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¿Recuerda usted?La Atalaya 1973 | 15 de junio
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¿Recuerda usted?
¿Ha leído usted cuidadosamente los números recientes de La Atalaya? En tal caso, sin duda recordará los siguientes puntos:
● ¿Qué determina si un hijo que es menor de edad tendrá favor delante de Dios debido al mérito del padre o la madre?
El hijo tiene que ser obediente a sus padres y esforzarse por hacer la voluntad de Dios hasta el grado que su edad y las circunstancias se lo permitan.—Págs. 650, 651.a
● ¿Cuándo es sabiduría el ‘estar dispuesto a creer’?
Únicamente cuando se basa en evidencia y razón sólidas. El creer en la existencia de Dios y en la veracidad de su Palabra cumple con este requisito.—Pág. 676.
● ¿Qué determina si una persona ha de ser expulsada de la congregación cristiana?
No es la gravedad del mal cometido ni la mala publicidad que haya resultado de ello. El factor determinante es el arrepentimiento o falta de él de parte del individuo.—Pág. 725.
● ¿Qué mueve la persona al arrepentimiento verdadero?
La persona arrepentida tiene un deseo sincero de volver al favor divino debido a su amor a Dios. Siente pesar por haberle acarreado vituperio al nombre de Dios, rechaza el mal proceder y corrige el mal hecho hasta el grado posible.—Págs. 726, 727.
● ¿En qué sentido es el hombre singularmente a la imagen de Dios?
Es en el asunto de jefatura que el hombre puede reflejar la posición de Dios hacia sus criaturas. En el arreglo de familia el hombre no tiene cabeza terrestre sobre él; su esposa e hijos están sujetos a él como cabeza de familia.—Pág. 732.
● En Mateo 18:15, ¿qué se entiende por ‘ganar a su hermano’?
Quiere decir ganarlo en el sentido de ayudarlo a mantenerse en la congregación, haciendo que se vuelva de un proceder que podría llevar a que fuera expulsado de ella.—Pág. 754.
● En armonía con Mateo 18:15, ¿qué clase de pecados estaría uno obligado a poner al descubierto entre uno mismo y su hermano cristiano?
Estos serían pecados verdaderos y no imaginarios. Podrían estar incluidos en éstos tales pecados como el fraude y la calumnia.—Pág. 754.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1973 | 15 de junio
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Preguntas de los lectores
● ¿Es correcto que una casada deje a su esposo si no pueden llevarse bien? ¿Por qué dejó a su esposo la esposa del primer presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract, C. T. Russell?—EE. UU.
La Biblia no estimula al divorcio o a la separación simplemente porque un esposo y su esposa no estén llevándose bien. Bajo inspiración el apóstol Pablo escribió: “A los casados doy instrucciones, sin embargo, no yo, sino el Señor, que la esposa no debe irse de su esposo; pero si de hecho se fuera, que permanezca sin casarse o si no que se reconcilie con su esposo; y el esposo no debe dejar a su esposa.”—1 Cor. 7:10, 11.
Por eso en vez de recurrir a la separación cuando surgen dificultades en el matrimonio, la cristiana debería hacer cuanto pueda con la mira de lograr una relación mejor, más amorosa, con su esposo. Reconociendo que el matrimonio es institución y don de Dios al género humano, debería querer hacer que su matrimonio tenga éxito para la alabanza y la honra del Dador, Jehová Dios. Debería tener cuidado de jamás darle a su esposo razón alguna para querer irse, pues el incrédulo debería poder ver que el cristianismo verdadero es responsable de hacer de su cónyuge una esposa más amorosa, bondadosa, considerada y comprensiva. Esto estaría en armonía con el siguiente consejo que dio el apóstol Pedro: “De igual manera, ustedes, esposas, estén en sujeción a sus propios esposos, a fin de que, si algunos no son obedientes a la palabra, sean ganados sin una palabra por la conducta de sus esposas, por haber sido testigos oculares de su conducta casta junto con profundo respeto.”—1 Ped. 3:1, 2.
Sin embargo, a veces a pesar de la excelente conducta de su esposa cristiana, el incrédulo insiste en dejarla. En ese caso, ¿debería esforzarse la esposa creyente por impedir que se vaya su esposo? O, ¿debería un esposo cristiano obstaculizar a su esposa incrédula para que no lo deje? No. La Biblia nos dice: “Si el incrédulo procede a irse, que se vaya; no está en servidumbre el hermano o la hermana en tales circunstancias, antes Dios los ha llamado a ustedes a paz.”—1 Cor. 7:15.
