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    La Atalaya 1971 | 1 de julio
    • una actitud de previsión como ésta cuando dijo: “¿Quién de ustedes que quiere edificar una torre no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo suficiente para completarla?”—Luc. 14:28.

      A los testigos de Jehová se les conoce bien por su honradez en todo aspecto de la vida. Y así es como debe ser. Saben que para tener la aprobación de Dios tienen que ser tan honrados en sus asuntos financieros como en cualquier otro aspecto de la vida. De modo que no participan en actividades comerciales astutas que defraudan a los clientes o al gobierno, no excusan tratos faltos de honradez o ética, ocultándose tras leyes corporativas u otras argucias legales, ni voluntariosamente dejan de pagar sus cuentas.b Todo esto va de acuerdo con el consejo de la Biblia de ser honrados y evitar el mentir, el hurtar, el defraudar y la codicia.—Col. 3:9; Efe. 4:28; 1 Cor. 6:8-10.

      En el caso raro en que suceda algo inesperado, como un accidente, y esto haga imposible que el cristiano pague en ese momento una cuenta, su honradez y equidad lo guiarán. Por ejemplo, por consideración a su acreedor se comunicará con él y le explicará lo que ha sucedido. Es muy probable que el acreedor aprecie muchísimo la franqueza del cristiano y convenga en aceptar pagos menores o algo semejante en vez de pasar el caso a una agencia de cobranzas y luego recibir solo una porción de lo que se cobre. La obvia honradez del cristiano al estar determinado a pagar la cuenta se destacará en contraste evidente con las personas que simplemente pasan por alto una cuenta que no pueden o prefieren no pagar.

      De modo que aun en el asunto de pagar cuentas el cristiano puede sostener la excelente reputación que tienen los testigos de Jehová de ser honrados. Así no se le acarrea ningún vituperio a la congregación, y se continúa hablando recomendatoriamente del camino de la verdad.—2 Ped. 2:2.

      ● ¿Cuál es el “tercer cielo” y el “paraíso” a los que se refiere 2 Corintios 12:2, 4?—R. B., EE. UU.

      En 2 Corintios 12:2-4 el apóstol Pablo describe a uno que fue “arrebatado . . . hasta el tercer cielo” y “al paraíso.” Puesto que no se menciona en las Escrituras a ninguna otra persona que haya tenido una experiencia de esta clase, parece probable que ésta haya sido una experiencia que tuvo el mismo apóstol Pablo. Aunque algunos se han esforzado por relacionar la referencia de Pablo al “tercer cielo” con el punto de vista rabínico primitivo de que había etapas de cielo, hasta un total de “siete cielos,” este punto de vista no tiene apoyo en las Escrituras.

      Cuando examinamos el contexto, se hace patente que el apóstol no está refiriéndose a los cielos dentro de la expansión atmosférica de la Tierra ni al espacio exterior. El apóstol escribió: “Pasaré a visiones y revelaciones sobrenaturales del Señor. Conozco a un hombre en unión con Cristo que, hace catorce años —si en el cuerpo no lo sé, o fuera del cuerpo no lo sé; Dios lo sabe— fue arrebatado como tal hasta el tercer cielo. . . . fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inexpresables que no le es lícito al hombre hablar.”—2 Cor. 12:1-4.

      Por lo tanto parece que la referencia al “tercer cielo” se relaciona con los cielos espirituales e indica el grado superlativo del arrobamiento en que se contempló esta visión. Tocante a eso, uno puede notar la manera en que las palabras y las expresiones se repiten tres veces en Isaías 6:3; Ezequiel 21:27, Juan 21:15-17 y Revelación 4:8, evidentemente con el propósito de expresar una intensificación de la calidad o idea.

      Arrebatado al “tercer cielo,” el que vio la visión entró en el “paraíso” y oyó palabras inexpresables. Una clave para entender la descripción de la visión de Pablo se encuentra en las profecías de las Escrituras Hebreas que se relacionan con la restauración del pueblo antiguo de Dios. En las páginas de muchos libros proféticos de la Biblia se encuentran promesas divinas en cuanto a que Israel sería restaurado a su patria desolada desde las tierras donde estaría desterrado. Dios haría que la tierra abandonada fuera labrada y sembrada, que produjera abundantemente y abundara en humanos y animales; las ciudades serían reedificadas y habitadas y la gente diría: “Esa tierra de allí que había estado desolada ha llegado a ser como el jardín de Edén.”—Eze. 36:6-11, 29, 30, 33-35; compare con Isaías 51:3; Jeremías 31:10-12; Ezequiel 34:25-27.

