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Rindiendo servicio sagrado noche y díaLa Atalaya 1977 | 15 de marzo
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26. ¿Qué mueve a millares de personas en toda la Tierra a buscar a Jehová hoy día, y qué causa para regocijo nos da esto?
26 Es el “servicio sagrado” que rinde el pueblo de Jehová lo que está atrayendo a miles de personas a él hoy día. Ven la actitud de amor y de disposición de ayudar, la limpieza, la integridad genuina, la apacibilidad de los testigos de Jehová. Entonces oyen y se sienten impelidos a escuchar las buenas nuevas que los siervos de Dios declaran celosamente. Así se glorifica a Jehová Dios ahora y todavía se le glorificará con mayor resplandor por toda la Tierra, al ser alabado vigorosamente por los agradecidos sobrevivientes de la tribulación... todo esto como el excelente y feliz resultado de verdaderamente rendirle “servicio sagrado” a Dios día y noche.
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Ciro, hombre de papel proféticoLa Atalaya 1977 | 15 de marzo
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Ciro, hombre de papel profético
DE POCOS hombres en el transcurso de la historia humana se predijo que cumplirían un papel específico en el propósito de Dios. Sin embargo, Ciro el hijo de Cambises y fundador del Imperio Persa fue uno de esos pocos hombres. Su conquista de Babilonia en 539 a. de la E.C. y la subsecuente liberación del exilio para los judíos se predijeron mucho antes de su nacimiento.
Fue en el siglo octavo a. de la E.C. que Jehová declaró por medio de su profeta Isaías:
“‘Yo, Jehová, estoy haciendo todo . . . Quien hace que se realice la palabra de su siervo, y Quien lleva a cabo por completo el consejo de sus propios mensajeros; Aquel que dice de Jerusalén: “Será habitada,” y de las ciudades de Judá: “Serán reedificadas, y levantaré sus lugares desolados”; Aquel que dice a la profundidad acuosa: “Evapórate; y secaré todos tus ríos”; Aquel que dice de Ciro: “Es mi pastor, y todo aquello en que me deleito él lo llevará a cabo por completo”; aun en mi decir de Jerusalén: “Será reedificada,” y del templo: “Te será colocado tu fundamento.”’
“Esto es lo que ha dicho Jehová a su ungido, a Ciro, a quien he asido de la diestra, para sojuzgar delante de él naciones, para que desciña yo hasta las caderas de reyes; para abrir delante de él las puertas de dos hojas, de modo que las puertas mismas no estén cerradas.”—Isa. 44:24-45:1.
Los relatos de los historiadores de la antigüedad confirman el cumplimiento de esta asombrosa profecía. Aunque difieren algo en su presentación, los historiadores griegos Herodoto y Jenofonte dan esencialmente el mismo informe. Ciro desvió el río Éufrates, que fluía por Babilonia y funcionaba como parte de su sistema de defensa. Los ejércitos conquistadores marcharon entonces por el lecho del río, logrando acceso a la ciudad por las puertas que daban hacia el muelle. Los babilonios, que se habían entregado a banquetes y orgías, fueron sorprendidos por completo, y la ciudad cayó aquella misma noche.
También, como se había predicho, Ciro expidió un decreto que les permitía a los judíos exiliados regresar a su país para reedificar el templo. Ese decreto decía: “Esto es lo que ha dicho Ciro el rey de Persia: ‘Todos los reinos de la tierra me
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