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  • Preservación mediante obedecer la ley de Dios sobre la sangre
    La Atalaya 1961 | 1 de agosto
    • transfusión de sangre y especialmente al llegar a apreciar la sinceridad de las convicciones religiosas de sus pacientes que rehúsan aceptar sangre, han estado dispuestos a tratar estos casos.

      FALTA DE CONOCIMIENTO AUMENTA EL PELIGRO DE USAR SANGRE

      En vista de la posición que adopta la profesión médica en general en conexión con las transfusiones de sangre, es interesante el considerar el aspecto médico del asunto.

      Los médicos en general consideran las transfusiones de sangre como salvavidas. Hasta los que escriben acerca de los abusos que por lo general se practican dan énfasis a que, desde un punto de vista médico, se ha hecho mucho bien. Pero, ¿puede decirse, aun desde un punto de vista médico, que las transfusiones de sangre son completamente seguras y que de ellas solo puede resultar lo bueno?

      Publicaciones médicas mismas censuran la actitud de médicos que con gran liberalidad administran sangre. Dijo el director del Departamento Jurídico de la Asociación Médica Americana en el número de junio de 1960 de Medicolegal Digest: “La técnica de la transfusión de sangre ha llegado a ser cosa tan rutinaria que algunos médicos tienden a pasar por alto los peligros inherentes que acompañan a las transfusiones de sangre y de plasma. Demasiados médicos tienen la impresión equivocada de que la transfusión de sangre es tan segura como una infusión intravenosa de glucosa o solución salina normal.”

      La sangre es una parte altamente compleja del cuerpo humano y el que los doctores la usen en transfusiones ha exigido gran cuidado y extenso conocimiento de la sangre misma y de las reacciones que pueden ocurrir cuando ésta se introduce en el cuerpo de otra persona, si se ha de evitar graves complicaciones, hasta la muerte. Pero, ¿se han mantenido los doctores al tanto de esa importante información? Dice Pablo I. Hoxworth, M.D. y miembro del Colegio Americano de Cirujanos, en el Bulletin de la Asociación Americana de Bancos de Sangre de marzo de 1960: “El aumento en el uso de las transfusiones de sangre en años recientes ha tenido el extraño efecto de que la mayoría de los clínicos saben menos en vez de más acerca del asunto, sencillamente porque su aumentante complejidad lo ha lanzado dentro del campo del conocimiento especializado. No se espera que el médico que hace un pedido de sangre para un paciente esté bien versado en todos los aspectos de este conocimiento . . . [No obstante] la transfusión de sangre es un riesgo que solo se puede calcular teniendo conocimiento de los peligros.”

      Tampoco basta un conocimiento cabal de todo lo que la profesión médica ha aprendido acerca del tema para eliminar los peligros. Dice The Medical Journal of Australia, del 24 de septiembre de 1960: “El problema, en realidad, es que, a pesar de todos los adelantos en separar la sangre en categorías y en la técnica de administrar las transfusiones de sangre, no hay una prueba enteramente satisfactoria de cotejar sangres para toda circunstancia, y el problema del patólogo no puede resolverse rápidamente.” De manera similar, mostrando que el procedimiento de la transfusión de sangre envuelve asuntos que ningún médico entiende cabalmente, la altamente respetada publicación médica de Inglaterra The Lancet informa: “Se están presentando dificultades que no podemos explicar: a pesar de todas las precauciones algunos pacientes reaccionan desfavorablemente a transfusiones que se administran correctamente.”

      TRANSFUSIONES CAUSAN MUERTE Y ENFERMEDADES

      Un informe del Quinto Congreso Internacional de transfusión de Sangre, que relató lo que sigue acerca de un caso, da énfasis a los peligros que hay envueltos: “Una paciente que había sido operada por un simple quiste del ovario y que se había recuperado sin novedad estaba por ser dada de alta del hospital. El médico notó una leve palidez y un recuento sanguíneo completo reveló una anemia secundaria de grado bajo. Él explicó a la paciente que podía irse a casa esa tarde si quería, pero que entonces sería necesario que él, en su oficina, tratara la anemia, probablemente por un período de 6 meses. Además declaró que si ella, sin embargo, se quedaba en el hospital un día más y recibía una transfusión de sangre, probablemente no necesitaría más tratamiento. Ella escogió esta alternativa. Exámenes de laboratorio indicaron que su sangre era de categoría B Rh positivo, y se pidieron 500 cc. de categoría B Rh positivo y reconocidamente fueron recibidos, cotejados, declarados compatibles y administrados. Para esa noche la temperatura de la paciente era de 41° C. y para la mañana siguiente estaba ictérica y tenía anuria. En 24 horas murió.”

