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  • La felicidad de la “nación cuyo Dios es Jehová”
    La Atalaya 1969 | 15 de mayo
    • 10, 16, 17) Es decir, la nación “feliz” no dependía de las fuerzas militares de este mundo; su liberación del consejo hostil de las naciones y de los pensamientos malignos de los pueblos la efectuaba su Dios Jehová, no la efectuaban guerreros poderosos y caballos de guerra llenos de energía. Esos rasgos no distinguen a las naciones y los pueblos de este mundo en este período de la historia humana, aquel en que más fuertemente armadas han estado. Las naciones y los pueblos gimen bajo la carga que han impuesto sobre ellos los gastos y las demandas de sus ministerios militares, navales y de su fuerza aérea. A pesar de las oraciones de sus papas, sacerdotes, y otros clérigos religiosos y órdenes religiosas, para ellos no es cierto que, sin militarismo, Jehová Dios les dé liberación.

      7. ¿Cómo se nos puede ayudar a determinar cuál es la nación feliz del Salmo 33:12, y qué nos dice la Biblia respecto a este asunto?

      7 En estos días en que el nacionalismo y el orgullo patriótico se están extendiendo arrolladoramente por toda la Tierra, ¿cuál nación puede señalarse a sí misma como la nación y el pueblo en quien se cumple hoy el Salmo 33:12? ¿Cuál, pues, es la nación “feliz,” el pueblo “escogido”? El mirar hacia atrás a la nación de la cual era miembro el escritor inspirado del Salmo 33 nos ayudará a averiguarlo, pues él escribió acerca de su propia nación. Desde el principio de la historia de ésta como nación había sido favorecida con milagrosa liberación por este Dios, el único que lleva el nombre Jehová. ¡Qué liberación dramática fue aquélla al mismo tiempo del nacimiento de la nación, cuando fue librada del cautiverio y la esclavitud en Egipto después de haber celebrado la Pascua en el año 1513 a. de la E.C., a lo cual siguió pocos días después la asombrosa liberación a través del lecho seco del mar Rojo hacia la península de Sinaí, mientras las fuerzas militarizadas de los egipcios fueron ahogadas como animales roedores en las aguas del mar que se volvían! Ninguna otra nación en la historia antigua o moderna puede señalar a una liberación como aquélla ni a nada parecido a ello en su historia como nación. La ribera oriental del mar Rojo fue escena de gran felicidad para aquella nación milagrosamente rescatada. ¡Jehová Dios verdaderamente los había escogido!—Éxo. 12:1 a 15:21.

      8. ¿Cuándo se organizó como nación a la gente que estaba bajo el mando de Moisés, y cuál fue el primer mandato que les dio Dios?

      8 El tercer mes después de su liberación de Egipto, este pueblo bajo la dirección del profeta Moisés estaba reunido al pie del monte Sinaí en la península de Arabia. Allí verdaderamente se les organizó como nación, separada y distinta de todas las otras naciones de la Tierra. Allí fueron favorecidos con escuchar una voz de parte de Dios declarando los famosos Diez Mandamientos y después de eso con dárseles aquellos Diez Mandamientos en forma escrita sobre tablas de piedra, escritos éstos, no por el profeta Moisés, sino por el “dedo de Dios.” Estos Diez Mandamientos fueron las primeras leyes del contrato o pacto legal que se hizo entre la nación y su Libertador celestial. El Primero de estos Diez Mandamientos insistía en que Él tenía que ser el Dios de ellos. Decía: “Yo soy Jehová tu Dios, que te he sacado de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos. No debes tener otros dioses contra mi rostro.” Ningún otro dios había participado en la liberación de ellos y por lo tanto Jehová tenía derecho de exigir devoción exclusiva de ellos.—Éxo. 19:1 a 20:18.

      MUERTE Y RENACIMIENTO DE UNA NACIÓN

      9. ¿Cómo podía esta nación continuar en un estado de felicidad, y cómo la ayudó Jehová?

