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¿Qué clase de arrepentimiento trae “tiempos de refrigerio”?La Atalaya 1972 | 15 de julio
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Como muestra claramente el apóstol Pablo, por el pecado de Adán todos sus descendientes fueron vendidos a la esclavitud y llegaron a estar bajo sujeción al ‘rey’ Pecado y al ‘rey’ Muerte. (Rom. 5:12-14, 21; 7:14) La humanidad en conjunto ha estado alejada de Dios, necesitando reconciliarse con Él. Es por eso que el apóstol pudo decir de las naciones gentiles, que estaban fuera del pacto de Dios con Israel, que ellas en ese entonces “no tenían esperanza y estaban sin Dios en el mundo.” (Efe. 2:11, 12) Por el sacrificio propiciatorio de su Hijo, Cristo Jesús, Dios proveyó el medio para la reconciliación consigo mismo de parte de todos los que mostraran fe en ese sacrificio. (Col. 1:19-23) La súplica de los apóstoles, como embajadores por Cristo, fue por lo tanto: “Reconcíliense con Dios.”—2 Cor. 5:20.
Por eso, una razón básica para el arrepentimiento de parte de todas las personas es que todos somos inherentemente pecaminosos. Una segunda razón es que, si hemos estado acompañando al mundo de la humanidad en su derrotero, entonces hemos estado tomando un derrotero de oposición a Dios... por la sencilla razón de que la humanidad en conjunto ha pasado por alto la voluntad y los propósitos de Dios y hasta ha peleado contra ellos. Es por eso que la historia humana básicamente no es más que un relato deprimente de repetidos actos de derramamiento de sangre, opresión, injusticia e inmoralidad. El rehusar ver, reconocer y confesar uno su propia responsabilidad en todo esto como miembro anuente de la comunidad mundial sería tratar de taparse con una capa rota. Como lo expresa el apóstol Juan: “Si hacemos la declaración: ‘No hemos pecado,’ lo estamos haciendo a él [Dios] mentiroso, y su palabra no está en nosotros.”—1 Juan 1:10.
Al ver su situación verdadera la persona sincera no tratará de evadir la responsabilidad o justificarse, más bien sentirá pesar genuino y se esforzará por reconciliarse con Dios. Definitivamente rechazará su derrotero pasado de conformidad voluntaria con un mundo que está en enemistad con Dios, odiará sinceramente ese derrotero incorrecto y todo lo que contradice las normas justas de Dios. (Sant. 4:4; Sal. 119:104; Rom. 12:9) Verdaderamente arrepentida, se “volverá” y demostrará esa conversión por “obras propias del arrepentimiento.” (Hech. 26:20; Mat. 3:8) Se vestirá con una “nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad.”—Efe. 4:17-24.
Hoy, como en tiempos apostólicos, el arrepentimiento y la conversión conducen a otro paso: el bautismo. El bautismo, según la escritura inspirada del apóstol Pedro, simboliza “la solicitud [de uno] hecha a Dios para una buena conciencia.” (1 Ped. 3:21) Sí, así uno le pide formalmente a Dios que lo permita entrar en buenas relaciones con Él y disfrutar de los beneficios de una buena conciencia para con Él. Habiendo experimentado los malos efectos de la esclavitud al ‘rey’ Pecado con la muerte en mira, este individuo entonces suplica a Dios que lo compre como Su propio esclavo por medio del precio de rescate que pagó amorosamente el Hijo de Dios.—Rom. 6:16-18; 1 Cor. 7:22, 23.
¿Ha hecho usted este cambio vital? ¿Reconoce usted la responsabilidad que tiene para con el Dador de vida de vivir su vida de acuerdo con la voluntad de Él? ¿Se siente usted impelido a hacerlo por amor a él y a la justicia?
Esto exige estudio de su Palabra. Usted tiene que ‘abrir los ojos y oídos’ receptivamente a la verdad bíblica para que pueda ‘captar el sentido de ello con el corazón.’ De los que lo hacen, Jehová dice: ‘Yo los sanaré.’ (Isa. 6:9, 10; Mat. 13:13-15) Habiendo esto, usted experimentará “tiempos de refrigerio” y será introducido en los “caminos de agradabilidad” y en las ‘veredas de paz’ mientras disfruta de una buena conciencia delante de Dios.—Pro. 3:17; 1 Ped. 3:21.
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Viviendo una vida dedicadaLa Atalaya 1972 | 15 de julio
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Viviendo una vida dedicada
MUCHAS personas han dicho que han hecho una dedicación a Dios. Pero ¿es lo que vale el simplemente haber hecho una dedicación a Dios, o debe interesarnos aun más el vivir en armonía con esa dedicación? Si usted es cristiano, ¿pueden otros que tienen un conocimiento de la Biblia reconocer y declarar de todo corazón que usted verdaderamente es una persona dedicada?
¿Qué queremos decir cuando, por ejemplo, nos referimos a una persona, digamos a un doctor, como “hombre dedicado”? ¿Nos referimos simplemente a su graduación de la escuela de medicina y el haber emprendido la práctica oficial? ¿Damos a entender que ha llenado los requisitos para colocar un letrero y llamarse doctor? No. Queremos decir que está absorto en su trabajo, consumido por el deseo que tiene de aliviar el sufrimiento físico de la humanidad y los esfuerzos que hace para lograrlo. Él no se dirige a alguna otra ocupación, ni permite que cosa alguna estorbe seriamente su profesión y trabajo como doctor.
El apóstol Pedro habla del bautismo del cristiano como representando, “no el desechar la suciedad de la carne, sino la solicitud hecha a Dios para una buena conciencia.” (1 Ped. 3:21) De modo que cuando un individuo se bautiza no está acercándose a Dios como si pudiera decir: ‘Voy a ser tu siervo.’ No, viene ante Dios como suplicante. Tiene una mala conciencia y le solicita o le pide a Dios que lo acepte y le dé una buena conciencia para que pueda estar limpio, con la esperanza de que Dios le permita servir. Con un corazón sincero se ha arrepentido de sus pecados y se ha vuelto. Entonces se bautiza y Dios lo acepta sobre la base del sacrificio de Cristo, de acuerdo con Su promesa.
Ahora bien, habiendo hecho esto, la pregunta es: ¿demostrará que verdaderamente está dedicado a Dios? Habiéndose vuelto, ¿permanecerá firmemente en el derrotero que bosqueja la Palabra de Dios sin desviarse? Si es así, probará que está dedicado a Dios. Realmente será un “hombre dedicado.”
Por lo tanto, una persona no puede simplemente señalar la ocasión en que se volvió de su derrotero mundano y se presentó para el bautismo y decir: ‘Soy siervo dedicado de Dios.’ Más bien, debe estar emprendiendo un derrotero enteramente dedicado. Todo su modo de vivir tiene que manifestar que está sirviendo a Dios todos los días. Es preciso que sus asociados puedan decir respecto a él, tal como los discípulos de Jesús pudieron decir de Jesús, que ‘el celo por la casa de Jehová lo había consumido.’—Juan 2:17.
Prescindiendo de cómo esté usted realmente viviendo su vida, Dios, que aceptó su sincera petición cuando usted se bautizó, lo considera responsable de permanecer fiel a la declaración de fe que ha hecho. Jesús dijo: “Simplemente signifique su palabra Sí, Sí, su No, No.”—Mat. 5:37.
ESCLAVOS CRISTIANOS DE DIOS Y CRISTO
El apóstol Pedro dijo a los judíos que se bautizaron en el día del Pentecostés de 33 E.C.: “Sálvense de esta generación perversa.”
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