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  • ¿Qué base hay para esperanza?
    La Atalaya 1975 | 1 de mayo
    • York, del 10 de agosto de 1974, en su página de editoriales, publicó un dibujo grande de una Biblia vertical con un testigo de Jehová de pie en ella, escudriñando el futuro con un telescopio. El dibujo tenía el título “Manteniendo la fe.” En su editorial el periódico declaró: “Este es un grupo religioso que, a través de los años, se ha adherido inmutablemente a sus creencias por precepto y ejemplo y practica rígidamente lo que predica en un mundo donde tales cosas son raras. . . . Tales mantenedores de la fe son buenos para nuestra ciudad y buenos para nuestra nación pecaminosa debido al ejemplo que dan en medio de los escándalos, asesinatos y derrumbes morales de nuestros tiempos. ¡Bienvenidos a Nueva York, Testigos de Jehová!”

      Estos testigos cristianos de Jehová están cabalmente equipados para ayudarle a usted a fortalecer su fe en Dios y en la Biblia a fin de que pueda tener una esperanza fuerte y brillante tocante al futuro. Ellos no solo publican Biblias y ayudas para el estudio de la Biblia sino que están listos para ayudarle a usted a entender la Biblia conduciendo un estudio bíblico semanal en su propio hogar absolutamente gratis. Por otra parte, también le extienden a usted una invitación cordial a sus Salones del Reino. Allí celebran cinco reuniones todas las semanas, cada una de una hora, en las cuales se exponen y se inculcan enseñanzas y principios de la Biblia.

      No hay duda en cuanto a ello —porque Jehová Dios el Creador existe, porque tiene excelentes cualidades y se interesa en sus criaturas terrestres y porque su Palabra la Biblia es verdadera— hay abundante razón para que usted tenga esperanza. Pero para hacer suya esa esperanza, es necesario que usted trabaje en ello.

  • Las islas del Pacífico oyen las “buenas nuevas”
    La Atalaya 1975 | 1 de mayo
    • Las islas del Pacífico oyen las “buenas nuevas”

      “¡ALÉJESE de todo! Venga a las asoleadas islas del Pacífico del Sur” son lemas en carteles de viaje alrededor del mundo. Y, de veras que están ‘alejados de mucho’ los nueve grupos insulares llenos de colorido del Pacífico del Sur donde la actividad de predicación cristiana está bajo la supervisión de la sucursal de Viti (Fidji) de la Sociedad Watch Tower.

      El clima cálido insular y las tierras fértiles, productivas se reflejan en las personas calmadas. La vida todavía es muy despreocupada. El tiempo y otros factores que rigen en países donde la gente lleva vidas más reguladas no son tan importantes para muchas personas aquí. Parece que viven por el puro gozo de vivir, y por lo general son muy hospitalarias y amigables. Entre ellas hay muchos testigos cristianos de Jehová.

      Sirviendo a las 1.200.000 personas esparcidas a través de centenares de hermosas islas, hay quince veces más proclamadores de las “buenas nuevas” del reino de Dios que los que hubo hace solo veinte años. ¿Le gustaría acompañarnos en una breve gira para conocer a algunos de ellos? Querrá decir viajar una gran extensión.

      Principiando al este de Australia, estos nueve grupos insulares se extienden hacia el este a través de más de 4.800 kilómetros del Pacífico del Sur y llegan al norte hasta el ecuador. Tahití es nuestra primera parada.

      POLINESIA FRANCESA

      Tahití es la más grande y la más desarrollada de las 130 islas de la Polinesia francesa. El llevar las “buenas nuevas” a las 80.000 personas que viven en todas estas islas es un verdadero desafío, pero más de 200 testigos cristianos de Jehová están haciendo frente con afán a ese desafío.

      Aire muy cálido y húmedo, fragante con el perfume de la flor Tiara, nos recibe cuando llegamos a la isla de Tahití. Pero los besos y collares de flores de los muchos Testigos locales que vienen a encontrarnos es lo que nos hace sentirnos verdaderamente en casa y bienvenidos. Nuestro guía, Jacques Inaudi, que vino de Francia para trabajar entre estas personas amigables, es un superintendente de circuito viajante de los testigos de Jehová.

      Viajamos en autobús para llegar a la cercana congregación Punaauia. Al cabo de un valle pequeño, nos espera un Salón del Reino grande que tiene capacidad para 400 personas. Nuestros hermanos cristianos nos rodean en multitudes, queriendo estrecharnos la mano y abrazarnos. El ruido afuera indica la llegada de un autobús lleno de hermanos que tanto aprecian las reuniones aquí que con regularidad ¡viajan 145 kilómetros para asistir! Después de la reunión, la congregación se prepara para visitar los hogares de la gente local para hablarles acerca de las promesas de Dios. El hermano Inaudi describe una visita típica:

      “Por lo general comenzamos aproximadamente a las ocho y media de la mañana. La gente vive en hogares modestos, ya sea con techumbres de paja o de hierro corrugado. Al acercarnos a la casa, nos rodea la acostumbrada jauría. En respuesta a nuestro toquido, sale un hombre sin camisa, seguido de su esposa y varios niños. Al enterarse de que somos testigos de Jehová, el hombre pide que lo excusemos por unos instantes y regresa al interior de la casa, volviendo con una camisa puesta. Los tahitianos respetan mucho la Biblia y no desean considerar asuntos espirituales si creen que están descuidadamente vestidos.”

