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  • Las noticias eclesiásticas muestran que aumentan los problemas
    La Atalaya 1972 | 1 de agosto
    • humano imperfectos, a menudo egoístas, diariamente se hacen más obvios. Hace mucho la Biblia, la Palabra de Dios, advirtió: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento.” “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna.”—Pro. 3:5; Sal. 146:3.

  • ¿Existe una gran organización celestial?
    La Atalaya 1972 | 1 de agosto
    • ¿Existe una gran organización celestial?

      A MENUDO hemos oído mencionar a ángeles, criaturas celestiales invisibles, personas espíritus. Pero generalmente el cuadro mental ha sido brumoso en cuanto a su propósito y actividad. A veces los artistas religiosos los han pintado como mujeres o como criaturas que parecen niños con alas.

      Sin embargo, estos conceptos de los ángeles no son de origen bíblico. Son ideas paganas, como se puede probar fácilmente con un poco de investigación en la antigua mitología griega y al observar la descripción de sus dioses y diosas en jarrones, murales, en esculturas, etcétera. Los artistas medioevales siguieron este modelo al pintar ángeles en los cuadros religiosos de la cristiandad.

      Sin embargo, ¿qué nos revela acerca de ellos el Creador de los ángeles? Él no nos describe su apariencia literal, sino una representación simbólica. La Biblia muestra que los ángeles pueden presentarse ante Jehová, pues tienen visión suficientemente fuerte como para contemplar la majestad y gloria de Jehová. Por eso, en armonía con la dignidad de Jehová, estos servidores suyos también son muy brillantes. Sin duda los ojos humanos serían deslumbrados y abrumados al verlos. Además, lo de mucha más importancia para nosotros que una vista literal de ellos es un entendimiento de lo que son como personalidades.—Mat. 28:2-4; Luc. 24:4; Dan. 10:5-7.

      EL CONDUCTOR DEL CARRO CELESTIAL

      En un número reciente de La Atalaya consideramos la visión que tuvo Ezequiel de un gran carro celestial, que estaba acompañado de ángeles que tenían el rango de “querubín.” Al reanudar nuestra consideración de esta visión podemos obtener un mejor entendimiento de la posición de los ángeles y su función en el arreglo de Dios al considerar primero al conductor del carro.

      Por lo tanto, con el profeta, ahora concentramos nuestra atención arriba de las ruedas del carro a su chispeante “expansión” o plataforma semejante a hielo. Allá muy arriba estaba su conductor. Ezequiel describe lo que vio:

      “Y llegó a haber una voz sobre la expansión que estaba sobre su cabeza. (Cuando se detenían, basaban sus alas.) Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas había algo que en apariencia era como piedra de zafiro, la semejanza de un trono. Y sobre la semejanza del trono había una semejanza de alguien que en apariencia era como un hombre terrestre sobre él, arriba. Y llegué a ver algo como el fulgor de electro, como la apariencia de fuego todo alrededor en el interior, desde la apariencia de sus caderas y hacia arriba; y desde la apariencia de sus caderas y hacia abajo vi algo como la apariencia de fuego, y él tenía un resplandor todo alrededor. Había algo como la apariencia del arco que ocurre en una masa de nubes en el día de una lluvia fuerte. Así era la apariencia del resplandor que había alrededor. Era la apariencia de la semejanza de la gloria de Jehová.”—Eze. 1:25-28.

      ¡Cuán comprensivo y amoroso es Jehová al revelarse por este medio simbólico! Jehová es tanto más poderoso que el hombre que una revelación literal de su presencia nos destruiría. Puesto que Ezequiel mismo era simplemente humano, la forma humana era la mejor forma que él podía apreciar para esta manifestación divina. ¿Y qué es más afectuosa que la representación humana? Aun las leyes y los mandatos, cuando se colocan en la estructura de la experiencia humana, cuando se enseñan por medio de ejemplos en el vivir humano, tienen calor de amistad y estímulo e inducen en nosotros una disposición a obedecer. La Palabra de Jehová, la Biblia, es así. Sus mandamientos nos llegan por medio de los escritos de hombres... hombres que, guiados por el espíritu de Dios, se expresaron en términos humanos y quienes estaban disfrutando personalmente del excelente modo de vivir que resulta de obedecer los mandatos de Dios.

      Ahora bien, la forma que vio Ezequiel, aunque humana, estaba envuelta en gloria, resplandeciendo de modo brillante como la reluciente aleación electro de oro y plata, resplandeciendo como si estuviese siendo tratada por fuego dentro de un horno. Desde la cintura de esta forma semejante a hombre había esta elegante gloria que se extendía tanto hacia arriba como hacia abajo, estando así toda la forma cubierta de gloria. Esta era una simple representación del Dios Todopoderoso, pero indica que en realidad, en la región invisible, él es indescriptiblemente glorioso.

      Note este hecho acerca de la apariencia de Jehová: No hay nada horripilante acerca de él, nada diabólico que siquiera sugiriera que atormentaría a sus criaturas terrestres, almas humanas, para siempre jamás en tormento consciente en un infierno ardiente. La apariencia de un arco iris perfecto indica calma, serenidad, que hace recordar la calma deleitable y tranquilizante que sigue a una tempestad. Le hace recordar a uno el primer arco iris que Dios puso en el cielo después del diluvio global para servir de señal celestial a Noé y a todos nosotros sus descendientes, para simbolizar que nunca más habría un diluvio global.—Gén. 9:12-16.

      Por lo tanto, aunque el carro divino se hallaba en una misión de guerra, su Conductor mantenía su calma y serenidad. Con esa actitud calmada puede mantener en perfecto equilibrio sus atributos de sabiduría, justicia, poder y amor. Jamás puede ser acusado de no ser sabio, justo, poderoso y amoroso. Su gloriosa apariencia nunca es empañada por la comisión de algo malo.

      LO QUE SIMBOLIZA EL CARRO

      No hemos de asumir que Jehová se sienta en un trono literal ni que conduce un carro literal. Como ilustración de este hecho, encontramos que el salmista usa diferentes símbolos para representar la misma cosa:

      “Bendice a Jehová, oh alma mía. Oh Jehová Dios mío, te has mostrado muy grande. Con dignidad y esplendor te has vestido, envolviéndote de luz como de una prenda de vestir, extendiendo los cielos como una tela para tienda, Aquel que edifica sus cámaras de arriba con vigas en las aguas mismas, que hace de las nubes su carro, que anda sobre las alas del viento, que hace a sus ángeles espíritus, a sus ministros un fuego devorador.”—Sal. 104:1-4.

      El simbolismo usado aquí arroja luz sobre el cuadro del carro de Ezequiel. Jehová no viaja en nubes literales ni anda sobre el viento así como no viaja en un carro. Pero sí usa estos fenómenos naturales a veces como agencias suyas para efectuar ciertas cosas para la humanidad en la Tierra. De modo que el carro representa algo que Jehová guía, dirige y usa para con la humanidad. Tal como los artículos del mobiliario en el tabernáculo y en el templo de Jehová en Jerusalén fueron diseñados exactamente según Su modelo para representar cosas espirituales de mucho mayor importancia, así sucede con el carro.—Heb. 8:5; 1 Cró. 28:11, 12, 19.

      Entonces, ¿de qué es cuadro o qué representa simbólicamente el carro? La organización celestial de Jehová, compuesta de todas las santas criaturas espíritus, ángeles, en esa región celestial. En la visión de Ezequiel, querubines acompañaban al

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