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  • La Palabra segura de Dios
    La Atalaya 1964 | 1 de mayo
    • los suelos fértiles de la tierra se hallará tu morada, y lejos del rocío de los cielos arriba. Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás. Pero ciertamente sucederá que, cuando te hagas impaciente, verdaderamente romperás su yugo de tu cuello.”—Gén. 27:39, 40.

      Josué y los israelitas fueron testigos presenciales de la veracidad de esta palabra de Dios. Pudieron ver que “Esaú [llamado también Edom] comenzó a morar en la región montañosa de Seir,” lejos de los suelos fértiles de la Tierra. Con el tiempo el resto de esta profecía también tuvo su cumplimiento. Una antigua ruta de comercio entre Palestina y Arabia atravesaba su territorio y los edomitas se ganaban la vida robando y saqueando las caravanas. Vivían por la espada.—Gén. 36:8.

      Más tarde, en cumplimiento de la predicción de que servirían a sus hermanos israelitas, “todos los edomitas llegaron a ser siervos de David.” Sin embargo, en armonía con la parte final de la profecía, en los días del rey Joram de Judá “Edom se sublevó de debajo de la mano de Judá.” ¡Verdaderamente, no falló ni una sola palabra que habló Dios!—2 Sam. 8:14; 2 Rey. 8:20-22.

      Bajo la dirección del espíritu de Dios, Jacob el hijo de Isaac bendijo a sus doce hijos y a sus nietos Efraín y Manasés. Para este tiempo Jacob y su casa grande se habían mudado a Egipto, y allí fue donde Jacob pronunció su bendición en el lecho de muerte. “El cetro [símbolo de dignidad real] no se apartará de Judá, ni el báculo de comandante de entre sus pies,” predijo Jacob. Y, fiel a esta palabra, cuando la gobernación entró en la línea de Judá con la coronación de David, ésta no se apartó de la tribu de Judá.—Gén. 49:8-10.

      Aunque Josué no vivió para ver el cumplimiento de esta profecía, vio que la predicción concerniente a Manasés y Efraín sucedió ante sus mismísimos ojos. Jacob había predicho: Efraín “llegará a ser más grande que [Manasés], y su prole llegará a ser el equivalente completo de naciones.” Cuando los israelitas salieron de Egipto unos doscientos años más tarde, el censo mostró que la tribu de Efraín excedía en número a la tribu de Manasés por algunos miles, y hacia el fin de la marcha por el desierto Moisés habló de “las decenas de miles de Efraín,” pero solo de “los miles de Manasés.”—Gén. 48:19; Núm. 1:33-35; Deu. 33:17.

      DE EGIPTO A LA TIERRA PROMETIDA

      Josué y sus compañeros israelitas vieron muchos otros cumplimientos maravillosos de la Palabra de Dios al salir de Egipto y proseguir a la Tierra Prometida. Jehová había dicho a Abrahán: “Tu simiente llegará a ser residente extranjero en una tierra que no es de ellos,” pero “saldrán con muchos efectos.” Más tarde, mientras los israelitas todavía eran cautivos en aquella “tierra que no es de ellos,” Jehová dijo a Moisés: “Estoy procediendo a descender para librarlos de la mano de los egipcios y para hacerlos subir de esa tierra . . . Y daré a este pueblo favor a los ojos de los egipcios; y ciertamente sucederá que cuando ustedes se vayan, no se irán con las manos vacías.”—Gén. 15:13, 14; Éxo. 3:8, 21, 22.

      ¡Cuán emocionantes fueron los desenvolvimientos siguientes! Cuando Faraón rehusó dejar salir a Israel de Egipto, Jehová envió a su mensajero Moisés para advertirle que Jehová estaba convirtiendo el río Nilo en sangre. Fiel a la palabra de Dios, el río Nilo llegó a ser como sangre, matando a los peces y haciendo que el agua no se pudiera beber. Repetidamente Dios advirtió a Faraón de las plagas que vendrían, y cuando, cada vez, Faraón se hizo obstinado, Jehová trajo la plaga de acuerdo con su palabra. ¡Ni una sola vez falló su palabra!—Éxodo, capítulos 7 al 12.

