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    La Atalaya 1973 | 15 de mayo
    • cielos, para que se diga: ‘¿Quién ascenderá por nosotros a los cielos y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’ Tampoco está al otro lado del mar, para que se diga: ‘¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?’ Porque la palabra está muy cerca de ti, en tu propia boca y en tu propio corazón, para que la pongas por obra.”

      22. (a) ¿Cómo llegó el mandamiento de Dios a estar muy cerca de los israelitas allá en las llanuras de Moab, aun en su boca y en su corazón? (b) Por lo tanto, ¿qué era lo único que les quedaba hacer a aquellos israelitas? (c) El que lo hayan hecho fue indicado por su celebración de ¿qué? con Dios en dicha ocasión.

      22 Tomemos nota de que Moisés, inspirado, llama a esto un “mandamiento,” algo que han de hacer para con Dios. Desde el monte Sinaí en adelante les ha sido revelado este “mandamiento” de manera comprensiva. Como resultado de este código escrito de la Ley, repetidamente recitado a ellos durante los cuarenta años, lo conocen y pueden decirlo con sus bocas, como si estuviera en la punta de su lengua. También había sido inculcado en sus corazones, para ayudarles a captar el sentido de éste y apreciarlo. Por lo tanto, todo lo que quedaba ahora era que ellos se determinaran a hacer esta voluntad expresada de Dios. Esto es evidentemente lo que Jehová ayudó a aquellos israelitas a hacer por medio de llevarlos a efectuar un pacto suplementario con Él por medio de Moisés. Respecto a esto, Deuteronomio 29:1 dice: “Estas son las palabras del pacto que Jehová la mandó a Moisés que celebrara con los hijos de Israel en la tierra de Moab aparte del pacto que él había celebrado con ellos en Horeb.”

      23. (a) ¿Quién nos explica el significado típico de aquello, y dónde? (b) ¿Cuán cerca de los judíos puso Dios su provisión para obtener justicia, pero por qué no se aprovecharon de ella?

      23 Todo aquello tuvo un significado típico; prefiguró algo que tenía que ver con el Moisés Mayor, el ‘mejor mediador,’ Jesucristo. El apóstol cristiano Pablo nos explica el significado antitípico, en su carta a los Romanos, capítulo diez, para mostrar cómo podemos obtener justicia ante Dios y una buena conciencia para con él. Esto exige fe para con Dios, puesto que la justicia no se puede adquirir por los propios esfuerzos de uno mismo por guardar la Ley Mosaica. Confiando en que sus propias obras harían que resultaran justos delante de Dios, los judíos no sintieron necesidad de ejercer fe en la provisión que Dios les hizo disponible, poniéndola bien cerca de ellos, en medio de ellos, donde podían conseguirla. Para obtener salvación, los cristianos tienen que seguir un proceder muy diferente del de aquellos judíos incrédulos.

      CONFESIÓN CON LA BOCA

      24. (a) ¿Qué dijo Moisés acerca de la Ley y de conseguir vida, pero qué dice la justicia que exige fe acerca de lo disponible que es el mandamiento de Dios? (b) ¿Qué papeles desempeñan en cuanto a justicia y salvación el corazón y la boca?

      24 Concordando con este requisito, que es según el mandamiento de Dios, el apóstol Pablo procede a decir: “Porque Moisés escribe que el hombre que ha cumplido la justicia de la Ley vivirá por ella. Pero la justicia que resulta de la fe habla de esta manera: ‘No digas en tu corazón: “¿Quién ascenderá al cielo?” esto es, para hacer bajar a Cristo; o: “¿Quién descenderá al abismo?” esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos.’ Mas ¿qué dice? ‘La palabra está cerca de ti, en tu propia boca y en tu propio corazón’; es decir, la ‘palabra’ de fe, que predicamos. Porque si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, y ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvado. Porque con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación.”—Rom. 10:5-10.

      25. (a) ¿Cuán cerca de los gentiles puso Pablo aquella “palabra,” y cómo especialmente hizo posible el Señor Jesús que nosotros tuviéramos esa información? (b) Ahora que estaba tan cerca la “palabra,” ¿cuál era la cuestión respecto a los que buscaban la salvación?

