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    La Atalaya 1963 | 15 de octubre
    • Amor y lealtad

      Según lo relató Maude Johnston

      EL INFORME sobre Irlanda del Norte y Eire en el Yearbook of Jehovah’s Witnesses siempre me interesa de manera especial, porque nací en la “tierra de la cachiporra.” ¡Y nací rica! Sí, tener padres piadosos verdaderamente le da a uno una rica herencia.

      Un hermano de mi padre, tío Eddie, aceptó la verdad alrededor de 1905, cuando yo tenía diez años de edad. Había muy pocos Estudiantes de la Biblia (como se les llamaba entonces) en Irlanda del Norte, pero mi tío le transmitió el mensaje a mi padre y éste se interesó mucho. Al principio mi madre desaprobaba la “religión del tío Eddie.” Sin embargo, la bondad, el tacto y la paciencia de mi padre gradualmente la ayudaron. Todavía puedo oírlo decir: “Sara, siéntate un minuto mientras te leo esto,” y “Sara” se sentaba a escuchar. Posteriormente papá se presentaba en la iglesia donde había sido un dignatario y distribuía tratados bíblicos a la gente al salir los domingos por la mañana. Esto turbó tanto a mi madre que dejó de asistir a la iglesia, y pronto aceptó la verdad.

      En 1911 el hermano Russell visitó a Belfast, y recuerdo que invitó a toda la “ecclesia”—un mero puñado-a tomar té con él en el hotel. Pero prescindiendo de lo reducido del grupo, cuando se pronunció la conferencia pública, Ulster Hall estaba atestado, habiendo venido la mayoría de la multitud en respuesta a anuncios pagados en la prensa.

      PONIENDO UN CIMIENTO

      El año siguiente mi tío y mi padre llevaron a sus familias a Nueva Zelandia, la “tierra de la larga nube blanca” como la llamaron los primeros descubridores. Aun que tenía que mantener a una familia de cuatro, mi tío era colportor, o precursor como los llamamos ahora, y continuó en su ministerio de tiempo cabal durante muchos, muchos años. Hizo mucho para fortalecer las manos de los pocos hermanos en la verdad en aquel entonces. Un punto que él continuamente recalcaba, y que siempre me ha sido valioso, era la importancia de la lealtad a la organización de Jehová. De modo que a una temprana edad el amor por la verdad y la lealtad a la organización llegaron a ser, como si dijéramos, las fuerzas impulsoras de mi vida.

      En aquellos días usábamos como libros de texto los Estudios de las Escrituras, y fue la cronología explicada en el segundo tomo lo que verdaderamente me absorbió. Lo devoré todo, hice mi dedicación, la simbolicé por la inmersión en agua y me ocupé en todas las fases de la obra de predicación que se llevaban a cabo entonces.

      PROBADOS

      Cuando llegó el otoño de 1914, con el comienzo de la I Guerra Mundial y el fin de los Tiempos de los Gentiles, estábamos ocupados exhibiendo el Foto-drama de la Creación en Wellington. Participé entonces en la “obra pastoral,” que era un esfuerzo para localizar entre los que habían obtenido literatura a personas a las que podía ayudárseles a estudiar la Biblia. Pero había muchas cosas que no entendíamos claramente. Y al mirar hacia atrás ahora, podemos apreciar cuán amorosamente paciente fue Jehová con solo usarnos.

      Cuando el hermano Russell falleció en octubre de 1916, ello resultó ser una prueba para todos nosotros. Yo sentía como si se me hubiese quitado algo sobre lo cual me apoyaba. Entonces vimos al siervo de sucursal de Australia titubear en su lealtad a la organización de Dios y caer, llevando consigo a muchos de los hermanos. Hasta cuando nos congregábamos juntos a estudiar, frecuentemente había detectives presentes en nuestras reuniones. El temor a los hombres y la falta de amor y aprecio a la verdad resultó ser la caída de muchos en aquellos días; pero, por otra parte, ¡cuán agradecidos estuvimos por nuestros hermanos fuertes y fieles que demostraron ser “como la sombra de un fuerte risco en una tierra exhausta”! (Isa. 32:2) Como resultado de estas experiencias nuestros puntos de vista fueron frecuentemente corregidos, y llegamos a ser más fuertes en nuestro amor a Jehová y nuestra lealtad a su organización.

      PARTICIPANDO EN LA EXPANSIÓN AUSTRALIANA

      Cuando me casé en 1923 me mudé a Australia con mi esposo para disfrutar del privilegio maravilloso de trabajar en la oficina de sucursal de la Sociedad en Melburne. En 1925, cuando nació nuestra hija Ruth, el hermano Rutherford bondadosamente hizo arreglos para que permaneciéramos con la familia de Betel y para que nuestra hija pudiera ser criada entre ella. ¡Qué privilegio! Temprano sus pies estuvieron puestos en el camino que conduce a la vida, y por la bondad inmerecida de Jehová todavía están andando lealmente en esa dirección.

      Australia es una gran isla-continente no mucho más pequeña que los Estados Unidos, pero con solamente diez millones de habitantes. En una ocasión concurrí a una asamblea nacional aquí en la cual la concurrencia fue de solamente unos tres mil. Hoy día el número de los testigos de Jehová en Australia pasa de quince mil. ¡Y qué gozo es ver los grandes números de hermosas personas jóvenes-verdaderamente las “cosas deseables de todas las naciones” honrar a Jehová! (Agg. 2:7) Las palabras no pueden describir el gozo de haber servido a nuestros hermanos y haber visto crecer la obra todos estos años.

