El desafío de la mies en América del Sur
“Pues, Jack, ésa fue una reunión de servicio muy edificante.”
“Tienes razón, Bert, y estoy animado y deseoso de hacer algo más de lo que he estado haciendo. Tú sabes, sigo pensando en nuestros misioneros que están en tierras lejanas. Irene y yo todavía recibimos cartas de la América del Sur, y cada vez que recibimos una nos ponemos a hablar acerca de hacer las maletas y dirigirnos al sur.”
“Pero tú e Irene están efectuando bastante aun ahora. Aquí tú eres siervo de estudio de libro, y ella logra ser precursora de vacaciones cada tercer mes. Y los dos están conduciendo estudios bíblicos con personas interesadas. ¿Qué más pueden hacer?”
“Es verdad, nos mantenemos ocupados, y también tú y Agnes. Pero he estado pensando que la necesidad de ayuda es mucho mayor en algunos de aquellos otros países. ¡Pues, algunos lugares se asemejan a un campo de grano maduro que debe ser cosechado sin demora!”
“Pero, ¿no es ésa la situación aquí en nuestro propio país? Ciertamente todavía hay mucho trabajo que hacer aquí mismo.”
“No, no es exactamente la misma situación. Casi todos aquí saben acerca de la Sociedad Watch Tower y de los testigos de Jehová, y la mayoría de estas personas han tenido acceso a la Biblia. El tratar de interesarlos en los propósitos de Dios se asemeja a instar a un niño a comer algo nutritivo en medio de la abundancia. Por supuesto, la obra tiene que hacerse aquí, pero me parece que hay bastantes trabajadores nuevos presentándose año tras año para encargarse de ella.”
“¿Me quieres decir, entonces, que es muy diferente en los países sudamericanos?”
ORACIÓN POR MAS OBREROS EN EL BRASIL
“Seguramente. Considera, por ejemplo, el Brasil. Por muchos años antes de 1945 el número de Testigos allí se mantuvo aproximadamente en 250, muchos de ellos inmigrantes de Polonia y Ucrania. Entonces la Sociedad comenzó a enviar misioneros entrenados en la Escuela de Galaad y empezó a haber adelanto. En los siguientes veinte años se presenció un crecimiento fenomenal. Había más de 36.000 Testigos para 1965. De hecho, el informe más reciente, según recuerdo, decía que hay más de 50.000 Testigos activos.”
“Pero eso simplemente prueba que la obra del Reino está llegando a ser bien conocida allá también.”
“Bueno, hasta cierto punto, Bert. Pero también tienes que tomar en cuenta la inmensidad del territorio y la enorme población que está envuelta. Acuérdate de que el Brasil tiene 87.500.000 habitantes, y la población está aumentando rápidamente. ¿Te das cuenta de que esto presenta un verdadero desafío a los Testigos que ahora están activos allí? Cada Testigo tiene que ser responsable de aproximadamente 1.700 habitantes. Eso en sí es una gran responsabilidad. Pero luego, también, la población está esparcida por una expansión de terreno que casi es tan grande como los Estados Unidos continentales. El Brasil, de hecho, abarca aproximadamente la mitad de toda el área de la América del Sur.”
“Pues, veo que estás al tanto de todos los hechos y cifras. Supongo que consigues mucha información por medio de tu correspondencia con los misioneros.”
“Tienes razón. Y me dicen que la mayor parte de la obra en el Brasil hasta ahora se ha efectuado en las ciudades más grandes, y que todavía hay bastantes poblaciones y aldeas que no han recibido un testimonio cabal acerca del Reino. Además, hay muchas congregaciones que avanzarían más aprisa si tuvieran la ayuda de ministros experimentados.”
“Pero, ¿qué hay del problema del idioma? ¿Te has puesto a pensar en eso, Jack?”
“Sí. Puede descollar como un obstáculo bastante grande para algunos, pero la manera en que lo considero es que algunos de los misioneros que fueron al Brasil en el pasado eran mayores que nosotros, y no obstante han salvado este obstáculo, y están establecidos en sus asignaciones como si estuvieran completamente en casa. Creo que si una persona realmente se aplicara a un horario regular de estudiar portugués, pronto tendría un buen conocimiento fundamental, y entonces la práctica diaria allí mismo entre la gente del Brasil pronto produciría facilidad de palabra.”
“¿Qué hay de la religión local? ¿No es verdad que la mayoría de la gente es católica acérrima?”
