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  • ¿Qué significa el nombre de Dios para usted?
    La Atalaya 1973 | 15 de septiembre
    • al patrono y al empleado son similares a los de esclavo y amo. Como cristiano, ¿dan razón los hábitos de trabajo que tiene usted para que alguno “hable perjudicialmente del nombre de Dios”? Por ejemplo, ¿llega usted frecuentemente tarde a su trabajo? ¿Le concede usted a su patrono “plena honra,” aunque no esté en su presencia? ¿Hace usted esto aunque quizás sea un patrono exigente? Si por casualidad tiene un patrono “creyente,” un compañero cristiano, ¿abusa usted de su bondad? Si el nombre de Jehová es verdaderamente santo para usted, aun sus relaciones de negocios lo mostrarán.

      AMANDO EL NOMBRE DE DIOS POR MEDIO DE SERVIR A OTROS

      Uno también muestra amor al nombre de Dios por la manera en que trata a sus compañeros cristianos. Note esto en Hebreos 6:10: “Porque Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, en que han servido a los santos.”

      Cuando Pablo escribió esas palabras, sin duda las ‘obras’ buenas incluían el rendir ayuda material a compañeros cristianos necesitados o que padecían persecución. (Heb. 10:32-34) ¿Practica usted hospitalidad cristiana?

      De lo que hemos considerado es evidente que la pregunta: “¿Qué significa el nombre de Dios para usted?” envuelve mucho más que solo saber pronunciar el nombre personal de Dios. Representa a Dios mismo. De modo que, sus cualidades admirables deben ser evidentes en todos los tratos cristianos.

      ¿Es usted una persona que todavía no conoce a Jehová? Sus testigos tendrán gusto en enseñarle a usted acerca de él. Usted puede establecer contacto con ellos escribiendo a los editores de esta revista. Aprenda cómo su vida puede ser un verdadero crédito para el ‘nombre de Dios.’

  • El papel superlativo de Cristo Jesús en los propósitos de Dios
    La Atalaya 1973 | 15 de septiembre
    • El papel superlativo de Cristo Jesús en los propósitos de Dios

      A LOS cristianos del primer siglo en Corinto, Grecia, el apóstol inspirado Pablo escribió: “Porque no importa cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante él [Cristo Jesús]. Por eso también por medio de él se dice el ‘Amén’ a Dios.”—2 Cor. 1:20.

      ¿De qué manera es que todas las promesas de Dios llegan a ser “Sí” por medio de Cristo Jesús y que “por medio de él se dice el ‘Amén’ a Dios”? La respuesta a estas preguntas nos ayuda a apreciar el lugar vital que Cristo Jesús llena en el ejercicio de Dios de Su soberanía.

      A Jehová Dios le pareció conveniente hacer de su Hijo primogénito la figura central o clave en el desenvolvimiento de todos Sus propósitos. Todas las promesas de Dios registradas en las Sagradas Escrituras llegan a ser “Sí” por medio de Cristo Jesús porque es por medio de él —por lo que fue como persona y por lo que hizo— que todas estas promesas se cumplen. Romanos 15:8 nos dice que, para la nación de Israel, “Cristo realmente vino a ser ministro . . . a favor de la veracidad de Dios, para confirmar las promesas que Él [Dios] hizo a los antepasados de ellos.” Por medio de su Hijo, Dios ha disipado cualquier causa posible de duda, incertidumbre o ambigüedad en la mente de los que le sirven a Él y cifran la esperanza en Sus promesas.

      Esto no solo fue cierto de las promesas y profecías que Jesús cumplió durante su vida como humano. Él también aseguró el cumplimiento de las promesas de Dios de todas las bendiciones futuras. ¿Por qué pudo llenar Jesús este papel clave en los asuntos? ¿Por qué fue de importancia tan crítica lo que hizo durante su vida terrestre? Porque eso proveyó la base legal para que Jehová Dios realizara esas promesas y produjera las bendiciones prometidas. Jehová Dios, siendo un Dios de santidad, rectitud y justicia, arregló que su Hijo proveyera esta base legal por medio de entregar su vida humana como rescate por los humanos pecaminosos. Esto suministró el factor que se necesitaba para que Dios tuviera tratos con humanos imperfectos y para cancelarles sus pecados sobre una base justa. (Compare con Romanos 3:23-26.) Eso significa que la restauración de las condiciones justas en la Tierra en un nuevo orden, la resurrección de los muertos, la remoción del pecado y la imperfección y el producir la perfección, salud y vida eterna humanas todo se hace posible por lo que Jesús hizo mientras estuvo en la Tierra.

      Es debido a esto también que “por medio de él [Cristo Jesús] se dice el ‘Amén’ a Dios.” La palabra “amén” significa “ciertamente,” “verdaderamente,” “verdad.” La persona que usa esta palabra declara así la certeza de lo que se ha dicho (o se va a decir) y muestra que se suscribe a la veracidad de ello y lo apoya de todo corazón. A Jesucristo mismo se le llama el “Amén, el testigo fiel y verdadero.” (Rev. 3:14) Es por medio de él que Dios nos ha dado la verificación y la garantía de que todas Sus promesas son verdaderas y de seguro habrán de cumplirse. Por lo tanto, debido a la persona y trabajo de Jesús hay verdadera fuerza en el “Amén” que decimos a Dios al terminar nuestras oraciones... oraciones que se hacen ‘en el nombre de Jesús.’—1 Cor. 14:16; Juan 14:13, 14.

      Sí, es bueno que nos preguntemos: ¿Qué habría pasado si el Hijo de Dios no hubiera venido a la Tierra para nacer como humano perfecto, si no hubiera servido del “testigo fiel y verdadero” concerniente a los propósitos de Dios, y si hubiera fallado en cuanto a mantener su integridad a Dios ante los ataques de Satanás, muriendo una muerte de sacrificio en el madero de tormento? Sin él ¿cuánto significaría nuestro “Amén” al terminar nuestras oraciones? ¿Cuánta confianza tendríamos en nuestra propia relación y posición con Dios y en acercarnos a Él si no fuera por el sacrificio de rescate que Cristo Jesús proveyó, por medio del cual nuestros pecados son perdonados? ¿Cuánta esperanza podríamos tener de vida eterna en un justo nuevo orden si no fuera que Dios ha “proporcionado a todos los hombres la garantía con haberlo resucitado [a Cristo Jesús] de entre los muertos”?—Hech. 17:31.

      ¡Qué selección ideal hizo Dios al escoger a este Hijo primogénito suyo! Cuando la vida de ese Hijo fue transferida a la Tierra para que pudiera ser concebido y dado a luz como humano perfecto, ya tenía un registro incomparable de servicio a Dios, uno que evidentemente se remontaba a través de millones de años. Pues él había estado con su Padre desde el principio de la creación, siendo él mismo el “primogénito de toda la creación.” (Col. 1:15; Juan 1:1, 2) Por medio de él fue hecha toda otra creación... las criaturas angélicas, los cielos estrellados, el Sol, la Luna, el planeta Tierra, los mares, la tierra, los árboles, las plantas, las flores, las criaturas marinas, las aves, los animales terrestres y el hombre mismo. Como Pablo escribe: “Él es antes de todas las otras cosas y por medio de él se hizo que todas las otras cosas existieran. . . . Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que llegase a ser el que es primero en todas las cosas; porque Dios tuvo a bien el que toda la plenitud morara

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