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  • “La verdad los libertará”
    La Atalaya 1971 | 1 de abril
    • “La verdad los libertará”

      AL MENCIONAR libertad entre muchos latinoamericanos, los nombres que invariablemente se recuerdan son los de “Los Libertadores,” Simón Bolívar y José de San Martín. Se les conmemora en gran parte de la América latina por su papel como comandantes militares en la obra de libertar a la América del Sur del régimen español a principios del siglo diecinueve.

      Sin embargo, en el afecto de muchos, Bolívar y San Martín han sido reemplazados por una persona más digna del título “Libertador.” Éste a quien nos referimos es el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que efectuó y está efectuando una emancipación verdadera, no por la fuerza de las armas, sino por medio de la verdad que habló. Él es quien dijo: “Si permanecen en mi palabra, . . . conocerán la verdad, y la verdad los libertará.”—Juan 8:31, 32.

      Aunque por todo el mundo se conoce a los latinoamericanos por su alegría, subsiste el hecho de que muchos de ellos están esclavizados a un modo de vivir que resulta en gran infelicidad. Necesitan que se les libre de creencias y prácticas que por largo tiempo los han mantenido cautivos. Consideremos algunas de esas creencias y prácticas y al mismo tiempo veamos cómo la verdad de la Palabra de Dios está efectuando su obra de liberación en la América latina y en otros lugares.

      La verdad sobre los muertos liberta

      Muchas de las creencias y prácticas que esclavizan a los que a ellas se adhieren están relacionadas con la muerte. Por ejemplo, muchos viven atemorizados del purgatorio, donde, según la enseñanza católica romana oficial, el “castigo por fuego es más severo que cualquier castigo que les venga a los hombres en esta vida.”

      Por supuesto, esa enseñanza se basa en la suposición de que el alma humana no muere. Para que alguien sufra después de la muerte, obviamente la parte consciente de él y el sistema nervioso, que transmite la sensación de dolor al cerebro, tendría que seguir viviendo.

      Pero, ¿apoyan las Santas Escrituras la enseñanza del alma inmortal y, por consiguiente, la idea del purgatorio? Al contrario, enseñan que, “en cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto,” por lo tanto, no pueden sufrir; también, que “el alma que esté pecando... ella misma morirá.”—Ecl. 9:5; Eze. 18:4.

      En relación con el purgatorio, la Iglesia Católica afirma “que las almas que se detienen allí son ayudadas por los sufragios de los fieles.” Pero, puesto que los muertos, estando inconscientes, no pueden sufrir, entonces ¿de qué valor son las oraciones costosas a su favor? En vez de que la esperanza de la vida futura dependa de contribuciones monetarias, la Biblia muestra que se basa apropiadamente en el poder de Dios de dar vida por medio de una resurrección.—Juan 5:28, 29.

      Al principio, quizás se sorprenda usted al ver exactamente lo que enseña la Biblia respecto a la condición de los muertos. Esa fue la primera reacción de un hondureño que comenzó a estudiar su Biblia católica. Pero después se indignó contra la Iglesia Católica por haber ocultado la verdad de la Palabra de Dios. Inmediatamente dejó de ir a misa, aunque anteriormente había asistido todos los días a las seis de la mañana. En vez de eso, comenzó a llevar a su familia a las reuniones de los testigos de Jehová, donde sabía que se enseñaba la verdad dadora de libertad.

      Librados de adorar imágenes

      Los cuadros y las imágenes religiosos son vistas comunes en hogares, establecimientos comerciales y vehículos motorizados en la América latina. Arroja luz sobre la esclavitud resultante este comentario del libro Fiesta Time in Latin America: “A los indios les encantan las imágenes santas; les oran, creen en sus milagros y les hacen regalos . . . En los países andinos los santos cristianos y los dioses paganos han llegado a estar inextricablemente combinados.”

      Aunque la Iglesia Católica fomenta esa adoración de imágenes, la Biblia la denuncia inflexiblemente. Es una violación directa del segundo de los Diez Mandamientos: “No debes hacerte una imagen tallada . . . No debes inclinarte ante ellas.” (Éxo. 20:4, 5) Con habla igualmente franca, el apóstol cristiano Pablo exhorta: “Huyan de la idolatría.”—1 Cor. 10:14.

