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  • Sea “de juicio sano” a medida que se acerca el Nuevo Orden
    La Atalaya 1973 | 1 de noviembre
    • Podemos mostrar que ése es nuestro parecer aun ahora al no dejar que las cosas materiales echen fuera los asuntos espirituales de nuestra vida o que lleguen a ser de mayor atracción.

      OBEDIENCIA DE CORAZÓN

      20. ¿Qué es algo que definitivamente sabemos acerca del Nuevo Orden, y qué revela Revelación 20:11, 12?

      20 Al ser “de juicio sano,” hacemos bien en meditar en algunas de las cosas que sí sabemos en cuanto al próximo nuevo orden. Sabemos que se requerirá obediencia a la soberanía de Dios, expresada por medio del gobierno de su Reino. En Revelación 20:11, 12, se nos informa que durante el reinado de mil años del Hijo de Dios ‘se abrirán rollos.’ Todos los que vivan, incluso los resucitados de entre los muertos, serán juzgados “según sus hechos” como estando en armonía o no estando en armonía con esos “rollos.” Los rollos, según se consideran en la profecía bíblica, casi invariablemente se refieren a alguna revelación de la voluntad de Dios, una revelación que se manifiesta en forma escrita. Por lo tanto, parece que durante el reinado milenario de Cristo Jesús habrá revelaciones adicionales de la voluntad y propósito de Dios y que éstas estarán en forma publicada para que todos se informen. Entonces quedará de cada uno demostrar que es digno de la vida eterna al armonizar sus hechos con esos rollos.

      21, 22. (a) ¿Por qué pudieran pensar algunos que, habiendo sobrevivido a la “tribulación grande,” el conseguir la vida eterna entonces será relativamente sencillo? (b) ¿Qué factor importante posiblemente pasen por alto?

      21 Por lo tanto, el sobrevivir a la “tribulación grande” no necesariamente garantiza el sobrevivir para vida eterna. No obstante, quizás algunos piensen que, una vez que haya desaparecido este viejo orden y, como predice el libro de Revelación, Satanás y sus demonios sean ‘abismados,’ entonces el asunto de ser obedientes será relativamente sencillo, casi una conclusión inevitable. ¿Es esto ser “de juicio sano,” y nos prepara para vivir en el Nuevo Orden?

      22 Es cierto, el pasar el viejo orden con todas sus tentaciones y presiones hacia lo malo será un gran alivio. También lo será el ser librados de la guerra que ahora tenemos que hacer contra las “fuerzas espirituales inicuas” que dominan invisiblemente al presente orden. (Efe. 6:10-13) Sin embargo ¿son esas dos grandes fuerzas de oposición a la justicia las únicas con las que tenemos que contender? ¿No hay otra fuente principal? Sí; y diferente de esas fuentes externas ésta es interna, dentro de nosotros. Es nuestra propia naturaleza pecaminosa heredada, el legado que todos hemos recibido de Adán. Y el ‘juicio sano’ hará que comprendamos que ésta es la fuerza que probablemente sea la más peligrosa, la decisiva. ¿Cómo así?

      23. ¿Qué muestra el origen de la injusticia en cuanto a la seriedad relativa de las fuerzas externas e internas que obran en oposición a nuestra obediencia a Dios?

      23 Considere el origen de la injusticia, de la desobediencia al régimen divino. Es verdad, en Edén, Eva fue sometida a influencia exterior y ella, a su vez, ejerció influencia sobre su esposo. Pero, ¿qué hay de aquel que inició la rebelión? ¿Qué influencia externa operó en ese hijo espíritu de Dios para hacer que se hiciera malo? Ciertamente Dios ni lo tentó ni lo presionó para que lo hiciera, ni lo hizo nadie más. Sin embargo ese hijo espíritu se hizo rebelde contra su Padre celestial. La fuente de su rebelión fue —no externa— sino interna, desde dentro de su propio corazón. (Compare con Santiago 1:13-15.) Así sucede con nosotros, prescindiendo de las fuerzas externas que haya, el factor decisivo para la fidelidad está dentro de nosotros, lo que tenemos en nuestro corazón. Esto todavía aplicará durante el período milenario cuando se juzgue a las personas “según sus hechos.”

