“Éste es mi Hijo”
Un artículo preparado especialmente para que los padres lo lean con sus hijos
TODOS nosotros tenemos padre. Tú tienes padre. Y yo tengo padre. Cuando una muchachita hace cosas buenas, a su padre le agrada decir a otros: “Ésta es mi hija.” Y cuando un muchachito hace lo que es correcto, su padre dice con orgullo: “Éste es mi hijo.”
Jesús siempre hace lo que le agrada a su Padre. De modo que su Padre está orgulloso de él. ¿Y sabes lo que hizo el Padre de Jesús? Hasta habló desde el cielo para decir a los hombres: “Éste es mi Hijo.”
A Jesús no le parece difícil hacer las cosas que le agradan a su Padre. Si uno hace las cosas solo porque tiene que hacerlas, parece difícil. Pero cuando está dispuesto, es fácil.
El estar dispuesto significa realmente querer hacer algo, hacerlo de buena gana. Significa estar listo para hacerlo. Jesús está dispuesto a hacer lo que su Padre le pide que haga. ¿Sabes por qué? Porque él realmente ama a su Padre.
Jesús mostró esto aun antes de venir a la Tierra. Tenía un lugar maravilloso en el cielo con su Padre, Jehová Dios. Pero Dios tenía un trabajo especial que él quería que Jesús hiciera. Para hacer ese trabajo, Jesús tuvo que salir del cielo. Tuvo que nacer como un nenito en la Tierra. Jesús estuvo dispuesto a hacer esto porque Jehová quería que él lo hiciera. Jesús ama tanto a su Padre que siempre quiere agradarle.
Para nacer como nene en la Tierra, era preciso que Jesús tuviera una madre. ¿Sabes quién fue? Se llamaba María.
Jehová envió a su ángel Gabriel desde el cielo para hablarle a María. Gabriel le dijo a María que iba a tener un nene. El nene se llamaría Jesús. ¿Y quién sería el padre del nene? El ángel dijo que el padre del nene sería Jehová Dios. Es por eso que a Jesús se le llamaría Hijo de Dios.
¿Qué crees tú que María pensó acerca de esto? ¿Crees que dijo: “No quiero hacer eso”? ¿Dijo ella: “No quiero ser la madre de Jesús”?
No, María estaba dispuesta a hacer lo que Dios quería. Estuvo muy dispuesta a escuchar al ángel de Dios. ¡Era como escuchar a Dios! Y María quería escuchar a Dios. Amaba a Dios y tenía gusto en hacer lo que Jehová Dios quería que hiciera.
Pero, ¿cómo pedía Jehová hacer que su Hijo que estaba en el cielo naciera como nene en la Tierra? No hay nadie más poderoso que Jehová en ninguna parte. Él puede hacer cosas que nadie más puede hacer. De modo que Jehová tomó la vida de su Hijo desde el cielo y la puso dentro, de María. Así fue que Jesús empezó a crecer dentro de María. Jesús creció dentro de María de la misma manera que otros nenes crecen dentro de sus madres.
Entonces llegó el tiempo cuando Jesús había de nacer. Nació en la ciudad de Belén. María y su esposo José estaban de visita en aquella ciudad. Pero Belén estaba llena de gente. No había ni siquiera una habitación donde pudieran quedarse María y José la noche que nació Jesús. Tuvieron que poner al nene Jesús en un pesebre. Un pesebre nos hace pensar en un establo donde se tienen los animales, y no en una casa donde vive la gente.
Sucedieron cosas emocionantes la noche en que nació Jesús. Cerca de Belén un ángel habló con algunos pastores. Les dijo a los pastores qué importante persona era Jesús. Les dijo: ‘¡Miren! Les estoy diciendo a ustedes buenas nuevas que harán feliz a la gente. Hoy nació alguien que salvará a la gente.’ (Luc. 2:10, 11) Jesús haría muchas cosas buenas para la gente que ama a Dios.
¡Estas eran buenas nuevas! Otros ángeles del cielo ahora alabaron juntos a Dios. ¡Estaban felices! Los pastores pudieron oír lo que decían.
Ahora los pastores quisieron ver a Jesús. El ángel les dijo que podían hallar a Jesús en Belén. De modo que fueron a aquel lugar. Cuando los pastores vinieron a ver a Jesús, les contaron a José y María todas las cosas buenas que habían oído. Esto hizo que José y María se sintieran muy agradecidos a Dios. ¿Te puedes imaginar lo feliz que se sintió María por haber estado dispuesta a ser la madre de Jesús?
Más tarde, José y María llevaron a Jesús a la ciudad de Nazaret. Allí fue donde creció Jesús. Cuando creció, comenzó su gran obra de enseñar. Esta era parte de la obra que Jehová Dios quería que su Hijo hiciera en la Tierra. Jesús estuvo dispuesto a hacer esa obra porque Jesús ama mucho a Jehová Dios.
Antes de que Jesús comenzara su obra como el Gran Maestro, fue bautizado por Juan el Bautista. ¡Entonces sucedió algo asombroso! Al salir Jesús del agua, Dios habló desde el cielo. Jehová dijo: “Éste es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.”—Mat. 3:17.
Más tarde, Jesús y sus seguidores Pedro, Santiago y Juan subieron a un monte alto. ¿Qué sucedió allí? Mientras Pedro y los otros observaban, la ropa de Jesús comenzó a volverse reluciente. En una visión se vio que Moisés y Elías estaban hablando con Jesús. Entonces se oyó la propia voz de Dios. Jehová dijo acerca de Jesús: “Éste es mi Hijo, el amado.” (Mar. 9:2-8) Dios estaba complacido con su Hijo.
Jesús siempre hizo lo correcto. No fingió ser alguien que realmente no era. No le dijo a la gente que él era Dios. El ángel Gabriel le había dicho a María que Jesús sería llamado Hijo de Dios. Jesús mismo dijo que él es Hijo de Dios. Y él no le dijo a la gente que sabía más que su Padre. Dijo: “El Padre es mayor que yo.”—Juan 14:28.
Cuando el Padre de Jesús le daba trabajo que hacer, Jesús lo hacía. No decía que lo haría, para luego ponerse a hacer otra cosa. Él amaba a su Padre. De modo que escuchaba lo que su Padre decía. Entonces cuando Jesús vino a la Tierra, hizo lo que su Padre lo envió a hacer. No pasó su tiempo haciendo otra cosa. Con razón Jehová está complacido con su Hijo.
¿Quieres complacer a Jehová también? Entonces siempre trata de ser como Jesús. Escucha a tu padre cuando él habla. Haz las cosas que él dice. Y acuérdate, no te parecerá difícil si realmente lo amas.