      Un ejemplo de cómo la verdad de la Biblia desarrolla aprecio a Dios entre estas personas humildes es una madre de seis hijos en la isla de Raiatea. Las reuniones cristianas se celebran al otro lado de la isla y el único autobús pasa por la carretera principal ¡a cualquier hora entre la una y las tres de la mañana. De modo que, a la una de la mañana la familia baja del valle donde vive, camina por unos quince minutos y atraviesa dos ríos antes de llegar a la carretera. Se cubren luego y tratan de dormir mientras esperan el autobús. ¿Haría usted tanto esfuerzo por asistir a las reuniones cristianas a fin de aumentar su conocimiento de Dios y sus propósitos?

      Antes de dejar al hermano Inaudi, le preguntamos acerca de su modo de viajar entre las islas. “Bueno, en las cinco islas que sirvo,” contesta, “he viajado en todo desde modernos aviones de retropropulsión hasta pequeñas canoas con armazones flotantes laterales. Algunas de las islas a las que ahora estamos llegando desde Tahití están a centenares de kilómetros de distancia. De modo que, para ahorrar tiempo, viajamos en aviones pequeños. Es costoso, pero es la única manera que tenemos de llegar rápidamente a estas personas con las buenas nuevas.”

      Volando hacia el oeste por aproximadamente 2.400 kilómetros sobre el Pacífico azul, llegamos a las Samoas tropicales, exuberantes.

      LAS SAMOAS

      Diferente de la Polinesia francesa con sus muchas islas, la Samoa Occidental solo tiene dos de buen tamaño, con una población total de aproximadamente 147.000. Debido al clima cálido, la gente por lo general solo se pone una pieza de tela envuelta y atada a la cintura, y sus casas no tienen paredes. En lugar de paredes, tienen biombos de hojas de coco trenzadas que hacen descender cuando desean estar en privado de noche y en otras ocasiones.

      Paul Evans, un misionero de los Estados Unidos que vino con su esposa a las Samoas en 1955, nos habla de visitar estos hogares abiertos en su ministerio cristiano. Él dice:

      “Es fácil ver quién está en casa en la aldea al acercarse uno. Antes de entrar a una casa la costumbre de Samoa requiere que nos quitemos los zapatos para que las esteras de pandanáceo que cubren el piso no se llenen de tierra. Luego el amo de casa ofrece una ‘palabra’ de saludo, que a veces se prolonga por varios minutos. El visitante contesta, deseando que todo esté bien en la casa y devolviendo los buenos deseos que se expresaron en los comentarios de apertura del amo de casa. Solo es cuando se termina este saludo formal que el visitante puede proseguir con su mensaje.”

      En un caso a una mujer de Samoa que apreció este mensaje no se le permitió que participara en esparcirlo a otros porque no estaba casada legalmente con el hombre con quien vivía. Con interés amoroso, Paul Evans y su esposa se concentraron en ayudar al hombre de la casa, indicándole lo que la Biblia dice acerca del matrimonio y los hábitos del vivir limpio a fin de que su adoración fuera aceptable a Dios. Pronto legalizó su matrimonio y cesó de beber mucho, fumar y otras prácticas no cristianas. En 1974 él y su esposa se bautizaron, simbolizando su dedicación para hacer la voluntad de Dios.

      Solo a unos cuantos kilómetros a través del agua, en las islas más “occidentalizadas” de la Samoa Americana, unos 70 proclamadores de las “buenas nuevas” trabajan entre los 28.000 habitantes, y hasta 130 personas se asocian en el Salón del Reino local.

      MELANESIA FRANCESA

      Nuestra siguiente parada nos lleva otros 2.400 kilómetros al grupo más occidental de islas bajo la sucursal de Viti, Melanesia francesa. Aproximadamente 125.000 personas viven en la isla grande de Nueva Caledonia y las islas Lealtad cerca de sus costas.

      “La predicación de las buenas nuevas empezó en esta zona del Pacífico a mediados de los años 1950,” dice Jacques Chichemanian, que ha estado asociado por largo tiempo con la obra. “Debido a que puede hacer mucho calor en este país, cuando tenemos que viajar lo hacemos temprano por la mañana. Después del primer día de trabajo, levantamos campamento junto a un río pequeño en un excelente sitio con sombra. Hay once en nuestro grupo, procedentes de tres familias, y vamos a quedarnos aquí predicando en esta zona durante una semana completa.”

