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El desafío de la mies en América del SurLa Atalaya 1969 | 1 de febrero
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pasado. ¡Ponte a pensar en las posibilidades de aumento!”
“¡Maravilloso! Creo que Agnes y yo deberíamos hablar seriamente en cuanto a irnos al sur.”
“Eso es exactamente lo que Irene y yo vamos a hacer. ¿Por qué seguir haciendo castillos en el aire respecto a tal asignación? Uno tiene que hacer algo acerca de ello. Y especialmente cuando uno lee y vuelve a leer, como lo hago yo, estas palabras de conclusión de una carta estimada: ‘Nosotros que felizmente estamos sirviendo en el Brasil continuamos rogando al Amo de la mies que envíe más obreros a su siega.’ Y el Brasil solo es una porción del campo grande que requiere atención según estas palabras citadas de Mateo 9:38.”
“Ahora me has interesado realmente. Dime más.”
UNA MIES SELECTA EN LA ARGENTINA
“Bueno, también recibimos cartas de la Argentina. Y es conmovedor enterarnos acerca del progreso de la obra del Reino allí desde sus pequeños comienzos en 1924. De hecho, hubo aumento espectacular rápidamente después de la llegada de misioneros entrenados en Galaad aquí también. Desde 1946 ha sido excelente el progreso, y ahora hay más de 14.000 Testigos que sirven a una población de 23.300.000. ¿Sabes lo que eso significa? Aproximadamente 1.500 habitantes por cada Testigo, y también esa población está esparcida a través de un país que va desde el trópico caluroso en el norte hasta los vientos fríos del lejano sur.”
“Eso significa que uno podría escoger su clima.”
“Tienes razón. Pero me gustaría que escucharas algunas de las maravillosas descripciones que los misioneros dan de sus asignaciones. Aquí está una de un misionero que está en Tucumán: ‘A éste se le llama el jardín de la República, por verse tan verde y tan exuberante con vegetación tropical. Durante los meses del verano de diciembre, enero y febrero noches en que la temperatura no baja lo suficiente para hacer cómodo el dormir. Por eso, cuando uno regresa a casa de las reuniones o de los estudios bíblicos es común ver a la gente sentada enfrente de su casa o en cafés al aire libre. Por supuesto, debido al calor el paso aquí es algo más lento que en otras partes del país.’”
“De todos modos, probablemente sería más fácil aguantar esos tres meses de calor que los cinco o seis meses de frío que nosotros tenemos que aguantar aquí en el norte.”
“Tienes razón, Bert. Y escucha ahora a una misionera al describir su llegada a una nueva asignación: ‘Desde la capital chilena de Santiago, pegada a la falda occidental de la Cordillera, nuestro avión se eleva en forma de espiral como sacacorchos para lograr la altitud necesaria para pasar sobre la más elevada cordillera de las dos Américas. Se sujeta uno el cinturón de seguridad, y por lo general se lo deja uno hasta que termina el viaje corto y lleno de saltos en Mendoza, en las faldas orientales de los Andes. Pero los pocos minutos sobre esta majestuosa masa de roca y hielo dejan un recuerdo duradero. Nuestros ojos embeben la grandeza de la obra de Jehová.’ Los misioneros ciertamente llegan a conocer muchos lugares, ¿no es verdad?”
“Es verdad, y debe dar mucho gusto ver las cosas verdaderas en vez de solo fotografías. Pero, ¿qué clase de asignación resultó ser Mendoza?”
“Esto es lo que dice la carta: ‘Mendoza, aunque está tan cerca de los Andes cubiertos de nieve, es una tierra de sol y campos fértiles. Abundan sus viñas y olivares. Las calles con árboles a los lados son muy frescas y placenteras. Y es una ciudad inmaculadamente limpia. Las amas de casa se enorgullecen especialmente en dar brillo a las aceras de azulejos enfrente de sus casas. Entre la acera y el flanco hay un canal angosto... una vía acuática que hace posible tener árboles en una zona donde no hay mucha lluvia. Y la gente saca agua del canal y riega las calles. Mendoza tiene el pulso de una ciudad moderna, activa, con ciudadanos industriosos e instruidos. Cuando gente de esta clase se dedica a Jehová Dios, muestra esta misma diligencia en el ministerio cristiano.’”
“Parece una asignación ideal, Jack.”
“Sí, y hay muchas otras semejantes. Esta es la expresión de una persona que asistió a la primera clase de Galaad y ha estado en la obra misional: ‘Han pasado ya más de diecinueve años desde que llegué a la Argentina, y he conseguido residencia permanente desde a principios de 1950. Casi he vivido un tercio de mi vida en este país, y, especialmente desde la muerte de mi madre, realmente es mi hogar. Aquí mis amigos son muy queridos. De hecho, muchos aquí en Tucumán me tratan como miembro de la familia. Agradezco a Jehová el privilegio de servir en este país.’”
“Pues parece que hay muchos lugares donde hacen falta ayudantes más maduros.”
“Sí, y sé que la necesidad aún es grande en Buenos Aires, la capital federal. Sin duda alguna, en esas tierras del sur hay mucha mies que puede mantener ocupados a todos los corazones y manos que se puedan reclutar. ¿Qué te parece si los cuatro hacemos algo acerca de ello?”
“Me parece bien, pero ¿dónde comenzamos?”
“Bueno, pudiéramos escribir a la Oficina del Presidente, Sociedad Watch Tower Bible and Tract, y pedir información en cuanto a si llenamos los requisitos y las cosas que tendremos que tomar en cuenta en conexión con tal paso.”
“¿Por qué no lo haces tú por nosotros cuatro? y mientras tanto yo escribiré una carta a la sucursal de la Sociedad en uno de esos países para averiguar qué perspectivas hay de que entremos en su país y obtengamos una asignación.”
“Está bien. Y luego hay otro asunto. El idioma, ¿recuerdas? Tendremos que decidir qué país tendremos como mira, antes de que podamos hacer algo acerca de esto, porque en un país el idioma es el portugués y en el otro es el español. Pero cuando decidamos, podremos estudiar el idioma como grupo, una noche de cada semana, mientras completamos todos los otros arreglos y al mismo tiempo desempeñamos aquí nuestras responsabilidades teocráticas.”
“Entonces tenemos otro asunto inmediato que atender. Tendremos que hablar a nuestras excelentes ayudantes, nuestras esposas. Creo que sería bueno que cada matrimonio primero tuviera su consideración privada del asunto, y luego podemos hacer planes para reunirnos los cuatro y tener una consideración más amplia.”
“Excelente. Y podemos traer toda correspondencia reciente que recibamos de los misioneros, y de esta manera podremos aumentar nuestro conocimiento básico del campo sudamericano. En la siguiente reunión aquí en el Salón del Reino será interesante averiguar qué progreso hemos logrado y qué podemos hacer en cuanto a enfrentarnos al desafío de una mies abundante en los países del sur. Te veré entonces.”
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‘Causa principal de la guerra’La Atalaya 1969 | 1 de febrero
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‘Causa principal de la guerra’
◆ John Wesley Lord, obispo de la Iglesia Metodista, viajó a varias capitales del mundo en busca de apoyo para la Primera Conferencia Religiosa Mundial sobre la Paz, que quizás se celebre en el Japón en 1970. Después de reunirse con representantes de las religiones judía, musulmana, hindú, budista, sintoísta y nominalmente cristiana, señaló que los líderes religiosos han “confesado que los cuerpos religiosos han sido la causa principal de las más terribles y destructivas guerras de todos los tiempos.”
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