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  • La grandeza del cristiano proviene del servir
    La Atalaya 1976 | 1 de junio
    • debida a los asuntos físicos o materiales. Se nombraron cuerpos de ancianos para que sirvieran de pastores y superintendentes espirituales en las congregaciones. (Hech. 20:17, 28) Y, para que éstos pudieran concentrarse en edificar y aconsejar a los hermanos, cuerpos de auxiliares trabajaban bajo su dirección para atender deberes que no eran tan directamente espirituales.—Fili. 1:1.

      18. ¿Pudiera servir cualquier persona de siervo ministerial (diákonos) en la congregación? ¿Cómo muestra esto que el servicio que éstos desempeñaban no era asunto leve a los ojos de Dios?

      18 Por consiguiente, después de instruir a Timoteo acerca de los requisitos que deberían satisfacer los que hubieran de ser nombrados ancianos, el apóstol Pablo pasa a decir: “Los auxiliares [diákonos; siervos, Int; siervos ministeriales, NM; diáconos, Mod], a su vez, tienen que ser hombres serios, rectos, no adictos al vino ni a ganancia falta de honradez, sino que mantengan la verdad divina de la fe con una conciencia limpia. Primero se les debe probar, y después de eso, si no se halla falta en ellos, pueden servir de auxiliares [diakoneo; servir como ministros, NM]. . . . Los que efectúan buen servicio como auxiliares [que sirven de manera excelente, NM] obtienen buena posición para sí y gran confianza en su fe en Cristo Jesús.”—1 Tim. 3:8-13, AT.

      19, 20. (a) ¿Qué uso especial, por lo tanto, se dio a la palabra griega diákonos (siervo) en la congregación primitiva? (b) ¿Qué pregunta surge ahora en cuanto a la relación que había entre aquellos “siervos” de la congregación y los individuos que habían sido nombrados ancianos?

      19 De modo que, de la misma manera que la palabra griega presbýteros, que simple mente significa un “hombre de mayor edad,” llegó a ser una designación de un hombre que tenía una asignación de servicio en la congregación, a saber, la de ser un “anciano,” así la palabra diákonos, que simplemente significa un “siervo,” llegó a designar a un hombre que tenía otra asignación en la congregación. En un comentario sobre los diferentes usos del término griego diákonos, el Theological Dictionary of the New Testament, tomo II, página 89, dice, bajo el encabezamiento “B. El diácono como oficial de la Iglesia,” esto:

      “1. Se puede hacer una distinción entre todos estos usos generales y el empleo del término como la ‘designación fija del que llevaba un cargo específico’ como diákonos en la constitución en desarrollo de la Iglesia. Esto se encuentra en pasajes en los cuales la Vulgata [Latina] tiene la palabra prestada diaconus en vez de la [latina] minister que se usa en las demás partes (compare con Fili. 1:1; 1 Tim. 3:8, 12).

      “Miembros de la comunidad [cristiana] a los cuales se llama diáconos en virtud de su actividad regular se hallan por primera vez en Fili. 1:1, donde Pablo envía saludos a todos los santos de Filipos syn episkopois kai diakonois [junto con superintendentes y siervos, Int]. Ya en esta frase surge un punto decisivo para nuestro entendimiento del cargo, a saber, que a los diáconos se les vincula con los obispos [superintendentes] y se les menciona después de ellos. Así, al tiempo de esta epístola hay dos cargos coordinados.

      “. . . aquí la descripción del cargo ha llegado a ser una designación inequívoca.”

      20 A estos hermanos, pues, se les designaba como “siervos” de la congregación, que prestaban servicio humildemente, en deberes asignados según las necesidades de sus hermanos. ¿Daba esto razón para que los hermanos que eran “ancianos” asumieran una actitud de superioridad para con ellos (los que habían sido nombrados para servir de diákonos) como si los ancianos fuesen ahora sus “jefes”?

      NO HAY LUGAR PARA UNA ACTITUD DE SUPERIORIDAD

      21. ¿Por qué no hay ninguna razón para que un anciano se considere “por encima” de los que sirven de “siervos” en una congregación?