      9 Mientras la nación se apegara a Jehová como su Dios se le hacía feliz. Mientras llevara a cabo su contrato o pacto nacional según fue mediado por el profeta Moisés, prosperaba en la tierra que manaba leche y miel a la cual su Dios la trajo en 1473 a. de la E.C. Solo cuando quebrantaban las leyes y mandamientos de su pacto nacional y se ponían a adorar dioses falsos de las naciones circunvecinas se metían en dificultades. Fiel a su pacto, Jehová Dios levantó a jueces especiales para librarlos de la mano de sus enemigos. Levantó a sus impávidos y francos profetas para advertirles en cuanto a la necedad de un mal proceder y en cuanto a las terribles consecuencias del mismo. Por oscilar entre la adoración del único Dios vivo y verdadero y los dioses falsos demoníacos, la nación sufrió altas y bajas. Debido a la bondad de Dios para con la nación, su segundo rey, a saber, David el hijo de Jesé de Belén, escribió: “¡Feliz es el pueblo cuyo Dios es Jehová!”—Sal. 144:15.

      10. ¿Cuándo llegó a su punto culminante la felicidad de esta nación, pero qué acontecimientos condujeron a la caída de la nación como nación “feliz” de Dios?

      10 Esta felicidad del pueblo escogido de Dios llegó a su punto culminante durante el reinado del hijo y sucesor de David, el rey Salomón de Jerusalén. (1 Rey. 4:20-25) Esta felicidad de la nación se perdió porque los gobernantes y la gente se entregaron a la adoración de ídolos y demonios. Los efímeros recobros de tales recaídas en la adoración falsa no resultaron suficientemente eficaces para salvar a la nación del desastre acerca del cual Jehová Dios les había advertido en los términos de su pacto solemne con la nación. Al tiempo que él había designado, él mismo maniobró el trastorno de la línea escogida de reyes de ella, la destrucción de la ciudad capital de Jerusalén y la desolación de su territorio nacional, la destrucción de su famoso templo construido por el rey Salomón en Jerusalén, y la deportación de un resto de sobrevivientes al distante país de Babilonia.

      11. ¿Qué esfuerzos hizo Jehová para salvar a su pueblo, pero qué actitud adoptaron ellos?

      11 De Jehová nadie puede mofarse por tiempo ilimitado, ni siquiera la nación y el pueblo que afirma tenerlo como su Dios. Este hecho recibe énfasis en 2 Crónicas 36:15-21, que describe los últimos días de la nación libre e independiente. Allí dice: “Y Jehová el Dios de sus antepasados siguió enviando avisos contra ellos por medio de sus mensajeros, enviando vez tras vez, porque sentía compasión por su pueblo y por su morada [el templo]. Pero continuamente estuvieron haciendo burla de los mensajeros del Dios verdadero y despreciando sus palabras y mofándose de sus profetas, hasta que la furia de Jehová subió contra su pueblo, hasta que no hubo curación.

      12. Describa el fin de aquella nación que tenía la bendición de Dios.

      12 “De modo que hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, que procedió a matar con la espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, y no sintió compasión por joven ni virgen, viejo ni decrépito. Todo lo dio El en su mano. Y todos los utensilios, grandes y pequeños, de la casa del Dios verdadero y los tesoros de la casa de Jehová y los tesoros del rey [Sedequías] y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia. Y procedió a quemar la casa del Dios verdadero y a demoler el muro de Jerusalén; y todas sus torres de habitación las quemaron con fuego y también todos sus objetos deseables, a fin de causar ruina. Además, a los que quedaron de la espada se los llevó cautivos a Babilonia, y llegaron a ser siervos para él y sus hijos hasta que la realeza de Persia empezó a reinar; para cumplir la palabra de Jehová por boca de Jeremías hasta que la tierra [de Judá] hubo pagado sus sábados. Todos los días de yacer desolada guardó sábado, para cumplir setenta años.”—Compare con 2 Reyes 24:20 a 25:26.

      13. ¿Qué efecto tuvo la destrucción de Jerusalén en el nombre de Jehová y en el pueblo de Dios?

