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  • “Amor” en las Escrituras Cristianas Griegas
    La Atalaya 1961 | 15 de mayo
    • “Amor” en las Escrituras Cristianas Griegas

      AL TIEMPO que se escribieron las Escrituras Cristianas Griegas, el griego era el idioma universal. Este hecho hizo que se lograra la mayor distribución posible de ellas en el más corto tiempo posible. Además, el griego es un idioma muy específico y exacto y el griego koiní de ese tiempo estaba altamente desarrollado, lo que hacía de él el mejor medio para la expresión exacta del pensamiento. Un caso sobresaliente son las palabras griegas para “amor.”

      En español hablamos de “amor” entre los sexos, “amor” de una madre por su hijo, “amor” de los amigos y el “amor” altruista de Dios. En el idioma griego, no obstante, se utilizan cuatro palabras distintas y separadas: eros, storgé, phileo y agape. Debido a que Eros fue el nombre que le dieron los poetas griegos de tiempos posteriores a su dios del amor, el cual era hijo de Afrodita, eros llegó a ser el nombre para el amor romántico, el amor entre los sexos. La contraparte romana para Eros es el más conocido Cupido, generalmente representado con arco y flechas. Muy significativamente, ni una sola vez se halla el término eros en las Escrituras Cristianas Griegas.

      Storgé es el término usado para describir el afecto natural basado en consanguinidad. Se halla solamente tres veces en las Escrituras Cristianas Griegas en la forma adjetiva. En dos de estas ocasiones aparece con el prefijo negativo griego a que significa “sin.” Así tanto en Romanos 1:31, al describir cuán lejos ha caído el hombre de su perfección original, como en 2 Timoteo 3:3, al profetizar acerca de las condiciones inicuas de los últimos días, Pablo describe a los hombres como “sin tener cariño natural [a’storgos].” Y cuando desea dar énfasis a la estrecha relación de familia que debe existir entre los cristianos, Pablo utiliza una voz compuesta que combina phileo con storgé, al decir: “En amor fraternal ténganse cariño tierno [philo’storgos] unos a otros.”—Rom. 12:10.

      Aunque la siguiente forma más elevada del amor es phileo, podremos entenderla mejor si primero consideramos la más elevada forma del amor, agape. El Dictionary de Strong la define como “abarcando específicamente el juicio y el deliberado asentimiento de la voluntad como cosa que se exige por el principio, deber y lo que es correcto.” En contraste con eros, que no aparece en la Biblia en lugar alguno, agape aparece en todas sus diversas formas más de 250 veces en las Escrituras Cristianas Griegas; tres veces más frecuente que phileo en todas sus formas.

      Apreciando lo que significa agape, podemos comprender por qué, el apóstol Juan escribió, no que Dios es eros, storgé o aun phileo, sino que Él es la misma personificación del escrupuloso y altruista interés en otros, amor agape. Cuando verdaderamente amamos (agape) a alguien, nos preocupamos por su bienestar, intereses y felicidad. Así Dios “recomienda su propio amor a nosotros en esto, que siendo todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.”—1 Juan 4:8; Rom. 5:8.

      “El fruto del espíritu es [este agape] amor.” “Por esto todos sabrán que ustedes son mis discípulos, si tienen [este] amor entre ustedes mismos.” Es esta clase de “amor [el que] edifica,” y “cubre una multitud de pecados.” Está basado, no en atracción física, no en contingencia de nacimiento, tal como ser de la misma familia, nación o raza, ni en compatibilidad o similitud de mente, sino solamente en principios, altruismo, y lo dirige nuestra mente porque Dios lo manda.—Gál. 5:22; Juan 13:35; 1 Cor. 8:1; 1 Ped. 4:8.

      Es este amor agape el que Pablo nos describe ¡y cuán aptamente lo hace! Nada de lo que hagamos nos será de provecho a menos de que el motivo sea amor. Es sufrido y servicial; no es celoso, no se jacta, no se hincha ni se porta indecentemente, no se irrita y no busca sus propios intereses. No lleva cuenta del daño, no se regocija por la injusticia, sino que solamente se regocija con la verdad. Soporta, cree, espera y aguanta todas las cosas. Nunca se acaba. ¡No sorprende que de la fe, la esperanza y ‘el amor, el mayor de éstos sea el amor’!—1 Cor. 13:1-13.

      El, amor agape permite una graduación del mismo, y por lo tanto se les manda a los cristianos que tengan “amor intenso los unos para los otros.” Deben trabajar para perfeccionarlo para que tengan “libertad de palabra en el día de juicio.” No solo se nos manda amar (agapao, forma verbal de agape) a Dios, sino hacerlo con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.—1 Ped. 4:8; 1 Juan 4:17, 18; Mar. 12:29-31.

      Considerando ahora phileo, o el amor o afecto de amistad, es a la vez inferior y superior al amor agape. ¿Cómo es eso? Es inferior en cuanto a calidad pero es superior en cuanto a ser un privilegio. Es el primer elemento de tales palabras como Filadelfia, amor de hermano; filosofía, amor a la sabiduría; filantropía, amor a la humanidad, como también de muchas otras palabras utilizadas en las Escrituras que no han sido llevadas al idioma español, tales como philarguría, amor al dinero (la plata), y philágathos, amor al bien o a la virtud. Jesús utilizó esta palabra cuando dijo que los líderes religiosos gustaban de los primeros asientos en las sinagogas y que el mundo le tenía cariño a lo que es suyo. Indica su inferioridad al amor agape el mandato de Pedro de ‘agregar a su cariño fraternal [philadelphía] amor [agape].’—Luc. 20:46; Juan 15:19; 2 Ped. 1:7.

