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  • El crecimiento... impelido por Jehová
    La Atalaya 1969 | 1 de junio
    • tiene debilidades en su fe . . . porque Dios ha recibido con gusto a ése.” (Rom. 14:1-3) El alimento y la bebida pueden causar problemas ahora como los causaron entonces, y Pablo dijo que no hiciéramos de tales cosas el punto importante, sino, más bien que enfocáramos la atención en el Reino. “Deja de estar derribando la obra de Dios simplemente por causa de alimento.” (Rom. 14:20) Esto se extiende a otros asuntos además del alimento. Hermanos celosos quizás se sientan tan animados con la verdad que constantemente estén empujando a otros a mayor actividad sin dejar que ellos tomen su propia decisión tocante a cuánto tiempo quieren dedicar a varias actividades de la congregación. Vaya solo hasta donde van las Escrituras. (1 Cor. 4:6) Permita que otros se encarguen de las responsabilidades que ellos tienen, responsabilidades que quizás usted no entienda o quizás hasta ignore. Ayude donde pueda, pero no empuje. “La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos.”—Sant. 3:17.

      FUERA DEL CAMPO DE LO RAZONABLE: DESEOS PERJUDICIALES

      15. ¿Qué halla uno que prevalece fuera del campo de lo razonable? ¿Es prudente seguir a la mayoría de la gente o sus ideas?

      15 Fuertes deseos rigen y motivan al hombre en este presente sistema de cosas. Impelidos por fuerzas de poder explosivo, se hace cada vez más difícil hallar a los que observan el consejo de Tito 3:2: “No hablen perjudicialmente de nadie, que no sean belicosos, que sean razonables, desplegando toda apacibilidad para con todos los hombres.” El espíritu del mundo hace que uno dirija la atención a sí mismo, que empuje, que se apresure por ser personaje importante, y su entero concepto se describe muy bien en 1 Juan 2:16: “Porque todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo.” Estos deseos perjudiciales incluyen un extenso campo de actividad. Manías que atraen a los intereses egoístas barren por las poblaciones como epidemias, y persisten en la escena hasta que las elimina la siguiente ola de cosas extremadas. ¿Por qué debe querer una persona razonable pasar apresuradamente sin valerse de las provisiones ilimitadas de Jehová Dios para el placer del hombre y descender a lo que es producto del pensar degradado de criaturas humanas imperfectas? Hay modas del vestir que están diseñadas para vender el sexo; los anteojos que en otro tiempo eran útiles y necesarios ahora están diseñados para atraer la atención a quien los lleva. El alimento y la bebida se sacan de su propósito deseado y se desvían a un conducto que provee excitación.

      FUERA DEL CAMPO DE LO RAZONABLE: TEMOR

      16. Describa los muchos temores que plagan al hombre; ¿qué recomendaría usted para vencer estos temores?

      16 El temor al hombre es una fuerza apretadora; puede congelar el crecimiento y apretar al ministro de Dios hasta hacerlo inactivo. Si usted conoce los principios bíblicos por los cuales vivir y hace cuanto puede por seguirlos, ¿por qué temer lo que el hombre piense, sí, hasta lo que piense su hermano? El temor indica falta de conocimiento de lo correcto o el abstenerse de hacer lo que uno sabe que es correcto. Si uno sabe lo que es correcto hacer y lo hace sin temer lo que piensen los hombres, está creciendo. Jesús dijo: “Cuídense mucho de no practicar su justicia delante de los hombres a fin de ser observados por ellos.” (Mat. 6:1) Más bien, consiga la bendición de temer a Jehová, como se menciona en Proverbios 15:33: “El temor de Jehová es disciplina hacia la sabiduría”; y otra vez, en el Salmo 145:19: “Ejecutará el deseo de los que le temen.” De modo que podemos ser razonables y evitar el temor de otros dioses, de la superstición y de la calamidad. Los resultados: “En paz ciertamente me acostaré y también dormiré, porque tú, sí, tú solo, oh Jehová, me haces morar en seguridad.” (Sal. 4:8) La muerte pierde su dominio que infunde temor y tenemos la promesa de ser librados pronto de su señorío. (Heb. 2:14, 15) Con dignidad y respeto apropiados, y desprovistos de temor cobarde, nos mantenemos libres de muchos problemas: “El temblar ante los hombres es lo que tiende un lazo.”—Pro. 29:25.

      17. ¿Cuál debe ser la conclusión del hombre humilde para siempre?

      17 La vida es suficiente complicada sin agregar más problemas para estorbar el crecimiento de otra persona o ponerle obstáculos al suyo propio. Disfrute ahora de la vida mientras sirve a Jehová. Prescindiendo de cuántos privilegios de servicio reciba, de lo capacitado que sea en el desempeño de su trabajo, de lo eficaz que sea y bien organizado que esté usted, jamás confíe en la habilidad del hombre para el crecimiento, sino para siempre reconozca que ‘es Dios quien lo hace crecer.’—1 Cor. 3:7.

  • Una vida de bendiciones en el servicio de Jehová
    La Atalaya 1969 | 1 de junio
    • Una vida de bendiciones en el servicio de Jehová

      Según lo relató Athan Doulis

      MI VIDA, desde el punto de vista humano, tuvo su comienzo en un ambiente pobre, con expectativas igualmente pobres de un futuro satisfactorio. Nací en una pequeña aldea de las montañas de Epiro Septentrional, Albania, y nunca conocí a mi padre, porque murió tres meses antes de que yo naciera. Mi madre, según puedo recordar, era mujer piadosa, dedicada a lo que había aprendido; ella murió cuando yo tenía solo ocho años de edad. Mi única hermana se casó, y mi único hermano y yo fuimos expatriados a Estambul.

      Un tío mío se hizo cargo de mí y me crió según su fe ortodoxa griega. Frecuentaba el patriarcado y muchas iglesias de Estambul, y me llevaba consigo, suponiendo, parece, que esto serviría de sustituto a una educación académica. Pero yo me sentía ofendido al no poder adquirir instrucción como todos los otros jóvenes. Afortunadamente, hallé algunos viejos libros escolares que había desechado mi primo, y emprendí un curso de autoeducación.

      En 1923 fui como refugiado a Salónica, y luego, dos años después, fui a Albania para encontrar a mi hermano. Al llegar a la vieja casa, no encontré a mi hermano, porque estaba trabajando a unos 200 kilómetros de allí. Pero encontré La Atalaya, la Biblia, siete tomos de Estudios de las Escrituras, así como otros folletos sobre temas bíblicos. Algunos de los títulos, como “Infierno” y “La vuelta de nuestro Señor,” me atrajeron y comencé a leer. Mi cuñada trataba de desanimarme,

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