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Una dádiva personal de parte de JehováLa Atalaya 1974 | 15 de agosto
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excelentes, no abandonando el reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día va acercándose.”—Heb. 10:24, 25.
17. ¿Qué contribución hace una actitud positiva a que adquiramos conocimiento de Dios?
17 Tocante a adquirir conocimiento, muchas personas fácilmente podrían señalar a su educación limitada, su mala memoria y su falta de habilidad para leer. Sin embargo, subsiste el hecho de que Jehová es “Dios de conocimiento,” y los humanos debemos esforzarnos por reflejar su imagen. (1 Sam. 2:3) Si somos analfabetos podemos aprender a leer y escribir. Si no conocemos el significado de algunas palabras podemos buscarlas en un diccionario. Es como dice el libro de Proverbios: “El camino del perezoso es como seto de abrojos, pero la senda de los rectos es un camino echado.” (Pro. 15:19) La persona que es mentalmente perezosa solo ve los obstáculos, mientras que para los “rectos” el camino parece sin asperezas. Una actitud positiva nos ayudará mucho a adquirir conocimiento exacto.—Col. 3:10.
18. Prescindiendo de cuáles sean nuestras circunstancias, ¿cuál debería ser nuestra actitud para con la dádiva personal de Dios?
18 Un conocimiento exacto de los propósitos de Dios según se revelan en su Santa Palabra la Biblia es una dotación maravillosa procedente de un amoroso Padre celestial. Si usted no se ha beneficiado ya de esta provisión generosa de nuestro Creador, ¿por qué no busca a los de su comunidad que usted sabe que tienen esta dádiva? Los hallará en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová. O, si usted es uno de los que recientemente recibieron el conocimiento que lleva a vida eterna, o hace muchos años que lo recibió, use lo que tiene y edifique sobre ello. Recuerde, también, que lo que le falte de modo material en comparación con los que pasan por alto la Palabra de Dios, él se lo ha compensado con creces al hacerlo a usted el beneficiario de su dádiva personal de conocimiento dador de vida.—Pro. 2:6.
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Prescindiendo de lo que haga... ¡predique!La Atalaya 1974 | 15 de agosto
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Prescindiendo de lo que haga... ¡predique!
“Al ir, prediquen.”—Mat. 10:7.
1. ¿Por qué es tan esencial que se efectúe la predicación de las buenas nuevas en este tiempo, y qué pregunta surge en cuanto a la predicación?
CUANDO miramos a nuestro alrededor a las condiciones dificultosas en el mundo, el aumento del crimen, el desasosiego entre los jóvenes, la infelicidad entre las familias, es dolorosamente evidente que la mayoría de la humanidad necesita saber acerca de las buenas cosas que Jehová registró en su Palabra, la Biblia. Sin embargo, la pregunta que se hizo hace más de mil novecientos años todavía resuena hoy día: “¿Cómo, a su vez, oirán sin alguien que predique?” (Rom. 10:14) Cuando usted lee estas palabras inspiradas en las Santas Escrituras, ¿quién considera usted que sea el predicador a quien se hace referencia? ¿Cree usted que aplica a los clérigos u otros con educación o habilidad especial?
2. ¿Qué excelente ejemplo pusieron los cristianos primitivos, y está restringida la predicación a cierta clase de personas?
