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Muerte de una dinastíaLa Atalaya 1965 | 15 de noviembre
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conquista militar, preste atención especial a las palabras de Jehová en Isaías 14:26, 27: “Este es el consejo que se aconseja contra toda la tierra, y ésta es la mano que está extendida contra todas las naciones. Porque Jehová de los ejércitos mismo ha aconsejado, y ¿quién puede desbaratarlo? Y su mano es la que está extendida, y ¿quién puede volverla atrás?” Aunque Babilonia de tiempos antiguos ha desaparecido, esta profecía asegura que la Babilonia del libro de Revelación, el último libro de la Biblia, pronto sufrirá un destino semejante, siendo cortada sin nombre o progenie, sufriendo humillación y degradación completas, para nunca levantarse otra vez.
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Esté dispuesto a servir con lo que tengaLa Atalaya 1965 | 15 de noviembre
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Esté dispuesto a servir con lo que tenga
CUANDO Jesús estuvo sobre la Tierra recalcó la necesidad de justipreciar los valores, de trabajar por lo que verdaderamente valía la pena. Instó: “Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna.”—Juan 6:27.
Jesús frecuentemente habló de vida eterna bajo el reino de Dios. ¡Eso verdaderamente valdría la pena! Pero tal vida requiere más que alimento físico. Por esta razón, Jesús declaró: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová.”—Mat. 4:4.
Sin embargo, ¿qué han de hacer los siervos de Dios en cuanto a las necesidades de la vida, como alimento y ropa? Jesús dijo: “Nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’ o ‘¿qué hemos de beber?’ o ‘¿qué hemos de ponernos?’ Porque todas éstas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas.” (Mat. 6:31, 32) Dios bendeciría los esfuerzos de sus siervos por obtener lo que necesitaran en la vida diariamente. Por eso Jesús enseñó a sus seguidores a orar: “Danos hoy nuestro pan para este día.”—Mat. 6:11.
SIRVIERON CON LO QUE TUVIERON
Jesús y los cristianos primitivos comprendieron que lo que Dios prometió fue satisfacer las necesidades básicas y no grandes riquezas. Por esta razón no gastaron sus energías tratando de almacenar grandes riquezas materiales. Jesús mismo estuvo tan ocupado en el servicio de Dios que no dedicó tiempo a establecerse permanentemente. De él la Biblia dice: “El Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.” (Mat. 8:20) Se concentró en hacer la voluntad de Dios y confió en que su Padre, Jehová, atendería a sus necesidades básicas.
Cuando Jesús envió a sus discípulos a hacer la obra de Dios, les mostró que no tenían que almacenar posesiones extras. Él dijo: “No consigan oro, ni plata, ni cobre para sus bolsas al cinto, ni alforja para el viaje, ni dos prendas interiores de vestir, ni sandalias, ni báculo; porque el obrero merece su alimento.”—Mat. 10:9, 10.
El apóstol Pablo trabajó solo para satisfacer las necesidades de la vida. Él dijo que a menudo estuvo “en labor y afán, en noches sin dormir a menudo, en hambre y sed, en abstinencia de alimento muchas veces, en frío y desnudez.” (2 Cor. 11:27) Pero Pablo no murió de inanición, tampoco murió por estar expuesto a las inclemencias del tiempo. Él tuvo lo que necesitaba para sostener la vida para poder servir a Dios.
El punto que ha de aprenderse de Jesús, el apóstol Pablo y los otros cristianos celosos del primer siglo es que estuvieron satisfechos con lo que tenían y sirvieron a
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