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“No teniendo nada y sin embargo poseyendo todas las cosas”La Atalaya 1976 | 1 de febrero
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discernimiento, porque el tenerla como ganancia es mejor que tener la plata como ganancia y el tenerla como producto que el oro mismo. Es más preciosa que los corales, y todos tus otros deleites no pueden ser igualados a ella. Largura de días está en su diestra; en su siniestra hay riquezas y gloria. Sus caminos son caminos de agradabilidad, y todas sus veredas son paz. Es árbol de vida a los que se asen de ella, y los que la mantienen firmemente asida han de ser llamados felices.” ¡De estas riquezas vienen paz y felicidad verdaderas; de hecho, nuestra mismísima vida futura!
20. (a) ¿Qué ejemplo puso Jesús respecto a las posesiones materiales? (b) ¿Qué hizo obtenible él?
20 ¿Aprecia usted estos tesoros? ¡Jesús los apreció! Su tesoro era hacer la voluntad de su Padre. De hecho, dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra.” (Juan 4:34; 6:38) Todo lo demás en su vida ocupó un lugar secundario. Evaluó apropiadamente las riquezas verdaderas. Aunque era el Hijo de Dios, no leemos que Jesús tuviera abundancia de riquezas materiales mientras estuvo en la Tierra. ¡Más bien, fue lo contrario! “Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo tienen donde posarse, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.” (Luc. 9:58) Sin embargo, aunque pobre, era rico. Considere su vida y usted verá que él fue feliz, que tuvo paz, que estuvo contento. Fue como uno que no tuviera mucho en cuanto a los bienes del mundo, y sin embargo pudo redimir a toda la raza humana, haciendo disponibles las mayores riquezas, a saber, la expectativa, para sus seguidores, de llegar a ser “hijos de Dios.” Adicionalmente, otras riquezas espirituales se les hicieron obtenibles.—2 Cor. 8:9; Rom. 8:14, 19; Sant. 2:5; Col. 1:27; 2:2, 3.
21. (a) ¿Cómo mostraron los apóstoles de Jesús que apreciaban el tesoro celestial? (b) ¿Qué preguntas pudiéramos considerar?
21 El mismo hecho fue cierto respecto de los apóstoles. Ellos, también, mantuvieron el punto de vista correcto al poner en primer lugar los tesoros celestiales. Pedro y su hermano Andrés eran pescadores, pero, ante la invitación de Jesús, respondieron y “abandonando al instante las redes, le siguieron.” (Mat. 4:20) Juan y Santiago respondieron de modo similar. “Dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.” (Mat. 4:22) ¡Cómo apreciaron la oportunidad de servir a Jehová Dios con su Hijo enviado! Si usted hubiese estado allí en ese tiempo, ¿qué habría hecho? ¿Habría abandonado al punto sus redes, o habría demorado su decisión, razonando que, puesto que el negocio de la pesca era tan lucrativo, continuaría en él por un poco más de tiempo hasta que estuviera en mejor condición financiera para seguirlo? ¡Qué necesario es que comprendamos hoy dónde está el tesoro verdadero! ¿Está usted demostrando por su proceder en la vida ahora que estos tesoros espirituales son las cosas más importantes de su vida? (Mat. 13:44-46) ¿Está aumentando en usted el aprecio a los tesoros espirituales, a procurar el favor y las bendiciones de Jehová? ¿Reconoce todos los beneficios espirituales que están fluyendo a nosotros por medio de la organización de Dios y los está aprovechando plenamente?
MANTENIENDO ENFOCADO NUESTRO “OJO”
22. (a) ¿De qué manera es nuestro ojo “la lámpara del cuerpo”? Explique. (b) ¿Qué significa tener enfocados los ‘ojos de nuestro corazón’?
22 Jesús dijo: “La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo es sencillo [sincero; vuelto todo en una sola dirección, enfocado, generoso], todo tu cuerpo estará brillante; pero si tu ojo es inicuo [egoísta, Moffatt], todo tu cuerpo estará oscuro. Si en realidad la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande oscuridad es ésa!” (Mat. 6:22, 23) ¡Qué apropiado es este consejo! ¿No podemos todos apreciar una luz en un lugar oscuro, una luz que impida que tropecemos o demos contra algo de modo que nos causemos daño? Para tener visión apropiada, nuestro ojo tiene que ser sencillo, es decir, vuelto todo en una sola dirección al desempeñar su función. Tiene que estar enfocado, captar fielmente todos los rayos de luz que pueda captar de un objeto y poder registrarlos de tal manera que los objetos se vean como en realidad son. Así mismo es en cuanto a los ‘ojos de nuestro corazón.’ (Efe. 1:18) Estos también tienen que estar enfocados, tienen que estar vueltos por completo en una sola dirección. Tenemos que considerar los asuntos en su perspectiva correcta para tomar decisiones apropiadas. El tener un ojo sincero (generoso) nos ayudará a no estar demasiado interesados en nosotros mismos. Desearemos compartir con otros. (Fili. 2:4) El tener un ‘ojo malo’ o un ojo que no esté enfocado resultará en que tomemos un derrotero de satisfacer todo apetito y en que tomemos decisiones incorrectas. Todo nuestro cuerpo estará totalmente “oscuro.”