      13 Con el derribo de su reino, la destrucción de Jerusalén y su templo de adoración, la desolación de toda la tierra de Judá, y el llevarse al resto de sobrevivientes al destierro en Babilonia, la nación murió. Porque era sabido por todas las naciones que su Dios era Jehová, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, este desastre nacional trajo gran oprobio sobre el nombre y reputación de Jehová. En cuanto a los que estaban en destierro en Babilonia, sus esperanzas llegaron a ser como un valle lleno de esqueletos desunidos, secos, sin fuerza humana para un resucitar. (Eze. 37:1-12) Su tierra natal, nacional, en Judá y Jerusalén ya no era la “tierra” de un pueblo con calidad de nación y que de acuerdo con ello llevara el nombre de “la tierra de Judá.” Llegó a ser una tierra declarada tabú, evitada por forasteros supersticiosos, la guarida de animales y pájaros salvajes, una desolación y una selva. Esto se había predicho en los mensajes de advertencia de los profetas Jeremías y Miqueas.—Jer. 32:43; 33:10, 12; Miq. 3:9-12; Jer. 26:18.

      14. ¿Qué preguntas se hacen ahora respecto a esta nación, y qué dijo la profecía de la Biblia?

      14 ¿Sería quitado alguna vez este oprobio contra el nombre de Jehová como Dios nacional y volvería a ser vestido de gloria su nombre de Soberano Universal? ¿Nacería de nuevo alguna vez la nación que estaba asociada con su nombre y gobernación? Y esta tierra declarada tabú, evitada, sobrecrecida de vegetación a semejanza de selva ¿volvería a ser restaurada alguna vez y sacada de su estado de ruina y desolación y sería conocida internacionalmente como la tierra de Judá? ¡Imposible como les hubiese parecido a las naciones paganas, especialmente a Babilonia, este renacimiento de la tierra, nación y adoración de Jehová en el templo figuraba en los propósitos de Jehová Dios! ¡Estaba escrito en las profecías de Jehová Dios en la Biblia!

      15, 16. ¿Qué fue impulsado a predecir Isaías acerca de Jerusalén, y qué promesa hizo Jehová tocante a su pueblo?

      15 El profeta Isaías fue uno que por inspiración predijo en términos explícitos el milagroso renacimiento. Para consolar al pequeño resto que se adhirió a la adoración pura de Jehová Dios, el profeta Isaías fue impulsado a predecir que en 607 a. de la E.C. Dios en calidad de Juez haría que el alboroto de la invasión y la destrucción llenara a Jerusalén y su templo y así pagaría en la misma moneda a todos los enemigos israelitas de su adoración lo que merecían pero que, después de eso, de una manera extraordinaria, la nación y tierra que habían sido destruidas nacerían de nuevo. Isaías dijo:

      16 “Oigan la palabra de Jehová, ustedes que están temblando ante su palabra: ‘Sus hermanos que los están odiando, que los están excluyendo por motivo de mi nombre, dijeron: “¡Sea glorificado Jehová!” También tiene que aparecer con regocijo por parte de ustedes, y ellos son los que quedarán avergonzados.’ ¡Hay un sonido de alboroto desde la ciudad, un sonido desde el templo! Es el sonido de Jehová que paga lo merecido a sus enemigos. Antes que ella empezara a estar con dolores de parto dio a luz. Antes que le vinieran los dolores de alumbramiento, aun dio liberación a un hijo varón. ¿Quién ha oído cosa como ésta? ¿Quién ha visto cosas como éstas? ¿Acaso una tierra será producida con dolores de parto en un solo día? ¿O nacerá una nación de una vez? Porque Sion [Jerusalén] ha entrado en dolores de parto y también ha dado a luz sus hijos.”—Isa. 66:5-8.

      17, 18. ¿Cuándo aconteció el “renacimiento,” y cómo fue semejante al milagro de dar a luz antes de experimentar dolores de parto?

      17 Para sorpresa de todas las naciones paganas que despreciaban a Sion o Jerusalén, aquel maravilloso “renacimiento” aconteció en el año 537 a. de la E.C., o exactamente setenta años después de la desolación de la tierra de Judá y de Jerusalén o Sion. El renacimiento sucedió muy súbitamente como si no hubiese sido precedido de dolores de parto, como si hubiese ocurrido antes de que los dolores de parto hubieran tenido tiempo de afligir el cuerpo de la madre. ¿Cómo?

