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  • Dios reajusta el pensar de su pueblo
    La Atalaya 1973 | 1 de enero
    • en la congregación cristiana. Refiriéndose a este mismísimo incidente en las llanuras de Moab, así como a otras cosas que acontecieron en relación con el Israel de la antigüedad, el apóstol Pablo dijo: “Pues bien, estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” (1 Cor. 10:11) Sirvieron de ejemplos, lecciones, advertencias a los cristianos en el tiempo del fin del sistema de cosas judío, y sirven de la misma manera para nosotros ahora.

      Esto está en armonía con las palabras del apóstol: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.”—Rom. 15:4.

      Dios sí arregló plenamente algunos dramas, como cuando le mandó a Abrahán que ofreciera a su hijo Isaac como sacrificio, prefigurando Su propio ofrecimiento de su Hijo unigénito Jesucristo como sacrificio de rescate para la raza humana. No hubo nada de malo en su mandato a Abrahán, y no permitió que Abrahán consumara el sacrificio de su hijo, sino que en su lugar suministró un carnero.—Gén. 22:1-18; Gál. 3:16; Juan 3:16.

      Muchos otros acontecimientos dramáticos en los cuales Dios actuó en armonía con sus principios para hacer un drama profético para nosotros hoy día no fueron representados plenamente por él. Por ejemplo, nada en la Biblia indica que Dios haya hecho que murieran Elimelec, el esposo de Noemí, y Mahlón y Quilión, sus hijos. Tampoco hizo que el que tenía el derecho primario de recompra, llamado “Fulano” en la Biblia, rehusara comprar la herencia de Elimelec. Pero por medio de su Ley sí señaló el derrotero que Rut, Noemí y Booz habrían de tomar, y debido a su amor a Dios obraron en armonía con su Ley. Por consiguiente pudo hacer que se escribiera un registro de esta secuencia de acontecimientos para formar un cuadro de cosas venideras, como se explicó en La Atalaya del 1 de julio de 1972.—Rut, caps. 1, 4.

      Nos ayuda a entender esto más cabalmente el tener presente que la gente en tiempos antiguos era real, que llevaba su vida cotidiana en asociación con sus familias y semejantes, y que tenía esperanzas y deseos igual que nosotros hoy día, los mismos problemas generales con el pecado obrando en sus miembros, y que muchos de ellos libraban fielmente una pelea excelente por servir a Dios. Dios les hablaba por medio de sus profetas y sus leyes, y obraba para con ellos para remunerar la justicia y castigar la iniquidad.

      Así mismo hoy, cosas similares están sucediendo en relación con los que sirven a Dios. Jehová no cambia de un período a otro, de modo que sus principios y juicios sean diferentes. (Mal. 3:6) Por lo tanto podemos leer lo que sucedió en relación con el Israel de la antigüedad y las naciones circunvecinas y saber que eran tan reales como lo es nuestra situación hoy día y que Dios obrará para con nosotros de acuerdo con los mismos principios, tan ciertamente como lo hizo en aquel entonces. Al beneficiarnos del registro de los tratos de Dios con su pueblo en el pasado, experimentamos un reajuste de punto de vista. Pero, por supuesto, a veces quizás haya puntos que nos parezcan difíciles de entender.

      FE Y PACIENCIA, ESENCIALES

      Cuando surgen preguntas, es bueno hablar a los individuos responsables de la congregación, que son “hombres de mayor edad” espiritualmente y que tienen entendimiento. (Hech. 20:28; 1 Ped. 5:1-4) Aun entonces, si, en esa ocasión, no comprendemos plenamente, ¿estamos dispuestos a seguir con la congregación de Dios y aceptar la dirección de Jehová, con la seguridad de que él nos iluminará a su debido tiempo?

