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¿Usa Pedro ahora las llaves del Reino?La Atalaya 1966 | 15 de julio
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de Jesucristo.”—Hech. 10:1-48; 15:7-9.
NO SE NECESITAN MÁS LLAVES
12. (a) ¿Por qué se necesitaron dos “llaves del reino”? (b) ¿Por qué no hubo necesidad de más llaves, y qué significa este hecho para los judíos y los gentiles?
12 Surge la pregunta: ¿Continuó llevando Pedro estas llaves del Reino con él para abrir a los que él quisiera y cerrar a otros las oportunidades de entrar en el Reino? ¿Hay más llaves además de las dos? Las respuestas se muestran en los siguientes hechos. Hasta este tiempo Jehová había dividido a la humanidad en solo dos clases: los judíos, con los que trató como su pueblo especial, y la gente de las naciones, los gentiles. De modo que solo se necesitaron dos llaves. Tampoco podía usar más las llaves Pedro, porque la puerta estaba abierta ahora tanto para los judíos como para los gentiles. Al usar la segunda llave Pedro no cerró la puerta a los judíos sino simplemente abrió la oportunidad para los gentiles así como para los judíos. Desde ese tiempo, los judíos y los gentiles se hallaban sobre la misma base en cuanto a las oportunidades de entrar en los privilegios del Reino. Por lo tanto, no había necesidad de llaves adicionales ni tampoco podía Pedro cerrar o abrir la puerta de la oportunidad abierta así, porque las dos llaves habrían de abrir, no cerrar las oportunidades del Reino.
13. (a) ¿Qué entendimiento tenía Pedro acerca de los conversos gentiles al cristianismo por haber usado la segunda llave? (b) ¿Qué condición perturbadora surgió en la congregación en Antioquía de Siria?
13 El hecho de que Pedro no podía cerrar la puerta de la oportunidad del Reino usando cualquier llave, y que, de hecho, estas llaves una vez que se usaron ya no se necesitaban, lo fortalece la circunstancia que sucedió en la congregación de Antioquía. Fue primero en Antioquía de Siria que a los discípulos de Jesús por providencia divina se les llamó cristianos. (Hech. 11:20-26) Pedro había aprendido de las circunstancias que rodearon su uso de la segunda llave que Dios aceptó a los gentiles. Cuando vino después a Antioquía primeramente fue a las casas de los conversos gentiles y comía con ellos. Tampoco insistía en que fueran circuncidados como los judíos antes de comer con ellos. Pero ciertos cristianos judíos vinieron desde Jerusalén y dijeron que Santiago, hermanastro de Jesús, que era superintendente de la congregación allí, opinaba que los creyentes judíos no podían asociarse con los creyentes gentiles incircuncisos. Ciertamente ésta era una cuestión de fe y moralidad. En este caso ¿actuó Pedro como el principal de los apóstoles o como el papa? Nos referimos al relato:
14. ¿Cómo reaccionó Pedro sobre esta cuestión de fe y moralidad, y qué acción emprendió su coapóstol Pablo?
14 “Cuando Cefas [arameo para Pedro] vino a Antioquía, lo resistí cara a cara, porque se hallaba condenado. Porque antes que llegaran ciertos hombres de parte de Santiago, comía con la gente de las naciones; mas cuando éstos llegaron, se puso a retirarse y a separarse, por temor a los de la clase circuncisa. Los demás de los judíos también se unieron a él en hacer esta simulación, de modo que hasta Bernabé fue llevado con ellos en su simulación. Mas cuando yo vi que no estaban andando rectamente conforme a la verdad de las buenas nuevas, le dije a Cefas delante de todos ellos: ‘Si tú, aunque eres judío, vives como las naciones, y no como los judíos, ¿cómo es que obligas a la gente de las naciones a vivir conforme a la práctica judía?’”—Gál. 2:11-14.
PUERTA DE OPORTUNIDAD SIGUE ABIERTA
15. (a) ¿Por qué fue apropiada la censura que le administró Pablo a Pedro? (b) ¿Qué, de hecho, estaba tratando de hacer Pedro, y tenía la autoridad o poder, para hacerlo? (c) ¿Cómo mostró Pedro que el cielo no lo estaba apoyando en lo que hizo en Antioquía?
