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  • Felicidad humana bajo gobierno divino
    La Atalaya 1973 | 1 de diciembre
    • servía en la sección “profana,” no en el templo, mientras que Jesucristo es el gran Sumo Sacerdote, que sirve en la zona celestial del templo espiritual de Jehová. (Heb. 3:1; 8:1) Es verdad, Jehová llamó al Mesías “un principal” en un capítulo anterior de la profecía de Ezequiel. Pero allí Dios se refiere a ese principal como “mi siervo David,” mientras que no se hace tal referencia al principal en esta visión de la “ciudad.” David fue el rey de Israel de cuya línea vino el Mesías, en cuanto a su descendencia carnal. (Eze. 34:24; 37:25; Hech. 2:29-36) Jesucristo, dado que es el Mesías predicho, es tanto Rey celestial como Sumo Sacerdote.

      Entonces, ¿a quién o a quiénes representa simbólicamente el “principal” en la visión del templo? Así como el término “siervo” a menudo tenía un significado colectivo, como donde Jehová llamó a la nación de Israel su “siervo,” así el “principal” asume un significado colectivo. Representa a aquellos a quienes el Mesías celestial Jesús nombra sus representantes visibles en la “nueva tierra,” bajo la dirección del “nuevo cielo.”—Isa. 43:10; Rev. 21:1, 2.

      El salmista escribió proféticamente dirigiéndose al Rey Jesucristo y refiriéndose a sus hijos terrestres: “En lugar de tus antepasados [terrestres] llegará a haber tus hijos, a quienes nombrarás príncipes en toda la tierra.” (Sal. 45:16) Cristo se encargará de que éstos y otros, habiendo llegado a ser sus “hijos” en virtud de obtener vida por medio de él, administren justamente, como “príncipes” justos en la Tierra, los asuntos de la humanidad y la mantengan en seguridad, pues esto se garantiza en Isaías, capítulo 32, con estas magníficas palabras:

      “¡Mira! Un rey reinará para justicia misma; y en cuanto a príncipes, ellos gobernarán como príncipes para derecho mismo. Y cada uno tiene que resultar ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como la sombra de un peñasco pesado en una tierra agotada.

      “Y en el desierto ciertamente residirá el derecho, y en el huerto morará la justicia misma. Y la obra de la justicia verdadera tiene que llegar a ser paz; y el servicio de la justicia verdadera, tranquilidad y seguridad hasta tiempo indefinido. Y mi pueblo tiene que morar en un lugar de habitación pacífico y en residencias de plena confianza y en lugares de descanso sosegados.”—Isa. 32:1, 2, 16-18.

      Jehová hizo esto para su pueblo en escala pequeña cuando lo restauró del destierro en Babilonia para reedificar Jerusalén y su templo. ¡Cuánto más hará esto para la gente de toda la Tierra durante el reinado de mil años de Cristo! Entonces se realizarán las palabras de Cristo a sus apóstoles, de que se sentarán con él “juzgando a las doce tribus de Israel,” es decir, toda la humanidad redimida, por medio de los justos representantes principescos visibles en la Tierra.—Mat. 19:28; Luc. 22:29, 30.

      NOMBRE DE LA CIUDAD, SIGNIFICATIVO

      Voluntarios de todas partes de la Tierra y de todas las categorías de la humanidad rescatada vendrán entonces a cooperar activamente con la clase del “principal.” Esto será en la “ciudad,” que representa la sede oficial visible de la clase del “principal” para administrar los asuntos de toda la humanidad. La visión de Ezequiel describió tres puertas en cada uno de los cuatro muros de la ciudad, abiertas a todas las doce tribus de Israel. (Eze. 48:30-34) La administración semejante a ciudad reflejará perfectamente a la Nueva Jerusalén celestial, que tiene doce puertas en las que están inscritos los nombres de las “doce tribus de los hijos de Israel.” (Rev. 21:12) De modo que la administración ‘principesca’ en la Tierra también mostrará la accesibilidad y cuidado amoroso de Cristo y su subsacerdocio. Habrá acceso libre y abierto para todos los que deseen recibir ayuda sobre un asunto vital.