“Católica, sí, pero una carta reciente procedente de allí nos dio a saber que el poderoso asimiento de la iglesia se está debilitando y que la gente, en su mayor parte, es amigable y escucha cuando los Testigos llaman a sus puertas. Como ejemplo del cambio, está la ciudad de São João del Rei, un lugar donde católicos fanáticos antes apedreaban a los Testigos. Finalmente uno de los sacerdotes locales quedó impresionado con la perseverancia de los Testigos y pidió que condujeran un estudio bíblico con él. Otros también quedaron impresionados favorablemente, tanto, en realidad, que ahora hay una activa congregación de Testigos en esa ciudad.”
“Casi me estás persuadiendo a ir y servir donde hacen más falta los publicadores. Sin embargo, no sé si Agnes y yo pudiéramos aguantar el cambio de clima y costumbres.”
“Ya empiezas, hablas como si ya fueran viejos. Pues, ni siquiera han llegado a los cuarenta, y su salud es bastante buena. Además, no se les va a pedir que trabajen en la selva y vivan en una choza de paja, como algunos misioneros han tenido que hacerlo. Se necesita ayuda en muchas excelentes ciudades modernas de 100.000 o más habitantes. El clima quizás sea un poco más caluroso que éste al que están acostumbrados, pero los misioneros han descubierto que pueden vivir allí, y los galardones espirituales son grandes. ¡Imagínate trabajar en territorio donde puedas tener tantos estudios bíblicos de casa animados como los que puedas atender!”
“¡Me parece maravilloso! Pero, ¿estás seguro de que todavía se está adelantando en el Brasil?”
“Bueno, escucha este pasaje de una carta que recibimos recientemente de un misionero que fue a ese país en 1949: ‘¡Qué feliz estoy de que hice la selección correcta y emprendí el servicio de precursor hace veintitrés años! Jehová me está usando aquí en Belem, una ciudad septentrional de más de 450.000 habitantes. Cuando llegamos en 1958 solo había 60 Testigos aquí. Hoy ese número ha aumentado a casi 400 en varias congregaciones. ¡Cuán agradecidos estamos de que Jehová nos usara para enseñar a tantos la verdad y ayudarlos a crecer a la madurez cristiana!’ Además, me enteré de que 126.520 asistieron al Memorial en el Brasil el año pasado. ¡Ponte a pensar en las posibilidades de aumento!”
“¡Maravilloso! Creo que Agnes y yo deberíamos hablar seriamente en cuanto a irnos al sur.”
“Eso es exactamente lo que Irene y yo vamos a hacer. ¿Por qué seguir haciendo castillos en el aire respecto a tal asignación? Uno tiene que hacer algo acerca de ello. Y especialmente cuando uno lee y vuelve a leer, como lo hago yo, estas palabras de conclusión de una carta estimada: ‘Nosotros que felizmente estamos sirviendo en el Brasil continuamos rogando al Amo de la mies que envíe más obreros a su siega.’ Y el Brasil solo es una porción del campo grande que requiere atención según estas palabras citadas de Mateo 9:38.”
“Ahora me has interesado realmente. Dime más.”
UNA MIES SELECTA EN LA ARGENTINA
“Bueno, también recibimos cartas de la Argentina. Y es conmovedor enterarnos acerca del progreso de la obra del Reino allí desde sus pequeños comienzos en 1924. De hecho, hubo aumento espectacular rápidamente después de la llegada de misioneros entrenados en Galaad aquí también. Desde 1946 ha sido excelente el progreso, y ahora hay más de 14.000 Testigos que sirven a una población de 23.300.000. ¿Sabes lo que eso significa? Aproximadamente 1.500 habitantes por cada Testigo, y también esa población está esparcida a través de un país que va desde el trópico caluroso en el norte hasta los vientos fríos del lejano sur.”
“Eso significa que uno podría escoger su clima.”
“Tienes razón. Pero me gustaría que escucharas algunas de las maravillosas descripciones que los misioneros dan de sus asignaciones. Aquí está una de un misionero que está en Tucumán: ‘A éste se le llama el jardín de la República, por verse tan verde y tan exuberante con vegetación tropical. Durante los meses del verano de diciembre, enero y febrero noches en que la temperatura no baja lo suficiente para hacer cómodo el dormir. Por eso, cuando uno regresa a casa de las reuniones o de los estudios bíblicos es común ver a la gente sentada enfrente de su casa o en cafés al aire libre. Por supuesto, debido al calor el paso aquí es algo más lento que en otras partes del país.’”
“De todos modos, probablemente sería más fácil aguantar esos tres meses de calor que los cinco o seis meses de frío que nosotros tenemos que aguantar aquí en el norte.”