      Sin embargo, estas profecías también muestran que las condiciones paradisíacas se relacionaban con la gente misma. Por ser fieles a Dios, ellos ahora podrían “brotar” y florecer como ‘árboles de justicia,’ disfrutando de hermosa prosperidad espiritual como un “jardín bien regado,” regado de generosas bendiciones procedentes de Dios por tener el favor de él. (Isa. 58:11; 61:3, 11; Jer. 31:12; 32:41) El pueblo de Israel había sido la viña de Dios, su plantación, pero su maldad y el hecho de que había apostatado de la adoración verdadera habían ocasionado un ‘marchitamiento’ figurado de su campo espiritual, aun antes de que aconteciera la desolación literal de su tierra.—Compare con Éxodo 15:17; Isaías 5:1-8; Jeremías 2:21.

      Por eso el paraíso que contempló el apóstol Pablo podría referirse a una condición espiritual entre el pueblo de Dios, como sucedió en el caso del Israel carnal. Esto se puede discernir por el hecho de que la congregación cristiana también era el “campo de Dios bajo cultivo,” su viña espiritual, arraigada en Jesucristo y llevando fruto para alabanza de Dios. (1 Cor. 3:9; Juan 15:1-8) Como tal había reemplazado a la nación de Israel en el favor de Dios.—Compare con Mateo 21:33-43.

      Sin embargo, la visión de Pablo lógicamente debe haber aplicado a algún tiempo futuro. Entre la congregación cristiana habría de infiltrarse una apostasía, ya había comenzado en el día de Pablo y resultaría en una condición como la de un campo sobresembrado de mala hierba. (Mat. 13:24-30, 36-43; Hech. 20:29; 2 Tes. 2:3, 7; compare con Hebreos 6:7, 8.) Por eso, no sería razonable que la visión paradisíaca de Pablo hubiera aplicado mientras ésa fuera la situación. Más bien, es evidente que estaría relacionada con el tiempo de la “siega” cuando los cristianos genuinos serían reunidos por los segadores angelicales y disfrutarían de abundantes bendiciones y prosperidad espiritual de parte de Dios.

      Los seguidores ungidos de los pasos de Jesucristo que están viviendo hoy realmente están disfrutando de un paraíso espiritual, como se puede ver por la prosperidad espiritual que es patente ahora entre ellos. De hecho, la prosperidad espiritual en la actualidad bajo el reino establecido de Dios es más gloriosa que aquella de que se disfrutó durante los días apostólicos, el período inicial del cristianismo. Participa en la prosperidad espiritual de hoy la “grande muchedumbre” de “otras ovejas” que esperan con deleite disfrutar de un paraíso literal aquí en la Tierra en el futuro cercano.—Rev. 21:1-4.

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    La Atalaya 1971 | 1 de julio
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      ¿ES USTED VERDADERAMENTE PRÁCTICO?

      ¿Lo consideran a usted “idealista” porque desea ver un mundo en paz, un mundo en que los hombres no se opongan unos a otros debido a diferencias en el color de la piel, el origen nacional o puntos de vista religiosos? Esto no es un sueño infundado. Ya ha llegado a ser realidad entre los testigos de Jehová por todas partes del mundo. Esto se debe a que ellos han aceptado la Palabra de Dios, la Biblia, como verdad, y a que esperan con plena confianza el cumplimiento de la promesa de Dios respecto al futuro. ¿No demuestran los resultados lo práctico de este proceder? Usted también puede ser práctico. El proverbio dice: “Salvaguarda la sabiduría práctica y la habilidad para pensar, y resultarán ser vida a tu alma.” (Pro. 3:21, 22) Aprenda cómo. Lea Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios o ‘Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta.’ Se envía uno u otro de estos dos libros, con un folleto, por solo 50c de dólar.

      ESTUDIOS DE “LA ATALAYA” PARA LAS SEMANAS

      1 de agosto: Proclamando buenas nuevas por todo el mundo. Página 392. Cánticos que se usarán: 86, 4.

      8 de agosto: Donde más proclamadores de las buenas nuevas se necesitan especialmente. Página 399. Cánticos que se usarán: 74, 103.

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