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Viendo como Dios ve las deudasLa Atalaya 1977 | 1 de septiembre
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Dios.’ (1 Cor. 6:10) Sí, esa avaricia podría significar perder el don de la vida eterna. ¡Qué precio tan elevado!
Como cristianos, pues, queremos ser honrados en nuestros tratos con toda persona. Debemos guiarnos por los siguientes principios: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mat. 7:12) “Mientras tengamos tiempo favorable para ello, obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe.” (Gál. 6:10) Por eso, si nosotros deseamos que otros sean concienzudos y diligentes al encargarse de sus deudas, ¿no deberíamos estar poniendo nosotros mismos el ejemplo correcto? Especialmente deberíamos interesarnos en hacer lo bueno para con nuestros hermanos cristianos, y no abusar de su bondad cuando se trata de pagarles lo que les debemos.
Sería incorrecto que los cristianos pensaran que, en asuntos comerciales, los compañeros de creencia están obligados a darles precios y favores especiales. Pero si se muestra alguna consideración especial, ésta se debe considerar con aprecio. Los cristianos deben querer que sus hermanos obtengan todo lo que tienen derecho a recibir. El consejo del apóstol Pablo a los esclavos cristianos manifiesta una pauta excelente: “Que los que tienen dueños creyentes no los menosprecien, porque son hermanos. Al contrario, que sean esclavos con mayor prontitud, porque los que reciben el provecho de su buen servicio son creyentes y amados.” (1 Tim. 6:2) La diligencia de un cristiano para pagar sus deudas a sus compañeros de creencia ciertamente estaría en armonía con esta admonición.
Que nuestro manejo de las deudas revele que estamos conduciendo nuestros asuntos en armonía con los principios bíblicos. Jamás debemos perder de vista el hecho de que el no pagar deliberadamente lo que debemos a otros es inicuo. El Altísimo jamás mirará con aprobación a los que, por ambición o egoísmo, no cumplen con sus obligaciones. Solo por medio de asegurarnos de que ‘no estamos debiéndole a nadie ni una sola cosa, salvo el amor,’ podemos esperar la bendición de Jehová.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1977 | 1 de septiembre
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Preguntas de los lectores
● ¿Cómo se cumplieron las palabras de Miqueas 1:6, 7 en Samaria?
Por medio de su profeta Miqueas, Jehová Dios declaró: “Ciertamente haré de Samaria un montón de ruinas . . . Y todas sus imágenes esculpidas serán desmenuzadas, y todos los regalos hechos a ella como su alquiler serán quemados en el fuego; y de todos sus ídolos haré un yermo desolado. Porque de las cosas que se dieron como alquiler de una prostituta ella los juntó, y a la cosa dada como alquiler de una prostituta volverán.”—Miq. 1:6, 7.
En cumplimiento de ese juicio profético, en 740 a. de la E.C. los asirios destruyeron a Samaria, y en ello habrían estado incluidas sus muchas imágenes. Aquellos ídolos no les proveyeron ninguna protección de los ejércitos conquistadores a los israelitas infieles.
Pero ¿qué hay de los regalos que los israelitas idólatras llevaban a los centros de adoración falsa? A estos regalos se les podía llamar el “alquiler de una prostituta.” ¿Por qué? Porque se presentaban para apoyar la adoración falsa y constituían una violación del pacto de ellos con Jehová Dios, a quien estaban unidos como una esposa lo está a su esposo. Según la práctica común de aquel tiempo, los artículos preciosos que se sacaban de los santuarios de los pueblos conquistados se depositaban en los templos de los triunfadores. (Compare con Esdras 1:7.) Esto significaba que los dioses de los conquistadores habían triunfado de los dioses de los pueblos subyugados. De modo que el alquiler de la prostitución espiritual de Israel (las ofrendas votivas de los adoradores idólatras) acrecentaron la religión falsa de los asirios. Así, los regalos que los israelitas idólatras llevaron a sus dioses ‘volvieron al alquiler de
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