      25 Especialmente por medio del apóstol Pablo, quien era, “en realidad, apóstol a las naciones,” y por medio de sus compañeros misioneros, la “palabra” acerca de Dios y su Cristo fue puesta cerca de la gente de las naciones gentiles, de modo que pudieran repetirla con su boca y considerarla con aprecio en su corazón. Además, Jesucristo había hecho posible esta información para ellos bajando desde el cielo para dar testimonio acerca de Dios y su propósito; y también había sido levantado de entre los muertos por el Dios Todopoderoso para ser testimonio vivo para el cumplimiento y realización del propósito de Dios. También se había probado inequívocamente así que él era el “Señor,” el Agente Principal de la gobernación divina de Jehová. Por eso la “palabra” salvadora de vida estaba allí, donde estos gentiles la podían conseguir, tan cerca de ellos como en su boca y corazón. Pero la cuestión era: ¿Qué iban a hacer con ella? Si querían salvación eterna, solo había una cosa que podían hacer en cuanto a ella. También, lo que habían de hacer con ella para adquirir la salvación les era un mandato impuesto a ellos por Dios mismo. Recuerde que Moisés recibió inspiración para llamar a aquella “palabra” un “mandamiento que te estoy mandando hoy.” (Deu. 30:11-14) Para conseguir salvación, tenemos que obedecer.

      26, 27. (a) ¿Qué “palabra” es la que Dios nos manda aceptar con fe? (b) ¿Qué les dijo Jesús a los judíos que era la “obra de Dios” acerca de la cual preguntaron, y cómo les dijo Pablo a los griegos en el Areópago, Atenas, que ésta es la “obra” que Dios manda?

      26 Sí, Jehová Dios, quien establece todos los términos para la salvación, manda que aceptemos con fe la palabra, a saber, que Jesucristo es Señor y que Dios lo levantó de entre los muertos. Esto es exactamente lo que Jesús les dijo a los judíos en respuesta a la pregunta que hicieron: “¿Qué haremos para obrar las obras de Dios?” Jesús dijo: “Esta es la obra de Dios: que ejerzan fe en aquel a quien Ése envió.” (Juan 6:28, 29) Esto aplica también a los no judíos o gentiles incircuncisos. Por lo tanto no queda otro proceder que seguir sino el de que los gentiles informados se dediquen a Dios para hacer la voluntad de Dios, para obrar la obra de Dios. Tienen que volverse de los falsos dioses de idolatría a los cuales hasta entonces habían estado dedicados. Esto está en armonía con lo que el apóstol Pablo les dijo a los griegos paganos que se reunieron en el Areópago, Atenas:

      27 “Cierto, Dios ha pasado por alto los tiempos de tal ignorancia, sin embargo ahora le está diciendo [manda, Mod; íntima, BC] a la humanidad que todos en todas partes se arrepientan. Porque ha fijado un día en que se propone juzgar a la tierra habitada con justicia por un varón a quien él ha nombrado, y ha proporcionado a todos los hombres la garantía con haberlo resucitado de entre los muertos.”—Hech. 17:30, 31.

      “DECLARACIÓN PÚBLICA PARA SALVACIÓN”

      28. (a) ¿Qué se nos manda hacer por medio del corazón? (b) ¿Qué es la “palabra” que hemos de aceptar por fe? (c) ¿Cómo cultivamos esta fe en nuestro corazón, de modo que hacemos qué?

      28 En armonía con nuestra dedicación a Jehová Dios para hacer su voluntad por medio de observar sus mandamientos, obedientemente tenemos que hacer como se nos manda: ‘ejerce fe en tu corazón.’ Sabemos que es del corazón que surge el afecto o amor y que el corazón tiene poder para mover a su dueño. Con él sentimos aprecio. Por eso con el corazón tenemos que ‘ejercer fe’ ¿en qué? En esa “palabra” que Jehová Dios ha puesto cerca de nosotros por medio de Jesucristo. El apóstol Pablo dice que esta “palabra” es, citándolo, “la ‘palabra’ de fe, que predicamos.” La aceptación de esa “palabra” predicada por el apóstol Pablo exige ejercer fe, y tenemos que hacer esto con el corazón. Tenemos que fijar nuestro corazón en esa “palabra” predicada. En nuestro corazón tenemos que desarrollar un amor a esa “palabra.” Con nuestro corazón tenemos que edificar un aprecio sincero a esa “palabra.” Esta condición del corazón nos moverá o impulsará a poner fe en esa palabra y aceptarla y obrar según ella.

      29. ¿En cuanto a qué tenemos que ejercer fe en nuestro corazón, y por lo tanto a quién se dirige nuestra acción principal para obtener salvación?

      29 ¿En cuanto a qué se requiere que ‘ejerzamos fe en nuestro corazón’? En cuanto a esto: “que Dios lo levantó de entre los muertos.” Ah, aquí vemos que no es solo ‘creer en el Señor Jesús’ para salvarse. (Hech. 16:31) Ante todo, tenemos que ejercer fe en Dios. Todavía sigue siendo verdadero, como nos recuerda Pablo, que “todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.” (Rom. 10:13) Es a Jehová a quien tenemos que amar con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Él es el Todopoderoso que levantó a Jesucristo de entre los muertos a vida inmortal. Por lo tanto Jehová es aquel a quien se dirige nuestra acción principal. Es a él que tenemos que dedicarnos para hacer Su voluntad, para observar Sus mandamientos.—Rom. 10:8, 9.

