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Acordándote de tu Creador en los días de tu mocedadLa Atalaya 1971 | 1 de noviembre
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quizás conozca a algunos jóvenes que necesitan ayuda, sí, ayuda y cuidado maduros.
17. ¿Qué resultará si a nuestros jóvenes se les da entrenamiento e instrucción apropiados, junto con un buen ejemplo?
17 Pues bien, ahora pregúntese: ¿Qué puedo hacer para servir de más ayuda a los jóvenes? Si usted es padre o madre, ¿puede dar aun más cuidado y atención a sus hijos para asegurarse de que crezcan como alabadores de Jehová? Si está asociado con los testigos cristianos de Jehová en una congregación, pregunte qué puede hacer para ayudar a los jóvenes por su ejemplo en celo y devoción a Jehová y por hacer su voluntad. No concluya que usted está haciendo todo lo que le es posible hacer. Siempre se puede mejorar. Interesándonos debidamente en conseguir y mantener buenas líneas de comunicación con los jóvenes y respondiendo los jóvenes con su hablar, conducta, amor, fe y castidad, se dará gran alabanza al Creador de la humanidad, Jehová Dios. Entonces todos juntos podemos poner por obra las palabras del salmista, que dijo: “¡Alaben a Jah! Alaben a Jehová desde los cielos, alábenlo en las alturas. Alaben a Jehová desde la tierra, . . . ustedes los jóvenes y también ustedes las vírgenes, ancianos junto con muchachos. Alaben ellos el nombre de Jehová, porque solo su nombre es inalcanzablemente alto. Su dignidad está por encima de tierra y cielo.”—Sal. 148:1, 7, 12, 13.
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“Felices son los pacíficos”La Atalaya 1971 | 1 de noviembre
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“Felices son los pacíficos”
Un artículo preparado especialmente para que los padres lo lean con sus hijos
¿CONOCES muchachos que siempre tratan de hacer creer que son importantes y muy valientes? ¿Te gusta estar con ellos, o prefieres estar con alguien que sea pacífico?
El Gran Maestro sabe qué clase de personas le agradan a Dios. Él dijo: “Felices son los pacíficos, puesto que ellos serán llamados ‘hijos de Dios.’” Esa es la clase de personas que nosotros queremos ser, ¿verdad? Queremos ser pacíficos.—Mat. 5:9.
Pero a veces otras personas hacen cosas que nos enojan. Y quizás nos den ganas de vengarnos de ellas. Así les paso una vez a los discípulos de Jesús.
Iban viajando con Jesús hacia Jerusalén. Cuando habían viajado alguna distancia, Jesús envió algunos de ellos adelante a una aldea para hallar un lugar donde descansar. Pero la gente de allí no quiso que se quedaran en aquella aldea. Aquellas personas tenían una religión diferente. Y no les gustaban las personas que iban a la ciudad de Jerusalén a adorar.
Si eso te hubiera pasado a ti, ¿qué hubieras hecho? ¿Te hubieras enojado? ¿Hubieras deseado vengarte de aquella gente?
Eso es lo que los discípulos Santiago y Juan quisieron hacer. Le dijeron a Jesús: ‘¿Quieres que digamos que baje fuego del cielo y los destruya?’ Pero Jesús les dijo que no era correcto tratar así a otras personas.—Luc. 9:51-56.
Es cierto que a veces la gente puede portarse mal con nosotros. Puede ser que otros niños no quieran dejar que participes en sus juegos. Quizás hasta digan: “No queremos que andes por aquí.” Cuando algo así pasa, puede hacer que nos sintamos mal, ¿verdad? Tal vez nos den ganas de hacer algo para vengarnos de ellos. Pero, ¿deberíamos hacerlo?
¿Por qué no sacas tu ejemplar de la Biblia? Y vamos a buscar Proverbios, capítulo veinticuatro, versículo veintinueve. Allí dice: “No digas: ‘Tal como me hizo mí, así voy a hacerle a él. Le pagaré a cada uno según su obrar.’”
¿Qué significa eso para ti? Dice que no debemos tratar de vengarnos. No debemos ser malos con la otra persona porque ella haya sido mala con nosotros. Dios no quiere que hagamos eso.
Pero, ¿qué hay si alguien trata de buscar una pelea contigo? Quizás trate de enojarte, insultándote. Puede ser que se ría de ti y diga que eres miedoso. Quizás te llame afeminado. ¿Qué debes hacer? ¿Debes dejar que haga que te metas en una pelea?
Veamos otra vez lo que dice la Biblia. Busca Mateo, capítulo cinco, versículo 39 treinta y nueve. Allí dice Jesús: “No resistan al que es inicuo; antes al que te dé una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.”
¿Qué quiso decir Jesús con eso? ¿Quiso decir que si alguien te da un puñetazo en un lado de la cara, debes dejar que te dé en el otro lado? No, no quiso decir eso.
Una bofetada no es como un puñetazo. Es más parecido a un empujón. La persona que hace esto lo hace para buscar pelea. Quiere que nos enojemos. Y si nos enojamos y devolvemos el empujón, ¿qué sucede? Lo más seguro es que nos metamos en una pelea.