      18 Babilonia, que rehusaba soltar a los de Judea de su destierro, mantuvo la dominación mundial hasta la noche del 16 de Tisri (o 5-6 de octubre) del año 539, el año sesenta y nueve de los setenta años de desolación predichos sobre Judá y Jerusalén o Sion. Durante la primera mitad del año setenta, alrededor de la primavera, Ciro el Grande, el conquistador persa de Babilonia, expidió su decreto que permitía a los desterrados de Judea regresar a su anterior tierra natal, y los instaba a ello, para reedificar el templo de Jehová en la ciudad de Jerusalén o Sion reedificada. A fines de aquel año setenta, a principios del otoño de 537 a. de la E.C. [1 de Tisri de 537 = 28-29 de septiembre de 537 a. de la E.C.] los del resto fiel ya estaban de nuevo en su amada tierra natal y establecidos allí, estableciéndose en muchos lugares donde anteriormente habían existido ciudades.—Esd. 1:1 a 3:6.

      19. ¿Qué le sucedió a Jerusalén después de solo unos cuantos meses de haberse efectuado la liberación?

      19 Así que no hubo ningún extenso período de dolores de parto en la forma de alguna dolorosa revuelta de parte de los “hijos” de Sion (o Jerusalén) para librarse del destierro babilónico y pelear de regreso a su tierra desolada y restablecerse como nación. Dentro de unos cuantos meses después del decreto de liberación de Ciro el Grande, un resto de adoradores verdaderos de Jehová Dios se hallaba de nuevo en la tierra, la cual ya no estaba bajo el tabú de Jehová. Llegó a ser la tierra de un pueblo con gobierno local, con un descendiente del rey David de Judea como su gobernador, y con un sumo sacerdote autorizado por Jehová Dios. Así fue que, con su propio territorio y su propio gobierno territorial, la nación de adoradores del único Dios vivo y verdadero nació de nuevo. Llegó a existir de nuevo una Sion o Jerusalén como gobierno nacional, y esta Sion tenía a sus “hijos” o habitantes y súbditos despejando y cultivando de nuevo el territorio de ella, la tierra de Judá. Se restauró allí la adoración de su Dios.

      JEHOVÁ DIOS NO FUE FRUSTRADO

      20, 21. “En un solo día” y “de una vez,” ¿qué había logrado Jehová, y en vindicación de qué?

      20 ¿Quién había oído alguna vez cosa como aquélla? ¿Quién había visto alguna vez cosas como aquellos desenvolvimientos nacionales y religiosos? Todo sucedió tan repentinamente, tan inesperadamente, y sin precedente. Pues, sin experimentar las dificultades de los dolores de parto, Sion, la organización terrenal de Jehová, dio a luz, al campo de la realidad, el “hijo varón” en la forma de un grupo nacional de gente. De pronto, como “en un solo día,” una tierra con calidad de nación fue producida desde una condición de desolación. “De una vez” el Dios Todopoderoso Jehová hizo que naciera, sí, que renaciera, una nación organizada de gente en pacto con él. Como si hubiese sido al preciso momento para que empezaran los dolores de parto, Sion, la organización de Jehová, dio a luz “sus hijos,” aquellos que componían la nación “hijo varón.” ¿Qué otra cosa podría ser esto sino el cumplimiento de la profecía de Jehová, en vindicación de su infalible palabra? Él fue responsable de aquel nacimiento por parte de su organización terrenal Sion. Tenía que suceder, sin aborto, o parto muerto, aun como él lo había predicho, al decir en el siguiente versículo:

      21 “‘En cuanto a mí, ¿haré que se rompa a través y no haré que se dé a luz?’ dice Jehová. ‘¿O estoy haciendo que se dé a luz y realmente causo un encerramiento?’ ha dicho tu Dios.”

      22. ¿Quién en realidad se presentó en la escena para este asombroso acontecimiento, y para ser una bendición para quién?

