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  • ¿Suministran las iglesias refugio de la cólera divina?
    La Atalaya 1973 | 1 de marzo
    • llena la tierra. Vituperios contra Dios y su ley aumentan de día en día. ¿Dónde puede hallarse protección? ¿Se está efectuando una obra hoy día que corresponde a la obra de ‘marcar’ de aquel tiempo? Si es así, ¿quién está efectuando la obra? ¿Cuál es la “marca,” y quién satisface los requisitos para recibirla hoy día? Estas preguntas proveen la base para una consideración en el próximo número de esta revista.

  • ¿Está usted dispuesto a recibir la verdad?
    La Atalaya 1973 | 1 de marzo
    • ¿Está usted dispuesto a recibir la verdad?

      De paraíso perdido a paraíso recobrado, es más que la electrizante historia de la Biblia en lenguaje sencillo y entendible. Suministra una explicación completa de la voluntad divina según se indica en su título. Contestará sus preguntas bíblicas y las de sus hijos. Se envía porte pagado por solo 75c (moneda de E.U.A.).

      Sírvanse enviarme el libro De paraíso perdido a paraíso recobrado, por el cual remito 75c (moneda de E.U.A.).

  • Una carta de Nicaragua
    La Atalaya 1973 | 1 de marzo
    • Una carta de Nicaragua

      POCO después del terremoto que devastó a Managua hacia fines de diciembre, se recibió la siguiente carta del hermano Witherspoon, superintendente de la sucursal de la Sociedad Watch Tower en aquel lugar. Muchos lectores de La Atalaya se sienten muy preocupados por el bienestar de sus hermanos cristianos de Managua, de modo que les será de gran interés este informe, fechado el 25 de diciembre. La carta fue dirigida a N. H. Knorr, presidente de la Sociedad Watch Tower:

      “Pude oírlo claramente en la conversación telefónica que tuvimos esta mañana. Gracias, hermano Knorr, por su amor y sincero interés en nosotros, y le damos las gracias a Jehová por la formación de esta organización de amor que él ha levantado en este período crítico. La ayuda que recibimos después del terremoto fue rápida.

      “La primera y más severa sacudida azotó a Managua como a las 12:40, a principios del nuevo día del 23 de diciembre. Todos los misioneros estaban durmiendo. Cuando cesó, salimos rápidamente al centro de la calle. Hubo otras dos sacudidas después, en un período breve. Por todos lados se desplomaban las casas. Sin embargo, no recibimos siquiera un rasguño. Una espesa nube de polvo cubría la ciudad. Después que ésta se disipó y permitió que pasara la luz de una luna casi llena, conseguimos nuestro primer vistazo de la vecindad. No sabíamos entonces que la misma devastación se extendía por toda Managua.

      “Nuestros vecinos quedaron aturdidos y silenciosos. Entonces, después de un rato, estallaron gritos de desesperación y lamento. A solo media manzana de allí doce personas habían sido enterradas vivas en una colonia. Se hizo difícil el trabajo de rescate debido a la falta de herramientas. En las manzanas circundantes el relato era el mismo: Tres enterrados aquí, uno allá, otros veinte a tres manzanas de distancia. La muerte nos rodeaba. Un resplandor rojo sobre la sección del comercio nos indicó que tras el terremoto venía el incendio. A medida que rayaba el alba fría sobre la ciudad devastada empezamos a ver el horror que se había producido.

      “Nuestra preocupación se concentró en nuestros hermanos cristianos, y ellos también se preocuparon por nosotros. Los misioneros que eran superintendentes partieron para averiguar la condición de sus hermanos. Yo me quedé en la sucursal para esperar informes y averiguar lo que se necesitaría. Los momentos cargados de inquietud parecían horas a medida que iban llegando lentamente los informes. Pero lo casi increíble fue que no se informó la muerte de ningún hermano. Sin embargo, algunos de los padres o parientes de los hermanos sí perdieron la vida, y una persona que iba a bautizarse esta semana en nuestra asamblea de distrito perdió cuatro de sus hijos.

      “En caso tras caso lo que los hermanos relataban era lo mismo. La casa simplemente se derrumbó encima de ellos y tuvieron que desenterrarse y salir de la mejor manera posible. Muchos salieron cortados y magullados pero hasta ahora no se ha informado de nadie que haya sostenido siquiera una fractura. ¿Qué ocupaba el primer lugar en la mente de estos hermanos?

