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Cómo sabemos que se acercaLa Atalaya 1969 | 15 de febrero
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caiga condenada a la destrucción delante de este Hijo del hombre a quien hipócritamente ha afirmado servir. Nuestro propósito, acompañado de nuestro fuerte ruego, es estar en pie aprobados delante del Hijo del hombre como verdaderos seguidores de él que nos hemos mantenido erguidos, con la cabeza alzada, constantemente despiertos y jamás mirando atrás a la cristiandad y Babilonia la Grande, de las cuales hemos huido. Erguidos en la plena dignidad de nuestro servicio como siervos libres y dedicados del Dios Altísimo, mantendremos alzada nuestra cabeza, obedientemente proclamando el reino de nuestro Padre celestial, Jehová Dios, y sirviendo el interés de ese Reino. (Rom. 14:4) Este proceder activo y fiel en breve nos traerá el magnífico galardón de ser librados de este inicuo sistema de cosas y ser introducidos en el nuevo orden bendito de Dios, para adorarle y servirle por los siglos de los siglos en su templo imperecedero.
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Los registros históricos de Asiria y la BibliaLa Atalaya 1969 | 15 de febrero
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Los registros históricos de Asiria y la Biblia
DURANTE los muchos siglos los nombres de prominentes gobernantes asirios como Sargón, Tiglat-piléser (Teglatfalasar), Salmanasar y Senaquerib se han pasado de generación a generación de lectores de la Biblia. Con un sentido de realidad no igualado por ningún registro seglar, la Biblia relató los tratos de éstos con el pueblo de Judá e Israel. En el caso de Sargón, los historiadores seglares modernos por largo tiempo ni siquiera estuvieron seguros de su identidad.
Entonces, en los siglos dieciocho y diecinueve vino la era del arqueólogo. Excavaciones en túmulos de Mesopotamia produjeron hallazgos pasmosos. Refiriéndose específicamente a la obra que emprendió el arqueólogo Paul-Emile Botta, el escritor C. W. Ceram, en Gods, Graves and Scholars, escribe en la página 225: “Hasta ahora solo la Biblia había dicho algo pertinente acerca de la tierra entre los dos ríos, y para la ciencia del siglo diecinueve la Biblia era una colección de leyendas.”
Pero ahora aquellos guerreros-reyes de Asiria volvieron a vivir, a medida que salieron a luz sus propios anales, sus palacios, sus inscripciones de “despliegue” y sus “listas de reyes.” La asiriología vino a ser una ciencia aceptada, y los que se interesaban en su estudio penetraron en el volumen de datos que se desenterraron para formar la historia de un imperio poco conocido. Ahora se reconoció que los hechos relatados en la Biblia acerca de Asiria y sus gobernantes eran auténticos, pero los investigadores modernos se pusieron a desafiar la cronología o la fecha de los sucesos de la historia asiria según se hallan en la Biblia.
De modo que ahora surge la pregunta: ¿Tienen material confiable los especialistas de la asiriología sobre el cual basar sus supuestas correcciones del Libro que por tantos siglos mantuvo vivo el conocimiento de aquellos nombres antiguos y los sucesos relacionados con ellos? ¿Han provisto los registros y monumentos arrebatados de los túmulos polvorientos del Cercano Oriente una base tan sólida que ahora la
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