“Tienes razón, Bert. Y escucha ahora a una misionera al describir su llegada a una nueva asignación: ‘Desde la capital chilena de Santiago, pegada a la falda occidental de la Cordillera, nuestro avión se eleva en forma de espiral como sacacorchos para lograr la altitud necesaria para pasar sobre la más elevada cordillera de las dos Américas. Se sujeta uno el cinturón de seguridad, y por lo general se lo deja uno hasta que termina el viaje corto y lleno de saltos en Mendoza, en las faldas orientales de los Andes. Pero los pocos minutos sobre esta majestuosa masa de roca y hielo dejan un recuerdo duradero. Nuestros ojos embeben la grandeza de la obra de Jehová.’ Los misioneros ciertamente llegan a conocer muchos lugares, ¿no es verdad?”
“Es verdad, y debe dar mucho gusto ver las cosas verdaderas en vez de solo fotografías. Pero, ¿qué clase de asignación resultó ser Mendoza?”
“Esto es lo que dice la carta: ‘Mendoza, aunque está tan cerca de los Andes cubiertos de nieve, es una tierra de sol y campos fértiles. Abundan sus viñas y olivares. Las calles con árboles a los lados son muy frescas y placenteras. Y es una ciudad inmaculadamente limpia. Las amas de casa se enorgullecen especialmente en dar brillo a las aceras de azulejos enfrente de sus casas. Entre la acera y el flanco hay un canal angosto... una vía acuática que hace posible tener árboles en una zona donde no hay mucha lluvia. Y la gente saca agua del canal y riega las calles. Mendoza tiene el pulso de una ciudad moderna, activa, con ciudadanos industriosos e instruidos. Cuando gente de esta clase se dedica a Jehová Dios, muestra esta misma diligencia en el ministerio cristiano.’”
“Parece una asignación ideal, Jack.”
“Sí, y hay muchas otras semejantes. Esta es la expresión de una persona que asistió a la primera clase de Galaad y ha estado en la obra misional: ‘Han pasado ya más de diecinueve años desde que llegué a la Argentina, y he conseguido residencia permanente desde a principios de 1950. Casi he vivido un tercio de mi vida en este país, y, especialmente desde la muerte de mi madre, realmente es mi hogar. Aquí mis amigos son muy queridos. De hecho, muchos aquí en Tucumán me tratan como miembro de la familia. Agradezco a Jehová el privilegio de servir en este país.’”
“Pues parece que hay muchos lugares donde hacen falta ayudantes más maduros.”
“Sí, y sé que la necesidad aún es grande en Buenos Aires, la capital federal. Sin duda alguna, en esas tierras del sur hay mucha mies que puede mantener ocupados a todos los corazones y manos que se puedan reclutar. ¿Qué te parece si los cuatro hacemos algo acerca de ello?”
“Me parece bien, pero ¿dónde comenzamos?”
“Bueno, pudiéramos escribir a la Oficina del Presidente, Sociedad Watch Tower Bible and Tract, y pedir información en cuanto a si llenamos los requisitos y las cosas que tendremos que tomar en cuenta en conexión con tal paso.”
“¿Por qué no lo haces tú por nosotros cuatro? y mientras tanto yo escribiré una carta a la sucursal de la Sociedad en uno de esos países para averiguar qué perspectivas hay de que entremos en su país y obtengamos una asignación.”
“Está bien. Y luego hay otro asunto. El idioma, ¿recuerdas? Tendremos que decidir qué país tendremos como mira, antes de que podamos hacer algo acerca de esto, porque en un país el idioma es el portugués y en el otro es el español. Pero cuando decidamos, podremos estudiar el idioma como grupo, una noche de cada semana, mientras completamos todos los otros arreglos y al mismo tiempo desempeñamos aquí nuestras responsabilidades teocráticas.”
“Entonces tenemos otro asunto inmediato que atender. Tendremos que hablar a nuestras excelentes ayudantes, nuestras esposas. Creo que sería bueno que cada matrimonio primero tuviera su consideración privada del asunto, y luego podemos hacer planes para reunirnos los cuatro y tener una consideración más amplia.”
“Excelente. Y podemos traer toda correspondencia reciente que recibamos de los misioneros, y de esta manera podremos aumentar nuestro conocimiento básico del campo sudamericano. En la siguiente reunión aquí en el Salón del Reino será interesante averiguar qué progreso hemos logrado y qué podemos hacer en cuanto a enfrentarnos al desafío de una mies abundante en los países del sur. Te veré entonces.”