      21 No, pues eso ciertamente no estaría en armonía con el consejo de Jesús y el principio que enseñó a sus apóstoles. En realidad, todos los que servían de “ancianos” eran también servidores o siervos de sus hermanos, incluso de los llamados “siervos” de la congregación (“siervos ministeriales,” NM). Jesucristo mismo había venido, ‘no para que se le sirviera, sino para servir.’ El inspirado apóstol Pablo declaró que Jesús “ha sido hecho servidor [diákonos] de la circuncisión en favor de la verdad de Dios.” (Mat. 20:28; Rom. 15:8, Besson) Pablo se llamó a sí mismo (así como llamó a sus colaboradores, Timoteo y otros) “siervo” (diákonos). (Efe. 3:7; Col. 1:23, Int) Con esto no quiso decir que él fuera parte de un cuerpo de siervos de congregación (“siervos ministeriales” o “diáconos”) en una congregación en particular, sino, más bien, que había sido asignado para servir a favor de la congregación cristiana en conjunto. Hablando de esa congregación, él dice: “He llegado a ser uno de los que sirven [diákonos; ministro, NM] a la iglesia, por el encargo que Dios me dio para el bien de ustedes, de dar en forma completa el mensaje de Dios.”—Col. 1:24-26, VP.

      22, 23. (a) ¿Cómo muestra alguien que es siervo verdadero de otro? (b) ¿A qué clase de evidencia señaló el apóstol Pablo como prueba de que era siervo genuino de Dios y de Cristo?

      22 El ser el “siervo” de otro podría requerir que uno aguantara humildemente bajo penalidades, que soportara circunstancias desagradables. El que uno estuviera dispuesto a hacer esto o no estuviera dispuesto a ello demostraría lo genuino de su servicio a la persona a quien sirviera. A causa de que algunos tendían a menospreciar el valor de Pablo en comparación con otros, él presentó prueba de que era un siervo de buena fe de Cristo y de Dios. A los cristianos de Corinto, donde estaban situados algunos de sus detractores, escribió: “Queremos demostrar en todo que somos siervos [diákonos; ministros, NM] de Dios, por nuestra mucha paciencia en aguantar sufrimientos, necesidades y dificultades; pues nos han azotado y encarcelado; hemos sufrido alborotos y trabajos muy duros; hemos estado sin dormir y hemos pasado hambres.”—2 Cor. 6:4, 5, VP.

      23 De los que lo menospreciaban, preguntó: “¿Son siervos [ministros, NM] de Cristo?” y entonces pasó a decir: “Yo lo soy más que ellos . . . Pues he trabajado más que ellos, he sido azotado más que ellos, me han encarcelado más, y muchas veces he estado en peligro de muerte. En cinco ocasiones los judíos me dieron el castigo de los treinta y nueve azotes. Tres veces me apalearon, y una vez me apedrearon. En tres ocasiones se hundió el barco en que yo viajaba, y una vez pasé una noche y un día en alta mar. He viajado mucho, y me he visto en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros entre mis paisanos y entre los extranjeros. Me he visto en peligros en la ciudad, en el campo y en el mar, y en peligros entre falsos hermanos. He tenido trabajos y dificultades; muchas veces he estado sin dormir; he sufrido hambre y sed; he ayunado mucho; he sufrido el frío y la falta de ropa.”—2 Cor. 11:23-27, VP.

      24. ¿Cómo nos ayuda el apóstol así a mantener el punto de vista correcto al evaluar lo genuino de nuestro propio servicio?

      24 ¡Esto de veras, era evidencia real de ser un siervo genuino! Ningún jactarse de logros impresionantes en los cuales enorgullecerse humanamente, como la construcción de edificios admirables; ninguna recitación de haber atraído a grandes muchedumbres para que le oyeran hablar; ningún tomar de crédito personal por la maravillosa expansión que se había efectuado en la diseminación de las buenas nuevas. Más bien, un registro de servicio humilde, como el de un siervo o servidor que, sin ninguna fanfarria, sale hasta en la oscuridad de la noche, desafiando tiempo inclemente, incomodidad y peligro, para efectuar algún mandado al cual lo envía su amo. Podemos pensar en esto al evaluar lo genuino de nuestro propio servicio a Dios. Sin embargo, también podemos traer a nuestra memoria que Pablo además llamó atención a sus cartas de recomendación, a saber, los discípulos cristianos que había hecho como prueba de que había trabajado como siervo.—2 Cor. 3:1-3.

