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  • “La misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio”... ¿cómo?
    La Atalaya 1973 | 1 de febrero
    • el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra, ni con la lengua, sino en hecho y verdad.” Sí, junto con la “declaración pública” del nombre de Dios no queremos olvidar “el hacer bien y el compartir cosas con otros, porque con dichos sacrificios Dios se agrada mucho,” porque “su Padre es misericordioso.”—1 Juan 3:17, 18; Heb. 13:15, 16; Luc. 6:36.

      Además de esto, la adoración verdadera requiere el ‘domar la lengua,’ el no usarla en orgullo o celos, ni en hacer alarde o distinciones parciales, sino, más bien, el usarla en mansedumbre, apacibilidad, racionalidad. Este uso bondadoso y saludable de la lengua muestra que uno tiene la sabiduría que está “llena de misericordia.” (Sant. 3:13-18) Esto, también, es vital, pues “de la abundancia del corazón habla la boca.” Es por eso que Jesús dijo que “de todo dicho ocioso que hablen los hombres, rendirán cuenta en el Día de Juicio.”—Mat. 12:34-36.

      Por lo tanto, si mostráramos parcialidad en nuestros tratos con otros, si fuéramos insensibles en cuanto a interesarnos en sus necesidades, si nuestro uso de la lengua fuera severo contra otros, juzgándolos críticamente... ¿qué podríamos esperar en tiempo de juicio? Santiago dice: “Al que no practica misericordia se le hará su juicio sin misericordia.” Sí, el que “tapa su oído al clamor quejumbroso del de condición humilde, él mismo también clamará y no se le responderá.” (Pro. 21:13) De hecho, Dios les “dará a probar de su misma sopa.”

      CÓMO LA MISERICORDIA PUEDE ALBOROZARSE TRIUNFALMENTE EN TIEMPO DE JUICIO

      Jehová Dios es verdaderamente “benévolo y misericordioso, tardo para la cólera y grande en bondad amorosa.” Pero los que desean su misericordia en tiempo de juicio tienen que ser ellos mismos misericordiosos. Más temprano Jesús estableció el mismo punto que Santiago cuando dijo: “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia.”—Sal. 145:8; Mat. 5:7.

      De modo que, si un cristiano verdaderamente compasivo se metiera en alguna dificultad, quizás debido a fallar en algún respecto o hasta debido a algún desliz momentáneo, no hay por qué tema recibir un “juicio sin misericordia.” A esta persona misericordiosa no se le debe comparar con el hombre que completamente abandona un derrotero justo para continuar en un derrotero inicuo, con el resultado de que “ninguno de todos sus actos justos que él ha hecho será recordado” por Dios o por sus representantes. (Eze. 18:24) En tiempo de juicio —sea antes de la “tribulación grande,” durante ella o después de ella— su derrotero misericordioso le será útil. “Porque Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, en que han servido a los santos y continúan sirviendo.”—Heb. 6:10.

      El caso de David ilustra este asunto. Si Dios al considerar a David solo hubiera tomado en cuenta como él era al tiempo de cometer sus actos incorrectos respecto a Urías el hitita y su esposa, Jehová ciertamente no habría tenido causa alguna para mostrar misericordia en el caso de David. Pero Jehová sabía que este acto estaba lejos de ser característico de David y que él era, en realidad, un hombre compasivo. El registro de David de devoción sincera y el ser misericordioso de corazón ciertamente contribuyeron fuertemente para que Jehová le mostrara misericordia en aquel tiempo, aunque David de ninguna manera se escapó de la disciplina de Dios.

      Job, bajo fuerte acusación de amigos presuntos, preguntó: “Cuando [Dios] pida cuentas, ¿qué podré responderle?” ¿Qué cosas vinieron a la mente de Job?

      Sus palabras circunstantes muestran que él sabía que Jehová estaría muy interesado en cuanto a si Job había sido hombre de compasión verdadera, hombre de bondad amorosa, así como fiel en mantener su integridad. (Job 31:13-22, 29-32; compare con Salmo 37:21-26.) Note, también, que debido a la refrescante bondad que le mostró el discípulo Onesíforo, Pablo oró que el Señor le concediera a este hombre “hallar misericordia de parte de Jehová en aquel día,” junto con su casa.—2 Tim. 1:16-18.

      Por lo tanto, Dios ejerce misericordia correctamente para con los que tienen un excelente registro de trato misericordioso. Cuando comparecen ante Dios para juicio, su derrotero misericordioso le suministra justa razón para aplicarles generosamente las provisiones ya disponibles por medio del sacrificio de rescate de su Hijo. Así la misericordia, de hecho, puede ‘alborozarse triunfalmente’ sobre la amenaza de juicio adverso que de otra manera pudiera asestarse contra ellos. (Sant. 2:13) Habiendo sido compasivos al tratar con otros, Jehová es compasivo para con ellos.

      Los que sirven de ancianos en las congregaciones ciertamente tratarán de representar fielmente el punto de vista y caminos de Jehová en todos sus tratos con sus hermanos y hermanas. Recordarán que ellos mismos han de ‘rendir cuenta’ delante del Pastor Principal del rebaño. (Heb. 13:17; 1 Ped. 5:2-4) Cuando sirvan de jueces no dejarán de tomar nota del excelente registro de misericordia que tienen algunos que quizás, por el momento, den un paso en falso en su andar cristiano, pero que luego se arrepienten y manifiestan el deseo sincero de continuar en fidelidad.

      Sí, todos nosotros tenemos verdadera razón para desear vivamente que nuestra “cuenta” muestre un registro de mucha misericordia, pues “la misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio.”

  • Se reconoce la santidad de la sangre
    La Atalaya 1973 | 1 de febrero
    • Se reconoce la santidad de la sangre

      ✔ Hoy, de una manera general, a las personas que dicen ser cristianas les parece raro que los testigos cristianos de Jehová tomen en serio la prohibición apostólica de comer sangre en cualquier forma que se declara en Hechos 15:20. Pero como el historiador Kaye hace notar en su obra Ecclesiastical History Illustrated from Tertullian’s Writings, páginas 146, 209:

      “Los cristianos primitivos acataban escrupulosamente el decreto que pronunciaron los apóstoles en Jerusalén al abstenerse de cosas estranguladas y de la sangre.”

      Sirven para confirmar esto las siguientes palabras de Tertuliano mismo, que se encuentran en el capítulo 9 de su Apology: “Los cristianos, que ni siquiera tienen la sangre de animales en sus comidas de alimento sencillo y natural; quienes se abstienen de cosas estranguladas y que mueren una muerte natural, solo por causa de no contaminarse, aun por la sangre secretada en las vísceras. Para remachar este asunto con un solo ejemplo, ustedes tientan a los cristianos con morcillas, solo porque ustedes saben perfectamente bien que la cosa con la cual ustedes tratan de hacer que ellos transgredan es ilícita para ellos.”—The Ante-Nicene Fathers, tomo 3, págs. 25, 58.

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