A veces quizás suceda que una esposa que afirma ser cristiana deje a su esposo creyente. El esposo quizás lamente profundamente la separación y espere correctamente una reconciliación. Pero ¿qué hay si la partida de la esposa se debe a la cuestión de jefatura de esposo o a un desacuerdo sobre algún otro principio bíblico?
En ese caso el esposo cristiano reconoce que no puede transigir en su posición como cabeza de familia ni hacer una concesión que sea contraria a las Escrituras a fin de producir una reconciliación. El esposo cristiano está bajo mandato divino de reflejar la gloria de Dios. El que él abandonara su posición de jefatura significaría deshonrar al cabeza de la congregación cristiana, Jesucristo, y deshonrar a Jehová Dios.—Compare con 1 Corintios 11:3-7.
C. T. Russell comprendía bien su posición bíblica como esposo, como se ve claramente de la manera en que manejó los asuntos en relación con su esposa. En una carta a un amigo personal en Inglaterra, fechada el 27 de diciembre de 1899, explicó por qué su esposa se había ido y también expresó lo que él sentía acerca de ello, diciendo:
“Nuestra querida hermana Russell sufrió del mismo mal que ha atacado a otros... notablemente los mencionados en el folleto, ‘A Conspiracy Exposed [Una conspiración es desenmascarada].’ La dificultad de éstos fue la misma que tuvo el gran Adversario en el principio... ambición, y un deseo de subvertir los asuntos a fin de gratificar esa ambición.
“Han pasado más de veinte años desde que nos casamos, y durante trece de esos años la hermana Russell fue todo lo que se podía pedir de una ayudante amorosa, noble y verdadera, y al tiempo de la conspiración ella todavía estaba con esta actitud a tal grado que voluntariamente hizo un viaje a través de varios estados tras la pista de S. D. Rogers, corrigiendo sus declaraciones infamatorias. Pero el espíritu ambicioso que ya había comenzado a obrar fue alimentado hasta convertirse en una llama por la muy calurosa recepción que se le otorgó a nuestra querida hermana en la ocasión ya mencionada. Parece que se le olvidó que fue recibida, no simplemente por ella misma, sino también como representante de la obra del Señor, y como representante de su esposo.
“Ella regresó de ese viaje muy consciente de sí misma, y en ese respecto muy diferente de lo que había sido antes... especialmente durante los primeros diez años de nuestra vida matrimonial. Parece que este espíritu se hizo más fuerte en vez de más débil, hasta hace unos cuatro años, cuando comenzó a empeñarse en realizar su ambición. Recordarás que ya casi han pasado cuatro años desde que por petición suya su nombre fue quitado, como directora adjunta, y después de eso puesto en cualesquier artículos que escribiera en la WATCH TOWER. El siguiente paso fue insistir en más espacio, y en libertad para escribir lo que quisiera, lo cual no debería tener corrección ni crítica alguna. Esto duró por un tiempo, hasta que le dije, bondadosa pero claramente, que yo no podía pensar que la voluntad del Señor fuera animarla a participar en la obra mientras ella manifestara un espíritu tan ambicioso. Desde esa fecha nada se publicó de su pluma.
“Su siguiente paso fue tratar de obligarme a darle espacio, etcétera, o lo que ella llamaba sus libertades debidas para utilizar sus talentos. Con este fin llamó a dos hermanos para que me vieran, según lo que dice Mat. 18:15. Quedó enteramente desilusionada por los resultados, pues los hermanos le dijeron claramente que conforme a lo que entendían ellos la cuestión que ella suscitaba estaba enteramente fuera de la jurisdicción de ellos, o de cualesquier otros; que en cuanto a la opinión de ella como guía para ellos, el Señor no se había equivocado al poner los asuntos en manos del hermano Russell, y si él a cualquier tiempo creyera conveniente cambiar los arreglos abundantemente podía hacerlo, y que ellos solo podían aconsejarle de modo contrario a lo que ella deseaba, por más que sintieran esta desilusión de su ensalzamiento.
“El siguiente paso de la hermana Russell y sus hermanas (carnales) fue organizar una cruzada de mujeres contra mí en la congregación de Allegheny. El resultado fue un alboroto considerable de calumnia y representación en falsos colores, pues por supuesto que no serviría los propósitos de ellas decir la verdad llana, sin adornos, de que la hermana Russell era ambiciosa, etcétera. Fácilmente puedes entender mi posición; como hombre estaría en desventaja, y las calumnias siguieron sin que yo pudiera hacer nada para contrarrestarlas, y como tú bien sabes mi deseo era el no decir una sola palabra contra la compañera que había escogido, a quien amaba muchísimo, y a quien todavía amo muchísimo.
“Brevemente, entonces, esta conspiración femenina llegó a su colmo, y resultó en una separación
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