      30. (a) Con nuestro corazón, ¿qué tenemos que creer que Dios hizo en cuanto a Jesucristo? (b) Así, ¿en qué sentido es que Dios hizo disponible para nosotros una “palabra” sustancial?

      30 Por lo tanto nuestro corazón dedicado, lleno de amor y aprecio, debe movernos a ejercer fe en que Jehová Dios ejecutó el sorprendente milagro de resucitar de entre los muertos a Jesucristo que había sido fijado en un madero. De ese modo Dios hizo posible que Jesucristo ascendiera a la presencia divina en el cielo y allí presentara el valor de su sacrificio de expiación para beneficio de toda la humanidad, así comprándolos a todos. Al morir como sacrificio, Jesucristo bajó al “abismo,” pero el espíritu o fuerza activa de Jehová descendió a ese “abismo” para “hacer subir a Cristo de entre los muertos.” Así, por medio de un Cristo viviente, el Dios Todopoderoso Jehová podía hacer disponible para nosotros la “palabra,” podía dar contenido o sustancia a esa “palabra,” podía hacer que esa “palabra” contuviera el mensaje dador de vida para nosotros. Considerando todas las cosas, pues, es para con Jehová como el principal que debemos tomar acción mediante dedicarnos a él. Pero esto lo tenemos que hacer por medio de su Agente Principal, Jesucristo.—Rom. 10:6, 7; Heb. 2:9, 10; 5:8, 9.

      31. Por lo tanto, ¿el nombre de quién tenemos que invocar para salvación, pero por qué también tiene que hacer nuestra boca una confesión en cuanto a Jesucristo?

      31 Inevitablemente se desprende que tenemos que ‘invocar el nombre de Jehová’ para ser salvos. (Rom. 10:13; Hech. 2:21; Joel 2:32) Esto exige que la boca, movida por el corazón, haga algo. Con la boca estamos obligados a invocar el nombre de Jehová. Pero ahora, desde que Dios hizo subir a Cristo de entre los muertos, no podemos hacer esta invocación aparte de Jesucristo. Con nuestra boca tenemos que hacer también una confesión en cuanto a Jesucristo. Por eso el apóstol Pablo, al considerar la “palabra” de fe que predicaba, pasa a decir: “Porque si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, y ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvado. Porque [1] con el corazón se ejerce fe para justicia, pero [2] con la boca se hace declaración pública para salvación.”—Rom. 10:9, 10.

      32. (a) ¿Cómo se refieren otras traducciones de la Biblia a esta declaración pública que hacemos con la boca? (b) ¿Cuándo es que se hace esta confesión verbal para salvación?

      32 ¿Cuándo es que “con la boca se hace declaración pública para salvación”? Esto es y tiene que ser antes que el creyente dedicado se bautice “en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.” (Mat. 28:19, 20; Hech. 16:31-33; 17:33; 19:1-7) Esta declaración pública es una confesión, como lo muestran la Kingdom Interlinear Translation y otras traducciones de la Biblia. (Mod; Je; Valera) La traducción de Byington y An American Translation vierten el término “reconocimiento.” Esta confesión o reconocimiento es lo que nosotros, ahora que somos creyentes dedicados, verbalmente hacemos al o ante el ministro cristiano que preside el bautismo en agua. Por supuesto, continuamos haciendo esta confesión de allí en adelante en nuestras reuniones de congregación. (Heb. 10:23) También, ante autoridades gubernamentales o judiciales que quizás exijan una explicación de nuestra esperanza cristiana. (1 Ped. 3:15) También, en nuestra predicación pública de casa en casa y al hacer revisitas a los hogares particulares de personas que han mostrado interés. Pero, necesariamente, esta confesión empieza antes del bautismo. El meramente dar testimonio oral como persona no dedicada antes de bautizarse no salva.

      33. ¿Qué significa confesión, y qué es lo que tenemos que confesar delante de otros para salvación?

      33 Por supuesto, una confesión significa un declarar, revelar, admitir o reconocer algo a otra persona u otras personas. Por consiguiente, ¿qué es lo que tenemos que declarar, o reconocer, verbalmente a otros? Es la “palabra,” por supuesto. Pablo dice: “Si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, . . . serás salvado.” (Rom. 10:9) En vista de eso, no podemos dejar a Jesucristo fuera de los propósitos y arreglos de Dios, porque Jesús es el “Agente Principal de su salvación.” (Heb. 2:10) Oralmente tenemos que declarar, confesar, admitir, reconocer que Jesús no es solo el “Señor” del rey David, sino también nuestro “Señor” personal. (Sal. 110:1; Hech. 2:34-46) Tenemos que hacer esta declaración delante de otros según la “palabra” que fue inspirada por el espíritu de Dios.