2 Cada uno de los cristianos primitivos se sentía personalmente envuelto en la respuesta a esta pregunta, y es por eso que cada uno de ellos se hizo predicador. Prescindiendo de que algunos “eran hombres iletrados y del vulgo,” todos sabían algo acerca de las “buenas nuevas” y tenían un deseo ardiente de compartirlas con alguien, con cualquiera con quien se pusieran en contacto. (Hech. 4:13) The History of the Christian Religion and Church, During the Three First Centuries (Nueva York; 1848, por el Dr. Augustus Neander, traducida del alemán por Henry John Rose, página 41) dice esto: “Celso, el primer escritor contra el cristianismo, convierte en asunto de mofa el que obreros, zapateros, agricultores, los hombres menos informados y bufonescos, fuesen celosos predicadores del Evangelio.” De modo que la predicación en el cristianismo primitivo no estaba restringida a una clase especial, sino que todos los cristianos sentían la obligación de ser predicadores. Será interesante analizar cómo más de un millón ochocientas mil personas de todo ramo de actividad, de todo antecedente educativo, con una variedad de habilidades han llegado a ser predicadores de las buenas nuevas hoy día.—1 Cor. 1:26-29.
LO QUE HACE A UN PREDICADOR
3. ¿Qué cambios ha habido en la vida de la gente debido a la obra de predicación?
3 Aquí hablamos de los predicadores cristianos que hoy se conocen alrededor de todo el mundo como testigos de Jehová. Antes de aprender acerca de las “buenas nuevas del reino de Dios,” muchos de éstos habían estado envueltos en el abuso de las drogas, borrachera y otros modos de vida degradados. Otros estaban entrampados en empresas arriesgadas comerciales y estaban llenos de tensión y ansiedad debido a la inestabilidad de la economía y su búsqueda de seguridad financiera. Todavía otros llevaban vidas monótonas, faltas de logro y se preguntaban constantemente: “¿Qué propósito hay en vivir? ¿Es esto todo lo que hay en la vida?” Todo esto cambió porque alguien tuvo suficiente amor a su prójimo para predicarle la verdad de la palabra de Dios. Una existencia sin objeto, dificultosa, adquirió propósito. La frustración y la ansiedad cedieron a la esperanza. Con este recién hallado sentido de dirección en la vida, ahora tienen deleite en vivir.—1 Cor. 6:9-11.
4, 5. (a) ¿Qué condición de la humanidad mueve a los cristianos a compartir con otros las buenas nuevas? (b) ¿De qué manera afecta el amor a Dios nuestra obligación de predicar?
4 ¿Es usted uno de los que se han beneficiado así? ¿Qué le hace sentir a usted esto? Entre otras cosas, sin duda usted tiene un sentido de obligación, una obligación de ayudar a otra persona de la misma manera en que se le ayudó a usted. Pero más que simplemente sentir un deber duro, frío, ¿no ha sido afectado su mismísimo corazón? Sí, usted ve a tantas personas en la misma condición en la que usted se hallaba anteriormente, y siente hacia ellas lo mismo que Jesús sintió para con la gente de su día: “Al ver las muchedumbres se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor.” (Mat. 9:36) Los testigos cristianos de Jehová se sienten movidos por una compasión como ésta a querer ayudar a la humanidad hoy día.—1 Juan 3:16; 4:11.
5 Aun más que amor al prójimo, es amor a Dios lo que mueve a los cristianos verdaderos a predicar “las buenas nuevas del reino de Dios.” De hecho, por su Hijo les ha mandado que lo hagan. (Mat. 24:14; Hech. 10:42) Todos los que verdaderamente aman a Dios están predicando. No podemos pagar a un “predicador” para que predique por nosotros así como no podemos pagar a alguien para que lleve una vida buena, limpia, recta por nosotros mientras que nosotros desobedecemos las leyes morales de Dios. Cada uno tiene que llevar su propia carga de responsabilidad. No hay nada que pueda sustituir a nuestra predicación personal. Es una expresión esencial de nuestro amor a Dios.—1 Juan 5:3; Gál. 6:5.
6. ¿Cómo debemos considerar nuestro privilegio de predicar, y con qué provecho para nosotros mismos?