      24. ¿En qué confían algunos para efectuar los cambios que se necesitan en cuanto a su personalidad y hábitos? ¿Y qué queremos determinar en un estudio subsiguiente?

      24 Sin embargo, quizás alguien diga: ‘Bueno, reconozco que tengo algunos hábitos malos, características y modos de obrar incorrectos que no he vencido como debería haberlo hecho. Pero estoy seguro de que una vez que pasemos a través de la “tribulación grande” seré diferente... no perfecto todavía, por supuesto, pero diferente.’ ¿Es esto ser “de juicio sano”? ¿Deberíamos pensar que lo aterrador de la “tribulación grande” y su guerra del Armagedón de alguna manera obrarán en nosotros alguna transformación correctiva en cuanto a nuestro corazón? Considere la información que sigue.

  • ¿Está usted listo para vivir en el nuevo orden de Dios?
    La Atalaya 1973 | 1 de noviembre
    • ¿Está usted listo para vivir en el nuevo orden de Dios?

      1-3. (a) ¿Qué aterradora experiencia tuvo Israel en el mar Rojo? (b) ¿Hizo cambiar ésta a los israelitas? ¿Cómo lo sabemos?

      PIENSE en el tiempo en que el Israel de la antigüedad efectuó su éxodo de Egipto. Al llegar a la orilla occidental del mar Rojo, los israelitas se hallaban atrapados a medida que las fuerzas de Faraón avanzaban sobre ellos desde la retaguardia. Estallaron en murmuración y queja: ‘Este Moisés, ¿por qué nos ha sacado al desierto para ser degollados con nuestras esposas e hijos?’ Mostraron falta de fe en la dirección de Dios. Sin embargo, Jehová le mandó a Moisés que extendiera su vara sobre el mar, y entonces Dios hizo que se abriera el mar, formando una senda a través de él hasta la orilla oriental. Es posible que unos tres millones de personas hayan estado envueltas, y como hace notar el libro Aid to Bible Understanding (página 546):

      “Puesto que Israel atravesó el mar en una sola noche, difícilmente podría asumirse que las aguas se dividieron en un canal angosto. Más bien, éste debe haber sido de una milla (1,6 kilómetros), o de varias millas, de ancho. Aunque en formación de marcha bastante cerrada, tal grupo, junto con los carruajes que tenían, su equipaje y su ganado vacuno, aun cuando estuvieran en filas bastante compactas, ocuparían una superficie de quizás tres millas cuadradas (7,7 kilómetros cuadrados). . . . Tal columna necesitaría varias horas para entrar en el lecho del mar y atravesarlo.”

      2 ¡Qué tremenda experiencia hubiera sido el efectuar esa marcha a través del mar hasta el otro lado y, una vez allí, volverse y ver regresar las aguas y ahogar a las fuerzas de Faraón como ratas atrapadas! ¡Aterrador, emocionante, de veras! ¿Pero hizo cambiar esto a los israelitas? ¿Fueron personas diferentes en la orilla oriental del mar Rojo de lo que habían sido en la orilla occidental?

      3 Lea el relato y usted verá que en el transcurso de un mes había estallado de nuevo su queja y murmuración... ahora no había suficiente agua. Al murmurar esta vez y en ocasiones subsecuentes no alzaron los rostros hacia el cielo y se quejaron directamente contra Dios. No, se quejaron contra la agencia humana visible que él estaba usando. Continuó su falta de fe.—Éxo. 15:22-24; 16:1, 2.

      4-6. (a) ¿Qué determina si los milagros u otras experiencias aterradoras tienen un efecto duradero sobre uno o no? (b) ¿Cómo ilustra esto Lucas 17:11-19?

      4 Sea que un acto poderoso de Dios tenga solo un efecto momentáneo o realmente cambie a una persona depende de que el corazón de esa persona sea afectado o no. Esto fue cierto en cuanto a los milagros que los profetas de Dios y su propio Hijo ejecutaron. ¿Quién no ha sabido de la lepra, una enfermedad temida que ataca varias partes del cuerpo... los dedos de las manos y de los pies, los oídos, la nariz, los labios? Estos se consumen gradualmente. Suponga que esto le sucediera a usted y tuviera que ver su cuerpo y rostro sufrir lentamente tal desfiguración. Pero, ¿qué hay si alguien lo sanara a usted, restaurara su cuerpo y rostro a la salud de modo que la experiencia llegara a ser como una pesadilla que ya había pasado? ¿Qué sentiría? ¿Qué diría?