      22 Según esas palabras de Isaías 66:9 nada frustraría al Dios Todopoderoso Jehová en el momento último y crítico. Y la historia registrada prueba que así sucedió. Para este asombroso acontecimiento solo Jehová se presentó en la escena de los asuntos internacionales para el regocijo de aquellos “que están temblando ante su palabra.” Mientras que los religiosos que los odiaban y los perseguían quedaron avergonzados, ¡qué verdadero motivo tenía para sentir inefable felicidad la nación que había nacido de nuevo y “cuyo Dios es Jehová”! El “gozo de Jehová” llegó a ser su plaza fuerte.—Neh. 8:10.

  • Razones para felicidad nacional
    La Atalaya 1969 | 15 de mayo
    • Razones para felicidad nacional

      1, 2. (a) ¿Qué muestra que la bendición de Jehová estuvo sobre esta nación renacida por más de 600 años después de su renacimiento? (b) ¿Cómo afirmó Pablo ante Agripa que los judíos de su día en verdad constituían una nación?

      ISRAEL continuó su existencia por más de 605 años después de tan milagroso renacimiento en 537 a. de la E.C. Durante aquel período de tiempo Jehová Dios tuvo a bien enviarle más profetas, y casi hasta el fin de aquel período la nación mantuvo una posición singular de favor con él. Casi seiscientos años después del renacimiento de la nación un fariseo circunciso llamado Saulo de Tarso, de la tribu de Benjamín, dio un resumen de los privilegios con los cuales había sido favorecida la nación de la cual él era miembro por nacimiento, al decir: “¿Cuál, pues, es la superioridad del judío, o cuál es el provecho de la circuncisión? Muchísimo de todas maneras. En primer lugar, porque les fueron encomendadas las sagradas declaraciones formales de Dios.” “A favor de mis hermanos, mis parientes según la carne, que, como tales, son israelitas, a quienes pertenecen la adopción como hijos y la gloria y los pactos y la promulgación de la Ley y el servicio sagrado y las promesas; a quienes pertenecen los antepasados y de quienes provino Cristo según la carne.” (Rom. 3:1, 2; 9:3-5) ¡Qué buenas razones para sentirse felices!

      2 Hablando de su pueblo como “nación,” este mismo escritor dijo lo siguiente al rey Agripa en la ciudad de Cesarea: “En realidad, en cuanto al modo de vivir que desde la juventud llevé desde el principio entre mi nación y en Jerusalén, . . . conforme a la secta más estricta de nuestra forma de adoración yo viví fariseo. Y sin embargo ahora por la esperanza de la promesa que fue hecha por Dios a nuestros antepasados me hallo en pie llamado a juicio; siendo que nuestras doce tribus esperan alcanzar el cumplimiento de esta promesa rindiéndole servicio sagrado asiduamente noche y día. . . . ¿Por qué se juzga increíble entre ustedes el que Dios levante a los muertos? . . . Continúo hasta este día dando testimonio tanto a pequeño como a grande, pero no diciendo ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que iban a efectuarse: que el Cristo había de sufrir y, como el primero en ser resucitado de entre los muertos, iba a publicar luz tanto a este pueblo como a las naciones.”—Hech. 26:4-8, 22, 23.

      3. ¿Por qué razones podía estar feliz la renacida nación de Israel?

      3 Así que muchas y grandiosas eran las razones para que la renacida nación del antiguo Israel se sintiera feliz. Tenían la adoración pura del único Dios vivo y verdadero, Jehová, su Dador de Vida, y por lo tanto El los protegía de los espíritus demoníacos bajo el “príncipe de los demonios,” Satanás el Diablo. Jehová no solo era su Dios, sino también su Juez celestial y Dador de Estatutos. (Isa. 33:22) Ellos eran los descendientes naturales del amigo de Jehová, Abrahán, y de Isaac su hijo, y de Jacob su nieto y de los doce hijos de Jacob. Así todos ellos estaban emparentados según la carne y por lo tanto eran en realidad una gran familia o nación de hermanos y hermanas, verdaderamente un “pueblo,” una “nación.” Debido a que habían descendido directamente de Abrahán, Isaac y Jacob, todos los cuales tenían la promesa de Dios, y también debido a que habían sido rescatados por Jehová Dios de la esclavitud en la tierra de Egipto, esta nación era su posesión escogida o herencia. En realidad pertenecían a Jehová Dios.