Jesús no quería que sus seguidores se portaran así. De modo que dijo que si alguien nos abofetea, no debemos devolver la bofetada. No debemos enojarnos y ponernos a pelear. Si lo hacemos, mostramos que no somos mejores que el que empezó la pelea.
Si se presenta dificultad, lo mejor es alejarnos. Quizás la otra persona nos dé unos cuantos empujones más. Pero es probable que con eso terminen las cosas. Cuando tú te alejas, eso no demuestra que eres débil. Muestra que a favor de lo que es correcto tú eres fuerte.
Bueno, pero ¿qué debemos hacer si vemos que otras personas están peleando? ¿Debemos meternos en la pelea y ponernos de parte de uno o del otro?
La Biblia nos dice lo que es correcto. Busca Proverbios, capítulo veintiséis vs. 17 y versículo diecisiete. Dice: “Como quien agarra por las orejas a un perro es cualquiera que al pasar está enfureciéndose por la riña que no es suya.”
¿Qué sucedería si agarraras por las orejas a un perro? Esto le dolería al perro, y él trataría de morderte, ¿verdad? Mientras más tratara de soltarse el perro, más fuerte le apretarías las orejas. Y más agitado se pondría el perro. Si lo soltaras, lo más seguro es que te mordería fuerte. Pero, ¿puedes quedarte allí y tenerlo agarrado de las orejas para siempre?
Bueno, ésa es la clase de dificultad en que nos meteríamos si nos mezcláramos en una pelea entre otras personas. Quizás no sepamos quién empezó la pelea o por qué están peleando. Puede que uno de los dos esté recibiendo muchos golpes, pero quizás le robó algo al otro. Si lo ayudáramos, estaríamos ayudando a un ladrón. Eso no sería bueno, ¿verdad? Por eso, ¿qué debes hacer si ves una pelea? Si es en la escuela, puedes correr y decírselo al maestro. Y si no es en la escuela, puedes llamar a un policía.
Aunque otras personas quieran pelear, nosotros podemos ser pacíficos. Quizás ellas quieran pelear. Pero nosotros podemos mostrar que a favor de lo que es correcto somos fuertes.
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¿Es usted un cristiano animador?La Atalaya 1971 | 1 de noviembre
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¿Es usted un cristiano animador?
POCOS gozos en la vida producen la satisfacción limpia y genuina que viene de hacer algo en provecho de otros. Ahora bien, puede que usted no tenga mucho de los bienes de este mundo para dar a los necesitados. Es posible que el tiempo y energías que tenga también sean bastante limitados. Pero hay una cosa que usted ciertamente puede hacer para mostrar amor a los que junto con usted son siervos de Dios. Puede ser animador.
El ser animador quiere decir que uno habla u obra de manera que acreciente la confianza o esperanza de otro. La palabra ánimo es sinónimo de coraje, y coraje proviene del latín cor que significa “corazón.” El ser animador, por lo tanto, entraña el fortalecer el corazón.
Al animar, uno puede ayudar a otros a aguantar, a perseverar, a evitar que abandonen el servicio de Dios. Así los ayuda a ser mejores cristianos. Como bien se ha dicho: “La corrección logra mucho, pero el animar logra más. El animar después de censurar es como el Sol después de la lluvia.”
En la Biblia abundan los ejemplos de personas que fueron animadoras. Así, una noche, después que el apóstol Pablo había sido rescatado por soldados romanos de ser despedazado a manos de saduceos y fariseos contenciosos, se le apareció el Señor Jesús y le dijo: “¡Ten buen ánimo! Porque como has estado dando testimonio cabal de las cosas acerca de mí en Jerusalén, así también tienes que dar testimonio en Roma.” (Hech. 23:11) ¡Qué fortalecedor debe haber sido eso para Pablo en aquel tiempo dificultoso!
Pablo mismo animó a los cristianos de Macedonia “con muchas palabras.” Y libros enteros de la Biblia, como el libro de Hebreos y la primera carta de Pedro, fueron escritos en gran parte como “estímulo” o ánimo a compañeros cristianos.—Hech. 20:2; Heb. 13:22; 1 Ped. 5:12.
Repetidas veces a los siervos de Dios se les aconseja que sean animadores: ‘Fortalezcan las manos débiles, y hagan firmes las rodillas que bambolean. Digan a los que están ansiosos de corazón: ‘Sean fuertes. No tengan miedo. ¡Miren! Su propio Dios vendrá . . . y los salvará.’” (Isa. 35:3, 4) Una razón principal por la que se exhorta a los cristianos a ‘reunirse’ es para que estén “animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día va acercándose.”—Heb. 10:25.
EL ÁNIMO SATISFACE NECESIDAD VITAL
Sí, hay pocas cosas que los siervos de Dios necesiten tanto —y les sean tan gratas— como el ánimo. Por no ser parte del mundo, afrontan oposición y a menudo persecución enconada. (Juan 15:18-21) A
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