6 El observar los mandamientos de Dios en cuanto a predicar, o cualquier otra cosa, no es gravoso. El comer, beber, dormir y respirar no son gravosos, y no obstante la obediencia a estas leyes naturales de Dios es vital, ya que nuestra vida depende de ello. Para el cristiano, el predicar es igual de vital. Es algo que queremos hacer, ¡y qué placer produce! ¡Qué satisfacción, contentamiento y gozo tenemos después de un período de predicar! El saber que uno puede hacer lo que Cristo Jesús hizo y lo que Dios ha mandado para nuestro día produce una sensación interior de paz y contentamiento sin par. Y pensar que, aunque uno no lo sepa, quizás se haya plantado una semilla que posiblemente abra el camino para que otra persona aprenda la verdad... ¡qué gozo produce esto! La predicación fiel también contribuye a una conciencia limpia, lo cual no es un factor de poco valor en nuestra presente felicidad y tranquilidad de ánimo.
7. ¿Qué puede hacer que uno se abstenga de predicar, y sin embargo qué punto de vista positivo se necesita?
7 Entre los que participan activamente en la obra de predicar hoy día hay personas de educación limitada, individuos con impedimentos físicos y otros problemas que algunos considerarían desventajas, pero no han permitido que estas cosas los detengan de obedecer a Dios y mostrar amor a su prójimo. Una testigo de Jehová que había vivido en una comunidad rural toda su vida solía ser tan tímida y vergonzosa que ni siquiera hacía sus propias compras de abarrotes debido a que tenía miedo de encontrar a la gente. Andaba en sus cincuentas cuando aprendió la verdad bíblica. Ahora va de casa en casa hablando a personas completamente extrañas acerca de las buenas nuevas que ha aprendido. Ahora para ella eso simplemente es la cosa natural que hacer. Si amamos a Dios y a nuestro prójimo, si nos olvidamos en cuanto a nuestras cualidades desde un punto de vista humano y simplemente confiamos en Dios, podemos llegar a ser predicadores de las buenas nuevas y participar con buen éxito en el ministerio.—2 Cor. 3:5; Fili. 4:13.
8. ¿Qué cualidad se necesita para predicar, y por qué?
8 Por supuesto, se requiere verdadera fe para hablar denodadamente acerca de la verdad de la Palabra de Dios, porque, aunque es buenas nuevas, es impopular para muchos. A menudo este mensaje requiere cambios drásticos en el modo de vida de uno, y a muchos no les gusta cambiar su modo de vida tradicional. Quizás se mofen del mensaje o sean indiferentes. Sin fe pudiéramos dejar de hablar. Sin embargo, los cristianos verdaderos son movidos por la misma fe que movió al apóstol Pablo, quien escribió: “Ahora bien, porque tenemos el mismo espíritu de fe como aquel del cual está escrito: ‘Ejercí fe, por eso hablé,’ nosotros también ejercemos fe y por eso hablamos.” (2 Cor. 4:13) Los cristianos verdaderos necesitan ejercer cuidado para jamás descuidar las muchas oportunidades que tienen disponibles para mantener fuerte su fe, comprendiendo que una fe que se debilita resulta en la disminución de sus actividades de predicar.
9. ¿Qué tiene que ver el corazón con que sirvamos apropiadamente a Jehová?
9 Así pues, hemos visto que la educación seglar y la habilidad natural no son requisitos previos para llegar a ser un predicador; más bien, uno tiene que amar a Dios, amar a su prójimo, y tener fe verdadera que se basa en conocimiento exacto de la Palabra de Dios. Pero ahora surgen las preguntas: “¿A quiénes predicamos, cuándo, dónde y cómo?” El apóstol Pablo, que escribió una carta a algunos predicadores cristianos en Roma, indicó la clave de estas preguntas. Les dijo: “Se hicieron obedientes de corazón.” (Rom. 6:17) Sí, el corazón es la clave del asunto. Por esta razón Pablo no tuvo que darles muchas instrucciones específicas en cuanto a cuándo, dónde y cómo deberían predicar. Así mismo hoy día, si simplemente hacemos lo que nuestro corazón nos mueve a hacer, vamos a empezar a hablarle a alguien en cuanto a las cosas que estamos aprendiendo de la Biblia, y así nos habremos hecho predicadores de las buenas nuevas.