      Tomando a pechos esas palabras, muchos latinoamericanos están haciendo justamente eso. Así sucede que de Maracay, Venezuela, llega el informe de un señor que había estudiado cuatro años para hacerse sacerdote, pero que, después de solo unos cuantos estudios de la Biblia con los testigos de Jehová, hizo una hoguera y quemó toda imagen y cuadro ‘santo’ que poseía. Después que hizo eso podía decirse de él, tal como se dijo de los conversos cristianos del primer siglo, lo siguiente: “Ustedes se volvieron de sus ídolos a Dios para servir como esclavos a un Dios vivo y verdadero.”—1 Tes. 1:9.

      Librados de influencia demoníaca

      La Biblia es el único libro que explica el origen del Diablo y sus demonios y que pone de manifiesto sus designios engañosos. Muestra cómo resistirlos ‘poniéndose la armadura completa que proviene de Dios,’ que incluye “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios.”—Efe. 6:11, 17.

      Ha de esperarse, entonces, que donde no haya entendimiento bíblico abunde el demonismo. La situación religiosa en la América latina confirma esto. Comentando sobre la popularidad del espiritismo en Haití, por ejemplo, el libro Fiesta Time in Latin America dice: “La mayoría de la población afirma ser católica, pero muchos de los que asisten a la misa temprana en las iglesias han ido allí directamente de las ceremonias de vudú que han celebrado durante toda la noche. Los ritos mismos del vudú muestran la influencia del catolicismo.”

      Y del Brasil proviene el informe de que “más del 67 por ciento de los católicos del Brasil asiste a sesiones de macumba o vudú.” El obispo auxiliar de Rio de Janeiro culpó de esta condición a la “superficialidad de la instrucción católica en el Brasil.” Aunque la instrucción católica es demasiado somera para impedir que se desarrolle la condición mencionada, la verdad bíblica, que es ‘poderosa por Dios para derrumbar cosas fuertemente atrincheradas,’ puede hacerlo y lo está haciendo.—2 Cor. 10:4.

      Testifica de la realidad de esto la siguiente experiencia que se informa desde Venezuela. Allí una señora alegaba que tenía poder para comunicarse con los muertos y predecir muchas cosas de las vidas de sus amistades, y que hasta hacía que las ‘voces’ de los parientes muertos hablaran por medio de ella. Sin embargo, cuando las ‘voces’ le dijeron que se divorciara de su esposo, le dio curiosidad por conocer la fuente de su poder. Por consiguiente, cuando los testigos de Jehová la visitaron, le dijeron franca y claramente el origen de su poder y que aquello era condenado en la Biblia. (Hech. 16:16; Lev. 19:31) Después de solo unas cuantas semanas de estudio bíblico, había conseguido libertad de la influencia demoníaca, una libertad que resultó en bendiciones para toda su familia.

      En los Estados Unidos, en Montana, la Palabra de Dios ha libertado del demonismo a una señora de linaje indio. La familia de esta señora ahondaba en el demonismo y ella padecía de muchos problemas raros de salud. Había ‘voces’ que también le decían que se matara. Después de estudiar la Biblia con los Testigos, se le ayudó a librarse de objetos relacionados con la adoración falsa. Se deshizo de una imagen de un “dios del trueno” que llevaba alrededor del cuello, y de otros artículos. Después de eso su salud mejoró inmediatamente. Libertada del demonismo, ella dice ahora que Jehová es más fuerte que sus dioses anteriores.

      Por nuestra consideración de esas experiencias relatadas, no puede haber duda alguna de que la verdad bíblica puede quitar de la mente la carga de ideas y prácticas religiosas erróneas. Pero, ¿qué puede decirse de su efecto en la conducta de la gente? ¿Qué puede efectuar en cuanto a la personalidad? ¿Hasta dónde exactamente trasciende la libertad que Jesús indicó que podía dar la verdad? Se le invita a considerar las respuestas a estas preguntas en el artículo que sigue.

