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  • El reino de Dios—la única esperanza del género humano
    La Atalaya 1963 | 15 de abril
    • paz, ellos no están en una posición de poder poner fin a las actividades atizadoras de guerra del “dios de este sistema de cosas,” Satanás el Diablo. Tampoco pueden desarraigar el pecado que impulsa a los hombres hacia caminos impíos. Para estas cosas tienen que acudir a Dios.—2 Cor. 4:4; Apo. 12:9; Heb. 2:14, 15.

      Además, Dios no ha comisionado a los gobernantes políticos del género humano como los creadores de un nuevo mundo. Es a su Hijo Jesucristo a quien él ha ungido como Rey. Por eso, cuando hombres presuntuosamente se constituyen como quienes traerán paz y prosperidad a todo el género humano, no están buscando el bien de su prójimo, sino que están tratando de captar gloria personal por medio de usurpar el papel que Dios ha dado a su Hijo; y en esto jamás podrán tener éxito.—Sal. 2:6-12.

      La única esperanza para el género humano yace en el reino de Dios, en que Su gobierno celestial administre los asuntos de la Tierra en justicia. Es por esta causa que Jesús nos enseñó a orar: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.”—Mat. 6:9, 10.

      SUPERIORIDAD DE LA ESPERANZA DEL REINO

      Dios hizo provisión para ese reino inmediatamente después de rebelarse la primera pareja humana en el jardín de Edén. Él sabía que “no le pertenece al hombre que camina siquiera el dirigir su paso.” (Jer. 10:23) De modo que él prometió una Simiente que aplastaría al originador de la rebelión, Satanás el Diablo, y que llegaría a ser un gobernante justo para la bendición de todo el género humano. Esa Simiente, el Mesías que se había esperado por largo tiempo, nació como el bebé Jesús en Belén hace unos 1,900 años. Al anunciar su nacimiento venidero el ángel dijo: “El gobernará como rey... y no habrá fin de su reino.”—Luc. 1:30-33; Gén. 3:15; 22:17, 18; Gál. 3:16.

      Después de su muerte y resurrección Jesús “se sentó a la diestra de Dios, desde entonces esperando hasta que sus enemigos fueran hechos un banco para sus pies.” (Heb. 10:12, 13) Esta espera había de abarcar muchos siglos. Jesús indicó esto cuando pronunció su profecía concerniente a su segunda presencia en poder de rey. Él explicó que en lo que entonces era el futuro lejano él comenzaría a reinar en medio de agitación mundial. Un examen de esta profecía registrada en el capítulo 24 de Mateo, el capítulo 13 de Marcos y el capítulo 21 de Lucas establece concluyentemente que nosotros ahora estamos viviendo en la generación de dificultades sin precedente acerca de la cual hablaba Jesús. Evidencia bíblica señala con exactitud al año 1914 como el tiempo en que fue establecido en los cielos el reino de Dios que se ha pedido por mucho tiempo en oración. Ese reino asegura la supervivencia a través de este tiempo de dificultades y la entrada en un nuevo mundo de justicia para todos cuantos se disponen a poner su esperanza y confianza en él.

      Mientras que el hombre está limitado en cuanto a poder y en cuanto a habilidad para cumplir sus promesas, Jehová no lo está. Considere usted por un momento su poder ilimitado. Cuando el hombre libra la energía de solo un paquete pequeño de invisibles átomos de materia puede volar ciudades enteras. ¡Imagínese entonces el poder incomprensible de Aquel que creó todo el universo material, incluyendo los vastos sistemas de estrellas! Los científicos calcularon que tan solo uno de los huracanes del año pasado generó más energía que la que generarían cuarenta y cinco bombas de 100 megatoneladas. Jehová Dios, el que tiene el control de todas las fuerzas de la naturaleza, pronto usará tal poder para aplastar a todos los opositores de su reino.