      “Bueno, después de primero preguntar acerca de nosotros y los otros hermanos, preguntaban, consternados, cómo afectaría esto la venidera asamblea de distrito, pues temían que sería cancelada... para ellos esto representaba la tragedia más grande, el perderse la asamblea. No estaban pensando en la pérdida de sus hogares o posesiones materiales. Créamelo, hermano Knorr, eso hace que a uno se le forme un nudo en la garganta.

      “A las diez de la noche del mismo día en que ocurrió el terremoto, menos de veintidós horas después, llegó la primera ayuda material de los hermanos en Honduras. Esto fue el sábado por la noche. Todos pasamos la noche en la calle; de hecho, todo el mundo hizo lo mismo en Managua. Las sacudidas siguieron durante toda la noche, algunas fuertes, otras ligeras, pero nada que pudiera compararse en duración o fuerza con la primera de aquel sábado por la mañana. Pasamos una noche muy intranquila. El domingo, a las siete de la mañana, el hermano Shepp (superintendente de sucursal) llegó de Costa Rica con más socorro. Él también deseaba saber lo que se necesitaba para volver enseguida y hacer los arreglos para conseguir más ayuda. Después que determinamos las cosas básicas que necesitábamos, recorrimos por dos horas y media la ciudad. Quedamos atónitos por lo que vimos. ¡Managua ha sido destruida! La sucursal de la Sociedad, según mi parecer, era el edificio menos dañado de toda la ciudad.

      “Antes del mediodía del domingo llegaron más suministros de El Salvador. Ellos también deseaban saber lo que se necesitaba, de modo que se preparó una lista. Se estaban manteniendo abiertas las fronteras para dejar entrar los vehículos con auxilio de emergencia. No se requieren visados, de modo que los hermanos pueden hacer viajes rápidos de ida y vuelta. Ayer por la mañana, el domingo, teníamos listos los arreglos para dispensar auxilio en el Salón del Reino de la sucursal. Se les avisó a los hermanos y empezaron a venir. Cuando el día estaba acercándose a su fin, habíamos provisto a 578 hermanos con suficiente alimento para dos días. También fue posible suministrar suficiente agua para la misma cantidad consiguiendo que nos la transportaran por camión de las zonas fuera de Managua. No necesitamos surtidos médicos. Tenemos suficientes o podremos conseguirlos.

      “Alrededor del 80 por ciento de los hermanos han perdido sus hogares. Nueve Salones del Reino han sido casi o completamente destruidos. Se está evacuando a Managua. Ya han empezado el trabajo de demoler todo el distrito de comercio que abarca una faja de quince manzanas de ancho. Todavía se están descubriendo muchos cuerpos en esta sección. El hedor se está haciendo más intenso. Debido a los peligros de contaminación, a todos se les advierte que eviten esta zona. El hospital general fue dañado a tal grado que tuvieron que sacar los pacientes a los terrenos exteriores. Por eso no fue posible dar atención allí a las víctimas del terremoto y muchos fueron despedidos sin recibir ayuda. Se nos ha dicho que ahora están estableciendo unidades de tiendas de campaña fuera del hospital a fin de dar más atención. El gobierno ha estado bajo la presión de un tremendo esfuerzo por proveer lo necesario ante tan enorme empresa.

      “Simplemente tendremos que esperar hasta ver qué proceder nos será más práctico seguir. Pero los hermanos están sosegados y esperan instrucciones antes de actuar.

      “Tenemos disponibles algunos fondos, pero casi todo el dinero lo tenemos en el banco, y los bancos no están abiertos. Posiblemente pasen días antes que los abran. Pero si necesitamos ayuda financiera que no podamos conseguir aquí para ayudar a los hermanos, y parece que así sucederá, entonces me comunicaré con el hermano Allinger (superintendente de sucursal) de Honduras y con el hermano Shepp de Costa Rica para que nos compren provisiones con su dinero, nos las envíen y lo pongan en cuenta de nuestra sucursal hasta que se hagan asequibles nuestros fondos y/o podamos arreglar la situación de una manera más satisfactoria. O si nos es posible comprar lo que precisamos aquí, entonces tal vez solo tengan que mandarnos el dinero. Pero puesto que es demasiado temprano para saber exactamente lo que sucederá, esperaremos y haremos lo mejor posible en medio de las circunstancias.

      “Estamos animando a todos a mantenerse activos en la obra de predicar, a permanecer espiritualmente fuertes y a confiar en Jehová. En cuanto a la ayuda material que están recibiendo, bueno, a duras penas pueden ellos contener las lágrimas. Aprecian muchísimo el amor y sincero interés de los hermanos de otras partes del mundo.”

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