      34. Según 1 Corintios 12:2, 3, ¿bajo la guía de qué confesamos que Jesús es Señor, y cuánto tiempo nos apegamos a esa confesión para salvación?

      34 Por esa razón el apóstol Pablo dijo: “Por eso quiero que sepan [ustedes, que anteriormente eran devotos de ídolos] que nadie que esté hablando por espíritu de Dios dice: ‘¡Jesús es maldito!’ y nadie puede decir: ‘¡Jesús es Señor!’ salvo por espíritu santo.” (1 Cor. 12:2, 3) El espíritu de Dios en nosotros nos guía a hacer la confesión, reconocimiento o declaración correcta a otros, a saber, que Jesús es “Señor” por nombramiento de Dios. Dios levantó a Jesús de entre los muertos para que éste fuera un Señor viviente. Dios sentó al resucitado Jesús a su propia diestra y lo hizo “Señor” más alto que toda otra creación. Si deseamos salvación eterna, tenemos necesariamente que apegarnos a la declaración, confesión, reconocimiento público que hicimos antes de nuestro bautismo en agua, a saber, que Jesucristo es el Señor a quien Jehová Dios ha nombrado sobre nosotros y a quien nosotros amorosamente aceptamos.

      NEGÁNDOSE A SÍ MISMO

      35. ¿Qué les dijo Jesús a sus apóstoles que tenía que hacer el que quisiera venir en pos de él?

      35 El confesar con nuestra boca que Jesús es nuestro Señor coloca sobre nosotros cierta obligación. Jesús se refirió a esto después de reprender a Pedro por tratar éste de disuadirlo de seguir adelante en su camino a la muerte en el madero de tormento en Jerusalén. Leemos: “Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (Mat. 16:24, Mod) La traducción de Byington dice: “Si alguno desea venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su cruz y sígame.” Explicando lo que “negar” significa, el Diccionario de la lengua española dice, entre otras cosas: “Dejar de reconocer alguna cosa,” “desdeñar, esquivar una cosa.” Repudiar se da como sinónimo de “renunciar,” que encierra la idea de “no querer admitir una cosa,” “despreciar o abandonar,” “hacer dejación voluntaria.”

      36. (a) ¿Cuándo negó Pedro a Jesús tres veces, y al hacerlo a quién estaba reconociendo? (b) Al repudiar a Jesús, ¿qué alegaba Pedro en cuanto a de quién era?

      36 En la noche en que Jesús fue traicionado por Judas Iscariote, el apóstol Pedro negó a Jesús tres veces. Después que los que sospechaban de Pedro lo acusaron tres veces de estar asociado con Jesús, entonces, según nos dice Mateo 26:74, Pedro “comenzó a echar maldiciones y a jurar: ‘¡No conozco al hombre!’” Al negar así a Jesús, Pedro se puso fuera de los que estaban asociados con Jesús o eran sus seguidores. Al hacer esto, no fue que Pedro sencillamente lo pusiera a él por sí solo lejos de todos los demás. No, más bien él se puso a sí mismo con, o de parte de, los que no seguían a Jesús, sino que pensaban que Jesús debía ser sometido a juicio con la vida en balanza. O, para usar la otra palabra, “repudiar,” Pedro al repudiar a Jesús como su Caudillo y Maestro estaba alegando que era de otro como su caudillo y maestro. Al repudiar a Jesús, Pedro no se estaba colocando en una posición neutral, un lugar que no favorece a ninguno de los dos lados de la cuestión, un lugar que solo existe por sí mismo y no tiene conexión con nadie más. Al repudiar a Jesús, Pedro tenía que alegar que era de otro.

      37. Entonces, ¿qué significa el negarse uno a sí mismo para seguir a Jesús, y de acuerdo con la voluntad de quién se hace esto?

      37 Lo mismo aplica a lo que Jesús dijo a sus discípulos en Mateo 16:24. Al negarse uno a sí mismo y tomar su madero de tormento y seguir a Jesús de continuo, uno no está sólo diciendo ¡No! a sí mismo en lo que tiene que ver con un deseo personal ahora y otro deseo personal después. Está, de hecho, diciendo ¡No! a sí mismo en lo que tiene que ver con el resto de su curso en la vida como un egoísta que no sigue a Jesucristo. Al negarse a sí mismo vuelve las espaldas a ese curso de vida egoísta, materialista, y se hace seguidor de Jesús, llevando un madero de tormento de muerte lo mismo que lo hizo Jesús. Se niega a sí mismo como su propio caudillo personal y decididor y reconoce, admite, a Jesucristo como su Caudillo y Maestro. Por supuesto, este paso se da de acuerdo con la voluntad de Dios.