      Después de la décima plaga, que acarreó muerte a todo primogénito de Egipto, Faraón instó a los israelitas a que salieran. ¿Salieron “con muchos efectos” como Dios había predicho centenares de años antes? ¡Ciertamente que sí! “Jehová dio a la gente favor a los ojos de los egipcios, de modo que éstos concedieron lo que se pidió; y ellos despojaron a los egipcios.” ¡Cuan impresionante fue para el joven Josué ver que la palabra de Jehová repetidamente resultó cierta!—Éxo. 12:35, 36.

      En el desierto la palabra de Jehová continuó probándose confiable. Un mes después de sacarlos de Egipto, Dios prometió: “Aquí estoy haciendo llover pan para ustedes desde los cielos; y la gente debe salir y recoger cada cual su cantidad día por día.” Y, efectivamente, Dios proveyó ese ‘pan desde el cielo.’ “Cuando los hijos de Israel lo vieron, empezaron a decirse unos a otros: ‘¿Qué es?’” Era el pan que Jehová había prometido, el cual los israelitas llamaron “maná.”—Éxo. 16:2-36.

      Después de un tiempo los israelitas se quejaron porque todo lo que tenían para comer era este maná. Querían carne. De modo que Jehová prometió: “Santifíquense para mañana, ya que ciertamente comerán carne.” Aunque parecía imposible proveer para tal multitud en aquel desierto, Jehová cumplió su palabra. Causó un viento que “empezó a empujar codornices desde el mar y dejarlas caer encima del campamento.” ¡El número de aves fue tremendo!—Núm. 11:4-33.

      Finalmente los israelitas llegaron a los límites de la Tierra Prometida. A causa de su desobediencia habían vagado cuarenta años por el desierto. ¿Les daría Dios esta tierra ahora, en armonía con su promesa a Abrahán? Aunque los habitantes cananeos eran un enemigo poderoso, Jehová estimuló: “Deben tomar posesión de la tierra y morar en ella, porque a ustedes ciertamente daré la tierra para que tomen posesión de ella.” ¡Cuán tranquilizadora fue para Josué esta palabra segura de Dios!—Núm. 33:50-53.

      Años más tarde, después de la conquista de la tierra de los cananeos, el anciano Josué recordó a su pueblo: “Ustedes tomaron posesión de su tierra, exactamente como Jehová su Dios les había prometido.” Ese es el punto que Josué quería grabar en la mente de ellos: ¡Confíen en la palabra de Jehová, porque siempre resulta cierta! “Ustedes bien saben con todo su corazón y con toda su alma,” recalcó Josué, “que ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas han resultado ciertas para ustedes. Ni una sola palabra de ellas ha fallado.”—Jos. 23:1-14.

      ¿Duda usted de la Palabra de Dios? ¿Puede usted señalar alguna promesa de El que hubiera de cumplirse que no se cumpliera a Su tiempo señalado? Es imposible que suceda eso, porque “todas han resultado ciertas.” Usted, por lo tanto, tiene toda razón para poner la confianza en la Palabra segura de Dios. Créala. Viva según sus principios justos, y goce de vida eterna en el pacífico nuevo sistema de cosas de Dios.

  • Resultado imprevisto de tácticas de oposición
    La Atalaya 1964 | 1 de mayo
    • Resultado imprevisto de tácticas de oposición

      ◆ En el estado de São Paulo, en el Brasil, incitaron a unos jóvenes estudiantes a que acosaran a los testigos de Jehová mientras predicaban de casa en casa. Los jóvenes iban siguiendo a los Testigos y haciendo un ruido terrible con latas y triquitraques. Una joven observaba lo que sucedía. A ella le parecía que la interrupción era ridícula, y se sentía muy indignada por ello, puesto que estaba bien enterada de la buena conducta y obra de los Testigos. El incidente había despertado su interés. Se empezó un estudio bíblico de casa con ella, y ha progresado en conocimiento; asiste a las reuniones del Salón del Reino y anuncia las buenas nuevas del Reino.

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