      25. ¿Cómo expresó Pablo su humildad al escribir a los de Corinto, donde había trabajado con tanta diligencia?

      25 Pablo jamás fue culpable de elevarse o querer que otros lo consideraran con deferencia como un ‘principal’ entre ellos. A aquellos corintios, entre quienes había trabajado durante año y medio, dijo de sí mismo y de un colaborador: “¿Quién es Pablo? ¿Quién es Apolos? Somos solamente siervos [diákonos, ministros, NM] de Dios, por medio de los cuales ustedes creyeron en el Señor. Cada uno de nosotros hizo el trabajo que el Señor le señaló. Yo sembré la semilla, Apolos regó, pero Dios es el que la hizo crecer. De manera que ni el que siembra, ni el que riega, son nada; pero Dios es todo, pues él hace crecer la planta. . . . Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios, y ustedes son como el terreno que Dios está trabajando. O también, ustedes son como un edificio que Dios está construyendo.”—1 Cor. 3:5-9, VP.

      26. ¿Cómo podemos esforzarnos por ser grandes y no obstante estar libres de ambición egoísta y orgullo?

      26 Ciertamente, el esforzarse por ser grande de esta manera, no por medio de obtener prominencia, prestigio o poder, sino por medio de dar de uno mismo en servicio humilde, es una meta deseable. Es evidencia, no de ambición u orgullo o egoísmo, sino de amor, amor a Dios y amor al prójimo. Que todos nosotros busquemos hoy tal grandeza, para la alabanza de Jehová Dios, que estableció esta regla de grandeza, y en honor de su Hijo, que la ejemplificó como nadie más jamás lo ha hecho. El buscar nosotros la “grandeza” cristiana producirá magníficos beneficios para nosotros mismos y para otros. Producirá un abundante derramamiento del espíritu santo de Dios, lo cual, a su vez, contribuirá a espléndida unidad y armonía entre nosotros, como lo explica el siguiente artículo.

  • Sirviendo unidamente como asociación de hermanos
    La Atalaya 1976 | 1 de junio
    • Sirviendo unidamente como asociación de hermanos

      “Todos vosotros sois hermanos. . . . Ni os dejéis llamar guías, porque uno solo es Vuestro Guía: Cristo.”—Mat. 23:8-11, La Santa Biblia (E. M. Nieto, Ed. Paulinas).

      1, 2. (a) ¿Qué ilustra lo difícil que se les hace a la mayoría de las personas el llevar una vida de servicio humilde como la del Hijo de Dios? (b) ¿Hicieron los apóstoles de Jesús este ajuste sin dificultad alguna?

      NO ES fácil para la mayoría de las criaturas humanas imperfectas aceptar y aplicar el concepto de una vida de servicio humilde. Observe lo que ha sucedido en la cristiandad, donde hombres que afirman que son representantes de Cristo Jesús y siervos (o “ministros”) ordenados de Dios se ponen aparte de los miembros “comunes” de la congregación, los “legos.” Estos clérigos se consideran superiores al resto del rebaño y aceptan títulos que transmiten este sentido de superioridad. Pero no es así que se llega a la unidad verdadera.

      2 Hasta entre los discípulos verdaderos de Jesús en el primer siglo, el ajustarse a esta enseñanza del Hijo de Dios no se efectuó sin sus dificultades. En varias ocasiones Jesús tuvo que corregir a sus discípulos porque estaban interesados en rango y tenían el deseo de obtener posiciones de superioridad.

      3, 4. ¿Qué disputa tuvieron los discípulos de Jesús en camino a Capernaum, y por qué no sorprende esto?

      3 Hacia el cierre del tercer año del servicio público de Jesús, sus discípulos, mientras caminaban de regreso a Capernaum, se envolvieron en una disputa. ¿Acerca de qué? El relato de Marcos dice: “Estando

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