      Hay toda razón para confiar y esperar en el poder de Jehová para salvar. Recuerde a la antigua nación de Israel cuando estaba de pie en la orilla del mar Rojo con las hordas egipcias encerrándola desde la retaguardia. ¿No salvó Jehová a su pueblo por medio de partir las aguas para proveer una vía de escape, solo para cerrarlas sobre los perseguidores egipcios? ¡Sí! (Éxo., cap. 14) Jesús usó otros dos ejemplos para ilustrar el poder de Dios para proveer liberación para su pueblo y no obstante destruir a todos los que se oponen a sus propósitos. “Porque así como eran los días de Noé,” dijo Jesús, “no notaron nada hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.” “De igual modo,” continuó Jesús, “el día que Lot salió de Sodoma llovió fuego y azufre desde el cielo y los destruyó a todos. De la misma manera será en aquel día cuando el Hijo del hombre ha de ser revelado.” Así como en el pasado Dios actuó a favor de los que esperaban en él, igualmente lo hará de nuevo para todos los que esperan en su reino.—Mat. 24:37-39; Luc. 17:28-30.

      ¡Qué maravillosas las grandes bendiciones del dominio del Reino que les esperan a los sobrevivientes! El hombre no ha tenido éxito en traer paz siquiera entre sí mismo y su prójimo. Pero no solo promete Dios que “está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra,” sino que él asegura que aun el hombre y los animales morarán juntos pacíficamente.—Sal. 46:9; Isa. 11:6, 9.

      Con el reino de Dios dirigiendo todas las energías del hombre hacia propósitos pacíficos la apariencia de la Tierra será transformada en la de un paraíso semejante a un parque. “La tierra misma ciertamente dará su producto” de manera que jamás volverá a haber una escasez de alimento. Bajo la administración del Médico Divino el hombre finalmente será librado de su aflicción milenaria de dolencias y enfermedades. Aun la muerte tiene que inclinarse ante el poder irresistible del Reino, porque Dios promete que “él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni habrá más duelo ni lloro ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”—Sal. 67:6; Apo. 21:4.

      Si usted desea tener seguridad de supervivencia y recibir estas grandes bendiciones de paz, prosperidad, salud y seguridad, entonces haga del Reino su esperanza, porque es la única esperanza que no conducirá a la desilusión. Estudie la Palabra de Dios, la Biblia, con regularidad y convénzase del poder de Jehová para liberar a su pueblo. No cifre su esperanza y confianza en los esfuerzos débiles del hombre por efectuar bendiciones del Reino, sino que sea su actitud la que expresó el profeta fiel: “¡Mira! Este es nuestro Dios. Hemos esperado en él, y él nos salvará. Este es Jehová. Hemos esperado en él. Estemos gozosos y regocijémonos en la salvación por él.”—Isa. 25:9.

  • El cristianismo y la religión cómoda
    La Atalaya 1963 | 15 de abril
    • El cristianismo y la religión cómoda

      ✔ Escribiendo para el Colonist de Victoria del 28 de enero de 1961, el clérigo Francisco S. Morley se lamentó de la blandura de los ministros de tiempos modernos comparados con los heroicos cristianos del primer siglo. “El otro día,” escribió, “leyendo un periódico religioso encontré unos anuncios fraseados de modo que atrajeran ministros a vacancias en iglesias. Uno se jactaba de ‘Residencia amueblada, calefacción por kerosene . . . carreteras empedradas, escuelas modernas.’ Otro: ‘Hermosa iglesia, residencia excelente-a 10 minutos, por auto, de universidad.’ Así decían, ‘residencia completamente amueblada,’ ‘residencia cómoda de ladrillo con calefacción por kerosene,’ ‘cómoda residencia, calefacción por kerosene, garaje nuevo, cerca de escuelas públicas y secundarias.’”

      Morley recordó que cuando Pablo recibió una llamada para ir a Macedonia, “careciendo de la propensión cautelosa de sus sucesores de hoy, Pablo tomó consigo a Bernabé y ‘luego procuramos partir a Macedonia.’” (Hech. 16:10) Sufrieron ataques por chusmas, golpeaduras, encarcelaciones, privaciones, dificultades y aun así se regocijaron en sus asignaciones ministeriales. ¡Cuán diferentes de los cristianos del primer siglo son los clérigos modernos!

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