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¿En qué se basan los mitos griegos?La Atalaya 1972 | 1 de enero
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o blasfemados por las leyendas. Evidentemente preferían venerar a deidades que podían ser representadas de manera desdorada, pues la inmoralidad de los dioses sin duda les daba razones para justificar su propia maldad.
Al adorar deidades cuyo proceder era enteramente indigno de imitarse, los griegos y otros pueblos de la antigüedad realmente estaban sirviendo a las criaturas espíritus que se habían hecho demonios. Estaban glorificando y venerando a los hijos desobedientes de Dios cuyas prácticas repugnantes en tiempos prediluvianos posiblemente hayan llegado a ser la base fundamental de numerosos mitos. Como les dijo el apóstol Pablo a los cristianos de Corinto: “Las cosas que las naciones sacrifican, a demonios las sacrifican, y no a Dios.”—1 Cor. 10:20.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1972 | 1 de enero
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Preguntas de los lectores
● ¿Qué se da a entender en Efesios 4:23 por la expresión ‘hechos nuevos en la fuerza que impulsa la mente’?—EE. UU.
Después de considerar la necesidad de ‘desechar la vieja personalidad que se conforma a la manera de proceder anterior de uno,’ el apóstol Pablo escribió a los cristianos de Éfeso: “Que sean hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente.” (Efe. 4:20-23) Evidentemente, por lo tanto, la ‘nueva fuerza’ que debe impulsar nuestra mente como cristianos debe ser una que contraste con la inclinación de la mente que pertenece a la “vieja personalidad.” Esta “fuerza” tiene que ser una inclinación, disposición o actitud dominante que impulse a hacer lo que está en armonía con la voluntad de Dios.
La Biblia nos muestra que, como criaturas imperfectas, tanto nuestro corazón como nuestra mente se inclinan a lo malo, desde que nacemos. ¿En qué puede resultar esto? Refiriéndose a personas de las naciones, el apóstol Pablo hizo notar que “andan en la inutilidad de su mente, estando ellas mentalmente en oscuridad, y alejadas de la vida que pertenece a Dios, a causa de la ignorancia que hay en ellas, debido a la insensibilidad de su corazón. Habiendo llegado a estar más allá de todo sentido moral, se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avaricia.” (Efe. 4:17-19) De modo similar, Pablo recordó a los cristianos de Colosas el cambio que habían efectuado, diciendo: “A ustedes que en otro tiempo estaban alejados y eran enemigos porque tenían su mente en las obras que eran inicuas, él ahora los ha reconciliado de nuevo por medio del cuerpo carnal de aquél [Jesús] mediante su muerte.”—Col. 1:21, 22.
La Biblia llama al que sigue esta inclinación incorrecta hombre “físico” (literalmente: “psíquico” o relacionado con la criatura como alma), a distinción del hombre “espiritual.” La mente del hombre “físico” se inclina hacia las cosas materialistas, hacia el satisfacer sus deseos y pasiones carnales. (1 Cor. 2:14, 15) La fuerza que activa su mente se ha formado en él en parte por herencia y en parte por su reacción a las cosas que se le han enseñado y que ha experimentado. Cuando se le presenta un asunto, que quizás envuelva una decisión moral, esta fuerza impele o inclina su mente en una dirección materialista o carnal. ¿Qué deberíamos hacer si nos hallamos inclinándonos así?
Por un estudio de la Palabra de Dios y por la operación del espíritu de Dios, es posible cambiar esta fuerza que activa o actitud dominante para que se incline en una dirección correcta. En este proceso nuestro corazón claramente entra en juego. El corazón impulsa a la mente en el esfuerzo por conseguir la información correcta y luego aplicarla. Así podemos llegar a tener “la mente de Cristo,” que a todo tiempo estuvo activada por la fuerza apropiada, siempre siendo espiritual su inclinación mental o actitud dominante. (1 Cor. 2:16) Entonces, sin importar qué asuntos se nos presenten, nuestra mente será activada y dirigida hacia un proceder espiritual apropiado por una ‘nueva fuerza,’ una nueva actitud dominante, una nueva inclinación o disposición.
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