      El progreso en el entendimiento de las verdades de la Biblia también ha sido fortificante. Fue inolvidable La Atalaya sobre “El nacimiento de la nación” en 1925, el estudio del tema de la vindicación, la iniciación de la testificación regular los domingos de mañana y muchas, muchas otras marcas de progreso que han edificado nuestro amor leal.

      Después de la asamblea de Detroit, Míchigan, en 1928, la Sociedad cambió la ubicación de la oficina sucursal de Melburne a Sydney, puesto que los vapores que traían nuestra literatura de Nueva York hacían su escala en Sydney. Por otra parte, también, Queensland, con su límite a mil seiscientos kilómetros al norte de Melburne, era una inmensa zona y estaba virtualmente sin tocar en lo que concernía a la obra de testificación. La obra por la radio, en la cual mi esposo y yo tuvimos el privilegio de participar comenzando en 1923, también ayudó a esparcir el mensaje del Reino en aquellas zonas.

      ENFRENTÁNDONOS A LA OPOSICIÓN

      Esta expansión no estuvo sin oposición, pero hasta eso sirvió para darle mayor publicidad a la obra. Así sucedió con la visita del hermano Rutherford a Australia en 1938. La Iglesia Católica Romana se encargó de que hubiera una fuerte oposición, pero la Casa Consistorial de Sydney, que se nos negó entonces, ha sido frecuentemente usada desde entonces para nuestras asambleas.

      Durante los años de la II Guerra Mundial hubo dificultad adicional, pero quizás no tanto como en algunos otros países. No obstante, el gobierno proscribió nuestro ministerio, declarando que nuestra existencia era perjudicial a la eficiente prosecución de la guerra, y en su celo se apoderaron de varias propiedades de la Sociedad a través del país, registraron los hogares de los Testigos y tomaron grandes cantidades de literatura bíblica. Por todo el país nuestros hermanos estaban en prisiones por rehusar violar su neutralidad. Finalmente después de dos años la Sociedad obtuvo una audiencia sobre el asunto en los tribunales, y el 14 de junio de 1943 el Tribunal Supremo falló contra el Gobierno del Commonwealth y a favor de los testigos de Jehová. Nuestra lealtad a la organización de Jehová durante ese tiempo no fue en vano.

      El mes después del levantamiento de la proscripción, un domingo por la mañana, encontré que el hermano Johnston se había ido a su recompensa. Sí, una oclusión coronaria le había terminado la vida, más de cuarenta años de la cual habían sido ocupados en el ministerio de tiempo cabal en África del Sur y en Australia. Su última asignación había sido la escritura para Consolación (ahora ¡Despertad!) del resultado del caso en el Tribunal Supremo. Era solo natural que lo extrañara, pero ¿cómo podía llorar cuando sabía que él en verdad había experimentado su cambio, porque la suya era la esperanza de vida celestial? (1 Cor. 15:51, 52) Había sido un privilegio bendito haber disfrutado de su compañía por más de veinte años, y fue un estímulo al amor leal de mi parte a Jehová y a su organización visible.

      REGOCIJÁNDOME EN OBRAS BUENAS

      Habiendo sido quitada la proscripción, se reorganizó la obra. En 1946 nuestros primeros graduados de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower llegaron, ¡y qué excitación hubo! Han sido una gran ayuda en la obra, y estoy agradecida por su ejemplo de fidelidad. Más o menos al mismo tiempo nuestros propios hermanos partían de Australia para Galaad, y hoy día están dando buena razón de sí mismos en muchos países e islas por todo el mundo. Algunos están en el Japón, Hong Kong, Malaya, India, Chipre y otros lugares, y es un gozo seguir su progreso y oír de sus continuas obras de amor.

      Cuando el hermano Knorr nos visitó en 1947 recibimos más consejos buenos y ayuda. Se nos corrigió nuestra manera de pensar acerca de la debida relación de los cristianos con el mundo, lo cual nos fortificó a todos y puso a la organización en una condición en que podía ser más aceptable a Jehová. Las visitas tales como ésta de los representantes especiales de las oficinas principales de la Sociedad siempre han sido luminarias en nuestro adelanto.

      Al continuar la expansión de la obra del Reino, se han abierto nuevas oficinas de sucursal en Singapur, Nueva Zelandia, Viti y Papua, todos los cuales anteriormente estaban bajo el cuidado de la sucursal australiana. Ver este crecimiento manifiesto en tantas formas es, como si fuera, ver los majestuosos pasos de nuestro Dios al conducir él su obra para la final y grandiosa vindicación de su santo nombre.

      Es mi sincera oración que mi amor y mi lealtad continúen creciendo y que, no obstante los años que al pasar me dificultan hacer todo lo que quisiera, pueda yo continuar siendo rica en buenas obras, activa en el servicio de Jehová mi Dios. “Oh Dios, tú me has enseñado desde mi juventud en adelante, y hasta ahora continúo diciendo de tus obras maravillosas. Y aun hasta la vejez y cuando haya encanecido, oh Dios, no me dejes, hasta que pueda decir acerca de tu brazo a la generación, a todos aquellos que han de venir, acerca de tu poderío.”—Sal. 71:17, 18.

  • Usando los períodos de almuerzo
    La Atalaya 1963 | 15 de octubre
    • Usando los períodos de almuerzo

      ● Teniendo tiempo reducido para el ministerio debido a la construcción de un Salón del Reino, un Testigo aprovechó su período de almuerzo. “Pregunté a varias personas si habían leído la Traducción del Nuevo Mundo, puesto que personas de su instrucción deberían tener una; pues 2 Timoteo 3:16 dice: ‘Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas.’ Un hombre tomó ocho ejemplares, algunos tres y muchas personas dos. Para el veintitrés del mes, el resultado fue de sesenta Biblias.”

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