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Parte dosLa Atalaya 1965 | 1 de agosto
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en estado de putrefacción para que las aves de rapiña banqueteen, a invitación del ángel de Dios “que estaba de pie en el sol.” (Rev. 19:17, 18) Para que se represente este banquete sangriento de tales aves que obran como animales que se alimentan de carroña, los reyes de la Tierra y sus ejércitos y servidores no se representan como siendo “arrojados al lago de fuego que arde con azufre” junto con la bestia salvaje y el falso profeta. Pero tampoco se dice que el Hades o Sheol los reclama. Más bien, llegan a ser como aquellos criminales cuyos cadáveres se arrojaban al Gehena para que la cresa se alimentara de sus carnes. (Mar. 9:43-48) Son ejecutados por Jehová Dios mediante su oficial ejecutivo, Jesucristo, en el Armagedón, y por esta razón no tendrán resurrección alguna de entre los muertos.
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Testificando a compañeros de trabajoLa Atalaya 1965 | 1 de agosto
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Testificando a compañeros de trabajo
DURANTE LA HORA DE ALMUERZO
● Un testigo de Jehová del Brasil trabajaba en la construcción de un puente con otras 250 personas. Durante la hora de almuerzo él compartía las verdades de la Biblia con otro trabajador, y llegó a colocar a éste el libro De paraíso perdido a paraíso recobrado. “Se prestaba el libro a uno y a otro,” informa él. “Así pude colocar 14 libros con mis compañeros de trabajo durante las horas de almuerzo, resultando en un estudio bíblico de casa con uno de ellos.”
SE CONTESTARON SUS PREGUNTAS
● Un Testigo de Michigan relató esta experiencia en una asamblea de circuito hace poco: “Hace varios meses un joven entró a nuestro Salón del Reino en Cassopolis y se quedó para las reuniones. Después le di la bienvenida. Se empezó un estudio bíblico con el folleto ‘¡Mira! estoy haciendo nuevas todas las cosas.’ Los sucesos que ocasionaron la visita de este señor al Salón del Reino son interesantes.
“Él trabaja en una fábrica de casas móviles y hace algún tiempo dos Testigos que son ministros de tiempo cabal vinieron a hacer trabajo de tiempo parcial en esta misma planta. Los Testigos fueron asignados al mismo departamento con este joven. Ellos exhibían buen ejemplo en el trabajo y le testificaban siempre y cuando era posible, sin hacerle injusticia alguna a su patrón. El joven se burlaba, pero había quedado impresionado. Poco después empezó a tomar interés en alguna literatura que los adventistas del séptimo día le dejaron en su casa. Su madre había fallecido, y ahora le interesaba más la Biblia. Mientras más estudiaba la literatura de los adventistas del séptimo día, más preguntas le venían a la mente. Él buscaba a alguien que se las pudiera contestar. Decidió dirigirse a los dos Testigos con quienes trabajaba. Durante los pocos meses que siguieron él acostumbraba discutir temas con los Testigos en los ratos de descanso. Algunas veces la discusión continuaba hasta después de las horas de trabajo. Después, este señor consintió diciendo: ‘Todo lo que yo había aprendido y presentado como pruebas para el entendimiento que procuraba en mi estudio personal, los testigos de Jehová me lo desbarataban con unos cuantos textos bíblicos y lo reemplazaban con explicaciones tan lógicas que uno tendría que ser un bebé para no entender.’
“El tiempo pasó y un Testigo se fue a trabajar a otra parte y el otro se trasladó a las oficinas centrales de la Sociedad Watch Tower en Brooklyn, Nueva York. Sin embargo, antes de irse para Nueva York este ministro le dio un libro de la Sociedad Watch Tower para el estudio de la Biblia. Él leyó este libro tres veces y luego decidió que ya era tiempo para que fuera al Salón del Reino y hallara a los Testigos para ver qué más podía aprender. Él ahora asiste a las reuniones regularmente y dice que está convencido de que ha hallado la verdad.”
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