23. (a) ¿Cómo podemos nosotros, como pobres, hacer ricos a muchos? (b) ¿Qué punto de vista podemos adoptar para con el servicio de tiempo cabal?
23 Al poseer este ‘ojo generoso,’ podemos apreciar la declaración de Pablo de que él era ‘como pobre, más enriqueciendo a muchos, como no teniendo nada y sin embargo poseyendo todas las cosas.’ (2 Cor. 6:10) Pablo no tenía obligaciones financieras que requirieran que estuviera empleado con regularidad en hacer tiendas de campaña, pero a veces hacía tiendas de campaña para no ser una carga financiera a las congregaciones locales. Ninguna cantidad de dinero se puede comparar con el tesoro de servir a Jehová con la atención completa de uno. Como Pablo, hoy hay miles de personas que, al mantener “sencillo” su ojo, pueden dedicar todo su tiempo a predicar y enseñar como precursores, superintendentes especiales y trabajadores en hogares Betel. Porque tienen el dinero en la apropiada perspectiva, consideran estas bendiciones espirituales de mucho mayor valor que las posesiones materiales que podrían tener si estuvieran pasando la mayor parte de su tiempo en empeños y ocupaciones seglares.
24. ¿Cómo puede ser un tesoro el dar?
24 Al tener ‘enfocado’ nuestro ojo, podemos comprender el gozo insuperado de ayudar a otros a aprender las verdades maravillosas de Dios y de presenciar el cambio que esto produce en la vida de ellos. ¡Esta es la base de la verdadera felicidad! Como dijo Jesús: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” (Hech. 20:35) El gozo y bendición de ayudar a otros, especialmente de manera espiritual, hace a uno más rico que cualquier cantidad de riqueza material. ¿“Ve” y aprecia usted esto?
25. ¿De qué manera es un tesoro el “fruto del espíritu”? ¿Por qué, especialmente hoy?
25 Considere, también, el tesoro del espíritu santo de Dios. No se puede comprar. (Hech. 8:18-20) Tampoco hay cantidad de dinero que pueda comprar el fruto del espíritu de Dios. Describiendo este tesoro, la Biblia dice: “El fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo.” (Gál. 5:22, 23) En este día de contienda mundial, ¡piense en lo valiosas que son estas cualidades! ¡Qué precioso es tener la “paz de Dios que supera todo pensamiento.” Esta “guardará sus corazones y sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús.” (Fili. 4:7) Al evitar el espíritu de amar el dinero de este mundo, al amoldarse a la voluntad de Dios, al orar constantemente, al pedir su espíritu y entendimiento y al dejar que esto sea la fuerza dominante en su vida, usted también puede hacer reales y efectivas para usted las bendiciones de este tesoro.
26. ¿Cuál es el galardón para las “otras ovejas” que mantienen “sencillo” su ojo?
26 Al tener clara su visión espiritual, ¿puede ver este otro tesoro... la expectativa de vida eterna? ¡Sí! ¡Imagínese, vivir para siempre en una Tierra paradisíaca! Este es el galardón para las “otras ovejas” que ahora mantienen “sencillo” su ojo, vuelto todo en una sola dirección. (Juan 10:16; Tito 1:2; 1 Juan 2:17; 1 Tim. 6:12) Esto jamás podría obtenerse por medio de riquezas materiales, sin importar su cantidad. (Luc. 12:15-21) Pues “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16) Esta es la promesa de Dios a los que lo aman y hacen su voluntad, entre ellos las “otras ovejas.”
27. (a) En vista del tiempo en que vivimos, ¿qué punto de vista de la riqueza material debemos mantener? (b) ¿Qué gozo y privilegio es nuestro?
