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  • Por qué el campo de Dios será productivo
    La Atalaya 1964 | 15 de junio
    • 34. ¿Qué, entonces, es el campo de trabajo de Dios, y qué debieran sentirse obligados a hacer todos los cristianos?

      34 Este glorioso mensaje afecta o le incumbe a toda la humanidad. Es la voluntad de Dios por medio de Cristo que estas buenas nuevas vayan a toda la tierra habitada antes que los cielos y tierra que ahora son sean destruidos y todos los impíos con ellos. (Mat. 24:14) Hoy, como nunca antes, todo el mundo de la humanidad es el campo de trabajo y actividad de Dios. Como cristianos dedicados enteramente a hacer su voluntad, nosotros estamos bajo la obligación de ser colaboradores con él en la muy importante obra de salvación. Apreciando la bondad inmerecida que él nos ha mostrado, resueltamente iremos adelante “trabajando junto con él.” Así le mostraremos amorosamente que no hemos dejado de cumplir el propósito de toda la bondad inmerecida que él nos ha mostrado por medio de Jesucristo.—1 Cor. 3:9; 2 Cor. 5:19 a 6:1.

  • Operación de un riñón sin transfusión de sangre
    La Atalaya 1964 | 15 de junio
    • Operación de un riñón sin transfusión de sangre

      ◆ En Australia sucedió el caso de un testigo de Jehová, un joven de veintiséis años de edad, de quien se halló que tenía tuberculosis del riñón izquierdo. Las medicinas no pudieron mejorar aquella condición del riñón. Los médicos decidieron que se necesitaría una operación para remover el riñón enfermo. Cuando el Testigo dio a conocer su punto de vista en cuanto a que él no aceptaría transfusiones de sangre, el médico de todos modos indicó que estaría dispuesto a ejecutar la operación. Sin embargo, el doctor empezó a visitar al Testigo casi todos los días en un esfuerzo por persuadirlo a cambiar de opinión y aceptar sangre. El Testigo se mantuvo firme, señalando a la ley divina, como en Hechos 15:29: “Que se abstengan de . . . sangre.”

      En sus visitas diarias, el médico bombardeó al Testigo con preguntas como: “Hay una probabilidad de 99 por ciento de que no necesite una transfusión, pero usted pudiera ser ese 1 por ciento. ¿Diría usted no todavía?” y, “¿Ha cambiado ya de opinión?” Finalmente, un día el doctor dijo: “Usted está poniendo una enorme responsabilidad sobre mis hombros. Puedo rehusar operarlo.” Cuando el Testigo ofreció firmar una declaración en que absolvía al médico de toda responsabilidad por la negación del paciente a recibir sangre, el médico salió violentamente de la sala. El día antes del fijado para la operación el médico rehusó operar a menos que el paciente concordara en aceptar una transfusión de sangre.

      La situación ahora era seria. Si no se operaba al paciente dentro de un mes, el riñón enfermo probablemente envenenaría el organismo de éste, y como resultado vendría la muerte. ¿Qué podría hacerse? ¿Continuaría el Testigo poniendo en primer lugar la ley de Jehová? ¿Podría hallarse un médico que estuviera dispuesto a operar sin sangre? Por toda Sydney y sus alrededores muchos Testigos usaron sus teléfonos tratando de hallar un médico que estuviera dispuesto a ello. El superintendente de la congregación del paciente obtuvo una lista de la Asociación Médica de Urólogos de Sydney y sus alrededores y fue investigándolos y eliminándolos uno por uno. Pasaron días y todavía no se había hallado ningún médico. Entonces, cuando parecía que no habría esperanza, un Testigo recordó a un especialista que unos doce meses antes le había removido un riñón enfermo a otro Testigo. Rápidamente se pusieron en comunicación con él y se le presentó el caso. El mostró interés y preguntó: “¿Está usted seguro por propia convicción de que no quiere una transfusión de sangre?” El Testigo respondió: “Sí,” y el médico dijo: “Bien, en su caso estoy seguro de que puedo hacerlo sin sangre.”

      Durante la operación se redujo la velocidad del fluir de la sangre del paciente hasta el punto de solo moverse por medio de una máquina de refrescar, y todo salió a pedir de boca. En dos horas el paciente estaba de vuelta en su sala y en suficientemente buena condición como para hablar a su esposa. En la operación no se perdió más de la mitad de una taza de sangre.

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