      38. ¿Qué significa el repudiarnos a nosotros mismos a fin de seguir a Jesús, y, lo mismo que él, de quién llegamos a ser esclavos?

      38 La Traducción del Nuevo Mundo vierte Mateo 16:24 así: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo.” Entonces, ¿qué significa en este caso el repudiarse uno a sí mismo? Ciertamente significa no seguir afirmando tener título a la propia posesión de uno mismo. En ese caso, concedemos o entregamos la posesión de nosotros a otro y reconocemos, admitimos, que ése tiene posesión de nosotros. No llegamos a ser sencillamente de nadie. ¿Quién, pues, llega a ser nuestro dueño por repudiarnos a nosotros mismos para llegar a ser un portador del madero que sigue de continuo a Jesucristo? Sin duda Jesús se repudió a sí mismo; lo que quiso decir que reconoció, admitió, que Jehová lo poseía, y él mismo se reconoció como esclavo de Jehová. Consistentemente, pues, cuando nosotros, para hacernos seguidores de Jesús, nos repudiamos a nosotros mismos, concedemos, entregamos, la posesión de nosotros a Jehová, del cual llegamos a ser esclavos parecidos a Cristo. Ya no nos pertenecemos.

      39. (a) Entonces, ¿qué acción exige esto por parte de los que hacen esta selección? (b) ¿Cómo se simboliza, pero solo después de haber hecho qué confesión?

      39 Entonces, ¿qué acción exige esto por parte de nosotros los que hacemos esta selección? Exige que nos dediquemos sin reserva a Jehová Dios para hacer su voluntad en imitación de su Hijo Jesucristo. La voluntad de él para nosotros es que seamos los discípulos fieles de Jesucristo. La voluntad de él para nosotros es que declaremos, confesemos, reconozcamos, a Jesucristo como nuestro “Señor” nombrado por Dios. Jesús así llega a ser nuestro Amo con autoridad para mandarnos y para asignarnos nuestros deberes. Por supuesto, esa dedicación a Jehová Dios la hacemos después de habernos arrepentido y convertido para con él. Nuestro curso de vida de convertidos lo llevamos a su verdadero objeto al dedicarnos a Jehová Dios por medio de su Agente Principal Jesucristo. Ahora simbolizamos esta dedicación por bautismo en agua. Ésta es la voluntad de Dios, para hacer la cual nos hemos dedicado a Él. Antes de nuestro bautismo en agua tenemos que hacer una declaración o confesión pública con nuestra boca para salvación, haciéndolo como expresión pública de lo que creemos en nuestro corazón. Solo al hacer esto entramos en el camino a la salvación eterna que viene de Dios por medio de Cristo.

  • La conexión del bautismo en agua con la salvación
    La Atalaya 1973 | 15 de mayo
    • La conexión del bautismo en agua con la salvación

      1. (a) ¿Cómo une 1 Pedro 3:20, 21 el que ocho almas fueron llevadas a través del Diluvio con el bautismo cristiano? (b) ¿Cómo se distingue del agua el bautismo?

      EL APÓSTOL Pedro comenta sobre la relación del bautismo en agua con la salvación en su primera carta, 1 Ped. capítulo tres. Después de decir que Jesús fue resucitado en el espíritu y que predicó a los espíritus en prisión, Pedro pasa a decir: “La paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé, mientras se construía el arca, en la cual unas pocas personas, es decir, ocho almas, fueron llevadas a salvo a través del agua. Lo que corresponde a esto ahora también los está salvando a ustedes, a saber, el bautismo, (no el desechar la suciedad de la carne, sino la solicitud hecha a Dios para una buena conciencia,) mediante la resurrección de Jesucristo.” (1 Ped. 3:20, 21, NM; Straubinger) No es el agua lo que salva. El bautismo no es el agua del bautismo. El bautismo es pasar a través del agua por inmersión en ella. El bautismo es una acción, no agua.

      2. (a) ¿Cómo muestra Hebreos 11:7 qué cosa resultó en la salvación de Noé en el diluvio? (b) A pesar de andar Noé con Dios antes del diluvio, ¿qué paso decisivo tuvo que dar para salvarse?

