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  • Algo mejor que la confirmación
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 15/8 págs. 490-491

Algo mejor que la confirmación

CUANDO hacen su confirmación, los niños de las familias católicas romanas se arrodillan distribuidos a lo largo de la barandilla del altar de su iglesia. El obispo pasa a lo largo de la fila de estos jovencitos y les pone en la frente una combinación de aceite de oliva y bálsamo en la forma de la cruz mientras repite una fórmula prescrita por la tradición. A esta ceremonia se le considera como “un sacramento en el cual se da el Espíritu Santo a los ya bautizados a fin de hacerlos cristianos y soldados fuertes y perfectos de Jesucristo.”—The Catholic Encyclopedia de 1908, tomo IV, pág. 215.

La Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Anglicana, la Iglesia Luterana y varias otras también practican la confirmación de diversas maneras. Aunque no consideran la confirmación como sacramento, las iglesias protestantes que han retenido una forma de esta ceremonia la consideran un rito durante el cual el individuo renueva y confirma las promesas que otros hicieron al tiempo de su bautismo.

¿Han sido confirmados los hijos de usted? ¿Deberían serlo? Muchos padres sinceros, deseando ver a sus hijos fuertes en su fe, los han animado a confirmarse. Sin embargo, más tarde un número considerable ha sufrido desilusión, comprendiendo que la confirmación y la instrucción religiosa que la precedió no hizo a sus hijos cristianos fuertes. A menudo los padres han visto a sus hijos confirmados perder interés y, con el tiempo, hasta dejar de asistir a los servicios religiosos.

En esos casos, la confirmación evidentemente no ha cumplido su propósito deseado y, según la opinión de algunos, hasta ha sido perjudicial. Por ejemplo, Vergote, un dignatario eclesiástico de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, hizo notar lo siguiente: “El bautismo de infantes y particularmente su confirmación ha tenido un efecto desastroso y notable en su conciencia. . . . Aun antes que estos niños hayan tenido tiempo para pensar en su fe, les pedimos que hagan una solemne declaración de fe.”

Puesto que se reconoce que los resultados de esta costumbre no son los que se desean, surge la pregunta: ¿Hay algo mejor que la confirmación, algo que verdaderamente ayude a los hijos a tener fe fuerte?

Definitivamente se necesita instrucción. Pablo, un apóstol del Señor Jesucristo, escribió: “La fe, entonces, proviene del oír, y lo que se oye es la palabra de Cristo.” (Rom. 10:17, New American Bible) Fe de esta clase es una salvaguarda en este mundo moralmente corrompido. Pero, ¿dónde y cuándo deben oír los niños cosas que los capaciten para tener fe fuerte?

Según las Santas Escrituras, el hogar es el lugar principal donde enseñar a los hijos acerca del Creador. La ley de Dios dada a los israelitas mandaba que los padres dieran esta instrucción, y que lo hicieran en toda oportunidad. Se les dijo: “Tomen a pechos estas palabras que les mando hoy. Incúlquenlas en sus hijos. Hablen de ellas en casa y afuera, sea que estén ocupados o descansando.”—Deu. 6:6, 7, NAB.

Note que se requería la instrucción de los padres aunque los israelitas tenían un santuario para adoración. El santuario en Israel no era simplemente un lugar para sacrificios, sino también un centro de educación en la Ley de Dios. En particular se usaba para esto cada año sabático durante la fiesta de las cabañas. En ese tiempo se leía toda la Ley a todo Israel... a hombres, mujeres y niños. (Deu. 31:10-13) Esta lectura era de gran valor para familiarizar a los niños con lo que Dios requería de los que querían conseguir su aprobación y bendición. Pero no libraba a los padres de su responsabilidad de enseñar a su prole. La instrucción disponible en el santuario tenía que ser reforzada por la enseñanza cotidiana en casa.

De modo similar, aunque se reúnen con regularidad con sus hijos para oír la Palabra de Dios que se considera en las reuniones de la congregación, los padres cristianos están bajo obligación de reforzar esta enseñanza. El apóstol Pablo aconsejó: “Ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová.” (Efe. 6:4, New World Translation) ¿Les suministra usted instrucción de este tipo a sus hijos? La necesitan para enfrentarse con éxito a los problemas cotidianos de la vida.

Una mujer temerosa de Dios que vivió en el primer siglo E.C., Eunice la madre de Timoteo, reconoció esto y le tuvo mucho aprecio. Como resultado del entrenamiento que ella suministró, Timoteo conoció las Escrituras “desde la infancia.” (2 Tim. 3:15) Los esfuerzos que ella hizo fueron abundantemente bendecidos al ver a su hijo llegar a ser un joven de fe sobresaliente. Dos de las cartas inspiradas en la Biblia se dirigen a él. Voluntariamente se gastó a favor de otros. En una de sus cartas a Timoteo, el apóstol Pablo escribió: “Recuerdo la fe que hay en ti sin hipocresía alguna, y que moró primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, pero la cual estoy seguro también se halla en ti.”—2 Tim. 1:5.

¿A qué padres cristianos no les agradaría ver que sus hijos reflejaran una fe como ésta? Pero no viene automáticamente. El enseñar con regularidad las Santas Escrituras en casa es una necesidad imprescindible. Mientras que la confirmación y la instrucción religiosa que la ha precedido han fallado vez tras vez en cuanto a producir cristianos fuertes, la educación bíblica impartida por los padres con regularidad ha contribuido repetidas veces e inconmensurablemente a la realización de esta mira. Esto es de esperarse, puesto que el entrenamiento de los padres en el camino de la justicia está en armonía con el mandato explícito de Dios.

Por otra parte, aun los que defienden la confirmación reconocen que en gran parte esa ceremonia es asunto de tradición y realmente no tiene apoyo en las Escrituras. The Catholic Encyclopedia de 1908 (tomo IV, pág. 217) declara: “El Sacramento de la Confirmación es un ejemplo notable del desenvolvimiento de la doctrina y ritual de la Iglesia. . . . no hemos de esperar hallar allí [en la Santa Escritura] una descripción exacta de la ceremonia como se ejecuta en la actualidad, ni una solución completa a las diversas cuestiones teológicas que han surgido desde entonces.”

Por supuesto, para que los padres ayuden a sus hijos a tener una fe que se base en la Palabra de Dios, ellos mismos tienen que estar bien familiarizados con su contenido. ¿Se siente usted equipado para cumplir con esa responsabilidad dada por Dios? Si usted es un padre o una madre a quien le gustaría mejorar la educación bíblica que les es disponible a sus hijos, los testigos de Jehová gustosamente le ayudarán estudiando con usted las Escrituras en el retiro de su hogar, y sin costo alguno para usted. Toda la familia puede participar en este estudio. Hay millares de padres que por medio de estos estudios han sido ayudados a edificar su conocimiento lo suficiente como para efectuar un buen trabajo de enseñar las verdades de la Biblia a sus propios hijos. Si usted se interesa en lograr esto, pregunte a los testigos de Jehová acerca de su arreglo de estudio bíblico de casa la siguiente vez que lo visiten, o escriba a los publicadores de esta revista, solicitando que se envíe a alguien para que demuestre cómo se llevan a cabo estas consideraciones de la Biblia con la familia.

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