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Nuestro recuerdo de los que han muertoLa Atalaya 1972 | 1 de junio
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cerebrales de Lázaro se habían desintegrado para entonces, de hecho, su cuerpo mismo ya había entrado en el estado de descomposición. Su hermana Marta dijo: “Señor, ya debe heder, porque hace cuatro días que está muerto.” De modo que se requirió la reconstrucción de la personalidad y el cuerpo para hacer volver a Lázaro.—Juan 11:39-44.
EL INTERÉS DE DIOS EN LOS MUERTOS
Por eso nunca crea que a Dios no le interesa. Ciertamente no demostró falta de interés en la humanidad cuando envió a su Hijo unigénito para que sufriera a manos de hombres rebeldes y muriera como rescate. Tampoco es injusto Dios, de modo que deje que los beneficios del rescate solo sean para unos cuantos... desperdiciados en gran manera. De otro modo no habría inspirado a su apóstol a escribir: “Porque así como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así mismo también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos. . . . así como el pecado gobernó como rey con la muerte, así mismo también la bondad inmerecida gobernase como rey por medio de justicia con vida eterna en mira por medio de Jesucristo nuestro Señor.”—Rom. 5:19-21.
¿Por qué, pues, no ejerce Dios su poder ahora para hacer volver a los que han muerto? Aun en esto queda demostrada su bondad amorosa. Pues no los hace volver, para pasar de nuevo por las terribles aflicciones que ahora oprimen a la humanidad, con el peligro de morir que diariamente afrontamos. Más bien, se propone restaurarlos cuando el reinado justo de su Rey Mesiánico Jesucristo esté en vigencia sobre toda la Tierra. Entonces el ambiente será ideal para la vida verdadera en felicidad. ¡Cómo deben esperar ese tiempo Jehová y su Hijo aun con mayor expectación y deleite que nosotros!—Hech. 17:31; 24:15.
ENSEÑANZAS FALSAS QUITAN EL CONSUELO
En vista de las provisiones amorosas de Dios tanto para los que viven como para los que han muerto, qué blasfemo el que los clérigos afirmen que Dios atormenta a las personas muertas en un purgatorio o “fuego del infierno.” Y qué cruel y despiadado el que estos hombres perciban dinero de parientes y amigos afligidos so pretexto de ayudar a las personas o almas en uno de estos lugares imaginarios.
Como ejemplo de lo poco que les importan los que han perdido a personas amadas citamos un tratado editado por la Liga de Misas Franciscanas, circulado por el Convento de Frailes de San Francisco en la ciudad de Nueva York. En éste se anima al lector a “Matricularse ahora en la Liga de Misas para los Vivos.” “No dependa demasiado de los que deje atrás pensando que le ayudarán, cuando caiga en las Manos del Señor en juicio,” dice el folleto, “‘Alejados de la vista, alejados de la mente,’ será la porción de la mayoría de nosotros.”
Entonces el folleto insta a matricular a los parientes y amigos “difuntos” en una Liga de Misas y menciona que “las ofrendas acostumbradas para ser miembro” son “Para los vivos, 5,00 dólares. Esta calidad de miembro continúa perpetuamente después de la vida; Para los difuntos, 2,00 dólares.” “Puede que los amados difuntos de usted estén sufriendo en el Purgatorio por causa de usted,” dice el tratado. Se hace una cita de un libro apócrifo, que no forma parte de las Escrituras inspiradas: “‘Es un pensamiento santo y saludable orar por los difuntos, para que sean librados de los pecados’ (2 Mac. xii, 46).”
Sin embargo, debería notarse que Judas Macabeo, a quien se cita en el texto, no estaba orando por almas que sufrían en un supuesto purgatorio, sino concerniente a la esperanza que tenían de una resurrección de entre los muertos, como lo muestra el contexto. (Versículos 43, 44) Y en el versículo 45 se dice que los que habían muerto, no están en el purgatorio o en alguna condición consciente, sino que “duermen.”
El clero, por medio de enseñar falsedades respecto a la condición de los muertos y aprovecharse del pesar que sienten las personas por sus amados que han muerto, ha tomado dinero valiéndose de los temores y los sentimientos de impotencia de los sobrevivientes. Por lo tanto realmente es culpable de extorsión. Está mintiendo, representando falsamente a Dios y quitando a los vivos la esperanza y el consuelo que suministran las Escrituras.
Según la promesa y las garantías seguras de Dios, los vivos pueden esperar con plena seguridad que sus amados muertos volverán y recibirán una plena oportunidad para conseguir vida. Entonces, bajo el régimen del reino de Cristo que el malhechor al lado de Jesús esperaba con anhelo, podrán demostrar si son personas que aman y obedecen las instrucciones de Dios.
Por consiguiente, ¿qué debemos hacer nosotros los que estamos vivos en la actualidad para asegurarnos de estar vivos y poder darles la bienvenida de entre los muertos y realmente servirles de ayuda? Debemos estudiar ahora la Palabra de Dios, la Biblia, con la mira de obedecer plenamente sus justos principios. Al proceder así, es posible que sobrevivamos a la destrucción del sistema de cosas actual, destrucción que, según todas las evidencias, está muy cerca. (Mat. 24:7-14, 34; Sof. 2:3) ¡Qué excelente será dar la bienvenida a los muertos y participar en ayudar a estos resucitados a obtener un mayor conocimiento de Dios, conocimiento que lleva a vida eterna!—Juan 17:3.
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Abordó a la TestigoLa Atalaya 1972 | 1 de junio
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Abordó a la Testigo
◆ Una testigo de Jehová en la ciudad de Nueva York estaba esperando un taxi para ir al Salón del Reino. Una señora la abordó y le preguntó si era Testigo. Cuando contestó que sí, la señora le preguntó si la Testigo le haría el favor de enviar a alguien para ayudarla a estudiar la Biblia. Esta petición sorprendió a la Testigo, porque había estado orando a Dios por el privilegio de ayudar a alguien a aprender Su voluntad. Ella prometió ayudar a la señora, y lo hizo con regularidad.
Sin embargo, el punto pasmoso de este incidente se reveló cuando más tarde la señora contó por qué abordó a la Testigo aquel día. Explicó lo siguiente: “Yo había estado estudiando la Biblia con los testigos de Jehová antes de mudarme tres meses antes. Aquel día en particular me había enterado de que mi padre había muerto y quedé bastante turbada. Regresaba de haber telefoneado cuando vi a esta señora en la esquina. No podía saber por algún rasgo sobresaliente que ella fuera testigo de Jehová. No llevaba una bolsa de libros ni tenía una Biblia en la mano. Simplemente llevaba una cartera común. Pero pensé: ‘Ahí está una Testigo. Háblale.’
“Tuve un poco de temor de abordar a una extraña. Pero para gran satisfacción mía, era testigo de Jehová. Gracias a Jehová, se reanudó mi estudio de su Palabra. He progresado en él al grado de haberme bautizado en símbolo de mi dedicación a él, el Dios verdadero, que verdaderamente cuida de los que lo buscan.”
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