      Si tenemos un amigo, ¿lo abandonamos cuando dice o hace algo que no comprendemos plenamente? Con cuánta más razón debemos ejercer fe en Dios y en su congregación. “El que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que viene a ser remunerador de los que le buscan encarecidamente,” dicen las Escrituras. (Heb. 11:6) Los que hemos conseguido un conocimiento de la verdad sabemos que hay que predicar el reino de Jesucristo, y su sacrificio propiciatorio para los pecados, como la única esperanza de la humanidad. ¿Quién está efectuando esta predicación? ¿A quién está bendiciendo Dios con paz y prosperidad espiritual en toda la Tierra? ¿Qué sucede con los individuos que pelean contra la obra y la organización del pueblo de Dios hoy día? Tratan de derribar, pero, ¿a quién están edificando? Si permitimos que alguna piedra de tropiezo nos haga caer permanentemente, nos haga apartarnos de Dios y su pueblo, ¿adónde iremos por la vida?

      Cuando ciertas personas se opusieron a algunos dichos de Jesús que no podían entender, Jesús preguntó a sus discípulos allegados: “¿Esto los hace tropezar?” Entonces dijo a sus apóstoles: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?” y Simón Pedro contestó: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo de Dios.”—Juan 6:61, 67-69.

      La Biblia aconseja que ejerzamos paciencia. (Sant. 5:9-11) ¿No les debemos paciencia, ante todo, a nuestros más grandes Amigos, Jehová Dios y Jesucristo, hasta que revelen las razones por sus actos? ¡Qué tontería sería el que pusiéramos nuestro conocimiento y juicio en competencia con los de ellos! El profeta de Jehová dijo: “¿Quién ha tomado las proporciones del espíritu de Jehová, y quién como su hombre de consejo puede hacerle saber algo?”—Isa. 40:13.

      Y en cuanto a la congregación cristiana, compuesta como está de humanos imperfectos, ¿no podemos ser pacientes con ella a medida que ella sigue la guía de Dios? Ciertamente nos sentimos felices y agradecidos cuando se nos muestra paciencia a nosotros. Hacemos bien en imitar la paciencia de Dios, pues por medio de Cristo él sostendrá la congregación sin mancha y sin tacha.—2 Ped. 3:15; Efe. 5:25-27; Rev. 19:7, 8.

      De veras, el único lugar de felicidad y vida se encuentra al seguir la dirección de Jehová. Ahora, en el umbral de su justo nuevo orden, mostrémonos dispuestos a dejar que Jehová reajuste nuestro pensar. Procediendo así, nos fortaleceremos unos a otros para permanecer firmes contra el Diablo, “para que no seamos alcanzados por Satanás con sus engaños, porque no estamos en ignorancia de sus designios.”—2 Cor. 2:11; Efe. 6:11.

  • ¿Tiende usted a tropezar?
    La Atalaya 1973 | 1 de enero
    • ¿Tiende usted a tropezar?

      JESUCRISTO dijo: “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará.” (Juan 8:31, 32) Antes que un individuo llegue a ser discípulo verdadero de Jesucristo, ejerciendo fe en el sacrificio de rescate y haciéndose seguidor de Cristo, es esclavo del pecado y la muerte. Tiene que efectuar un cambio.—Juan 8:34.

      El apóstol Pablo exhortó a los cristianos de Éfeso, Asia Menor, a “que desechen la vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior y que va corrompiéndose conforme a sus deseos engañosos.” (Efe. 4:22) Sí, la vieja personalidad tenía deseos incorrectos que tenían que ser removidos.

      Por consiguiente, cuando una persona viene a Dios por Su ayuda, tiene que estar dispuesta a trabajar duro para rehacer su mente. (Rom. 12:2) Llega a comprender que “‘ojo no ha visto, ni oído ha escuchado, ni se han concebido en el corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman.’ Pues es a nosotros que Dios las ha revelado por medio de su espíritu.” Debemos ajustar nuestro pensar a estas revelaciones que son nuevas para nosotros.—1 Cor. 2:9, 10.

      Si usted tiene la tendencia a tropezar debido a que no entiende cabalmente alguna explicación de las Escrituras o algún asunto de organización o de procedimiento que viene por medio de la clase del “esclavo fiel y discreto,” acuérdese de su posición delante de Dios. Piense: ¿Me he orientado correctamente? ¿He rehecho mi mente progresivamente? ¿Voy a dejar de hacerlo ahora?—Mat. 24:45-47.