15 Aquí el apóstol Pedro fue censurado públicamente, y con razón, por cuanto Pedro no estaba andando bien según la fe y la moralidad cristianas. El temor de los hombres estaba influyendo otra vez en Pedro como lo había hecho cuando negó tres veces a Jesús en la noche que Judas Iscariote lo traicionó. (Mat. 26:31-35, 69-75; Mar. 14:27-31, 66-72; Pro. 29:25) Fue como si Pedro tratara de usar la segunda de las llaves del reino del cielo para cerrar y volver a cerrar con llave la puerta ante los gentiles incircuncisos. Pero no tenía el poder para hacerlo, porque el resucitado Jesucristo dijo más tarde: “Estas son las cosas que dice el que es santo, el que es verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre de modo que nadie cierre, y cierra de modo que nadie abra: ‘Conozco tus hechos—¡mira! he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar.”’ (Rev. 3:7, 8) De modo que el cielo no estuvo de acuerdo con el derrotero que Pedro estaba emprendiendo en Antioquía. Rápidamente corrigió su derrotero, sin duda en armonía con el consejo de su coapóstol Pablo. Esto está de acuerdo con lo que dijo Pedro cuando habló durante el debate sobre la circuncisión en Jerusalén. (Hech. 15:6-11) Y admitió que Pablo había hablado y escrito correctamente cuando escribió en su propia segunda carta a creyentes cristianos:
16. ¿Cómo mostró Pedro, al escribir, que estuvo plenamente en armonía con Pablo?
16 “Consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación, así como también nuestro amado hermano Pablo según la sabiduría que le fue dada les escribió, hablando de estas cosas como también lo hace en todas sus cartas. En ellas, sin embargo, hay algunas cosas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también hacen con las demás Escrituras, para su propia destrucción.”—2 Ped. 3:15, 16.
17. (a) ¿Qué enseña la Biblia acerca de que Pedro, o un papa, pudiera permitir o negar la entrada al cielo a individuos? (b) ¿Qué determina si una persona que espera recibir el reino del cielo realmente logre este galardón o no? (c) ¿A quién, entonces, se atribuye el crédito por abrir las oportunidades del Reino, y también por las bendiciones que habrán de ser traídas a la humanidad mediante ese reino?
17 Pedro no se consideró un papa infalible, ni pensó que era portero del cielo. Todo esto está en armonía con el resto de la Biblia, que enseña que Jehová Dios, no Pedro, es el Gran Juez de su pueblo y usa a Cristo Jesús como Juez asociado con él. También, los que sí entran en el reino de los cielos tienen que aprovecharse de esta oportunidad mientras están en la Tierra y tienen que llevar una vida de integridad. Si uno entra en el cielo, se debe a que verdaderamente ha seguido los pasos de Jesús en la Tierra. A Jehová Dios se le atribuye todo el crédito por su bondad inmerecida al abrir el camino al reino del cielo y al escoger a los que habrán de ser herederos del Reino con Cristo. Correspondientemente, a Jehová se le atribuye el crédito por arreglar el dominio del Reino sobre la Tierra y por establecer su reino en 1914 E.C., para que comiencen a ser derramadas bendiciones plenas sobre la humanidad durante esta generación mediante su bondad inmerecida.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1966 | 15 de julio
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Preguntas de los lectores
● ¿Tiene uno que cumplir todos los votos que haya hecho a Dios antes de llegar a ser cristiano dedicado?—R. J., EE. UU.
Los votos no se deben tratar con ligereza, como lo indica la Biblia en Eclesiastés 5:4-6: “Siempre que votes un voto a Dios, no titubees en pagarlo, porque no hay deleite en los estúpidos. Lo que votes, págalo. Mejor es que no votes que el que votes y no pagues. No dejes que tu boca haga pecar a tu carne, ni digas delante del ángel que fue un error.”
Cuando alguien hace un voto solemne a Dios, lo hace voluntariamente, no bajo compulsión. Por lo tanto, debe haber la disposición de cumplir el voto. En vista de lo serio del asunto, las Escrituras recomiendan una consideración cuidadosa por adelantado de las obligaciones que uno asumiría al hacer el voto. Proverbios 20:25 declara: “Es un lazo cuando el hombre terrestre ha gritado con precipitación: ‘¡Santo!’ y después de los votos está dispuesto a hacer examen.” Por lo tanto, los votos a Dios no se deben tratar con ligereza sino que deben ser el resultado de cuidadosa consideración de antemano, no de mera emoción o entusiasmo momentáneo.
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