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  • La siega espiritual de Galaad
    La Atalaya 1969 | 15 de mayo
    • La siega espiritual de Galaad

      “NOS acercamos a una siega final,” señaló F. W. Franz, vicepresidente de la Sociedad Watch Tower, la mañana del domingo 9 de marzo de 1969. El acontecimiento era la graduación de la clase 47 de Galaad, la escuela misional de la Sociedad. Los noventa y siete graduandos, y más de dos mil de sus amigos y parientes que se reunieron para este día especial, se preguntaban a qué siega final se refería el conferenciante y en qué sentido estaban envueltos ellos personalmente.

      Las respuestas vinieron rápidamente. El dinámico conferenciante citó Jeremías 8:20: “¡Ha pasado la siega, se ha acabado el verano; pero en cuanto a nosotros, no hemos sido salvados!”

      Haciendo la aplicación espiritual, mostró que la cristiandad no ha producido la espiritualidad que pudiera permitir que se le conservara con vida en el futuro. En contraste gozoso, la cosecha espiritual que hoy está efectuándose entre los testigos de Jehová ha sido abundante, como se indica en Amós 9:13. (Lev. 26:3-5) Porque la obra de los cosechadores cristianos espirituales contó con la bendición de Dios, el resultado ha sido una gran cantidad de fruto. Así cuando viene la destrucción final en la guerra del Armagedón, los que tienen esta espiritualidad abundante serán salvados para entrar en el nuevo orden.

      El punto sobresaliente del día fue el discurso que pronunció N. H. Knorr, el presidente de la Sociedad, intitulado “La implantación de la palabra.” Se basó en Santiago 1:21, que dice: “Desechen toda suciedad y esa cosa superflua, la maldad moral, y acepten con apacibilidad la implantación de la palabra que puede salvar sus almas.”

      “Esta implantación de la palabra no solo debe hacerse en las personas de afuera, ha de hacerse en nosotros mismos.” Esto es importante, recalcó él, porque querrá decir la salvación de nuestra vida.

      Con demasiada prisa terminó el día agradable, y llegaron a su fin el último cántico y oración. Pero tanto los estudiantes como los visitantes habían sacado gran provecho del acontecimiento especial. Todos estaban resueltos a dejar que la palabra se arraigara aun a mayor profundidad en su corazón y a participar a grado cabal en la siega espiritual ahora para poder disfrutar eternamente de las abundantes bendiciones de Dios.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1969 | 15 de mayo
    • Preguntas de los lectores

      ● Sé que la Biblia dice que una esposa cristiana debe amar y respetar a su esposo. Pero mi esposo es un borracho. ¿Cómo puede alguien amar y respetar a tal hombre?—C. N., EE. UU.

      Se comprende que a una cristiana que estuviese en esta situación le repugnaría la borrachera de su esposo. La Biblia claramente muestra que Jehová no aprueba la borrachera. (1 Cor. 5:11; Gál. 5:21) Puede resultar en toda clase de maldad adicional. Y la Palabra de Dios nos insta: “Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo.” (Sal. 97:10) Sin embargo, ese versículo no manda que una esposa odie a su esposo. Puede odiar la maldad y sus resultados, sí, pero no a su esposo. El Señor Jesús dijo a sus seguidores que amaran hasta a sus enemigos. (Mat. 5:44) Por eso aunque podemos condolernos de una esposa que se encuentre en estas circunstancias, sabiendo que es desagradable y difícil, ciertamente ella debe esforzarse por amar a su esposo y ayudarlo a abandonar su maldad.

      Como se reconoce en la pregunta, la Palabra de Dios manda a las esposas que amen y respeten a sus esposos, diciendo, entre otras cosas: “Que las esposas estén en sujeción a sus esposos como al Señor . . . que la esposa le tenga profundo respeto a su esposo.” (Efe. 5:22, 33) El esposo tiene en la familia un lugar de responsabilidad que le ha asignado Dios, sea que cumpla plenamente con los requisitos de Dios o no. La esposa debe respetar la posición que él ocupa, aunque no pueda aprobar todo lo que él haga.

      Como ilustración, pudiéramos notar el punto de vista cristiano sobre los gobernantes que rigen, las autoridades superiores. Estos líderes tienen el derecho al respeto y sujeción relativa de una cristiana. (Tito 3:1; Rom. 13:7) Esto no significa que ella concuerda con el código moral que han adoptado algunos de ellos; tampoco puede aprobar todas sus opiniones y actividades. De hecho, diariamente quizás vea prueba de corrupción de su parte, incluso soborno, favoritismo y el no poner en vigor la ley. No obstante, hasta donde es posible, ella muestra respeto al puesto que ocupan, en vista de que Dios le manda que lo haga. De manera semejante, una esposa puede esforzarse por aumentar el respeto al puesto o posición del esposo en la familia.—Tito 2:4, 5.