      2 Noé no fue salvado por el agua del diluvio. Hebreos 11:7 informa cómo fue salvado: “Por fe Noé, habiéndosele dado advertencia divina de cosas todavía no contempladas, mostró temor piadoso y construyó un arca para la salvación de su casa; y por esta fe condenó al mundo, y vino a ser heredero de la justicia que es según fe.” Aun antes del diluvio “Noé fue hombre justo. Resultó exento de tacha entre sus contemporáneos. Noé andaba con el Dios verdadero.” (Gén. 6:9) Pero llegó el tiempo en que Noé tuvo que tomar una gran decisión. Fue cuando Dios le advirtió de cosas que habrían de venir en su generación y le mandó construir la enorme arca. El hacer esto exigía fe y obediencia de parte de Noé. La cuestión ahora era: ¿Haría Noé la voluntad de Dios? Decidió hacer esta cosa, la más grande de su vida. De modo que se comprometió, dedicándose a hacer la voluntad de Dios. Esto condujo a salvación para él y su casa. Fueron salvados en aquella arca.—Compare con Hebreos 10:7-9.

      3. (a) ¿De qué, pues, fue símbolo respecto a Noé y su familia aquella arca salvadora de vidas? (b) ¿Qué posesión interna consiguieron aquellas ocho almas por su obediencia debido a su fe?

      3 Aquella arca, pues, llegó a ser símbolo de que Noé se había dedicado para hacer la voluntad de Dios y hacer aquella voluntad divina con fe y en obediencia. Esta arca, que era una expresión concreta, tangible, práctica, de dedicación para hacer la voluntad de Dios, fue lo que salvó a Noé y otras siete almas humanas. El agua del Diluvio no salvaba; produjo la muerte de los que estaban fuera del arca. Dentro del arca, Noé y su casa pasaron a través del agua y se salvaron. Por medio de dedicarse a hacer la voluntad de Dios en cuanto al arca y entonces construirla Noé obtuvo una buena conciencia para con Dios. Su casa hizo lo mismo junto con él. Por sí sola la justicia que habían tenido hasta el tiempo de construir el arca no los hubiera salvado a través del Diluvio. La casa en que vivieron Noé y su familia hasta que entraron en el arca pereció.

      4. ¿Por qué, como lo ilustra el caso de los judíos bajo el pacto de la Ley Mosaica, es una buena conciencia algo por lo cual tenemos que hacer una solicitud a Dios?

      4 Una cosa que corresponde con esto es lo que les sucede a los que se hacen discípulos bautizados de Jesucristo. Una buena conciencia para con Dios no es algo con lo cual nacemos o que producimos para nosotros mismos según nuestras propias estipulaciones por obras de rectitud propia. Los judíos trataron de adquirir una buena conciencia para con Jehová Dios por medio de esforzarse por alcanzar la perfección haciendo las obras que se mandaban en el pacto de la Ley Mosaica con su nación, pero fracasaron. Es por eso que, anualmente, cada Día de Expiación (10 de Tisri), el sumo sacerdote de Israel tenía que ofrecer sacrificios propiciatorios para ellos, para restaurar su buena conciencia para con Dios. Por lo tanto, una buena conciencia es algo por lo cual tenemos que hacer una solicitud a Jehová Dios.

      5. (a) ¿Cómo hacemos una solicitud a Dios para una buena conciencia, y la obtenemos? (b) Hasta entonces, ¿la voluntad de quién obrábamos?

      5 Por eso Pedro, al declarar lo que envuelve el bautismo, dice: “No el desechar la suciedad de la carne, sino la solicitud hecha a Dios para una buena conciencia.” (1 Ped. 3:21) Entonces, ¿cómo hacemos una solicitud a Dios para recibir esa buena conciencia? Lo hacemos haciendo como Noé, dedicándonos, antes de pasar por el agua. Como Noé nos dedicamos a Jehová Dios para hacer su voluntad y desde entonces en adelante procedemos a hacerla. Y puesto que esto tiene que ver con llegar a estar asociados con el nuevo pacto de Jehová del cual Jesucristo es el Mediador, tenemos que hacer como el pueblo de Israel en el monte Sinaí antes de ser introducidos en el pacto de la Ley Mosaica, al dedicarse ellos a Dios con las palabras: “Todo lo que ha hablado Jehová estamos dispuestos a hacerlo.” (Éxo. 19:8; 24:7, 8) Hasta entonces ‘obrábamos la voluntad de las naciones’ y vivíamos “para los deseos de los hombres”; pero ahora nos dedicamos a vivir “para la voluntad de Dios.” (1 Ped. 4:1-3, 19) Esto resulta en que obtengamos una buena conciencia, porque cuando sabemos que estamos haciendo la voluntad de Dios disfrutamos de una buena conciencia.

      6. Puesto que en la actualidad solo podemos hacer la voluntad de Dios imperfectamente, ¿qué necesitamos que se aplique a favor nuestro para retener una buena conciencia?