      También, examine su corazón. Pregúntese: ¿Hay algún deseo, alguna inclinación, algún egoísmo que me impide ver o aceptar la idea? ¿Es la verdad sobre todo asunto lo que estoy buscando, o quiero que en las cosas sean a mi modo en ciertos sentidos en particular?

      HUMILDAD Y MEDITACIÓN

      La humildad le es esencial al cristiano para que aguante hasta el fin. Las pruebas que provienen de la persecución a menudo no son tan difíciles como la lucha contra la vieja personalidad con su orgullo y sus presiones para obligar a la persona a que se conforme a sus deseos. La persona que cree que sabe más que la congregación cristiana debe preguntarse: ‘¿Conozco plenamente la historia del pueblo de Dios?’ Quizás las cosas por las que usted aboga o la manera en que usted quiere que se hagan las cosas ya se hayan probado hace años y se haya descubierto que eran incorrectas. Piense: ‘¿Tengo mayor sabiduría que los que han servido fielmente a Jehová Dios por décadas, que han empleado su vida en investigación, estudio y servicio de Dios, dirigiendo la obra de Su pueblo por toda la Tierra? ¿Me ha dado súbitamente Dios mayor sabiduría que a éstos?’

      En relación con esto, considere lo que el apóstol Pablo le escribió al superintendente cristiano Timoteo. Después de describir a algunos que resistían la verdad, Pablo dijo: “Tú, sin embargo, continúa en las cosas que aprendiste y fuiste persuadido a creer, sabiendo de qué personas las aprendiste.”—2 Tim. 3:14.

      Si usted tiene dudas, puede seguir este buen consejo. Cuando usted estudiaba la Biblia para adquirir conocimiento de la verdad acerca de Jehová Dios y su Hijo Jesucristo, usted estaba aprendiendo. Probaba los puntos a medida que avanzaba. Fue persuadido a creer en las cosas que estaba aprendiendo, pero no por habla melosa ni por presión de parte del que le enseñaba. Más bien, las Escrituras mismas, con la ayuda del espíritu de Dios, lo persuadieron. Usted estuvo firmemente convencido de la verdad. Usted sabía que tenía razón al aceptarla. Es posible que haya seguido adelante y expresado fe plena por medio de dedicación plena a Dios, bautizándose “en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.” (Mat. 28:19) Usted dijo, de hecho, ‘Vengo para hacer tu voluntad, oh Dios.’ (Heb. 10:7) Usted lo hizo voluntariamente, de su corazón. Entonces, ¿por qué debe usted dudar de aquello que en otro tiempo probó cabalmente y decidió? ¿Por qué debe usted tropezar y quizás apartarse de esta senda de conocimiento progresivo, a causa de una o dos cosas que no entiende plenamente?

      Además, piense ‘de qué personas usted aprendió’ estas cosas. ¿Buscaban ellas su dinero? ¿Estaban empeñadas en engañarlo a usted, en aprovecharse de usted? O, ¿eran ignorantes e incapaces de enseñarle las cosas fundamentales de Dios? ¿Practicaba la congregación con la que usted se asoció obras inicuas, presentándose hipócritamente como maestros de la verdad? Más bien, ¿no es verdad que se interesaron en el bienestar espiritual de usted más de lo que cualquier persona lo había hecho anteriormente?

      Timoteo sabía que su madre y abuela, y más tarde, el apóstol Pablo y otros cristianos, al enseñarle habían tenido presente lo que esencialmente era para el propio provecho de él. También, el ejemplo que éstos le pusieron fue bueno. Pero Pablo sabía que tenía que decir estas cosas a Timoteo para fortalecerlo para las pruebas, aflicciones y, posiblemente, las dudas que pudieran acometerlo.

      Por lo tanto, si usted se inclina a tropezar, debe pensar en aquellas palabras de Pablo y, adicionalmente, en el consejo que él dio a los cristianos hebreos en Jerusalén. Él los exhortó: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre ustedes, los cuales les han hablado la palabra de Dios, y al contemplar detenidamente en lo que resulta la conducta de ellos, imiten su fe.”—Heb. 13:7.