      Antes de casarse, ella respetaba al hombre que ahora es su esposo, y respetaba su posición futura como cónyuge y cabeza de ella. Es verdad que, después de estar casada por un tiempo, la esposa cristiana se enteró de cosas acerca de él que no conocía ni esperaba antes del matrimonio. Así sucede en todo matrimonio. Quizás haya descubierto costumbres y cualidades que no le agradaban. Pero, si buscara, probablemente también hallaría nuevos aspectos de la personalidad y habilidades de él que ella pudiera respetar y amar. ¿No puede ahora la esposa continuar desarrollando amor y respeto a las cosas que tienen que ver con su esposo que inicialmente despertaron su amor a él así como a las cosas buenas que ella descubrió más tarde? ¿Hay cosas que ella personalmente puede hacer que recalquen o acrecienten las cualidades buenas de él y reduzcan al mínimo las cualidades indeseables de él? ¿Qué puede hacer la esposa para hacer el hogar más atrayente y deleitable para él? Vale la pena que se consideren seriamente estas preguntas. Tenga presente que el esfuerzo que ella haga para desarrollar respeto a su esposo será una contribución a su propio contentamiento.

      Muchas veces los cristianos han cultivado la admirable cualidad de aguante a fin de seguir esparciendo el mensaje cristiano y de ayudar a otros a entrar en el camino que conduce a la vida. Eso es excelente, ¿no es verdad? El apóstol Pablo escribió: “Perseveren bajo tribulación. Persistan en la oración.” (Rom. 12:12) Pero, ¿considera la cristiana que se halla en estas circunstancias que su situación de familia es una oportunidad para demostrar aguante cristiano? ¿Ha buscado por medio de oración la ayuda de Dios para manifestar aguante?—Isa. 50:10.

      Comprendemos que estas sugerencias pueden parecer difíciles de aplicar, especialmente en el caso de una esposa cristiana cuyo esposo incrédulo viene poniendo a prueba severa la paciencia y amor de ella por un período de años. Se le puede hacer muy difícil a ella continuar y esforzarse por mejorar. Pero firmemente creemos que el consejo perfecto que Jehová provee en su Palabra es el mejor consejo que se puede conseguir. Como escribió David: “La ley de Jehová es perfecta, hace volver el alma. . . . Las órdenes de Jehová son rectas, hacen regocijar el corazón.”—Sal. 19:7, 8.

      En la congregación corintia primitiva algunas esposas cristianas tenían esposos incrédulos. Sin duda esos esposos hacían cosas que sometían a prueba severa el amor y respeto de sus esposas. Pero, ¿qué aconsejó el apóstol Pablo? Escribió: “¿Cómo sabes que no salvarás a tu esposo?” Esas palabras se encuentran en la misma carta en la cual escribió: “La cabeza de la mujer es el varón.” (1 Cor. 7:16; 11:3) De modo que esto constituyó estímulo para que aquellas esposas amaran y respetaran a sus esposos no cristianos, comprendiendo que con el tiempo quizás pudieran ayudar a aquellos hombres a servir a Jehová. ¡Tal cosa puede suceder! Pedro mencionó que es posible ganar a los esposos incrédulos por medio de la “conducta casta junto con profundo respeto” de sus esposas.—1 Ped. 3:1, 2.

      Y esto ha resultado cierto en nuestro día. En un caso una esposa cristiana de Massachusetts aguantó la borrachera y denuestos de su esposo por más de veinte años. Pero la conducta casta de ella y su profundo respeto a la posición de él como cabeza de la familia surtió efecto. Finalmente, el esposo comprendió que hacía falta un cambio. Dejó de beber, de fumar y de lanzar denuestos y acompañó a su esposa e hijos ya crecidos a las reuniones del Salón del Reino. Ciertamente ella se sintió feliz de haber aguantado. (Considere también la notable experiencia procedente de Islandia, en las páginas 160 y 161 del Anuario de los testigos de Jehová para 1968.)

      Quizás con el tiempo otras esposas cristianas disfruten de una experiencia gozosa como ésa. Esperamos que sí. Pero aun si eso parece improbable en determinados casos, las esposas pueden trabajar para cultivar respeto y amor a sus esposos, y así mostrar su aprecio al arreglo del matrimonio y al puesto que Dios les ha asignado a los esposos.

      ● Si Abrahán realmente creía que iba a sacrificar a su hijo Isaac, ¿por qué les dijo a sus

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