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  • No como los cristianos primitivos
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
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  • DECLARACIÓN FORMAL DEL PAPA
  • LAMENTO PROTESTANTE
  • INFORMES POR HISTORIADORES
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
w66 1/5 pág. 287

No como los cristianos primitivos

DECLARACIÓN FORMAL DEL PAPA

Un informe de la ciudad del Vaticano dice lo que recientemente dijo el papa Paulo VI a doscientos oficiales y soldados belgas: “El papa Paulo dijo que hoy un buen cristiano podía ser un buen soldado e instó a los fieles a no eludir el servicio militar sobre la base de objeción por conciencia. . . . Les dijo que ‘no hay incompatibilidad entre la rígida disciplina militar y la disciplina de la fe, entre el ideal del soldado y el del creyente.’”—Sun de Vancouver, 22 de abril de 1965.

LAMENTO PROTESTANTE

A pesar de los lamentos de unos cuantos clérigos protestantes de vez en cuando, las religiones protestantes se han adherido por lo general al mismo punto de vista. Recientemente el clérigo Jaime H. Laird comentó sobre la opinión esparcida de que “la más elevada lealtad de uno es a su nación”: “En otras palabras esto es decir que la nación es nuestro Dios. Esto probablemente es cierto, no solo para los norteamericanos, sino para todos los ciudadanos de todas las naciones. Por eso Arnaldo Toynbee ha hablado del nacionalismo como el sustituto de la religión en el siglo XX. . . . Ya los hombres no sacrifican a sus hijos a Moloc—aquella deidad anticuada, primitiva, ahora descartada; hoy en día sacrificamos a nuestros hijos a aquel Leviatán de quien fluyen todas las bendiciones, la nación. . . . Adolfo Hitler dijo en uno de sus discursos: ‘Alemania es nuestro Dios sobre esta Tierra.’” (Free Press de Detroit, 7 de marzo de 1965) Sí, las religiones católicas y protestantes instaron a sus adherentes a servir en los ejércitos nazis. Pero al hacerlo, no fueron como los cristianos primitivos.

INFORMES POR HISTORIADORES

“Los cristianos rehusaban mostrar su lealtad quemando incienso al emperador. Siendo hombres de paz, no servían en los ejércitos romanos.”—The March of Civilization, Ancient and Medieval World (Nueva York; 1931) Jesé E. Wrench, profesor de historia, Universidad de Misuri, pág. 205.

“Preferían el Reino de Dios a cualquier reino al que pudieran servir en la Tierra. . . . Los cristianos primitivos estaban dispuestos a morir por su fe. . . . Puesto que creían en la paz, no servían en los ejércitos imperiales de Roma.”—From the Old World to the New (Nueva York; 1932), Eugenio A. Colligan, superintendente asociado de escuelas, ciudad de Nueva York, y Maxwell P. Littwin, director, Escuelas Públicas de la ciudad de Nueva York, págs. 88, 89.

“Había dos bases sobre las cuales el servicio en los ejércitos imperiales era irreconciliable con la profesión cristiana; una era la que exigía el juramento militar, y el apoyar, si es que no se llevaban a cabo en realidad, actos idolátricos; la otra era la que contravenía los mandatos explícitos de Cristo y el entero espíritu del Evangelio.”—Early Church History to the Death of Constantine (Londres; 1892), E. Backhouse y C. Tylor, pág. 128.

Tertuliano, un converso al cristianismo alrededor de 190 E.C., escribió: “Para comenzar con la verdadera base de la corona militar, creo que primero tenemos que inquirir si la guerra es apropiada en absoluto o no para los cristianos. . . . ¿Se considerará lícito el hacer uso de la espada, cuando el Señor proclama que el que usa la espada perecerá por la espada? . . . ¿Llevará [el cristiano] una bandera, también, hostil a Cristo? . . . Por supuesto, si la fe viene después, y encuentra a alguien preocupado con el servicio militar, su caso es diferente. . . . cuando un hombre ha llegado a ser creyente, y la fe ha sido sellada, tiene que haber un inmediato abandono de ello, lo cual ha sido el derrotero de muchos; o tendrá que recurrirse a toda suerte de sutilezas a fin de evitar el ofender a Dios, y eso no se permite ni siquiera fuera del servicio militar. . . . En ningún lugar cambia el cristiano su carácter.”—“La Guirnalda” o “De Corona,” en The Ante-Nicene Fathers, editado por Alejandro Roberts y Jaime Donaldson, tomo III (Grand Rapids, Michigan; 1957), págs. 99, 100.

Justino Mártir, del segundo siglo E.C., escribió: “Nosotros que estábamos llenos de guerra, y matanza atroz mutua, y toda iniquidad, cada uno a través de toda la Tierra ha cambiado sus armas bélicas,—nuestras espadas en rejas de arado, y nuestras lanzas en utensilios de labranza.”—“Diálogo con Trifón, un judío,” en The Ante-Nicene Fathers, tomo 1, pág. 254.

El texto de las Escrituras Hebreas que los cristianos primitivos se aplicaron es Isaías 2:4: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” Sin embargo, en este respecto, como en otros, la cristiandad del día moderno no es como los cristianos primitivos.

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