27 Todos, pues, mantengamos clara nuestra visión espiritual por medio de seguir con el punto de vista apropiado de las riquezas, recordando que todo el dinero de este sistema de cosas llegará a ser una cosa del pasado, inútil. (Eze. 7:19; Luc. 16:9) Pronto, cuando la “grande tribulación” ponga fin a todas las naciones de la Tierra, habrá desaparecido el valor de las riquezas de este mundo, tanto para los muertos como para los que hayan pasado vivos a través de la “tribulación.” Prestemos todos atención al consejo de Jesús y usemos lo que tenemos para glorificar a Dios. (Juan 15:8) Mostremos, no solo por nuestras palabras, sino también por nuestras acciones, que estamos poniendo en primer lugar las riquezas espirituales al aprovecharnos plenamente de las muchas provisiones que Jehová ha hecho. Compartamos con otros las buenas nuevas del Reino, ayudándoles a obtener riquezas espirituales, y manteniendo continuamente en su lugar apropiado nuestras posesiones materiales y formando un registro ante nuestro Padre que está en los cielos. Que tengamos el gozo y privilegio de ser “como pobres mas enriqueciendo a muchos, como no teniendo nada y sin embargo poseyendo todas las cosas.”—2 Cor. 6:10.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1976 | 1 de febrero
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Preguntas de los lectores
● Si un cónyuge incrédulo se separa del cónyuge creyente, ¿no habría base para disolver bíblicamente el matrimonio, en vista de 1 Corintios 7:15, donde Pablo dice: “. . . no está en servidumbre el hermano o la hermana en tales circunstancias, antes Dios los ha llamado a ustedes a paz”?
No, el apóstol no está considerando aquí el divorcio, sino que simplemente está afirmándole al cristiano o a la cristiana que no tiene que sentirse desaprobado o desaprobada si el incrédulo deliberadamente se va a pesar de los esfuerzos concienzudos del creyente por morar en paz con el cónyuge incrédulo.
Pablo acababa de animar al cónyuge creyente a no irse si el incrédulo “está de acuerdo en morar con” el cristiano. ¿Por qué? “Porque el esposo incrédulo es santificado con relación a su esposa, y la esposa incrédula es santificada con relación al hermano; de otra manera, sus hijos verdaderamente serían inmundos, mas ahora son santos.”—1 Cor. 7:12-14.
En vista de esto, naturalmente surgiría la pregunta en cuanto a en qué situación dejaría esto al creyente, si el cónyuge incrédulo se fuera a pesar de los buenos esfuerzos del creyente. ¿Debería sentirse ahora él desaprobado o ella desaprobada por Dios o creer que los hijos no son santos debido a la separación obligada sobre la cual el creyente no tiene control alguno?
No, pues el apóstol contesta: “Pero si el incrédulo procede a irse, que se vaya; no está en servidumbre el hermano o la hermana en tales circunstancias, antes Dios los ha llamado a ustedes a paz” Habiendo hecho todo lo que es razonablemente posible para evitar una separación, el creyente no tiene que sentir responsabilidad alguna de seguir al incrédulo en un esfuerzo por cumplir una “servidumbre” para con aquél. Si el incrédulo se hubiera quedado y estuviera dispuesto a morar con el creyente en paz, el creyente estaría en “servidumbre” de cumplir con las responsabilidades matrimoniales. Pero el apóstol reconoce que la separación forzada hace imposible que el creyente haga eso.
Ahora el cristiano tiene una cantidad de paz con la cual servir a Jehová, aunque la separación normalmente haya de causar algunos ajustes emocionales y físicos. Además, el tratar de obligar una reconciliación probablemente aumentaría la tirantez en las relaciones. Pudiera ser que el incrédulo deseara regresar con el tiempo. Esto sería deseable, con la meta de vivir juntos pacíficamente y con la esperanza de que el incrédulo llegara a ser un compañero de creencia. Esto estaría de acuerdo con las instrucciones generales dadas antes en los 1 Cor. 7 versículos 10 y 11, de que, en caso de separación, deben ‘permanecer sin casarse o si no que se reconcilien.’
En el ínterin, esto no impediría que la esposa, si ella es la creyente, emprendiera acción jurídica para el sostén de ella y sus hijos, si fuera del parecer que esto fuera aconsejable y necesario. Las Escrituras, y a menudo la ley del país, imponen al padre y esposo la responsabilidad de sostener a su familia.
Jesús no dijo que estaría bien que el creyente contrajera segundas nupcias si el cónyuge incrédulo se fuera del creyente y consiguiera un divorcio legal. Y el apóstol Pablo no va más allá de lo que Jesús dijo al dar aquí lo que las autoridades católicas llaman el “privilegio paulino.” Pablo arguye fuertemente a
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