apóstol Pablo y Bernabé predicaron en su ciudad, y Eunice y su madre Loida creyeron y se hicieron cristianas. Ahora bien, ¿dejó Eunice a su esposo griego porque él siguió siendo pagano? No; porque él todavía convenía en vivir con ella. Eunice fue sumisa a él; y debido a que él se opuso, ella ni siquiera hizo que su hijo Timoteo fuera circuncidado. No se registra si el padre llevó a Timoteo a templos de adoración pagana o no. Pero la madre de Timoteo, Eunice, y su abuela Loida se encargaron que obtuviera educación religiosa bíblica, porque ellas mismas le enseñaron en casa. Por lo tanto desde la infancia Timoteo el medio judío conoció las santas escrituras que pudieron hacerlo sabio para la salvación por medio de la fe el Mesías. (2 Tim. 3:14, 15; 1:5; Hech. 14:4-18) Esta educación religiosa doméstica de Timoteo prevaleció sobre cualquier influencia pagana de su padre griego. Por eso cuando Pablo vino por primera vez a la ciudad Timoteo se unió a su madre y abuela judías haciéndose cristiano. Por consiguiente Pablo pudo referirse a Timoteo como “un hijo genuino en la fe,” “un hijo amado.”—1 Tim. 1:1, 2 ; 2 Tim. 1:1, 2.
38. ¿Cuál fue la actitud de Eunice en cuanto a una carrera misional para Timoteo, y por qué entonces por primera vez fue circuncidado Timoteo?
38 Al volver Pablo a visitar la ciudad, encontró que Timoteo era un “discípulo ... y de él dieron buenos informes los hermanos de Listra e Iconio.” La madre de Timoteo, Eunice, por supuesto, convino y su padre pagano no se interpuso en una carrera misional para su hijo; y por eso Pablo hizo arreglos para llevar a Timoteo con él y Silas. Con el fin de quitar una piedra de tropiezo delante de los judíos en ese vecindario a quienes pudieran predicar, Pablo circuncidó a Timoteo, que ahora era un joven; “porque todos sabían que su padre era griego.” (Hech. 16:1-3) No sabemos si Eunice, su madre, gano a su esposo pagano griego al cristianismo por medio de continuar viviendo con él mientras convino él. Sin embargo, poco antes de su martirio Pablo escribió a Timoteo una última carta y habló de la fe que moraba en su madre Eunice.—2 Tim. 1:5.
39. ¿Para qué mujeres cristianas en particular es Eunice un ejemplo, y cómo trata el cónyuge creyente al cónyuge incrédulo como relativamente santificado y a cualesquier hijos como santos?
39 De modo que Eunice es un ejemplo para los creyentes cristianos dedicados que están casados con un pagano o una persona de un sistema religioso diferente. El que el cónyuge incrédulo escoja seguir viviendo con un testigo cristiano dedicado de Jehová le ofrece una oportunidad espléndida al creyente, a saber, de tratar de ‘salvar’ en las inmediaciones más cercanas al cónyuge. El creyente por lo tanto debe emprender un derrotero positivo, a saber, tratar al cónyuge incrédulo como “santificado en relación” con el creyente. Eso significa que el creyente tiene que hacer todo para el cónyuge incrédulo como si fuera para el Señor mismo. El Señor Dios es una Persona santificada. (Efe. 6:7; Col. 3:22-24) También, hay que considerar a cualesquier niños menores y dependientes del matrimonio ahora como “santos” y por consiguiente hay que tratarlos como limpios. El creyente seguirá el ejemplo de Eunice y se esforzará por dar a tales hijos “santos” instrucción bíblica, para que continúen santos y posiblemente a la postre se dediquen personalmente a Dios por medio de Cristo. No solo la salvación de los hijos está envuelta, sino también la del cónyuge incrédulo. Por eso es oportuno vivir con él.
40, 41. (a) En caso de que el cónyuge incrédulo sea difícil de agradar, ¿cuál debe ser el proceder del creyente? (b) ¿Cómo aconseja Pedro a las esposas cristianas que están en yugo desigual, en conformidad con ese principio?
40 Aun si el cónyuge se opone y es difícil de agradar, el creyente no debe sentirse obligado a apartarse. El creyente debe aguantar la persecución y oposición, así como aguanta la persecución y la oposición en el territorio al cual predica de casa en casa. Mediante este derrotero la salvación del cónyuge incrédulo es posible. Este es el argumento del apóstol Pedro al escribir a los cristianos perseguidos. Pedro dice:
41 “Que los siervos domésticos estén en sujeción a sus dueños con la medida completa de temor, no solo a los buenos y razonables, sino también a los difíciles de agradar.... si, cuando ustedes hacen lo que es bueno y sufren, lo aguantan, eso es algo que agrada a Dios. De hecho, ustedes fueron llamados a este curso [de sufrir injustamente], porque hasta Cristo sufrió por ustedes, dejándoles un modelo para que siguieran cuidadosamente sus pisadas. . . . De la misma manera, ustedes esposas, sométanse a sus propios esposos [baales, Biblia hebrea], para que, si algunos no son obedientes a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, por haber sido testigos oculares de su conducta casta junto con profundo respeto [para sus esposos]. Y que no sea su adorno el de trenzados externos del pelo ni el de ponerse ornamentos de oro ni el de usar prendas de vestir exteriores [el cual adorno exterior no ganará a los esposos que todavía no obedecen la Palabra de Dios], sino que [su adorno] sea la persona secreta del corazón en la indumentaria incorruptible del espíritu sereno y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios. Porque así, también, anteriormente las mujeres santas que esperaban en Dios solían adornarse, sometiéndose a sus propios esposos, como Sara solía obedecer a Abrahán, llamándolo ‘señor’. Y ustedes [esposas] han llegado a ser hijas de ella, siempre que sigan haciendo el bien y no temiendo ninguna causa de terror [para con sus esposos].”—1 Ped. 2:18 a 3:6.
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Separación y divorcio para conservar la pazLa Atalaya 1961 | 1 de junio
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Separación y divorcio para conservar la paz
1. Si, a pesar de todo, el incrédulo opta por irse y vivir separadamente, ¿qué debe hacer el cónyuge creyente en cuanto a ello?
HAY un sinnúmero de casos en que creyentes dedicados y bautizados han obedecido el consejo del apóstol Pablo y han continuado viviendo con cónyuges incrédulos para tener el gozo de finalmente ‘salvar’ al cónyuge. Pero, ¿qué hay en cuanto a un creyente que usa el espíritu de Dios para aguantar persecución y oposición en el esfuerzo de mantener unido el matrimonio, pero cuyo cónyuge incrédulo todavía lo encuentra desagradable y finalmente parte, ya sea por medio de vivir independientemente en algún otro lugar o mediante divorcio o separación legal? Pablo contesta: “Pero si el incrédulo procede a apartarse, que se aparte; el hermano o la hermana no está en servidumbre bajo tales circunstancias, sino que Dios los ha llamado a ustedes a paz.”—1 Cor. 7:15.
2. Si de veras acontece una separación, ¿hay alguna base bíblica para divorcio, pudiendo volverse a casar con otra persona?
2 En el interés de su propia paz cristiana, el creyente puede dejar que el cónyuge incrédulo se aparte y viva en otro lugar. El incrédulo que se aparta no se puede volver a casar, así como el creyente cristiano que se aparta no puede
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