      Con respecto a que phileo, cariño, sea un privilegio, note que, mientras Dios mostró su amor agape por los pecadores, “el Padre le tiene cariño al Hijo.” Es por esto que Jesús aseguró a sus seguidores que el Padre les tenía, no simplemente amor, sino cariño: “El Padre mismo les tiene cariño.” ¿Por qué? “Porque ustedes me han tenido cariño a mí,” y no simplemente debido a la necesidad de ellos. Sí, Dios tiene cariño, o trata como amigos, solo a los que lo merecen.—Juan 5:20; 16:27; Sant. 2:23.

      De igual manera con Jesús. El sintió amor (agapao) por el joven gobernante rico, pero sintió tanto amor como cariño (phileo) por Juan su apóstol preferido. (Mar. 10:21; Juan 19:26; 20:2) Cuando le habló a Pedro después de su resurrección, las dos primeras veces Jesús. Le preguntó a Pedro si le amaba, pero la tercera vez preguntó si Pedro le tenía cariño. Cada vez, en respuesta, el vehemente Pedro utilizó el término más íntimo: “Señor, tú sabes que te tengo cariño.”—Juan 21:15-17.

      Por todas partes hoy vemos que recibe énfasis desmedido el sexual eros, mientras que cada día hay menos cariño natural, storgé. El mundo nada sabe del amor agape que es el fruto del espíritu de Dios y envuelve la mente y la voluntad, es totalmente altruista y se basa sobre principios. Jehová Dios es la personificación misma de esta clase de amor, y se nos manda ser como él en esto. Este es el amor que debemos tenerle a Dios, a nuestro prójimo, a nuestros enemigos, sí, y aun a nosotros mismos. Pero como cristianos podemos expresar phileo, cariño, solamente a nuestros compañeros cristianos.—Mat. 5:44-48; 1 Cor. 15:33.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1961 | 15 de mayo
    • Preguntas de los lectores

      ● Mateo 24:30 declara: “Todas las tribus de la Tierra se pondrán a llorar y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.” ¿Por qué se alega que la palabra griega vertida aquí “verán,” que es horao, significa “discernir” cuando casi todos los textos que usan la palabra horao encierran la idea de ver literalmente y no simplemente discernir una cosa o persona?—J. S., EE. UU.

      El tratar de forzar el significado literal que a menudo tiene este verbo griego, el de ver literalmente a simple vista, en todos los textos que usan el vocablo cuando se habla de la segunda presencia de Cristo no solo está en contra de la clara enseñanza básica de las Escrituras de que la segunda presencia de Jesús ha de ser invisible, sino que viola el mismísimo significado del mismo verbo griego horao.

      El verbo griego horao es defectivo, lo cual significa que no existe en todos los tiempos y que verbos de otras raíces tienen que usarse a fin de suplementar la idea de ver. Esto es cierto del tiempo futuro y también del tiempo aoristo. El uso de tales verbos suplementarios no puede usarse por lo tanto para argüir, como algunos arguyen, que horao siempre tiene un significado literal. Así A Greek-English Lexicon, por Liddell y Scott, muestra que horao significa no solo ver a simple vista sino también percibir, observar, y “metafóricamente, de vista mental, discernir, percibir.”—Edición de 1948, páginas 1244, 1245.

      Por eso tenemos que considerar tanto el contexto como el testimonio del resto de las Escrituras en cuanto a si horao se refiere a la vista literal, el ver con los ojos de uno, o a la vista espiritual, el ver con los ojos del entendimiento de uno, tener discernimiento. A causa del testimonio del resto de las Escrituras sobre la segunda venida de nuestro Señor, horao, cuando se usa en conexión con ésta, debe referirse a discernimiento y no a vista física. Siendo él un espíritu, será imposible que la simple vista humana lo vea directamente. Sin embargo, con su vista humana los hombres verán manifestaciones exteriores que indicarán su presencia y llegada invisibles. Por medio de estas manifestaciones exteriores, hablando metafóricamente, verán con la vista mental que él ha venido a la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.—Apo. 1:7.

      El sentido metafórico de horao, el de discernimiento, se demuestra claramente por Romanos 1:20, donde el horao griego se usa combinado con la preposición katá para formar el verbo griego kathorao. La Traducción del Nuevo Mundo vierte este verbo kathorao, como “se observan claramente,” queriendo decir discernidas claramente. Obviamente las cosas observadas claramente en este caso son cosas que no pueden verse a simple vista sino solo pueden discernirse, a saber, las cualidades invisibles de Dios: “Porque sus cualidades invisibles se observan claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se entienden por las cosas hechas, hasta su poder eterno y Divinidad, de modo que son inexcusables.”

      En conclusión, note un texto que prueba que la presencia de Jesús ha de discernirse por el mundo solo con los ojos de su entendimiento. Se encuentra en Juan 14:19, que en la Traducción del Nuevo Mundo dice: “Un poco más y el mundo no me verá más, pero ustedes me verán, porque yo vivo y ustedes vivirán.” Los discípulos, con los ojos literales, lograron ver a Jesús sobre la Tierra después de su resurrección, y después de ser levantados de entre los muertos ellos mismos vieron a Jesús literalmente como criaturas espirituales. Aquí no fue un caso de que solo lo discernieran ellos. Por eso si, en el caso de ellos, el ver quiso decir ver a Jesús con la vista corporal literal de uno, entonces cuando Jesús, en conexión con lo mismo, dice que el mundo no le verá más, significa que no le verá más directamente con vista corporal, que es todo lo que el mundo tiene, la de la carne con la simple vista humana. Por eso podemos ver que el uso del verbo griego horao no puede servir de argumento de que en su segunda presencia todos los hombres le verán con su vista corporal, física, sus ojos naturales.

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