LLEGANDO A TODOS
10. ¿Qué método eficaz y superior de hacer que el mensaje llegara a la gente usaban los cristianos primitivos?
10 Como predicadores de las buenas nuevas, nuestro deseo debe ser hacer que el mensaje llegue a todos los que quieran oír. En los días de los apóstoles todos los cristianos, jóvenes y viejos, ricos y pobres, agricultores y moradores de la ciudad, predicaban las buenas nuevas. Lo que esos seguidores de los pasos de Cristo sabían acerca de Jesús, su ministerio, su muerte y su resurrección, lo decían a otros. De hecho, utilizaban toda oportunidad que se les presentaba para hacer que este mensaje de vida eterna llegara a la gente a su alrededor. Predicaban en los campos, en las ciudades, en las plazas de mercado, en los hogares y en todas partes donde hallaban un oído dispuesto a oír. No se ocultaban en algún monasterio, ni esperaban algún tiempo programado para predicar en cierto día, como lo hacen los clérigos en tiempos modernos. Los cristianos primitivos eran movidos desde el corazón a hacer proclamación de las buenas nuevas en toda circunstancia. Se dice del apóstol Pablo: “En consecuencia se puso a razonar en la sinagoga con los judíos y con las otras personas que adoraban a Dios y todos los días en la plaza de mercado con los que se hallaban por casualidad allí.” (Hech. 17:17) De modo similar hoy, el amor a la gente nos ayuda a estar alerta a las muchas oportunidades que se presentan para dar el mensaje a la gente.—Mar. 1:39; 6:56; Luc. 8:1; 13:26; Juan 18:20.
11. ¿Por qué método de predicar a la gente son famosos mundialmente los testigos de Jehová?
11 Los testigos cristianos de Jehová están usando bien el método de predicar de casa en casa. En grupos o como individuos, en cualquier día de la semana y casi a cualquier hora del día, los testigos de Jehová participan en este rasgo de su ministerio. Cuando los individuos no están en casa tienen cuidado de apuntar la dirección para que puedan hacerse esfuerzos adicionales por hallar a cada amo de casa. Donde se muestra interés en la Biblia, se hacen revisitas y, si es posible, se establece el programa de estudio bíblico de casa.
12. ¿Qué bien adicional puede lograrse a menudo al mantenerse alerta en los estudios bíblicos?
12 Cuando se conducen estudios bíblicos en los hogares de las personas interesadas, se aprovechan oportunidades para invitar a otros miembros de la familia a participar. Quizás haya un visitante en el hogar, de modo que en vez de demorar el estudio hasta que se vaya el visitante, lo invitamos a que participe en el estudio. En muchos casos los visitantes están esperando que se les invite o están interesados en lo que pasa, de modo que aceptan la invitación.
13. (a) Al testificar a conocidos y parientes, ¿qué ventaja tenemos? (b) ¿Por qué es importante la prudencia a fin de presentar eficazmente las buenas nuevas a estas personas?
13 Los testigos de Jehová saben que si mantienen a la mano alguna literatura bíblica a todo tiempo, y si están alerta y toman la iniciativa denodada pero prudentemente, están disponibles muchas otras ocasiones en las cuales pueden compartir las buenas nuevas. Por ejemplo, tenemos conocidos y parientes que posiblemente veamos de vez en cuando, y a menudo nos escucharán más fácilmente a nosotros que a un extraño. Por supuesto, en tales situaciones siempre está presente el peligro de ser demasiado enérgico y tratar de decirles demasiado en una sola ocasión. Aunque los conozcamos bien, no es prudente tomarse libertades que puedan cerrar su mente al mensaje. Necesitamos ser tan prudentes y considerados con ellos como lo somos con los extraños que encontramos cuando
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