      6 Por supuesto, solo podemos hacer la voluntad de Dios de manera imperfecta, y por esa razón necesitamos que el Sumo Sacerdote de Dios aplique la sangre expiatoria de Jesucristo a favor nuestro, para limpiarnos de la mancha del pecado y la imperfección. Como pregunta Hebreos 9:14: “¿Cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo?”

      7. (a) ¿Qué, pues, realmente representa nuestra dedicación a Dios por medio de Cristo, en el lenguaje de 1 Pedro 3:21? (b) Para mantener esta buena conciencia, ¿a qué tenemos que recurrir de continuo?

      7 Así, el que nos dediquemos a Dios para hacer su voluntad es realmente una “solicitud hecha a Dios para una buena conciencia.” La buena conciencia no es el resultado de que hagamos nuestras propias obras de rectitud propia, que son “obras muertas,” sino de hacer las obras prescritas de Dios, la voluntad de Dios. Para hacer esto es que nos dedicamos a Él. Para mantener esta buena conciencia desde cuando originalmente la hemos recibido, tenemos que recurrir continuamente a los beneficios de la sangre derramada de Jesucristo como el sacrificio propiciatorio del gran Día de Expiación antitípico. Como nos recuerda Hebreos 9:22: “a menos que se derrame sangre, no se efectúa ningún perdón.” Debido a eso, nosotros que somos perdonados por medio de Cristo, ‘no tenemos ya ninguna conciencia de pecados.’—Heb. 10:1, 2.

      8. (a) Debido a que nos arrepentimos y convertimos y dedicamos, ¿qué aplica Dios a favor nuestro, y con qué resultado para nosotros? (b) Por lo tanto, ¿qué pudiera decirse que nuestro bautismo en agua simboliza? (c) ¿Qué textos indican si el bautismo en agua de por sí es lo que nos salva?

      8 Así el dedicarnos a Dios por medio de Cristo constituye una “solicitud hecha a Dios para una buena conciencia.” ¿Por qué? Porque nosotros mismos, en nuestra condición imperfecta, pecaminosa, no somos aceptables a Dios. Por lo tanto, debido a que nos arrepentimos del pecado y nos volvemos o nos convertimos y dedicamos a Dios por medio de Cristo, Jehová aplica la sangre limpiadora del sacrificio expiatorio de Cristo a nosotros, así librándonos de la condenación del pecado y dándonos una buena conciencia para con Él. Por lo tanto se pudiera decir que nuestro bautismo en agua, el que obedientemente pasemos a través del agua del bautismo, simboliza que nos dedicamos a Jehová Dios por medio de Jesucristo. El que Noé obedientemente se pusiera a hacer la voluntad de Dios construyendo el arca lo salvó a él y a su casa, y el que nosotros nos dediquemos a Dios para hacer su voluntad y entonces fielmente la llevemos a cabo ‘ahora también nos está salvando.’ Con relación a esto estamos invocando el nombre de Jehová para ser salvos. (Heb. 13:15, Mod) Estamos creyendo en el Señor Jesús para ser salvos. (Hech. 4:12) Estamos haciendo confesión pública o declaración pública con nuestra boca de que “Jesús es Señor” y estamos creyendo en nuestro corazón que “Dios lo levantó de entre los muertos,” para que nosotros fuéramos salvados.

      9. ¿Qué no puede decir más tarde respecto a su “solicitud hecha a Dios para una buena conciencia” el que ha dado los pasos positivos que se han mencionado?

      9 En vista de eso nadie que da pasos tan positivos como arrepentimiento, conversión y dedicación tiene base para decir más tarde que su “solicitud hecha a Dios para una buena conciencia” nunca fue contestada y Dios nunca le dio una buena conciencia y por eso su dedicación no contaba y ahora no le era valedera.

      10. (a) A fin de que seamos salvos, ¿para qué tenemos que presentarnos? (b) ¿Por qué es “mediante la resurrección de Jesucristo” que dicho bautismo ahora también nos está salvando a nosotros?

      10 Por consiguiente podemos apreciar y comprender ahora que si queremos ser salvos tenemos que presentarnos para bautismo en agua, en imitación de Jesucristo y en obediencia a su mandato. (Mat. 28:19, 20) Nada podría estar más claramente declarado, en 1 Pedro 3:21, a saber: “Lo que corresponde a esto ahora también los está salvando a ustedes, a saber, el bautismo, . . . mediante la resurrección de Jesucristo.” Tenemos que creer con nuestro corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos. Un Jesucristo resucitado es necesario para nuestra salvación, porque solo un Hijo resucitado de Dios podría actuar como el Sumo Sacerdote de Dios ofreciendo a Dios en el cielo el valor de su sangre vital que fue derramada para que consigamos perdón de pecados y una buena conciencia resultante. Él es necesario para que Dios nos dé una buena conciencia en respuesta a nuestra solicitud.—1 Ped. 3:22.