  • La Palabra libertadora de Dios obrando entre los creyentes
    La Atalaya 1971 | 1 de abril
    • La Palabra libertadora de Dios obrando entre los creyentes

      A DIFERENCIA de muchas personas que viven en una sociedad más materialista, que rechazan todas las cosas espirituales, muchos latinos humildes respetan la Palabra de Dios, la Santa Biblia. Creen que hay cierto mérito o bendición en simplemente tener el Libro de los Libros en el hogar. Sin embargo, hay muchos que no comprenden que de nada sirve tener la Biblia a menos que se familiaricen con su contenido y a menos que esa Palabra llegue a ser una fuerza para lo bueno en su vida. ¿Quién es el que compra un periódico solo para ponerlo en el anaquel sin leerlo? Entonces, ¿por qué hacerlo con la Biblia, que es infinitamente más valiosa debido a la verdad dadora de libertad que contiene?

      No, no basta con simplemente aceptar la Biblia como libro sagrado. Hay que ponerla a obrar en el creyente, o aplicársela, para que lo liberte. Eso es lo que significó aceptar la Palabra de Dios para los que creyeron en el primer siglo, de quienes el apóstol Pablo escribió: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios, la cual también está obrando en ustedes los creyentes.”—1 Tes. 2:13.

      El que aceptaran la Palabra de Dios significaba más que recibirla en sus hogares y considerarla como escritura santa. También significaba que recibían su mensaje de verdad en mentes y corazones dispuestos a aceptar lo que ésta enseñaba. Es por eso que tuvo un efecto libertador en ellos, un efecto que resultó en pensamientos y acciones cambiados, sí, en personalidades transformadas.

      ¿Se puede decir que muchos latinoamericanos están aceptando la Palabra de Dios de la misma manera que la aceptaron aquellos cristianos primitivos de quienes el apóstol Pablo habló elogiosamente? ¡El registro contesta resonantemente que Sí! Consideremos cómo ellos y otros están haciendo que la Palabra libertadora de Dios obre en su vida.

      Escapando de la inmoralidad sexual

      Aunque algunos círculos religiosos excusan la inmoralidad sexual, Jesús dijo que la fornicación y el adulterio eran “cosas que contaminan al hombre.” (Mat. 15:19, 20) Y el apóstol Pedro dijo con relación a los cristianos que ellos se habían “escapado de las contaminaciones del mundo por un conocimiento exacto del Señor.”—2 Ped. 2:20.

      A pesar del hecho de que Dios condena francamente toda la inmoralidad sexual, es muy común en la América latina católica el que un hombre y una mujer vivan juntos consensualmente, en fornicación o adulterio. Y la prostitución es tan común que, según Occidente, diario de Cali, Colombia, muchachas de ocho a quince años de edad están sirviendo de prostitutas en esa ciudad.

      Como consecuencia de esa vida inmoral, nacen niños que no se desean en hogares ya atestados y azotados por la pobreza, y a una edad tierna un sinnúmero de miles de niños se lanzan a las calles, donde llevan una vida de vagancia y crimen. Como método para el control de la natalidad, muchas personas recurren el infanticidio por aborto provocado.

      Pero, ¿qué sucede cuando se hace que la Palabra de Dios obre en la vida de esas personas? Bueno, de Panamá llega la noticia de un señor que comenzó a estudiar la Biblia y subsecuentemente dejó de emborracharse, de jugar por dinero, de fumar y de golpear a su compañera, la madre de sus cuatro hijas. Deseoso de cumplir con las normas justas de Dios, quiso casarse con ella. Ella accedió; se casaron, y aquella misma semana él recibió su ordenación de ministro cristiano.

      O considere el efecto que la verdad tuvo en una católica devota cuya casa de huéspedes se usaba para prostitución en Honduras. Al recibir consejo bíblico, inmediatamente limpió su casa y rehusó alojar a cualquier persona que quisiera usar su casa con propósitos inmorales. Ahora familias respetables frecuentan su casa de huéspedes y ella puede servir a Jehová de manera aceptable como testigo de él.