      5 En Lucas 17:11-19, leemos en cuanto al encuentro de Jesús con diez leprosos, mientras viajaba de una aldea a otra. Como prescribía la Ley, estos hombres se mantuvieron a cierta distancia, y clamaron: “¡Jesús, Instructor, ten misericordia de nosotros!” Sí tuvo misericordia de ellos, mandándoles que fueran a presentarse a los sacerdotes, según la Ley. En camino todos los diez fueron sanados. ¿Qué hicieron entonces?

      6 Solo uno regresó a Jesús para expresar gracias, y era samaritano. ¿Los otros nueve? Sin duda continuaron su camino regocijándose. Habían recibido lo que querían. Y, ¿qué era eso? Salud física.

      7. ¿Demuestra un fuerte deseo de salud física que estamos preparándonos para vivir en el nuevo orden de Dios?

      7 ¿A quiénes o a quién nos asemejamos nosotros en cuanto a esto? Es natural que esperemos con gusto la salud física que traerá el nuevo orden de Dios. (Rev. 21:3, 4) Pero, después de todo, ¿a cuántas personas conoce usted que no quisieran tener salud perfecta, estar libres de dolores y dolencias, o que no quisieran retener o recobrar vigor juvenil? Obviamente la inmensa mayoría en la Tierra hoy quisiera eso. Por lo tanto, ¿cómo podría el mero deseo de salud física ser un factor distintivo que nos señalara como personas preparadas para vivir en el nuevo orden de Dios? Es preciso que haya algo más que eso. Hay que tener el motivo correcto al desear la salud perfecta que ofrece el nuevo orden de Dios.

      8. (a) ¿Cómo ilustró la actitud correcta el único leproso que regresó a Jesús? (b) Cuando leemos las promesas bíblicas de las bendiciones del Nuevo Orden, ¿qué debemos esforzarnos por hacer siempre?

      8 Es preciso que seamos como el único hombre que se volvió y regresó a Jesús, sin duda sintiendo como que su corazón estaba por salírsele del pecho y quizás con lágrimas rodando por su cara. ¿De qué manera fue diferente de los otros? La diferencia fue que la bondad de Dios por medio de Cristo Jesús llegó a su corazón. En su curación vio la evidencia de qué magnífico Dios es Jehová, y estuvo lleno del deseo de alabarlo. Tuvo la actitud correcta; tenía aprecio espiritual. Nosotros, también, debemos comprender la necesidad, cuando consideramos cada una de las muchas bendiciones que ofrece el Nuevo Orden, de pensar en lo que ellas nos dicen de nuestro Dios. Entonces edificarán en nosotros aprecio aumentado a él y desarrollaremos un fuerte deseo —no solo de salud perfecta y vida sin fin en sí— sino de tener estas bendiciones a fin de poder servir a nuestro magnífico Creador y poder mostrar amor también a nuestro prójimo.

      CAMBIOS DE PERSONALIDAD NO POR MILAGRO DIVINO

      9. (a) ¿Por qué ni siquiera una resurrección de entre los muertos, de por sí, transformará a las personas para la justicia? (b) ¿Cómo muestra Mateo 21:31, 32 por qué la gente de Tiro, Sidón y Sodoma quizás progrese mejor en el nuevo orden de Dios que la gente de las ciudades que Jesús reprendió?