      NUESTRO CAUDILLO MESIÁNICO

      11. El lavar sus largas ropas en la sangre del Cordero resulta en ¿qué? para la “grande muchedumbre,” y ¿qué buena razón hay para que aclamen a este Cordero de Dios?

      11 Hasta los de la “grande muchedumbre” que hoy está siendo recogida de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas lavan sus largas ropas y las hacen blancas en la sangre del Cordero Jesucristo y de ese modo obtienen una buena conciencia para con Dios. Buena razón es esto para que ellos estén de pie delante del trono de Dios y estén ondeando palmas y clamando en alta voz: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.” (Rev. 7:9-14) Así están aclamando al Agente Principal de gobernación divina de Jehová. A éste lo siguen como su Pastor y Caudillo.

      12. ¿Por quiénes en la Tierra tiene que ser seguido el Agente Principal de la Gobernación Divina, y qué significará para ellos el que lo hagan?

      12 Todos los que llegan a ser discípulos dedicados y bautizados de ese Agente Principal de la gobernación divina tienen que seguirlo. Para hacer esto, tienen que ‘mirar atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús.’ (Heb. 12:1, 2) El que amorosamente hagamos esto significará nuestra salvación eterna para la alabanza eterna del gran Gobernante Divino, Jehová Dios.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1973 | 15 de mayo
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Por qué, según los relatos de Mateo, usó Jesús dos palabras diferentes —“fornicación” y “adulterio”— al considerar la base adecuada para el divorcio? ¿No es “adulterio” la única base para el divorcio bíblico, en el sentido que generalmente se entiende el vocablo?—EE. UU.

      En Mateo 5:32 las palabras de Jesús son: “Si embargo, yo les digo que todo el que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación [griego, porneia], la expone al adulterio [griego, moikheia], y cualquiera que se case con una divorciada comete adulterio.” De manera similar, leemos en Mateo 19:9: “Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación [porneia], y se case con otra comete adulterio [moikheia].”

      Por lo tanto, el relato sí usa dos palabras distintas. Primero veamos qué significan y luego consideraremos el significado de su uso.

      Moikheia, uno de los vocablos que se usa en el relato de Mateo, se traduce correctamente “adulterio.” La palabra española “adulterio” proviene del latín adulterare, que significa, básicamente, “alterar” y, por extensión, “corromper o hacer impuro, como por la añadidura de una sustancia extraña o de más mala ley.” Por eso hablamos de ‘adulterar’ alimento, de hacerlo impuro por medio de añadir sustancias extrañas. Un matrimonio es ‘adulterado’ cuando uno de los cónyuges contamina la relación marital al tener relaciones con alguien fuera de esa relación. Esta idea de adulterar o corromper, y de infidelidad a una relación sagrada, también es inherente en el vocablo griego moikheia. Por eso, tanto en el griego como en el español, el enfoque está sobre el efecto ilícito que las relaciones sexuales tienen sobre la relación matrimonial, pues el cónyuge adúltero es culpable de introducir a otra persona en esa relación, corrompiendo la unión que solo debe incluir al esposo y la esposa.

      ¿Qué hay del otro vocablo que se usó? “Fornicación” concentra la atención, no en el efecto que tenga la inmoralidad sexual sobre una relación marital, sino sobre la naturaleza o calidad de la actividad sexual misma. Esto no solo es cierto de la palabra española “fornicación,” sino también de la palabra griega porneia, que se usó en el relato de Mateo. Nos interesamos, por supuesto, principalmente en el vocablo griego que usó el escritor del Evangelio. Pues, prescindiendo de lo que la palabra “fornicación” comúnmente se entienda que significa para la gente de habla española, lo que realmente vale y es decisivo es lo que la palabra usada en la Biblia significaba para el escritor y la gente de aquel tiempo.

      Cuando se menciona “fornicación” hoy día, la gente comúnmente piensa en relaciones sexuales entre personas de sexo diferente, relaciones llevadas a cabo fuera del matrimonio pero que constan de coito de la manera ‘ordinaria’ o natural. Por eso muchos han entendido que, cuando Jesús dijo que “fornicación [porneia]” era la única base de divorcio, se refería únicamente a coito de la manera ordinaria o natural entre una esposa y un hombre que no era su marido, o, por extensión, entre un esposo y una mujer que no era su esposa. Pero, ¿es ése el caso? ¿Se refiere porneia, la palabra que se usa en el relato de Mateo, solo a esas relaciones sexuales naturales? O, ¿incluía todas las formas de relaciones sexuales inmorales, incluso las relaciones entre individuos del mismo sexo y también las formas pervertidas de las relaciones sexuales entre personas de sexo diferente? Exactamente ¿qué quería decir

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