      4. (a) ¿Qué significaba para esta nación el ser “descendencia de Abrahán?” (b) ¿Qué otras sobresalientes bendiciones habrían de venir mediante esta nación, culminando en qué acontecimiento en 33 E.C.?

      4 Estaban directamente en línea para ser la “descendencia de Abrahán” por medio de la cual se bendecirían para siempre todas las naciones de la Tierra. (Gén. 22:18; 26:2-5; 28:13, 14) Solamente a ellos se les habían encomendado las “sagradas declaraciones formales” u oráculos de Jehová Dios, en virtud de tener ellos las Santas Escrituras de la Ley y los Profetas y los Salmos. Tenían la oportunidad privilegiada de ser instruidos en todas estas “sagradas declaraciones formales de Dios” que contenían las maravillosas promesas y esperanzas divinas. Por medio del profeta Moisés estaban en un contrato o pacto nacional con su Dios; y por medio del pacto especial de Dios con la línea real del fiel rey David tenían la promesa de Dios de un reino eterno bajo su Mesías o Cristo. En efecto, se prometió que este Mesías o Cristo vendría a ellos directamente, puesto que nacería como miembro de su nación. (Dan. 9:24-26) Se prometió que su Mesías Rey vendría cabalgando a la ciudad capital de ellos, Jerusalén, para traerles paz y salvación. (Zac. 9:9) Según la historia, él en efecto lo hizo y precisamente a tiempo, en el año 33 E.C.—Mat. 21:1-14; Juan 12:12-18.

      5. ¿Qué cosa terrible le sucedió a esta nación en 70 E.C., haciendo surgir qué preguntas perturbadoras?

      5 A pesar de haber sido tan altamente favorecida, esta nación según la carne fue destruida en el verano del año 70 E.C. Por segunda vez la ciudad capital de Jerusalén fue destruida, su precioso templo de adoración fue arrasado, y la tierra de Judea fue desolada, esta vez por las legiones militares de Roma. Los judíos que sobrevivieron a este desastre fueron llevados cautivos y vendidos como esclavos por todas las naciones. ¿Por qué sucedió esto? ¿Por qué llegó aquella nación de Israel según la carne a estar en una condición tan infeliz?

      6. ¿Qué relación había entre la razón para la primera destrucción y la de la segunda?

      6 Bueno, ¿por qué les sobrevino el primer desastre nacional de esa clase? Puesto que la felicidad de la nación se había debido a tener a Jehová como su Dios, fue porque se habían apartado de la adoración de este Dios, Jehová su Salvador, Bendecidor y Protector. Por lo tanto el segundo desastre que le sobrevino a aquella misma nación se debió a la misma causa. Bajo la influencia de tradiciones humanas y preceptos de hombres, endurecieron sus corazones en incredulidad y rechazaron las “sagradas declaraciones formales de Dios.” Como punto crítico y culminante de esto rehusaron al prometido Mesías, el Hijo de Dios. Así perdieron su base para ser la nación “feliz” de Jehová.

      7. (a) ¿Qué preguntas críticas se plantean ahora? (b) ¿Por qué no es necesario que haya una nación renacida del Israel natural?

      7 Ahora surgen las preguntas críticas: Para que se cumplan las promesas divinas de la Santa Biblia, ¿es preciso que vuelva a haber un renacimiento de esta nación del Israel carnal, de judíos circuncisos naturales? ¿Acaso el nacimiento de la República de Israel el 15 de mayo de 1948 fue el cumplimiento moderno de la profecía, y se cumplirá en esta democrática República de Israel la promesa que Jehová le hizo a Abrahán tocante a la bendición de todas las familias y naciones de la Tierra? Según las Santas Escrituras, la respuesta es: ¡No! No es necesario que haya tal renacimiento de la nación del Israel natural y circuncisa. ¿Por qué no? Porque treinta y siete años antes de la destrucción de Jerusalén y su templo en el año 70 E.C. Jehová Dios ya había producido la nación verdadera en la cual las otras profecías de sus “sagradas declaraciones formales” han de cumplirse con

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