      Venciendo el deseo del juego

      “¡Lotería para hoy!” ¡Qué común es ese grito en las calles de las ciudades latinoamericanas! Por supuesto, el hombre que quiere jugar por dinero no tiene que circunscribirse a las loterías. También puede apostar en juegos de baraja, juegos de fútbol, carreras de caballos y de perros y peleas de gallos. Aunque quizás no tenga suficiente dinero para pagar el alquiler o comprar alimento, ropa o medicamentos para su familia, cede a la tentación de jugar por dinero.

      Puesto que se dice que el ‘juego se le mete a uno en la sangre,’ ¿qué podría ser lo suficientemente fuerte como para vencer a una pasión tan poderosa? Obviamente la respuesta no es ‘más influencia eclesiástica,’ porque la iglesia misma promueve el jugar por dinero.

      De nuevo, esa fuerza libertadora es la Palabra de Dios que obra en el individuo. La verdad es que el jugar por dinero es extorsión, está arraigado en la codicia y la pereza, es desmoralizador y a menudo lleva a otros males. Sabiendo que Dios condena todas estas cosas, la persona que desea Su aprobación no encuentra difícil tomar la decisión de librarse de ese hábito indeseable.—1 Cor. 6:9, 10; Pro. 21:25.

      Un ejemplo de esto es el caso de un leproso que vive en la Colonia para Leprosos de Palo Seco, en Panamá. Era adicto a comprar billetes de la lotería, pero después de un período de estudio bíblico venció el vicio y se resolvió a hacer la voluntad de Dios.

      Otro ejemplo es el de un hombre de Honduras Británica que solía jugar por dinero y vender billetes de lotería. Dejó de hacer ambas cosas, además de efectuar cambios en su vocabulario y otros ajustes de conducta, cuando se dedicó a estudiar la Biblia y comenzó a aplicar sus enseñanzas.

      Haciéndose honrado en todo

      Hoy el mentir es tan común y se acepta tan generalmente que muchos mienten como si fuera lo que habría de hacerse. Hasta consejeros sobre el matrimonio abogan por ello. Así sucede que en un artículo sobre la mentira en el matrimonio, publicado en la revista colombiana Cromos del 2 de marzo de 1970 (páginas 32 y 33), se nos dice que la mentira es indispensable para que funcione bien el matrimonio. Entonces, en el mismo artículo, para añadir apoyo a su convicción el escritor cita a cierta personalidad que había dicho que en las relaciones humanas, la bondad y las mentiras valen más que mil verdades.

      Relacionado con el mentir está el hurtar, pues ambas cosas son formas de la falta de honradez. En gran parte del mundo se manifiesta muy poco respeto a los derechos de propiedad de otros. La gente teme dejar su casa sola aun en pleno día por temor de que alguien entre a la fuerza, se lleve todo lo movible, y luego quizás añada insulto al daño dejando en la ventana un letrero que diga: “Se alquila.”

      Aunque las organizaciones religiosas hipócritas, por enseñanza y ejemplo, han tenido un efecto tan desmoralizador en las masas, la Palabra poderosa de Dios está teniendo ahora el efecto contrario en los que la hacen funcionar en su vida. Saben que no pueden transigir en cuanto a prohibiciones rectas de la Biblia como éstas: “No estén mintiéndose los unos a los otros,” y: “No debes hurtar.”—Col. 3:9; Éxo. 20:15; Efe. 4:28.

      La honradez de una testigo de Jehová de California fue puesta a prueba en la escuela secundaria inferior. Al caminar por el corredor hacia su sala de clase, vio a una muchacha que corría y que sin saberlo dejó caer su cartera. La muchacha Testigo recogió la cartera y trató de alcanzar a la otra muchacha, pero no pudo. Entregó la cartera a la oficina de la escuela, aunque algunos de los estudiantes le dijeron que era una tonta por no quedarse con el dinero. Pronto sus padres recibieron del director de la escuela una carta que decía:

      “Muy rara vez tengo la oportunidad de escribir una carta como ésta. Su hija, Debra, encontró una cartera en el terreno escolar de Vanguard y la entregó a la oficina con cinco dólares que había dentro. Esta clase de honradez es un ejemplo excelente de la instrucción que recibe en casa. . . . Tengo que felicitarlos por tener una hija tan buena, tan honrada . . . y luego agradecerles a ustedes como padres el haberle enseñado a ser tan buena persona.” Como dijo la joven misma: “El que yo sea justa y honrada en todo se debe principalmente a nuestro estudio bíblico de familia.”

