María no es la madre de Dios
PARA aproximadamente 590 millones de católicos romanos a través del mundo, sin duda esta expresión es asombrosa, pero eso es lo que afirma la Santa Biblia. ¿Por qué temer considerar su testimonio? Como la Palabra inspirada de Dios, la Biblia es la verdad, y la verdad jamás puede extraviar a uno.
Si usted escudriña la Biblia, no podrá hallar una sola expresión que siquiera sugiera que María sea la madre de Dios. ¿Por qué, entonces, tantas personas creen en ello? Debido a que es una enseñanza oficial de su iglesia. El razonamiento tras esa enseñanza se revela en la publicación oficial católica romana A Catechism of Christian Doctrine, publicado en 1949. Declara en la página 61: “Aunque la concepción y nacimiento de Cristo fueron milagrosos, El, como otros hombres, vino al mundo como bebé, teniendo a María como Madre suya. Puesto que Su origen de la Virgen Bendita es generación verdadera, María es la Madre de Jesucristo, que es Dios, y por lo tanto ella verdaderamente es la Madre de Dios.”
Superficialmente quizás esto parezca razonamiento sólido, pero está edificado sobre una suposición que no es correcta, y, por lo tanto, la conclusión es errónea. Es por eso que la Biblia no apoya la conclusión. El error estriba en asumir que Jesucristo es Dios. Jesús nunca se creyó Dios y tampoco lo consideraron así sus discípulos. Esto se ve prestamente por lo que dice la Biblia.
CRISTO ESTÁ SUJETO A DIOS
Considere lo que dice el Registro Sagrado en cuanto a cómo Jesús se consideró a sí mismo. Todas las citas bíblicas serán de la Versión Torres Amat católica a menos que se indique otra cosa. A los caudillos religiosos opositores de su día dijo Jesús: “¿Cómo de mí, a quien ha santificado el Padre, y ha enviado al mundo, decís vosotros que blasfemo, porque he dicho: Soy Hijo de Dios?” (Juan 10:36) Note que él no afirmó ser Dios, sino el Hijo de Dios. Jesús siempre se consideró a sí mismo como inferior a su Padre celestial y sujeto a él. Como se muestra en Juan 14:28, Jesús reconoció esto al decir: “El Padre es mayor que yo.” Él también lo mostró por medio de indicar que no había venido a la Tierra para hacer su propia voluntad, lo cual ciertamente hubiera estado haciendo si hubiera sido Dios. Como se registra en Juan 6:38, dijo: “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de aquel que me ha enviado.” En otra ocasión dijo: “Si Dios fuera vuestro padre, ciertamente me amaríais a mí; pues yo nací de Dios, y he venido de parte de Dios; que no he venido de mí mismo, sino que él me ha enviado.” (Juan 8:42) Si él fuese Dios, habría venido de sí mismo.
Por lo tanto, del propio testimonio de Jesús se desprende que él no se consideró a sí mismo como Dios ni trató de hacerse igual a Dios. Al referirse repetidas veces a sí mismo como el Hijo de Dios indicó que era una de las creaciones de Dios, como lo fueron los ángeles y Adán. A todos se les llama hijos de Dios.—Job 1:6; Luc. 3:38.
El hecho de que Jesucristo reconoció a Dios como su Padre indica que Dios lo trajo a la existencia, le dio un principio. Después de su resurrección de entre los muertos, Jesucristo dio testimonio de esto en la revelación que le dio al apóstol Juan, al decir: “Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios.” (Apo. 3:14, NC) El hecho de que aquí Jesucristo es el que habla se indica en Apocalipsis o Revelación 1:5.
En una ocasión Jesús dijo que su Padre era su Dios, lo cual no podría ser si él mismo realmente fuese Dios. Dijo a María Magdalena: “No me toques, porque no he subido todavía a mi Padre; mas anda, ve a mis hermanos, y díles de mi parte: Subo a mi Padre y vuestro Padre; a mi Dios y vuestro Dios.” (Juan 20:17) Puesto que Jesús iba a subir a su Dios, Aquel que lo había enviado, ¿cómo podía María la madre de Jesús haber sido la madre de Dios?
TESTIMONIO DE LOS DISCÍPULOS DE JESÚS
Pero, ¿qué hay de los discípulos de Jesucristo que por inspiración escribieron acerca de él? ¿Qué testifican éstos? El apóstol Pablo por inspiración testificó, en 1 Corintios 11:3, acerca de la posición inferior que el resucitado Jesucristo ocupa en el cielo en relación con su Padre, diciendo: “Mas quiero también que sepáis que Cristo es el jefe y la cabeza de todo hombre, como el hombre es cabeza de la mujer, y Dios lo es de Cristo.” Si Jesucristo fuese Dios, no tendría a nadie como cabeza de él, especialmente después de haber regresado a los cielos.
Más prueba de su sujeción a Dios después de ascender al cielo se halla en 1 Corintios 15:28 (BC) que dice: “Cuando le hubieren sido sometidas todas las cosas, entonces también el Hijo mismo se someterá al que todas las cosas le sometió, para que sea Dios todas las cosas en todos.”
Pero quizás usted diga: “¿Qué hay de Juan 1:1, que dice que ‘el Verbo era Dios’?” Superficialmente esto parecería indicar que Jesucristo es Dios, pero eso sería una conclusión errónea, ya que no está en armonía con los otros textos que acabamos de considerar de la Biblia católica. La dificultad surge cuando se traduce el texto griego. Una traducción bíblica titulada “El Nuevo Testamento en una Versión Mejorada,” que se publicó en inglés en 1808, vierte este pasaje de acuerdo con el resto del testimonio que la Biblia da acerca de Jesucristo. Dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era un dios.” Esto concuerda con el siguiente versículo, que dice, según las versiones Scío y Ediciones Paulinas, que el Verbo estaba “con Dios.”
Al asumir incorrectamente que Jesucristo es Dios, es posible concluir que María, la madre de Jesucristo, es la madre de Dios. Pero puesto que las Escrituras dan testimonio del hecho de que Jesucristo no es el Dios Todopoderoso, sino el Hijo de Dios, la primera creación del Padre, la conclusión está equivocada. Ha extraviado a todos los millones de personas que veneran a María como la madre de Dios. Los ha inducido a estar entre aquellos, mencionados en Romanos 1:25, que “habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Dios, dando culto y sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador, solamente el cual es digno de ser bendito por todos los siglos.”
Las organizaciones religiosas que extravían a la gente y la hacen adorar a una criatura no son los verdaderos representantes de Dios en la Tierra como pretenden serlo. En cambio, son parte del imperio mundial de religión falsa que se llama en la Biblia “Babilonia la Grande.” A las personas honradas, extraviadas por Babilonia la Grande, que quieren hacer lo que es correcto a la vista de Dios se les da el mandato en Apocalipsis 18:4: “Pueblo mío escapad de ella, para no ser participantes de sus delitos, ni quedar heridos de sus plagas.”