      9 Ni siquiera una resurrección de entre los muertos —de por sí— cambiará a la gente. Sabemos esto debido a lo que Jesús dijo a la gente de ciertas ciudades de Israel: “Les será más soportable a Tiro y a Sidón [y a la tierra de Sodoma] en el Día de Juicio que a ustedes.” (Mat. 11:20-24) ¿Por qué? Porque las personas de estas antiguas ciudades de Tiro, Sidón y Sodoma no habían tenido el beneficio de la predicación, enseñanza y ejecución de las obras poderosas que estos judíos del primer siglo estaban recibiendo por medio del Hijo de Dios. Por eso, Jesús estaba diciendo que cuando los moradores de ciudades como Capernaum, Corazín y Betsaida regresaran en la resurrección durante su reinado de mil años volverían con las mismas personalidades orgullosas, tercas, que estaban manifestando en aquel entonces. Aunque claramente injusta, la gente de Tiro, Sidón y Sodoma no había manifestado esas características y por eso estaría en mejor posición en cuanto a aceptar la verdad e instrucción en los principios justos de Dios.—Compare con Mateo 21:31, 32.

      10. ¿Qué nos dirá el ‘ser de juicio sano’ en cuanto al factor principal de que depende el que consigamos vida eterna en el Nuevo Orden?

      10 Siendo “de juicio sano,” entonces, no confiaremos en que algún acontecimiento poderoso, aun tan grande como la “tribulación grande” que está adelante, obre alguna transformación mágica en nosotros que asegure nuestro feliz éxito en el nuevo orden de Dios. Y comprenderemos que, en resumidas cuentas, el que consigamos o no la vida eterna no va a depender simplemente de asociarnos con cierto pueblo y organización. En resumidas cuentas va a depender de lo que somos como personas, de cuáles son nuestras cualidades personales.

      11, 12. (a) Ilustre cómo las serias debilidades espirituales de ahora, si no se corrigen, podrían estorbar el progreso a la perfección de parte de los sobrevivientes que entrarán en el nuevo orden de Dios. (b) ¿Quién tendrá la culpa si uno no vive en conformidad con el contenido de los “rollos” que se abran entonces?

      11 Por eso, con toda seriedad y con plena posesión de nuestros sentidos, tenemos que ser honrados en la justipreciación de nosotros mismos, no minimizando los hábitos o actitudes incorrectos que revelan seria debilidad espiritual ni disculpándonos a causa de ellos. Un hombre, por ejemplo, pudiera tener lo que algunos llaman ‘ojos que vagan lascivamente.’ Puede que no sea fornicador ni adúltero en el sentido literal, pero su interés en el sexo opuesto es excesivo; sus ojos vagan lascivamente de ésta a aquélla. Si tal hombre de veras pasa por la aterradora experiencia de sobrevivir a la “tribulación grande,” quizás sus ojos miren ‘directamente adelante’ por un tiempo. Pero si realmente no ha fijado su corazón contra las inclinaciones lascivas, es posible que pronto sus ojos empiecen de nuevo a vagar lascivamente, sí, aunque esté en el Nuevo Orden. Lo mismo aplicaría a la persona que depende en demasía de las bebidas alcohólicas. Aunque no es borracho, si su interés en ellas es inmoderado y no corrige el asunto, puede causarle problemas más tarde como posible sobreviviente que entrará en el Nuevo Orden. El que no haya una industria de bebidas alcohólicas no impediría esto, así como no impidió que Noé bebiera en exceso en una ocasión después del diluvio global.—Gén. 9:20, 21.

      12 Así, también, sucede con otros peligrosos hábitos o rasgos de la personalidad. Tendencias hacia la ambición egoísta, la jactancia, la envidia, el chismear, la pereza crasa o la falta de sumisión a la jefatura... hay numerosas cosas que podrían crear problemas para nosotros si no aprendemos a controlarlas. Podrían estorbar u obstruir el que progresáramos a la perfección durante el período de mil años en el cual Cristo Jesús y sus coherederos celestiales servirán de sacerdotes para la curación de los súbditos terrestres del Reino. (Gál. 5:19-21; Rev. 5:10; 22:1, 2) Si alguno de nosotros dejara de satisfacer los requisitos para la vida por no vivir en armonía con el contenido de los “rollos” de Dios en ese entonces, no tendrá a nadie a quien culpar —ni al presente mundo inicuo, ni a Satanás y sus demonios— solo a sí mismo.

      VIGILANCIA EN CUANTO A ORACIÓN

      13. ¿Qué está envuelto en ser “vigilantes en cuanto a oraciones”?

      13 Fácilmente podemos ver por qué, después de exhortar a ‘ser de juicio sano’ en

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