      Las verdades libertadoras de la Palabra de Dios tuvieron un gran efecto en un señor de Zambia que utilizaba maleficios mágicos como ayuda al cometer hurtos. Después de estudiar la Biblia con un testigo de Jehová, este señor dijo al fin del estudio: “Me gustaría revelarle a usted, como el que representa a Jehová, las cosas que tengo en mi casa.” Entonces sacó un brazalete y un collar, que habían venido de Inglaterra, diciendo: “Uso este collar en la tienda donde trabajo con usted para robar artículos sin que usted me vea. Ahora me arrepiento y le entrego estas cosas para que usted las destruya por mí.” Esto aconteció después de un período de estudio de solo cuatro meses con él junto con su esposa.

      Libertad del pecado y de la muerte

      Pero ahora en relación con la pregunta planteada más temprano: ¿Hasta dónde exactamente trasciende la libertad a la que se refirió Jesús cuando dijo: “La verdad los libertará”? Sus palabras subsiguientes de Juan 8:33-36 nos suministran la respuesta. Algunos de aquellos a quienes Jesús habló en aquella ocasión no pudieron entender por qué debería hablarles a ellos acerca de ser libres. Con indignación, respondieron: “Nunca hemos sido esclavos de nadie.” Pero Jesús les contestó: “Todo hacedor de pecado es esclavo del pecado.”

      Se hace patente, pues, que la libertad de la cual habló Jesús incluía la libertad del pecado. Esto también significaría libertad de la muerte, “porque el salario que el pecado paga es muerte.”—Rom. 6:23.

      No se puede negar, el hecho de que estamos muriendo prueba que somos esclavos del pecado. El que los llamados “Libertadores” de la América del Sur, Bolívar y San Martín, estén muertos, es prueba de que ellos, también, eran esclavos del pecado y por consiguiente necesitaban la liberación que solo proviene por medio del sacrificio de Cristo y por medio de la verdad que él habló.

      “Columna y apoyo de la verdad”

      Jehová Dios amorosamente ha proporcionado la verdad por medio de Su Palabra, la Biblia. Pero, además de eso, ha provisto “la congregación del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad,” por medio de la cual usted puede recibir ayuda para que en su vida obre la verdad bíblica.—1 Tim. 3:15.

      A pesar de todas las alegaciones de las religiones de la cristiandad, los hechos prueban que ninguna de ellas constituye “la congregación del Dios vivo,” porque, sin excepción, suprimen la verdad en vez de apoyarla. Es por eso que Dios ha determinado causar su destrucción y es por eso que él le dice a usted: ‘Sálgase de entre ellas.’—2 Cor. 6:17; Rom. 1:18, 25; 2 Tes. 2:9-12.

      Por otra parte, los hechos prueban que “la congregación del Dios vivo,” la “columna y apoyo de la verdad,” es la organización cristiana que se identifica con el nombre de “testigos de Jehová.” En toda la Tierra, los testigos de Jehová están ayudando a centenares de miles de personas a conseguir la libertad que solo la verdad puede dar. Están haciendo esto por medio de estudios bíblicos de casa gratuitos y reuniones instructivas donde se enseña la Palabra de Dios sin costo alguno. Usted está cordialmente invitado a aprovecharse de sus servicios. Para obtener la dirección de la congregación más cercana a su casa, sírvase escribir a la dirección de la oficina de la Sociedad Watch Tower más cercana a usted. Usted hallará las direcciones en la contracubierta de esta revista. Al hacerlo, usted estará dando un paso muy importante en dirección a experimentar “la gloriosa libertad de los hijos de Dios.”—Rom. 8:21.

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