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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1974 | 15 de febrero
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culpable de la inmundicia. “Inmundicia” también da lugar a un alcance amplio de grado de seriedad o gravedad. Tal como la ropa puede tener una mancha leve o puede estar totalmente sucia, así también la “inmundicia” del individuo puede ser leve o grave. Este término es básicamente distintivo porque recalca la naturaleza moralmente repugnante de la conducta o condición incorrecta.
“Fornicación” (porneia), por otra parte, está más circunscrita, pues describe actos crasamente inmorales de una naturaleza estrictamente sexual. Aunque toda porneia, por supuesto, es inmunda, este término griego en particular enfatiza la naturaleza ilícita y lasciva de la conducta, conducta como la que uno pudiera hallar en una casa de prostitución, aunque no necesariamente se cometiera en tal lugar.
“Conducta relajada” (asélgeia) es como la “inmundicia” en que no está restringida a inmoralidad sexual, pero difiere en que enfatiza el desenfreno y la insolencia desvergonzada de la conducta. Vemos, entonces, que —aunque todos estos términos se relacionan con maldad y a veces pueden traslapar— cada palabra tiene su propio sabor, empuje o énfasis distintivos.
Señalando esto, el docto bíblico y del lenguaje griego Lightfoot dice, según se cita en A New Testament Wordbook de Barclay, que “un hombre puede ser ‘inmundo’ (akathartos [forma adjetival de akatharsía]) y ocultar su pecado, pero el hombre que es aselges (adjetivo [de asélgeia]) ofende a la decencia pública. Aquí está la mismísima esencia de asélgeia; al hombre en cuya alma mora asélgeia . . . no le importa lo que la gente diga o piense con tal que pueda satisfacer su deseo maligno. . . . A la mayoría de los hombres les queda suficiente decencia para tratar de ocultar su pecado, pero el aselges ha llegado al grado que ni siquiera se le ocurre eso.”
Para ilustrar esto de manera práctica: Una pareja cristiana comprometida pudiera, en alguna ocasión de mostrarse afecto mutuo, extralimitarse involuntariamente del punto de lo que es puro y decente. Aunque no cometa lo que la Biblia llama porneia (crasa inmoralidad sexual), no obstante la pareja comprometida pudiera llegar a ser culpable hasta cierto grado de “inmundicia,” como por abrazarse de manera muy apasionada, o dejar que sus manos se deslicen a zonas íntimas del cuerpo. Quizás se sientan avergonzados de esto y se resuelvan a no volver a hacerlo. ¿Han sido culpables de “conducta relajada” (asélgeia)?
No en el pleno sentido bíblico de la palabra, porque no estaban despreciando deliberada y desdeñosamente las normas justas. Por supuesto, si voluntariosamente hicieran una práctica de tal conducta impura, esto mostraría un descuidado desprecio a lo que es limpio, la desvergonzada falta de respeto que describe asélgeia. Así, también, un joven que, aunque no tenga intenciones honorables de casarse, participa egoístamente en galanteo y muchas caricias amorosas con una muchacha —o quizás con una muchacha tras otra— está manifestando la codicia desenfrenada de lo que se define bíblicamente como “conducta relajada.” A él no le importa cuánto daño o perjuicio cause. Lo mismo se pudiera decir de una muchacha que emprendiera un derrotero similar.
Los que están encargados de la superintendencia espiritual en las congregaciones cristianas hacen bien, por lo tanto, en distinguir entre estos términos bíblicos. La decisión de los ancianos cristianos en cuanto a cómo manejar casos en que se ha cometido algún mal puede ser afectada por este entendimiento. Puede ayudarles a entender más claramente el grado comparativo de la gravedad de las acciones envueltas. También se muestra la gran importancia de que usen juicio sano, de que consideren las circunstancias, situaciones y actitudes.
● En Hebreos 8:10 se declara: “‘Este es el pacto que pactaré con la casa de Israel después de aquellos días,’ dice Jehová. ‘Pondré mis leyes en su mente, y en su corazón las escribiré.’” ¿Cómo, según se menciona en este texto, son diferentes los tratos de Dios con los que son introducidos en el nuevo pacto de los que estuvieron bajo el antiguo pacto de la Ley?—EE. UU.
Una consideración de los rasgos de ambos pactos y las circunstancias de los que son introducidos en la relación de pacto con Dios esclarece la diferencia.
En las generaciones después que Jehová Dios introdujo a la nación de Israel en un pacto, los israelitas individuales entraron en esta relación de pacto por nacimiento. No fue necesario que tomaran una decisión personal para ser siervos de Jehová Dios. Por consiguiente, el tener aprecio de corazón no era un requisito previo para ser uno del pueblo pactado de Dios. Sin embargo a través del curso de la historia muchos individuos de la nación de Israel no solo conocían la ley de Dios, sino que también cultivaban aprecio de corazón por ella. Concerniente al justo, dice Salmo 37:31: “La ley de su Dios está en su corazón.”
Sin embargo, había ciertos rasgos de la Ley, entre ellos los sacrificios y procedimientos limpiadores, que los israelitas no entendían plenamente. Esto se debió a que estos rasgos fueron pictóricos de cosas mucho mayores. Colosenses 2:17 nos dice: “Esas cosas son una sombra de las cosas por venir, mas la realidad pertenece al Cristo.” Los israelitas llevaban a cabo los rasgos ceremoniales de la Ley principalmente porque se les mandaba hacerlo y debido a los estrictos castigos impuestos por la desobediencia. Puesto que no tenían el entendimiento pleno de estas cosas, su aprecio de corazón forzosamente era limitado. Así se puede ver que la ley de Dios no estaba inscrita en la mente y corazón de cada israelita.
Sin embargo, todos los que son introducidos en el nuevo pacto tienen que hacer una promesa o dedicación para servir a Jehová como discípulos del Señor Jesucristo. Esto requiere un reconocimiento público de Jesucristo como Señor resucitado y fe en Dios, Aquel que levantó a Jesús de entre los muertos.—Rom. 10:8-10.
Sin conocer los requisitos de Dios para la salvación y tener un aprecio de corazón por ellos, una persona sencillamente no podría ejercer fe con su corazón ni hacer una declaración o reconocimiento público con la mira de llegar a ser un discípulo bautizado de Jesús. A las personas que fueron introducidas en el nuevo pacto como cristianos engendrados por espíritu primero se les enseñaron los requisitos de Dios para salvación. Luego, después que Jehová Dios les abrió el corazón para que recibieran la “palabra” o mensaje divino de manera apreciativa, fueron movidos a hacer una dedicación o promesa de vivir en armonía con la ley de Dios como discípulos del Señor Jesucristo. Después de simbolizar esta dedicación mediante bautismo en agua, fueron introducidos en el nuevo pacto. Puesto que Jehová Dios hizo posible que ellos conocieran y entendieran su ley, así como que tuvieran verdadero aprecio de corazón por ella, él de veras puso sus “leyes en su mente” y las escribió “en su corazón,” no en tablillas de piedra.
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¡Huya ahora!La Atalaya 1974 | 15 de febrero
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¡Huya ahora!
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