      La profecía de Ezequiel termina dando el nombre de esta ciudad: “A la redonda [el perímetro de la ciudad] habrá dieciocho mil codos; y el nombre de la ciudad desde aquel día en adelante será Jehová Mismo Está Allí.” (Eze. 48:35) Es tal como promete Revelación 21:3: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos.” Jehová mismo manifestará su presencia divina dirigiendo su amorosa y benéfica atención a la “ciudad.” El fruto de su espíritu abundará allí para gloria de él, a saber “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo.”—Gál. 5:22, 23.

      Puesto que el espíritu de Jehová operará por medio de esos “príncipes,” podemos estar seguros entonces de un gobierno justo que obrará en el interés de la gloria de Dios, la justicia, la rectitud y la felicidad de la gente. De Jesucristo el gran Sumo Sacerdote y su subsacerdocio en los cielos vendrá la aplicación del valor expiatorio del sacrificio de Cristo, con todos sus beneficios. Plenamente bajo la dirección del “nuevo cielo,” la administración visible semejante a ciudad ayudará a lograr la elevación de toda la humanidad obediente a la perfección de corazón, mente y cuerpo en el Paraíso restablecido de la Tierra. Revelación 21:4 sigue diciendo: “Y [Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”

      UNA ESPERANZA VERDADERA DE LA CUAL ASIRSE AHORA

      En este tiempo, bajo la influencia de este sistema de cosas, y debido al pecado que hemos heredado de nuestro antepasado Adán, hasta el cristiano verdadero tiene una lucha constante para vencer las tendencias malas, destructivas, de la carne imperfecta. (Rom. 7:19, 24, 25) De por sí los humanos son impotentes, y debido a la influencia de Satanás, “el dios de este sistema de cosas,” y la falta de cuidado de parte de los gobiernos de la Tierra para el bienestar de la gente, han quedado en una condición digna de compasión. (2 Cor. 4:4) Pero bajo los justos ‘nuevos cielos y nueva tierra,’ con la administración de los príncipes temerosos de Dios en la Tierra, se cumplirá la profecía: “La tierra estará llena del conocer la gloria de Jehová como las aguas mismas cubren el mar.” (Hab. 2:14; 2 Ped. 3:13) Al llegar a conocer a Jehová Dios y su insuperable bondad amorosa, su sabiduría, su justicia y sus provisiones para la felicidad de la humanidad, lo glorificarán e imitarán sus caminos. Entonces, como cantó proféticamente el salmista: “En cuanto a la bondad amorosa y el apego a la verdad, se han encontrado; la justicia y la paz... se han besado. El apego a la verdad mismo brotará de la mismísima tierra, y la justicia misma mirará desde los mismísimos cielos. También, Jehová, por su parte, dará lo que es bueno, y nuestra propia tierra dará su fruto.”—Sal. 85:10-12.

      Si usted es una persona que desea estas cosas buenas, sin duda ve que no se practican en este sistema de cosas actual. Quizás esté afligido y preocupado por las cosas que ve pasar. (Eze. 9:4) Si es así, muestre su amor a la justicia ahora. Dios está colocando delante de usted la oportunidad de la liberación, tal como lo hizo para el justo Lot en medio de la corrompida ciudad de Sodoma. (2 Ped. 2:7-9) No se quede esperando serenamente sin hacer nada, porque Jehová va a destruir a este corrompido mundo y a todos los que persisten en él. (2 Ped. 3:7-9; 1 Ped. 4:17-19) Dé pasos ahora para aprender la voluntad de Dios y hacer de ésta su camino y modo de vivir.

  • ‘Vencido por la tentación’
    La Atalaya 1973 | 1 de diciembre
    • ‘Vencido por la tentación’

      ● Se ha hecho el comentario de que una persona que súbitamente es ‘vencida por la tentación’ por lo general ha estado soñando acerca de ello por largo tiempo. Adecuado es el consejo de la Biblia de que los cristianos piensen en cosas que son verdaderas, justas, castas y amables.—Fili. 4:8.

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