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  • Trabajando duro por el galardón de la vida eterna
    La Atalaya 1973 | 1 de enero
    • procedente de Jehová el Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a buscar refugio.” (Rut 2:12) ¡Que usted también halle la fuerza y el valor para buscar refugio bajo las alas de extensa envergadura de Jehová como colaborador de él!

      24. ¿Por qué es el trabajo del cristiano la más elevada de todas las causas, con qué fin en mira?

      24 A medida que manifiesta la actitud correcta para con el trabajo usted no querrá aflojar su esfuerzo, sino que querrá estar siempre alerta para tener mucho que hacer en la obra del Señor, haciendo cada vez más, si es posible. (1 Cor. 15:58) Nuestro servicio a Dios es la forma más elevada de trabajo a la cual se puede dedicar el hombre. Es la mayor Causa de todas. Es la que tiene que ver con el Nombre de nuestro Dios y Creador, Jehová, y ciertamente ésa no es una causa perdida. Más bien, es una causa triunfante, y una que promete a los que diligentemente la promueven una vida plena y satisfactoria ahora con la perspectiva de vida sin fin en el nuevo orden de Dios que tan cerca está. ¡Que llene usted los requisitos para unirse a nosotros en ésta, la más urgente de todas las causas ahora!

  • ¿Está justificado Dios al castigar a los transgresores?
    La Atalaya 1973 | 1 de enero
    • ¿Está justificado Dios al castigar a los transgresores?

      EN TIEMPOS recientes hemos visto a naciones irse por el mal camino y violar el derecho internacional. En tal caso, quizás otras naciones se combinen para pelear a fin de someter y castigar a la nación “desaforada” o agresora. Al proceder así ciudades quedan destruidas y hay gran matanza de poblaciones civiles. Ese fue el caso cuando Hitler perturbó la paz mundial.

      Por lo general, ese proceder se acepta como necesario. La gente militar no cae bajo la misma condenación que los soldados. Se presenta el argumento: ‘¿No es verdad que la gente respalda a sus líderes políticos y los principios que éstos representan? ¿No apoyan a sus ejércitos con el trabajo que efectúan en el frente nacional?’

      De manera similar, dentro de una nación, los gobernantes dan pasos para someter a los elementos desaforados, sediciosos. Les parece que tienen que hacer esto para preservar el orden y el buen nombre de su gobierno, y para que los ciudadanos observantes de la ley puedan disfrutar de paz y seguridad. Les parece que si el gobierno no actúa, vendrá a menos, y con el tiempo resultará derrota o anarquía.

      ¿No es raro, entonces, que estas mismas personas que presentan estos argumentos en cuanto a la rectitud y sabiduría de este proceder adoptado por los gobiernos a menudo se quejen y acusen a Dios de crueldad cuando leen que Dios va a castigar con destrucción a los transgresores?

      Sin embargo, como Soberano Universal, Dios está moralmente obligado a obrar contra los rebeldes, desobedientes a sus leyes. Tiene que hacerlo, de otra manera ¿no se mostraría débil, no capaz o no suficientemente interesado en hacer observar sus propias leyes y no digno de ser Soberano? Además, no estaría ejerciendo justicia para con los que obedecen sus leyes. Pero, ¿qué hay de una nación u organización que, aunque afirma servirle, le acarrea vituperio a Su gobernación debido a desobediencia y prácticas corruptas? Él está aun más fuertemente obligado a obrar para limpiar Su nombre y vindicar su soberanía.

      Los que afirman servir a Dios pero que le son desobedientes realmente no han llegado a conocerlo. Si hubieran llegado a

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