      Para los que escapan de muerte debida a graves reacciones a la transfusión de sangre, solo se ha pasado el primer obstáculo. Puede haber enfermedades en el futuro. Sífilis, malaria, hepatitis y otras enfermedades se pueden transmitir por la sangre. No solo pueden ser transmitidas por la sangre, sino que de hecho han sido transmitidas así, y aun hoy se informan casos en que están siendo transmitidas por transfusiones de sangre.c Sí, se pueden ejecutar ciertas pruebas para determinar si la sangre es segura o no, pero las pruebas no son infalibles, y los que investigan los resultados tampoco son infalibles. La mayoría de los bancos de sangre no les preguntan a los donantes si tienen sífilis porque es una pregunta embarazosa; si el donante supiera, quizás mentiría en cuanto a ello; hasta las pruebas de laboratorio no siempre registran el peligro que existe. En cuanto a la malaria o paludismo, en la mayoría de los sitios la posibilidad se considera remota, de modo que poco se hace para investigar si existe. Aun si se hace una investigación, quizás no se determine. Y en aquellos lugares de la Tierra en que es un peligro muy presente si se tomara esto en cuenta sería necesario rechazar a tantos donantes que no habría suficiente sangre; de modo que los doctores frecuentemente razonan que lo mejor que pueden hacer es dar la sangre y después tratar la malaria. Concerniente a la hepatitis de suero, transmitida en transfusiones regulares de sangre y de plasma, Today’s Health de octubre de 1960 dice que “se transmite de donantes a recipientes con un promedio de una vez cada 200 transfusiones de sangre íntegra. ‘No se sabe de alguna prueba de laboratorio que descubra a los donantes que son portadores del virus de la hepatitis,’ dice Juan B. Alsever, M.D., director médico de los Bancos de Sangre del Sudoeste, Phoenix, Arizona. ‘No se puede confiar en la historia del donante para excluir a los portadores, en parte debido a que éste posiblemente esconda datos voluntariamente o por mala memoria, pero principalmente debido a que la mayoría son portadores inocentes que nunca han tenido una enfermedad que se haya podido diagnosticar clínicamente.’”

      SABIDURÍA DE OBEDECER LA LEY DIVINA

      Estas declaraciones tomadas de publicaciones médicas muestran claramente que no se puede afirmar que las transfusiones de sangre son tratamientos salvavidas completamente seguros. La experiencia médica testifica del hecho de que al prohibir al hombre el uso de la sangre, el Dios Todopoderoso, el Creador del hombre, el gran Médico que entiende el funcionamiento del cuerpo del hombre como ningún médico humano podrá jamás, no solo estaba exigiendo la obediencia del hombre, sino que para los que obedecían la ley estaba proveyendo preservación de los muchos males que les han sobrevenido a los hombres como resultado directo del uso de sangre.

      Los doctores quizás arguyan que el riesgo vale la pena si hay alguna oportunidad de salvar una vida. Los líderes religiosos quizás se unan a ellos en su alegato, diciendo que la ley de Dios no aplica en los casos en que la vida está envuelta. Ambos están equivocados. Al amenazar la muerte no es tiempo de vacilar o volver la espalda a Dios. Es tiempo de cifrar confianza completa en Aquel en cuyas manos está el poder de la vida. Es tiempo en que toda otra persona, sean doctores o amigos o parientes, puede mostrar su amor sincero al paciente y su temor a Dios al animar al paciente a apegarse a su fe, a no temer, sino a poner su confianza en el Dios Altísimo.

      Los cristianos fieles recuerdan la acusación del Diablo, que dijo: “Piel a favor de piel, y todo lo que el hombre tenga lo dará a favor de su vida.” (Job 2:4, margen) Él afirmó que nadie mantendría fe en Dios y obedecería Su ley si el hacerlo pusiera en peligro su vida. Pero el Diablo es un mentiroso, y los cristianos temerosos de Dios de todas partes de la Tierra diariamente prueban que lo es porque obedecen la ley divina en cuanto a abstenerse de sangre. Por su fidelidad Dios los preservará, aun si mueren, levantándolos a vida eterna en su justo nuevo mundo.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1961 | 1 de agosto
    • Preguntas de los lectores

      ● Un hombre se divorcia de su mujer sin base bíblica. Después de concederse el divorcio la esposa y la congregación se enteran de que justamente antes del divorcio el hombre había sido culpable de adulterio. ¿Libraría tal acto de adulterio al hombre o a la mujer bíblicamente para volver a casarse?

      En este caso la pregunta crucial, de acuerdo con las Sagradas Escrituras, es: ¿Quién se divorcia de quién, y sobre qué base? ¿Quién tiene el derecho al divorcio? De acuerdo con las Escrituras la condición moral del esposo no sirve como factor determinante que le conceda el derecho de divorciarse de su esposa. Por lo contrario, el estado moral del cónyuge de quien se divorcia es lo que determina el derecho del que procura el divorcio a efectuar la disolución de los vínculos matrimoniales. De acuerdo con las Escrituras inspiradas es al cónyuge inmundo a quien se da la cédula de divorcio por el cónyuge limpio, no adúltero, inocente. El lenguaje de Deuteronomio 24:1-4 es inequívoco en cuanto a esto.

      Esta ley deuteronómica fue la que hicieron objeto de discusión los fariseos en Mateo 19:3-9. Jesús les dijo a los fariseos que Dios no le había dado a Adán el derecho de divorciarse de su esposa Eva por ninguna causa. En respuesta los fariseos se refirieron a esta ley deuteronómica al preguntar: “¿Por qué, pues, prescribió Moisés que se diera un certificado de despedida y que se divorciara de ella?” Esta ley mosaica cita específicamente la inmundicia de la esposa de quien el esposo se divorciaba, pero no inmundicia alguna de su esposo, que se divorciaba de ella. Jesús mostró el debido respeto por las restricciones sobre el derecho de divorciarse del cónyuge cuando dijo: “Moisés en consideración de la dureza de sus corazones, les hizo una concesión para que se divorciaran de sus esposas, pero ése no ha sido el caso desde el principio. Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa a no ser por motivo de fornicación y se case con otra comete adulterio.” Puesto que Jesús aquí estaba comentando en relación con su referencia a la ley mosaica, estaba hablando acerca de divorciarse de una mujer por otras causas aparte de su fornicación, su adulterio, su inmundicia,

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