      Un día este grupo habló informalmente a un mecánico que les reemplazó un parabrisas roto en uno de sus automóviles. Le explicaron la razón por estar ellos en una zona tan aislada, y se sorprendieron con agrado cuando él dijo: “Esto me interesa mucho. ¡Entren!” Introdujo a los Testigos en su hogar modesto e invitó a su familia a que participara en la conversación. Después que los Testigos terminaron su explicación, les dijo:

      “Soy uno de los jefes de mi tribu. Recientemente nuestro sacerdote nos reunió y dijo que deberíamos ir y trabajar para él sin paga a fin de que pudiera ganar algún dinero para reparar la iglesia. De modo que me puse en pie y le pregunté: ‘¿A qué se debe que el contratista que es católico se le está pagando 800.000 CFP [más de 10.000 dólares] para construir la iglesia y repararla, mientras que nosotros que también somos católicos tenemos que trabajar sin salario? ¿Hay dos Dioses, uno para el contratista y el otro para nosotros? ¡Rehusamos ayudarle a usted!’” De modo que el mecánico dijo: “Yo creo que mi religión no es la verdadera, y estoy buscando la verdadera.”

      “Inútil es decirlo,” continuó el hermano Chichemanian, “esa noche regresamos al campamento cansados pero felices de haber hecho el esfuerzo por venir a esta zona aislada.”

      En la cercana isla Lifou, después de una semana entera de anunciar una exhibición de transparencias sobre el tema “Una mirada de cerca a las iglesias,” parecía que no había una sola persona recién interesada en asistencia a la hora de comenzar. Pero, ¡sorpresa! De entre las sombras y de detrás de los árboles, la gente empezó a aparecer en grupos. Parecía que habían estado vigilándose una a la otra para ver quién daría el primer paso para entrar en el salón. ¡La cuenta final fue de 117 asistentes, y muchos tuvieron que ser despedidos por falta de espacio!

      NUEVAS HÉBRIDAS

      Volando al norte desde Nueva Caledonia con un “Bon Voyage” francés todavía resonando en nuestros oídos, pronto llegamos a Port Vila, en el grupo insular de las Nuevas Hébridas. Aproximadamente 85.000 personas viven principalmente en las doce islas más grandes de este grupo. Aquí se habla inglés, francés y muchos dialectos nativos; de hecho, ¡no es raro hallar a tribus dentro de unos cuantos kilómetros una de otra en la misma isla que hablan un lenguaje diferente!

      Allan Taylor, un Testigo australiano, nos dice que recientemente hicieron un esfuerzo por llegar a algunas de las islas más cercanas en su zona. Quince de los Testigos hicieron un viaje de doce días a cinco islas cerca de la costa de su isla principal. Aunque les costó 400 dólares alquilar el barco, y a veces tuvieron una navegación bastante borrascosa, pudieron llevar el mensaje del Reino a muchas personas que no lo hubieran oído de otra manera.

      En la isla de Pele, un maestro nativo de las Hébridas, al enterarse de que eran testigos de Jehová, contestó: “Oh, ¿de veras? Yo, también, soy testigo de Jehová. Un señor me trajo el libro La verdad que lleva a vida eterna. Leí todo el libro y supe que era la verdad, de modo que empecé a aplicarlo en mi vida. Le doy gracias a Jehová por haberlos puesto en mi sendero.”

      De modo que las “buenas nuevas” del Reino están llegando a los lugares más remotos. Algo que ha ayudado en esta expansión ha sido el excelente esfuerzo de parte de los Testigos que han vendido sus hogares y se han mudado para servir donde hay mayor necesidad de proclamadores de las buenas nuevas. De manera similar el mensaje está llegando a los atolones coralinos de las islas Gilbert y Ellice al norte, así como a los otros territorios insulares bajo la supervisión de la sucursal de Viti de la Sociedad Watch Tower. Antes de partir del Pacífico del Sur, acompáñenos en una visita al eje de esta actividad, Viti misma.

      VITI

      La población multirracial de Viti de más de medio millón de habitantes vio el principio de este movimiento de la verdad a las lejanas extensiones del Pacífico del Sur. Desde 1947 la obra del Reino se ha esparcido a veinte congregaciones ubicadas en seis de las circunstantes 105 islas habitadas, con tantos como 524 individuos que participan en predicar las “buenas nuevas.”

      Donald Clare, que supervisa al tiempo presente la actividad en todas estas islas, reflexiona: “He tenido el gozo de ver desarrollarse la obra desde los días cuando solo teníamos 35 proclamadores de las buenas nuevas en Suva, la capital de Viti, y cuando solo se hacía en Viti, al grado donde ahora se ha ensanchado a nueve territorios y ha aumentado al excelente número de 1.214 predicadores que participan activamente. Con la ayuda de Jehová hemos vencido los problemas de la distancia, aislamiento y las barreras de tantos lenguajes. Como resultado, tal como Jesús mandó, las buenas nuevas se están predicando en estas islas remotas del Pacífico del Sur.”

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