      Sí, adhiérase al derrotero de fidelidad. ¿Qué resultado desea usted que tenga su conducta? Un buen resultado, por supuesto. Para vida, por supuesto. Entonces usted tiene la fórmula segura en las palabras del apóstol: “Imiten su fe.” Estos hermanos han permanecido en la fe; han “esperado a Jehová.” (Sal. 130:5, 6) Han aguantado a través de pruebas y de ocasiones cuando las inclinaciones humanas imperfectas habrían indicado un proceder diferente. Es posible que a veces haya sido difícil ver las ‘realidades que no se contemplan.’ Pero mantuvieron la fe y son felices al servir a Jehová.—Heb. 11:1.

      CUÍDESE DE BUSCAR INFELIZMENTE UNA SALIDA

      Tocante a este asunto de felicidad, hay otra manera en que usted puede probar su propia posición. Pregúntese: ‘¿Estoy gozoso; obtengo verdadero gozo al servir a Jehová?’ Si usted ha perdido su gozo, hay algo que no está bien, pero no es algo en Jehová o en su pueblo. Es a usted que le falta algo. Usted ha perdido un grado de su espiritualidad. Si usted está haciéndose retraído, no teniendo asociación feliz —de todo corazón— con sus hermanos, si usted está aislándose, haciéndose introvertido, ¡cuídese! Es una seria señal de advertencia. El proverbio inspirado dice: “El que se aísla buscará su propio anhelo egoísta; contra toda sabiduría práctica estallará.”—Pro. 18:1.

      Si usted descubre que lo hace tropezar o le ofende algo que se enseña en la organización de Dios, o algunos ajustes que se estén haciendo, tenga presente esto: Dios ha puesto suficiente en la Biblia para suministrar un fundamento completo para la fe. (2 Tim. 3:16, 17) Por otra parte, ha dejado de incluir muchos detalles en los relatos de diferentes acontecimientos en la Biblia, suficientes para que aquel cuyo corazón no está bien, que quiere descubrir una falta aparente, que quiere hallar una excusa para abandonar el camino de la verdad, pueda hallarla.

      Así mismo Jehová ha hecho arreglos cabales para el bienestar espiritual de todo su pueblo por medio de la congregación cristiana. Si usted oye palabras dudosas o ve acciones dudosas, hasta acciones incorrectas o equivocadas, de parte de alguno en la congregación, no tropiece y pierda el favor de Jehová a causa de esto. Puesto que la congregación de Dios verdaderamente está compuesta de humanos imperfectos, la persona que realmente no ama a Jehová y su pueblo ciertamente puede hallar

  • Una apreciativa niña de ocho años
    La Atalaya 1973 | 1 de enero
    • Una apreciativa niña de ocho años

      ● Recientemente una carta escrita a mano llegó a las oficinas de la Sociedad Watch Tower, editores de las revistas La Atalaya y ¡Despertad! Era de una niña de ocho años cuyos padres son testigos de Jehová. Su carta reflejaba el vivo aprecio que le tiene al trabajo que hace el personal de la central de la Sociedad (Familia Betel) para preparar las publicaciones. Ella escribió:

      “Estimados hermanos, tengo 8 años de edad, y estoy en 2.do año en la escuela. No hace mucho el Departamento Forestal Estatal llevó a cabo un concurso de ensayos. El tema sobre el cual habríamos de escribir era ‘¿Por qué plantar un árbol?’ Entré en el concurso.

      “Cuando llegué a casa de la escuela le dije a mi madre acerca de ello. Mi madre me dijo que buscara en el ‘Watch Tower Index.’ Así lo hice. Hallé mucha información acerca de árboles. El artículo que más me gustó fue el que está en ‘Awake!’ [¡Despertad!] del 8 de abril de 1956.

      “Esta semana se me notificó que gané el primer lugar en el concurso de más de 600 ensayos. Me tomaron una fotografía para el periódico, y me dieron un premio de $15,00 [dólares]. Puesto que yo sé que no lo habría ganado si no hubiera sido por la ‘Awake!’ me gustaría darles $10,00 de este dinero para que lo usen en algo que necesite la Familia Betel. Sinceramente.”

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